A Contracorriente ©

Safe Creative Código 2204040855844

IG: @anamarescritora 

-Meses después- 

Sila

No voy a mentir pero, todo este tiempo con los bebés ha sido en realidad caótico. Si cuidar a una niña era difícil, dos al mismo tiempo es algo fuera de este mundo que nos ha mantenido a Moríns y a mí al pie del cañón. No solo hablo de cuidarlos de noche, si no también en el día por lo que contratamos a una niñera además de Jo para que nos ayude mientras Moríns y yo trabajamos. Sin embargo, estamos felices. Lolo y Luciano crecen fuertes, felices y llenos de mucho amor. Su hermana mayor los adora y sus abuelos y tíos los aman por igual, lo que ha hecho que su adaptación a la familia sea total.

Agregando más caos a todo esto, Moríns está por entrar a su siguiente año de escuela por lo que está en los exámenes de fin de semestre y se ha tenido que organizar para no morir en el intento mientras estudia. Pero, lo más importante, es que después de un año de espera y de hacer todos los arreglos necesarios, él y yo nos mudaremos a nuestra propia casa, donde comenzaremos una nueva vida al lado de nuestra niña y gemelos. 

La casa que Moríns compró y que juntos remodelamos no es tan grande como la de mis padres pero lo suficientemente espaciosa para que vivimos cómodos. Tiene un jardín precioso, con una árbol donde logramos construirle a Fátima una casita para cuando esté más grande, cuenta con cuatro habitaciones, una sala- comedor amplias y una cocina que fue decorada justo como la tenía mi abuela Mena en Puerto Vallarta, llena de azulejos de colores, y con ese toque colonial que tanto me gusta. 

Lo mejor de todo es que seremos vecinos de Cho y Sabina, que en este momento se encuentra viviendo aún en casa de mi Tía Julie por motivos de logística ya que Cho se encuentra en Corea del Sur arreglando algunas cosas y Sabina se encuentra sola, por lo que en este momento necesita el apoyo de la familia y quién más que su madre que no cabe de la emoción por todo lo que ha sucedido en sus vidas. 

Debo confesar que estoy emocionada y mucho. Después de todo lo que hemos pasado, Moríns y yo por fin estamos en un momento donde nuestra vida está perfectamente bien. Atrás se quedaron los contratiempos y los problemas, las preocupaciones por lo que fuera a pasar y, ahora, estamos metiendo las últimas cajas a nuestra casa, donde todo huele a nuevo, es emocionante y donde nuestros hijos crecerán sanos y felices sin nada que temer. 

⎯¿Dónde pongo esta caja? ⎯ me pregunta uno de los hombres que contratamos para la mudanza. 

Veo la etiqueta que dice “Libros” y le hago la señal ⎯ en esa habitación, gracias ⎯ respondo, para luego fijarme en las siguientes dos personas que entran con más cajas. 

Nunca pensé que tuviera ya tantas cosas. La verdad es que pensé que no saldrían muchas cosas ya que vivíamos en un cuarto en casa de mis padres pero, no recordaba las cosas que me traje de Puerto Vallarta cuando nos mudamos para acá y las de Moríns que estaban guardadas en un almacén. Por lo que ahora, abrir las cajas y ver que contienen esas cajas llenas de recuerdos, me da mucha curiosidad. 

Además, le hemos comprado a Fátima todos los muebles de su primera y nueva habitación, y por supuesto que también Lolo y Luciano tiene los suyos, así que la casa está lista para ser habitada, solo falta que todos estemos aquí. 

Los últimos dos hombres entran con las cajas y les indico que las lleven a la parte de arriba a donde están las habitaciones. Escucho como cierran la puerta del camión, y como recogen los lazos y todo lo que estaban usando para llevar y traer los muebles. 

⎯Listo, señora ⎯ me dice el jefe, y me da un formato para que lo firme de recibido. 

⎯Gracias ⎯ murmuro, y después veo como salen por la puerta principal dejando ya todo adentro. 

Por un momento me quedo viendo hacia la calle, hasta que siento la mano de Moríns y me distrae. Volteo a verlo y él me sonríe.⎯Todo está listo arriba, lo acomodaron tal y como lo teníamos planeado y se ve hermoso ⎯ me comenta mi esposo, para luego tomarme de la cintura y verme a los ojos ⎯ no puedo creer que haya comprado una casa, y que tú y mis hijos sean los que la habitarán ⎯ comenta nostálgico. 

Sonrío ⎯ cuando me viste por primera vez en casa de mis abuelos, ¿pensaste que terminaríamos así? ⎯ me pregunta. 

Moríns niega con la cabeza ⎯ no, pero siempre supe que terminaría contigo, no sabía si en una casa tan bonita o debajo de un puente ⎯ bromea, haciéndome reír ⎯ pero sabía que estaríamos juntos, hasta el final. Admito que todo esto ha sobrepasado mis expectativas. 

Acaricio su mejilla y luego le doy un beso sobre los labios ⎯ nos las hemos visto bastante duras, amor, pero aquí estamos, juntos como siempre debió de ser y con tres hijos maravillosos que serán nuestro principal motor en la vida. 

⎯Tú siempre has sido mi motor en la vida, Sila Canarias… y estoy muy agradecido de haber ido a esa primera clase en casa de tu abuelo… no sé si te lo he dicho antes pero, yo no quería ir. 

⎯¿Ves cómo es el destino? ⎯ le comento, para después ambos reírnos. 

⎯Destino o no… me gusta que sea contigo ⎯ me dice él, para luego darme un beso sobre los labios que pasa de tierno a pasional en segundos. 

¡Mamá!, escuchamos el grito de Fátima y Moríns y yo nos separamos de inmediato para verla entrar de la mano de su abuela. 

⎯¡Hola mi corazón!, ¿te divertiste en casa de tus abuelos? 

⎯¡Sí! ⎯ me contesta feliz, y luego voltea a ver hacia la sala ⎯¿dice abuela que ahora aquí vamos a vivir? 

⎯Así es… aquí vamos a vivir… ¿te gusta? ⎯ le pregunto y la niña asiente con la cabeza. ⎯ Es muy bonita, y tiene jardín. 

⎯Un gran jardín ⎯ le contesta Moríns y la toma entre sus brazos ⎯ ven, te voy a enseñar algo que es exclusivamente para ti, ¿vienes? 

⎯¡Vamos! ⎯ responde con ternura, para luego alejarse de nosotros con ella en brazos.

Volteo a ver a mi madre y de inmediato me regala una gran sonrisa y me da un abrazo que me cura el alma ⎯ no puedo creer que mi chiquita se vaya de la casa ⎯ me murmura. 

⎯Mamá, me dijiste lo mismo cuando me vine a estudiar a Madrid y ahora, literal, estoy a unas cuántas casas de distancia, no es mucho ⎯ le consuelo. 

⎯¡Ay no lo sé!, pero ante mis ojos siempre serás mi pequeñita Sila, y siempre te querré cerca y te extrañaré. Después de todo, una madre jamás deja de amar a sus hijos, y extrañarlos en el hogar. 

⎯No te preocupes, alma, en unos años regresan Alegra y Lila… ⎯ contesta mi padre, que va entrando con Luciano y Lolo en la carriola doble. 

⎯Y, ¿yo? ¿Qué estoy pintado o qué? ⎯ expresa mi hermano David, que viene cargando los juguetes que Fátima seguramente dejó por todo el jardín. 

⎯No es lo mismo una hija que un hijo… los hijos son mas desapegados ⎯ responde mi madre. 

⎯Yo no soy desapegado, madre… si gustas me puedo quedar a vivir contigo hasta los 35 años ⎯ bromea, haciéndome reír. 

⎯No vas a tener tanta suerte, hijo… ⎯ responde mi papá y le da una palmada sobre la espalda. 

Mi padre se acerca a mí y me da un abrazo ⎯ sé que te veré en el hospital y muy seguido pero, quiero desearte todo lo mejor de este mundo ⎯ recita y yo sonrío.

⎯Ustedes me van a hacer llorar ⎯ les comento, y estiro el brazo para llamar a mi madre y que se una a este abrazo que me está llenando de nostalgia. 

Nos quedamos un momento así, abrazándonos los tres como lo hicimos cuando me vine a Madrid a estudiar mi carrera y ahora, ellos están aquí cuando estoy a punto de quedarme a vivir en mi nuevo hogar. 

⎯Estoy tan orgullosa de ti Sila ⎯ me dice mi madre ⎯ sé que no tengo que decírtelo pero, cuídate mucho y recuerda que tu familia siempre está aquí para ti, siempre. 

⎯Lo sé mamá, lo sé ⎯ le contesto para luego darle un beso sobre la mejilla. 

⎯¡Dios!, si Sila solo se muda a cuatro casas de la nuestra, ni que se fuera a Nicaragua ⎯ comenta David. 

Me separo de mis padres y voy hacia él y le doy un abrazo que el recibe feliz ⎯ te quiero David, no puedo esperar a ver lo que el futuro te depara. 

⎯Sé que será algo bueno, lo puedo presentir ⎯ me responde. 

Moríns entra de nuevo con Fátima ⎯¡Abuelo!, ¡tengo una casa en el árbol! ⎯ pronuncia perfectamente. 

⎯¿De verdad? ⎯ le pregunta mi padre, con ese tono tan bonito que siempre usa con Fátima. 

⎯¡Sí!, es muy grande. 

⎯¿Luego me invitas a jugar? ⎯ le pregunta. 

⎯¡Mañana!

⎯Vale, mañana vengo a jugar contigo ⎯ le promete y le da un beso en la mejilla. 

Mi madre suspira y vuelve a abrazarme ⎯ sé feliz en tu nueva casa, conviértela en un hogar. 

⎯Lo haré, además, tengo reservados todos mis muros para tus fotografías ⎯ le recuerdo y mi madre sonríe. 

Mis padres se despiden de nosotros, le da un beso a Luciano y a Lolo, y David lo hace por igual. Los tres salen por la puerta cerrándola detrás de ellos y dejándonos en esa casa que ahora, es nuestro hogar. 

Las mirada de Moríns y la mía se cruzan y veo como sus ojos brillan ⎯ ¿estás lista para la nueva aventura? ⎯ me pregunta. 

⎯Si es contigo, lo estoy ⎯ le respondo haciéndolo sonreír. 

Y así, después de tantos años, de subidas y bajadas y de luchar a contracorriente, Moríns y yo teníamos un hogar propio, con una familia preciosa que se terminó de completar un año después con la llegada de Eva, nuestra pequeña hija adoptada a través de la fundación que nos convirtió en una familia seis. 

One Response

  1. El primer hogar de la familia Moríns Canarias… Cuántas anécdotas nacerán entre esas paredes con sus pequeñitos y quedarán grabadas en los muros gracias a su abuela… 😍

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *