A Contracorriente ©

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IG: @anamarescritora 

Moríns

Tener a un bebé de nuevo entre mis brazos confieso que es algo que me causa mucha ilusión porque Sila y yo tenemos ese deseo profundo de ser padres, y solo de pensar que una oportunidad nos ha llegado, es en verdad algo emocionante. 

Sin embargo, la forma en la que esta oportunidad ha decidido presentarse en nuestras vidas, no es algo que me agrade tanto, por lo que debo mantener la cabeza fría antes de que se tome una decisión. 

Si esto hubiese pasado hace tiempo atrás, antes del atentado en contra de Sila, estoy seguro de que su reacción hubiese sido diferente a la que tuvo ahora. Porque si antes yo era el corazón y ella la mente, ahora es al revés, y debo ser quien la enfoque y le diga que dos bebés abandonados y uno con el nombre que deseamos ponerle a uno de nuestros hijos, es algo sospechoso. 

Así que ahora debemos consultar esto que está pasando con la familia, ver qué se pude hacer y sobre todo, poner a los bebés a salvo en un lugar donde los traten bien y a nosotros no nos encierren en la cárcel por secuestro. Sin embargo, creo que en este caso las opiniones estarán un poco divididas, y lo supe, cuando vi la reacción de mi suegra a la casa. 

⎯¡Oh por Dios!⎯ expresa al ver a los gemelos en nuestros brazos, ¿qué es esto?

⎯¡Nenes!⎯ grita Fátima, quien viene en los brazos de su abuelo ⎯¡nenes, abu!⎯ y los señala. 

⎯Si mi amor, nenes⎯ le responde él con ternura, dándole un beso sobre la mejilla. 

Debo confesar que ver a Fátima emocionada por los bebés me alegra mucho y hace que mi corazón se derrita, sobre todo cuando le pide a su abuelo David que la lleve a verlos. 

⎯¿Qué es lo que está pasando aquí?⎯ pregunta Luz.De pronto la imagen se congela cuando vemos a todos dirigiéndose a los bebés. 

⎯Los abandonaron afuera de la casa hace unas horas⎯ habla Sila. 

⎯¿Abandonaron?⎯ pregunta David, para luego acercarse con Fátima que estira las manitas para tocarlos. 

⎯Nenes, papá⎯ me dice. 

⎯Con cuidado Fati, acarícialos como te dijo tu madrina Sabina⎯ le pido. 

Fátima lo hace con cuidado y cuando se mueven se hace ligeramente para atrás⎯¡Ay!⎯ expresa, haciéndonos reír. 

Los cuatro entramos a la habitación y dejamos a los bebés sobre la cama. Fátima se viene a mis brazos y ambos nos sentamos sobre la cama para poder ver a los bebés que se encuentran profundamente dormidos. 

⎯Mimidos, papá⎯ me dice ella con esa vocecita tan linda y tierna que tiene. 

⎯Así es, están dormidos, así que no ha que despertarlos⎯ le comento. 

David ve a Luciano y con cuidado comienza a revisarlo⎯cuando piensas que nada más puede suceder en esta familia, de pronto abandonan dos bebés afuera de la puerta. 

⎯Y justo afuera de nuestra casa⎯ habla Sila, y le muestra la carta que dejaron en la mochila⎯ al parecer, los gemelos nacieron en el hospital y la persona que los abandonó sabía exactamente en qué casa dejarlos. Puede que no sepamos quién fue pero, esa persona sabe quiénes somos… 

⎯Y sobre todo nuestro deseo de tener hijos, así que suponemos que nos escuchó cuando lo hablamos en el hospital⎯ agrego. 

Mi suegro sigue leyendo la carta y sonríe ⎯ Lolo, es un nombre singular. 

⎯Lolo Moríns… Suena bonito⎯ interrumpe mi suegra, haciendo que todos volteemos a verla. 

Quiero pensar que ver a los bebés así, a Luz le trae recuerdos de cuando nació Sila y es por eso que ya da por hecho de que ellos se quedarán aquí. 

⎯Suegra, no creo que sea Lolo Moríns. Sila y yo hemos llegado a un trato de los bebés se queden aquí por esta noche y mañana sean llevados a la casa de cuna⎯ le interrumpo. 

⎯¿Eso es verdad? ⎯ pregunta David. 

Sila, contra todas su emociones asiente con la cabeza⎯ Moríns tiene razón, posiblemente sea lo mejor por ahora, mientras vemos su situación. 

⎯Y, ¿por qué no se quedan aquí?⎯ dice Luz⎯ pueden ser padres adoptivos temporales, mientras se arreglan los papeles. Los bebés estarían protegidos, cuidados, y bueno, vivirían con dos pediatras, ¿qué más pueden pedir? 

⎯Alma, no, es su decisión y no podemos meternos en ella⎯ le pide David⎯ si ellos quieren llevarlos a la casa de cuna, que lo hagan. 

Veo a Luz⎯ no lo hago por maldad, pero ¿si esto es un truco?, ¿algo que nos pueda meter en problemas?⎯ respondo, ya que después de lo último que pasó con Marie y Alexandre no confío en nadie⎯¿creen que no me hace feliz saber que ellos han llegado a nuestras vidas?, sin embargo la manera en qué lo han hecho, eso es lo que me preocupa. Es muy sospechosa, y, no estoy dispuesto a poner de nuevo en riesgo a mi familia y menos a dos bebés que no tienen nada que ver con nosotros. 

Luz suspira ⎯ bueno, si esa es su decisión, tómenla⎯ comenta, para luego tomar al Luciano entre sus brazos y sonreírle⎯ pobrecitos, tan pequeñitos y ya tan solitos. 

⎯No están solitos⎯ dice Sila,⎯ por ahora están aquí, nos encargaremos de que estén bien. 

Luz le da a Sila al bebé y luego un beso sobre la frente⎯ los dejamos solos, nos vemos para cenar, ¿te quedas mi corazón? ⎯ le pregunta mi hija. 

⎯¡Nenes!⎯ expresa para luego ver a Lolo que sigue dormido. 

Tanto David como Luz salen de la habitación y nos dejan a los cinco a solas. Sila vuelve a poner al otro bebé sobre la cama y ambos nos lo quedamos viendo. Fátima solamente acaricia sus manitas y les “habla”, aunque en realidad aún no dice mucho. 

⎯Supongo que, la decisión está tomada⎯ le digo y ella asiente. 

⎯Supongo…⎯ responde, para luego cargar a Fátima y darle un beso sobre la frente, y ella en seguida se coge del cuello.⎯ Le daré un baño a Fátima, ¿puedes quedarte con Luciano y Lolo? 

⎯Sí claro⎯ acierto, para luego darle un beso a mi hija en la mejilla. 

Así mientras Sila entra al baño, veo a los bebés profundamente dormidos, Lolo chupando su dedo pulgar y Luciano tan pacífico que me hacen sonreír. 

⎯Ojalá fuera tan fácil como quedarme con ustedes y tener un familia de cinco⎯ les hablo⎯ pero, ¿qué tal si su madre se arrepiente?, ¿qué tal si nos encariñamos con ustedes y ella decide quitárnoslos?, creo que eso nos rompería el corazón a todos, y no quiero que sea así⎯ recito, para luego, observarlos hasta que mis ojos se cansan. 

Me duele tener que llevarlos mañana a la casa de cuna pero, mientras no esté todo claro, supongo que no me queda otra opción. Por lo mientras, no puedo más que cuidarlos esta noche, mantenerlos a salvo y seguirle dándole vueltas al asunto, ¿quién es esta misteriosa mujer que nos ha dado un regalo tan grande?; no me queda más que sospechar.

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