A Contracorriente ©
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Moríns
Salimos de la habitación de Ana Borda un poco acongojados pero tranquilos. Como dicen que hombre prevenido vale por dos, le hice firmar un documento donde ella accede a jamás buscar a los niños y no reclamarlos como suyos. Lo firmó entre lágrimas, pero el puño y la firma se veían decididos.
Después bajamos a convivir un rato con ella y con algunos de los invitados, que resulta estaban bastante cercarnos a los Canarias por parte del abuelo de Sila, así que la plática se extendió hasta la tarde, donde nos tuvimos que despedir de ella.
Ana, ya no lloró, simplemente abrazó a Sila con fuerza y luego la dejó ir. Juro que esa escena jamás se borrará de mi mente, ese preciso instante cuando dos madres se abrazan en beneficio de dos pequeños. Ana nos dio el regalo más grande que pudimos esperar pero, ella, ahora tendrá que pasar por un proceso de adaptación para poder dejarlos ir… esperamos que no sea tan difícil.
Después de esa despedida, Sila y yo nos fuimos directo a la casa donde todos nos esperaban ansiosos. Al entrar, notamos que Luz y Ainhoa cargaban a los bebés y los entretenían mientras ellos las miraban con esos precioso ojos marrón que heredaron de su madre. Tan solo nos vieron, voltearon a vernos como si estuvieran esperando la noticia.
⎯Y, ¿entonces? ⎯ pregunta Luz.
Ambos nos acercamos a ellas y Sila toma a Luciano entre sus brazos. ⎯Moríns y yo hemos decidido adoptar a los niños ⎯ habla segura ⎯ Luciano y Lolo se quedan en la familia.
⎯¡Ay!, ¡ya escucharon! ⎯ dice Ainhoa feliz, mientras le da un beso a Lolo ⎯ otro Manuel en la familia… un Manolo… ⎯ le dice, mientras el bebé simplemente la mira.
Luz, feliz por la noticia va hacia mí y me abraza ⎯ eres un buen hombre Francisco Moríns, sabía que harías lo correcto.
⎯Gracias, suegra ⎯ respondo, mientras me siento feliz en verdad por todo lo que está pasando.
Momentos después, por la puerta del jardín entra Fátima tomada de la mano de su tío Héctor y al ver a los bebés lo jala para que camine mas rápido.
⎯¡Nenes Hetor! ⎯ habla emocionada, y yo simplemente sonrío al ver su precioso cabello negro y brillante moverse con el movimiento de ese andar que apenas va dominando a la perfección.
Sila se acerca a ella y baja a Luciano para que lo vea ⎯ Hija, mira… ellos van a ser tus hermanos ⎯ le indica, y los ojos de la niña se abren entusiasmados.
⎯¿Hemanos? ⎯ pregunta.
⎯Así es… Lolo y Luciano van a ser tus hermanos, ahora eres hermana mayor ⎯ explica.
Fátima me ve a mí y luego a Luciano que se encuentra completamente despierto y atento. Ella les da una sonrisa y al parecer, entendió el mensaje porque en seguida le da un beso sobre la mejilla.
⎯¡Mi preciosa nieta! ⎯ expresa Luz, mientras la carga entre sus brazos y ella la abraza ⎯ya eres hermana mayor.
⎯¡Bueno, sí! ⎯ contesta, haciéndonos reír a todos.
Yo cargo a Lolo y en seguida siento todo este amor y cariño ante estos dos niños, fruto de un amor tan grande y que, ahora, yacen con nosotros para formar parte de esta familia que solo crece con el pasar de los años.
Papá, soy papá de gemelos, pienso, mientras Lolo no quita su mirada de la mía.
⎯Mi madre no va a creer esto ⎯ murmuro.
Sila voltea a verme y sonríe ⎯ le pedimos a Dios un hijo y nos mandó dos, ¿no es esto maravilloso?
⎯Lo es ⎯ contesto con una sonrisa, porque en realidad es algo inesperado, no planeado pero, feliz.
Los niños jamás volverán a irse de nuestros brazos. No tendrán que ser separados porque a los dos los amamos por igual. Luciano y Lolo crecerán en una familia estable, llena de amor y de risas y sabrán lo bueno de la vida. Tendrán abuelos, tíos y primos que estarán atentos a ellos y lo mas importante, ellos jamás sabrán la triste historia de su nacimiento.
Al siguiente día, Sila y yo arreglamos los papeles para registrarlos a los dos y darles oficialmente nuestros apellidos, Moríns Canarias y oficialmente ser sus únicos padres. Les dejamos los nombres Manolo y Luciano en honor a Ana Borda y para que ella supiese que sus hijos se encontraban bien, por si en algún momento lo leía en algún lado.
Tres meses después de registro, Ana Borda se casó con Rodrigo Galán en una boda tan extraordinaria que por mucho tiempo se hablará de ella. Julie y Robert fueron invitados y asistieron en nombre de la familia. Cuando ellos regresaron, trajeron una tarjeta con ellos y nos la dieron, atrás de ésta decía:
“Jamás olvidaré lo que ustedes hicieron por mí. Aunque prometí no acercarme a ellos le prometo que todas las noches estarán en mis oraciones. Denles un beso de mi parte cada noche antes de dormir.
Con cariño,
Ana Borda de Galán”.
Y desde ese entonces, Sila y yo les damos dos besos a los niños, cumpliendo el deseo de Ana.
Lindos, que la historia de Lolo y Manolo empiece en un hogar y familia tan bella como lo son los Canarias y 1000 apellidos, no tiene precio. Que sigan reinando la paz y amor en ellos.