A Contracorriente©
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Moríns
Cuando era pequeño y veía las películas de James Bond, soñaba con ser un agente secreto, vestirme de trajes elegantes y perseguir malos sin que a mi peinado se le moviera un cabello. Ahora, podría decir que me siento uno pero, no es así. Soy Moríns, un hombre que hace todo sin planear y por lo cual hay una alta posibilidad de que algo salga mal; ruego a Dios que no sea así.
⎯¿Está segura de que Aurore nos ayudará?⎯le pregunto mientras le pongo un grueso abrigo sobre los hombros.
⎯Sí, sí…llámala ⎯ me indica. Así, salgo de la habitación y cuando estoy a punto de correr el me detiene ⎯ ¡no hombre!, por el interfón.
Regreso a la habitación y veo un interfón sobre la pared. Aprieto el botón rojo y, en seguida, la voz de Aurore se escucha.
⎯Oui?
⎯¿Puedes subir a la habitación del señor Lachevre? ⎯ pido, en una voz nerviosa.
⎯Subo en seguida ⎯ me habla.
Regreso hacia Lachevre y le ayudo a ponerle unas botas gruesas, para luego sentarlo sobre la cama ⎯¿seguro qué podrá, señor?
⎯ Tengo que poder… llevo meses intentándolo.
¿Meses?, ¿cómo un hombre puede durar meses así?
Aurore entra por la puerta y al ver al señor Lachevre se lleva las manos hacia los labios como si los estuviera cubriendo ⎯Señor…
⎯Te lo pido, no grites… no grites… ⎯ le digo.
⎯Aurore, descends dans mon bureau et récupère mon passeport et mes papiers à l’endroit où tu les as cachés… vas-y, vas-y! (Aurore, ve abajo, a mi estudio y trae mi pasaporte y mis papeles del lugar donde los escondiste… ¡ve!, ¡ve!)
⎯Oui! ⎯ le responde, para luego darse la vuelta.
⎯Espero que eso sea bueno ⎯ le digo, mientras lo ayudo a ponerse de pie.
⎯Lo es… lo es…te juro que valdrá la pena ⎯ me asegura.
A Lachevre le fallan las rodillas y se vuelve a caer al suelo, haciendo que yo me caiga junto con él. ⎯ Señor…
⎯Lo siento, pero llevo meses postrado, es un milagro que pueda ponerme de pie.
⎯¿Tiene alguna silla de ruedas?, ¿algo?
⎯No, no… el plan no era que saliera de aquí Francisco, más que muerto, así que no hay nada…
Aurore sube con un sobre amarillo y se lo pone en la bolsa interior del abrigo y luego le sonríe. Puedo ver en la mirada del Lachevre una especie de ternura y sé que este acto de complicidad significa algo…
⎯Merci. Tu sais quoi faire… Aurore. (Gracias, ya sabes qué hacer… Aurore).
⎯Ne vous inquiétez pas, monsieur Lachevre. Je sais quoi faire…(No se preocupe, señor Lachevre. Yo sé que hacer)⎯ le responde. Luego volea a verme a mí⎯ ¡váyase ya!, no se preocupe…
⎯Ok, ok, ábreme las puertas⎯ le digo a Aurore. Ella abre la puerta de la habitación y luego sale al pasillo. Yo me pongo de espaldas y luego pongo las manos debajo de los muslos del señor Lachevre para luego agacharme un poco. ⎯Lo siento, señor ⎯ le digo, para momentos después, cargarlo sobre mi espalda e irme un poco para adelante.
Escucho como se queja, el increíble peso de sus huesos sobre mi y como se trata de aferrar a mí⎯Me duele…
⎯Lo siento, señor, pero es así o no podemos salir de aquí⎯le comento.
Salgo de la habitación para caminar por el pasillo hacia donde está la escalera. Trato de tomarlo mejor para que no se caiga pero al dar el paso hacia abajo, el peso me gana y me voy sin pode evitarlo.
⎯¡Mierda!⎯ grito mientras actúo rápido y corro por los escalones con maestría evitando el rodar escaleras abajo. Cuando llego a la sala me estrello contra uno de los muros y siento un dolor horrible en el hombro.
⎯¿Está bien?⎯ me pregunta Aurore.
Bajo al señor Lachevre quien viene más despierto que nunca, supongo que por el susto y lo siento para poder descansar. Con la gabardina encima, me siento a morir de calor, así que me la quito para no hiperventilarme.
⎯¿Qué es lo que hace? ⎯ me pregunta Aurore…
⎯¿No tienes un vaso con agua Aurorita?, qué siento que voy a *dar el changazo…
⎯Quoi?, Chang…
Comienzo a echarme aire con las manos y como puedo, definitivamente no soy Moríns Bond, parezco más Mr. Moríns Bean…
⎯No sé lo que le pasa, Moríns, pero creo que necesitamos irnos antes de que Alexandre llegue, suele venir de sorpresa y eso no es bueno…
⎯¿Usted cree?⎯ pregunto reponiéndome tomando aire⎯ si que está pesado señor Lachevre… a ver si no termino con ciática…
Aurore y Lachevre se ven entre ellos y sé que no me están entendiendo nada, así que vuelvo a ponerme la gabardina, le pido a Aurore que me ayude a levantarlo y cuando estamos listos, lo vuelvo a cargar en mi espalda haciendo un esfuerzo enorme. El señor Lachevre se toma de mí, apretándome muy fuerte.
⎯Ahora sí, vamos…
Lentamente salgo, finalmente, de la casa y camino por la acera, veo hacia la calle y me percato que no pasa ni un taxi. Pensé que solo en México no pasaban cuando a uno le urgen…
Sigo caminando por la acerca, con el señor Lachevre a cuestas y tratando de encontrar un medio para poder alejarme lo más que pueda de aquí.⎯A todo esto, ¿a dónde vamos?, no lo puedo llevar a mi piso… ⎯ le digo.
⎯Pues… no pensé esa parte⎯ me dice arrastrando las palabras.
⎯Señor, creo que debería ir a un hospital…
⎯No, no… hospitales no… llévame a un hotel… al que desees…
⎯Pero señor…⎯ comento, cuando siento todo el peso que cae sobre mi cuerpo. Al parecer el señor Lachevre se ha quedado dormido de nuevo, el escape le ha pasado factura… ⎯Señor Lachevre… señor Lachevre…⎯ le insisto para que despierte pero, nada absolutamente nada.⎯ Supongo que a partir de aquí el plan va por mi cuenta, ¿no?⎯ le pregunto.
Ahora parezco un loco hablando solo por la calle con un hombre a cuestas…
Por fin, un taxi pasa y yo lo paro como puedo. El conductor me ver raro y yo simplemente le hago la seña de que viene tomado, él encoge los hombros y me ayuda a subirlo.
⎯¿A dónde lo llevo? ⎯ me pregunta.
Me quedo en silencio y entonces recuerdo a Nadir Lafuente. Creo que si voy a ayudar a este hombre necesita al menos estar en un hotel decente y donde me pueda sentir protegido.
⎯A la Maison Arab, por favor.⎯ hablo con nervios.
Solo espero que haya hecho lo correcto y que Lafuente resuelva toda las incógnitas…