Sila 

Ana Borda Luzárraga es la hija menor de uno de los empresarios más famosos en la producción de vino en Madrid. Sus vinos, Casa Borda, son mundialmente famosos e incluso, han formado parte de las fiestas del Conglomerado por su gran prestigio. 

Yo, no sé nada de vinos, pero en cuánto le dije a mi Tío Manu que es bastante conocedor del tema se quedó con la boca abierta al descubrir que los bebés que tenía bajo mi cuidado eran nada más y nada menos que de ella. 

⎯¿Tienes a los hijos de Ana Borda? ⎯ volvió a preguntar por tercera vez. 

⎯Sí, tío, tengo a los hijos de Ana Borda. 

⎯¿Sabes lo grande que es eso? ⎯ pregunta ⎯¿sabes lo grande que es eso?, si Saúl Borda se da cuenta de que tienes a sus nietos aquí, todo, ¡guau! ⎯ expresa, poniéndome más nerviosa. 

⎯Pero, es que no fue mi culpa, ella los dejó aquí, no es que yo los haya tomado del hospital y me los haya robado, ¿entiendes? 

⎯Lo entiendo… pero sigue siendo… ¡guau! 

⎯No me estás ayudando en nada… ⎯ hablo bastante consternada mientras veo como los bebés duermen en los porta bebés y escucho a Fátima tocar el piano con su tío Héctor ⎯¿no hay otro adulto responsable?

⎯Ja, ja, ja… ¡qué chistosos son los sobrinos! Uno los cuida, los consciente y cuando crecen se vuelven en contra de uno… lo bueno es que Sabina nunca fue así, por eso es mi consentida. 

⎯Dijiste que Lila era tu consentida… ⎯ respondo y él encoge los hombros. 

⎯Lila y Sabina… ⎯ responde y me cierra un ojo. 

¡Abuelooooo!, escucho que grita Fátima a lo lejos y momentos después entra mi padre con ella en brazos y mi hija acariciando su barbilla recién afeitada. 

⎯¡Vaya!, la hacker de la familia está aquí ⎯ comenta, mientras me ve un poco serio. 

⎯Lo siento, tenía que averiguarlo ⎯ le respondo, y él niega con la cabeza. 

⎯Lo esperaba en algún punto de David, posiblemente de Alegra… pero de ti, ¡además en mi oficina!, ¿crees que Loreto no me diría? ⎯ me reclama. 

⎯Tampoco es que me haya escondido tanto…

⎯Sila, si tú haces eso cualquiera pensará que puede hacerlo. Ahora debí cambiar la contraseña de mi computadora para que no vuelvan a accesar y aprendérmela. Eso no se hace. 

⎯Eso no se hace ⎯ repite Fátima y le da un beso en la mejilla. 

⎯Tampoco es que tus contraseñas sean aprueba de hackers, papá ⎯ trato de bajarle la seriedad al asunto pero él parece dispuesto a seguir molesto. 

Mi padre le da un beso a Fátima sobre la mejilla y luego la deja bajar para que venga hacia mí y yo la cargue entre mis brazos. Él se acerca a los bebés que están dormidos en sus porta bebé y cómo todo pediatra los revisa un momento. 

⎯¿Ya supiste de quién son esos niños? ⎯ comenta mi tío. 

Mi padre se queda en silencio y luego suspira ⎯Sí ⎯ responde mientras toma a Luciano entre sus brazos y comienza revisar algunas cosas de su rostro. 

⎯¿Siempre lo supiste? ⎯ inquiero. 

Él niega ⎯ no, pero sospechaba que podría ser ella… no sé que tan bueno sea ⎯ habla con la misma seriedad. 

⎯¡Los nenes! ⎯ me avisa Fátima, quién quiere subirse a la mesa del comedor para ver a Lolo que sigue dormido. 

⎯¿Crees que sea un problema? ⎯ le pregunto, y él encoge los hombros. 

⎯La familia no dira nada Sila pero si, Moríns y tú, están dispuestos a adoptar a los bebés tendrán que hacerlo de una manera discreta, cerrada y que por nada del mundo se enteren de quién es su madre o la familia… 

⎯¿De quién es la familia? ⎯ escuchamos, y al voltear vemos a Moríns entrar junto con David, mi hermano. 

⎯¡Papá! ⎯ grita Fátima emocionada y alza los brazos para que él la cargue. 

⎯¡Hola mi cielo! ⎯ le saluda, para darle un beso sobre la frente ⎯¿de qué están hablando? ⎯ retoma la pregunta y todos nos quedamos en silencio ⎯¿Sila? ⎯ me pregunta. 

Suspiro ⎯ averigüé quién es la madre biológica de los bebés ⎯ comento ⎯ su nombre es Ana Borda. 

⎯¿La de los vinos? ⎯ interrumpe mi hermano sorprendido ⎯¿esos dos bebés son de Ana Borda?, ¿la más pequeña de los Borda?… ¡Uy, uy, uy!, ¿Rodrigo Galán sabrá?

⎯¿Rodrigo Galán? ⎯ pregunta Moríns ⎯ espera, no entiendo, ¿me estás diciendo que los bebés que tenemos en esta casa son de Ana Borda, la hija de Saúl Borda? 

Asiento con la cabeza y él cierra los ojos un poco desilusionado ⎯ no puede ser ⎯ comenta, para luego sacar de su abrigo una hoja en blanco y entregármela. 

⎯¿Qué es esto? ⎯ inquiero. 

⎯Pues, es una nota que me llegó hoy a la fundación agradeciéndome por no dejar a Luciano y a Lolo en la casa de cuna… al parecer, ella ha estado planeado todo esto no sé desde cuando. 

En ese preciso momento Luciano comienza a llorar y mi padre lo pone sobre su hombro y acaricia la espalda ⎯¿tienes hambre, verdad?, vamos a darte un poco de comer ⎯ le murmura, para luego irse hacia la pañalera y sacar uno de los biberones que traje preparados. 

⎯Dios, esto es demasiado ⎯ murmuro, y de pronto comienzo a pensar igual que Moríns, esto es muy mala idea. 

⎯Lo es… Ana se casa con Rodrigo Galán en tres meses y ambos se irán a vivir a California ⎯ contesta mi hermano y me muestra la foto del compromiso de los dos ⎯ Ana prácticamente tiene la edad de nuestras hermanas y está comprometida con Rodrigo desde hace tiempo, es la boda del siglo, creo que la tía Julie y el tío Robert están invitados. 

⎯¿Espera?, entonces… si se va a casar con Rodrigo Galán, en una boda planeada, la boda del siglo, ¿quiere decir qué…? ⎯ habla Moríns 

⎯Los niños no son de él… ⎯ agrego, y todos nos quedamos viendo entre nosotros. 

⎯O, nunca los quiso, y prefiere dejarlos con ustedes ⎯ comenta mi hermano. 

Todos nos quedamos en silencio, mientras veo a mi padre dándole de comer a Luciano y a Fátima acariciando el rostro de Lolo que sigue profundamente dormido. Al ver a mi tío Manu, él encoge los hombros. 

⎯Puedes averiguarlo o quedarte con la duda, pero algo si te puedo decir, esos niños los dejó aquí para ustedes y si los aceptan, tendrán que asegurarse de que jamás se enteren, no ellos, sino, todos. 

Volteo a ver a Moríns quién trae ese rostro de inseguridad de nuevo, ese que por la mañana había desaparecido. ⎯ Ella estuvo en la Casa de Cuna y pudo detenernos, ¿sabes?, ella sabe dónde vivimos y aún así no ha venido otra vez por ellos ⎯ comenta finalmente, y con sus palabras sé que estamos en el mismo camino y con los mismos pensamientos ⎯ creo que antes de tomar una decisión debemos hablar con ella, que nos explique de frente lo que está pasando y así, estaremos más tranquilos. 

⎯Y, ¿cómo le harán para hablar con ella si prácticamente se está escondiendo? ⎯ pregunta mi hermano. 

⎯ De la misma forma que ella nos contacto… yendo a su casa ⎯ respondo, decidida a terminar con este misterio.

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