[Tristán]
Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que vendaaaaaaan
Abro los ojos de nuevo y en un movimiento me caigo del sillón hacia el suelo. Solovino toda la noche estuvo insistiendo dormir conmigo y cuando le di la oportunidad, me quitó terreno en el sofá.
—¡Joder! ¿No pudiste irte a dormir con Ximena? — le reclamo mientras él se vuelve a acomodar.
Me levanto del suelo y luego me estiro tronando cada uno de los huesos de mi espalda. El dolor de cuello me está matando y no siento los brazos los tengo completamente adormilados debido al esfuerzo que hice por no caer del sofá.
—Buenos días— escucho la voz de Ximena saliendo del baño con una toalla enredada sobre el cuerpo y otra sobre la cabeza — ¿cómo dormiste?—
—¡Pésimo! — digo sin dudarlo y ella se ríe.
—Se me olvidó decirte que si le das chance a Solovino de dormir en el sofá acabará ganándote.—
—Ya me di cuenta — contesto en tono de sarcasmo.
—El boiler sigue prendido así que te recomiendo que te metas a bañar. En unos minutos nos vamos a Cuernavaca.—
—¿Cuernavaca? —
—Sí, vamos a ir a la comida familiar de los domingos ¿qué no quieres conocer a mi familia? Esposo… —
Y cuando Ximena me dice esa palabra me quedo frío. Esto es real, ya no soy Tristán el hijo del empresario más rico de Ibiza, ahora soy Tristán el esposo de Ximena Caballero y ya.
—¡Ey! — me truena los dedos, en frente de los ojos para que reaccione— ¿me estás prestando atención? —
—Sí, sí, claro que quiero conocerles ¿ellos saben que te haz casado? — pregunto.
—Ese es un pequeño detalle que se discutirá en el viaje de ida, ahora báñate y vístete, que tenemos que tomar el autobús de las 11:00 am para llegar a Cuernavaca a las 12:00 pm e ir en metro hasta la terminal de Taxqueña puede que tome tiempo.—
Básicamente todo lo que Ximena me dice en este momento no hace sentido para mi ¿autobús? ¿Cuernavaca? ¿Taxqueña? pero parece que ella no se molesta por explicarme y sólo se mete a su habitación dejándome de nuevo en la sala de pie —¿irás con nosotros? — le pregunto a Solovino que sólo me observa desde su lugar.
Voy hacia la maleta que se encuentra abierta y tirada sobre el suelo y comienzo a sacar un pantalón azul marino y una camisa blanca, mi shampoo, jabón y, después me meto al baño y sonrío al ver la sencilla decoración, pero me molesta lo pequeño que es. Allá, en Ibiza, mi baño tenía una bañera, ducha, dos espejos, dos lavamos y estaba lleno de luz, este… no es ni la cuarta parte de lo que estoy acostumbrado.
«Bueno, parece ser que esta es mi vida ahora» pienso mientras cierro la puerta del baño y entro a la ducha.
[…]
Después de un viaje de más o menos 20 minutos en metro, algo muy nuevo para mi y que fue evidente en la manera como me moví entre la gente, por fin estamos en el autobús que nos llevará a Cuernavaca, este lugar donde se encuentra la familia de mi nueva esposa, a la que por cierto no conozco para nada. Mientras dejamos la ciudad ella ve su móvil mientras envía mensajes a un tal Paco, que no sé porque me hace sentir un poco de celos si ni siquiera sé quien es. Al pasar la caseta de peaje, ella guarda el móvil y me ve.
—Muy bien, Tristán — empieza —tenemos que ponernos de acuerdo en lo que diremos al conocer a mi padre, a mi hermano y madrastra ¿qué le dijiste a tus padres? — me pregunta.
Me quedo pensando, en realidad ellos fueron los que me dijeron a mi que estaba casado con ella, si no, yo no me hubiera dado cuenta. La observo y sus hermosos ojos café obscuro brillan, brillan muy bonito y eso me calma sin embargo, me siento culpable porque desde el primer día que la conocí sólo le he mentido y no soy tan tonto como para saber que eso está mal.
—Pues, para ser honesto, yo no sabía que me había casado contigo hasta que mi madre me dio el acta de matrimonio que aún no sé como la consiguió — confieso.
—Va, entonces parece que estamos en la misma situación, y eso está genial porque podemos inventarnos una bonita historia de amor.—
—¿Bonita? — y me río levemente.
—Pues sí, no le puedo decir a mi padre que posiblemente estamos casados porque estábamos tan ebrios que decidimos que era buena idea ¿o sí? —
— Eso tiene lógica — respondo.
—Muy bien, entonces dime ¿cómo se llaman tus papás? — pregunta.
—Mmmmm… Soledad e Ian — respondo.
—Y ¿ De dónde eres exactamente? — vuelve a preguntar.
—De Ibiza — contesto.
Entonces así es como me doy cuenta que Ximena no conoce nada sobre mi y que básicamente aquí puedo ser una persona nueva, renovarme, ser la persona que siempre desee, no sólo un muñequito que se debe ver bonito.
—Y ¿a qué te dedicas? —
—Soy… fotógrafo— digo con una sonrisa y ella se ríe
—¿Fotógrafo? ¿Es en serio? — y continúa riéndose. Sé porque lo hace, pero en realidad no miento, siempre me ha gustado la fotografía, estudié en varias escuelas y simplemente no vivo de eso porque no lo he necesitado y porque es evidente que mis padres no me han dejado.
—Sí, soy fotógrafo, tomo fotografías de paisajes principalmente, tengo varias fotos ¿quieres verlas? — y le enseño una foto de mi móvil.
—O.K— parece que me cree y sonríe.
—Bueno entonces podemos empezar a planear una historia de cómo nos conocimos, una fácil que no tenga fugas y que podamos recordar con facilidad — piensa — ¿que te parece decir que nos conocimos en un campamento en Nueva York? — me dice.
—No he ido a un campamento a Nueva York— contesto.
—No seas güey, pues ya sé que no, pero yo sí. Fui hace un año atrás a un curso tipo project Runway para diseñadoras de vestidos de moda. Podemos decir que nos conocimos ahí, nos enamoramos y que nos casamos en Las Vegas porque pensamos que era el momento ¿te parece? — pregunta.
Lo pienso, en verdad su idea es buena y yo no tengo más así que no me cabe más que decir que sí.
—Entonces repasemos — me dice y me pide que lo diga yo.
—Nos conocimos en Nueva York, tu fuiste a un campamento tipo project Runway para diseñadoras de moda y yo estaba ahí porque era fotógrafo de los vestidos — y ella sonríe — nos enamoramos y pensamos que era buena idea casarnos en Las Vegas— termino mi discurso.
—Perfecto, entonces tenemos un plan.—
—Eso parece Ximena Caballero — contesto.
—No me digas así, mi padre sabrá que mentimos, dime Xime o Mena, así me dicen todos ¿a ti te dicen algún tipo de apodo? — pregunta.
«No, claro que no, mi familia nunca he tenido tiempo para darme apodos cariñosos» pienso hacia mis adentros y me doy dando cuenta de lo solitario que siempre he sido.
—No, sólo me llaman Tristán —murmuro y ella cariñosamente pone una mano sobre mi rostro y sonríe — gusto en conocerte Tristán — me dice y luego se voltea para ver por la ventana.