[Ximena]
Mientras el camión va entrando a “La Paloma” y comienzo a ver los primeros destellos de la Ciudad de Cuernavaca por dentro quiero morir. En verdad no sé como mi padre y mi hermano se tomen esto de que estoy casada con Tristán y que básicamente no vengo a pedirles permiso si no vengo a pedirles perdón.
Tristán ve como niño pequeño la ciudad y yo sonrío, debo admitir que con él se hacen presentes en mi dos estados de ánimo: desesperación y ternura, siendo el primer estado el más frecuente. Suspiro mientas el camión va bajando por la avenida Alta tensión y la estación de autobuses está a dos semáforos de distancia, pronto, mi hermano Paco, nos recogerá para llevarnos a la comida y verá que no vengo sola, y que la persona que viene conmigo, es su cuñado.
Él voltea a verme y me sonríe — yo también estoy nervioso Ximena Caballero — me comenta — pero quiero pensar que todo va a salir bien ¿crees que vaya a salir bien? — y yo asiento con la cabeza aunque no estoy segura del todo.
El autobús se estaciona y al bajar, siento el sol caliente de Cuernavaca. Dejo que me dé unos momentos sobre el rostro y respiro, de pronto escucho el sonido de una cámara y los abro —¿qué haces? — le pregunto a Tristán que baja su móvil.
—Te tomo una foto, te ves hermosa, ve — y me la muestra.
—No me gusta que me tomen fotos desprevenida — le reclamo.
—Lo siento, la próxima vez le quito el sonido — y sonríe — Aquí no hace nada de frío, es mucho mas cálido que en la Ciudad de México — me hace la observación.
—Cuernavaca siempre es así, no la llaman la primavera de México por nada — respiro como si quisiera sacarme los nervios antes de enfrentarme a lo que siento será un desastre — ven, vamos, ya nos esperan.—
Camino hacia la puerta junto a Tristán y al salir veo a lo lejos a mi hermano que viene caminando hacia mí. Tristán me toma inmediatamente de la mano y sonríe —¿Qué estás haciendo? — pregunto.
—Tomando la mano de mi esposa. Créeme, es mejor que nos vean enamorados desde el principio que llegar a fingirlo.—
Paco se acerca y al verme tomada de la mano de Tristán sonríe —¡Cállate! — le digo antes de que hable.
—Oh, oh, esto debe ser serio Mena ¿traer a tu novio a la comida familiar? Debe ser muy, muy importante — me comenta.
—No soy su novio, soy su… — dice Tristán y de pronto de los nervios me volteo y tomo su rostro para darle un ligero beso en los labios que lo toma de sorpresa y lo calla.
—Es guapísimo ¿no? — le digo a Paco que sólo alza la ceja.
Tristán sigue sin saber que pasa y sé que lo del beso tendrá que ser explicado más al rato pero ahora me dará un poco más de tiempo.
— Bueno, sólo te digo que hoy es cumpleaños de la tía Mercedes y todos estarán ahí, y cuando digo todos es todos — y ahora sé que esto será un desastre — ¿cómo se llama el güero? — me pregunta.
—Se llama Tristán — digo — Tristán él es mi hermano Francisco.—
—¡Ah! Francisco, gusto en conocerte. —
—Igualmente. Ahora vámonos que tenemos que pasar al súper por las cervezas — comenta comienza a caminar adelante.
Lo sigo, pero Tristán me toma del brazo y me jala ligeramente hacia él, volteo a verlo —¿qué pasa? — le pregunto, pero él simplemente me da un ligero beso en los labios que debo admitir hace que mi piernas tiemblen. Después nos separamos y él se muerde el labio.
—¿Por qué me besas? — pregunto como idiota.
—Porque eres mi esposa ¿no? Además, tú acabas de besarme y me tomé la libertad de hacerlo también.—
Sonrío levemente — sólo fue para que guardaras silencio y no arruinaras todo antes de tiempo, no porque haya querido — le aclaro — no te confundas.—
— Sí claro — me murmura.
—¡Oigan tórtolos! — nos grita Paco mientras nos hace señales — tenemos prisa— y Tristán estira la mano para tomar la mía.
—¿Nos vamos? — dice con una sonrisa que me caen en la punta del hígado en este momento. La tomo y comenzamos a caminar.
[…]
Después de unos momentos en el auto y una parada express en el supermercado por fin llegamos a la casa de mi padre que se encuentra en una de las privadas de Subida a Chalma un fraccionamiento exclusivo y un poco retirado de la Ciudad. Tristán, durante todo el camino vino platicando con mi hermano mientras yo ensayaba en mi mente como le diría a mi padre.
«Papá, sé que llamarás esto una etapa, pero no es así… amo a Tristán y creo que tomé la mejor decisión » no, muy formal «Papá, adivina qué… ¡Me casé! » no muy tonto «Papá, te juro que no estoy embarazada… »
—¡Oye! — me dice Paco interrumpiendo mis pensamientos. Volteo a verlo y se ríe — ya llegamos mensa, te estoy hablando desde hace rato.—
—¿Y Tristán? — digo mientras veo que no se encuentra en el asiento de atrás.
—Se bajo el güero a ayudarme con las cervezas, ya va para dentro.—
Me bajo del auto de inmediato y corro a la entrada para alcanzarlo. Tristán se encuentra de pie en medio del jardín viendo la hermosa casa tipo colonial que se encuentra en frente de él — ¡Guau! — expresa — me dijiste que no eras rica.—
—No soy rica — contesto — mis padres lo son. Por favor, te pido que no vuelvas a separarte así ¿sí? — y él voltea. Sonríe y me ve con esos hermosos ojos miel que no puedo negar me encantan.
—Como tú digas Ximena Caballero — murmura y yo me sonrojo al escuchar su voz.
—Me llamo Xime o Mena — le digo un poco más tranquila.
—O Mensa — comenta mi hermano que trae el resto de las cosas — A veces la llamo tarada, pero esta vez me veré buena onda— comenta.
Le doy un zape en la nuca y él se queja — no seas mamón, mejor entremos — y camina adelante de nosotros.
En lugar de entrar a la casa, entramos directo al jardín donde toda la familia se encuentra ya reunida. Tristán se sorprende al ver básicamente como veinte personas ahí— dijiste que era una comida familiar — me dice.
—Pues es familiar, esta es mi familia ¿qué esperabas? — pregunto.
—No lo sé, Papá, hermano y ya… — dice mientras los ve a todos platicar alegremente.
—No, cuando digo comida familiar es mi familia más cercana — aclaro — Cuándo haces coimas familiares en España ¿Cuántos van? — pregunto.
—Créeme, para que mi familia y yo estemos juntos en un mismo lugar, es porque es una lectura de testamento — me dice Tristán y yo siento un poco de lástima por él.
—Bueno, pues mi familia ahora es tu familia, si la quieres, claro — y él sonríe.
—Gracias Mena — murmura.
Entramos un poco más y al ver a Tristán la mayoría voltea directamente y nos ve, y como película la música se para y se queda en completo silencio. Tristán deja las cervezas sobre una silla e inmediatamente me toma de la mano la sentir la tensión.
«Madres, esto será más difícil de lo que pensé » pienso mientras mi padre se acerca a nosotros.
—Hola a todos — digo a duras penas y Tristán no hace más que tomar mi mano.
—’Mija’ ¡Qué bueno que llegaste! — me dice mi padre feliz — ¿quién es este joven?— pregunta y yo siento que muero de miedo.
—¿Crees que podamos hablar a solas? — pregunto mientras lo abrazo.
—¿A solas? — dice mi tía Meche que se ha acercado para ver a Tristán de cerca — ¿qué no nos quieres presentar a este guapo? — pregunta.
—No es que, no… — digo tratando de hilar las palabras cuando de pronto mi prima Ángela abre la boca y dice sorprendida.
—¡Te casaste Xime! ¡Qué padre! — y de pronto caigo en cuenta que ninguno de los dos se quitó las alianzas.
—¿Te casaste? — dice mi papá de pronto con una cara entre sorpresa y molestia —¿pero? ¿cuándo? — dice pero es demasiado tarde para explicaciones, ya que las mujeres de mi familia se han acercado a mí para ver la hermosa alianza y felicitar a Tristán.
—Pero qué guapo— escucho a otra de mis tías.
—¡Qué buen gusto! — comenta otra prima y Tristán entre tantos halagos y felicitaciones no sabe que hacer.
—¡Ven! ¡Cuéntanos Mena! — dice mi tía Meche mientras me jala lejos de mi padre.
—¡Espera! ¡Ximena! — escucho a mi padre gritando pero parece ser que a nadie le da importancia saber lo que tiene que decir.
—¿Pero qué pasa? — dice mi hermano y Tristán le contesta
—Tu familia se enteró que tu hermana y yo nos casamos y nadie le hizo caso a tu padre— escucho que le comenta.
— ¡Wow! Se casaron… ¡Uy! aun así… Bienvenido a la familia donde los hombres somos ceros a la izquierda y las mujeres mandan — responde mi hermano y yo volteo a verlo con cara de pocos amigos.
—Estás en grandes problemas Mena — me dice mi hermano sonriendo.
—¿Y por qué te ríes? — pregunto.
—Porque esta vez, no fui yo — y se carcajea.
Entre las felicitaciones y los abrazos puedo ver a mi padre desde lejos. Está enojado y mucho, y sé que le debo una explicación pronto, pero como dicen: “más vale pedir perdón que pedir permiso” y sé que pronto me tocará hacerlo.