[Ximena]
El momento de decirle a mi padre todo lo que pasó, llegó. No lo pude evitar más y ahora muero de nervios y sobre todo de miedo, me siento como una niña pequeña a punto de ser regañada. Tristán, sólo sonríe, a él parece ser que la bienvenida que le dieron mis tías fue de los más cariñosa y con ese aspecto de mujeriego que tiene seguro que le dieron en el clavo.
—Esta comida está buenísima ¿cómo se llama? — me pregunta mientras caminamos hacia la sala donde mi padre me acaba de llamar para conversar.
—Son tacos de cecina — contesto rápido sin entrar en detalles. Antes de entrar suspiro y lo volteo a ver — Tristán, yo sé que llevamos días de conocernos, pero te pido, en verdad te pido que no vayas a arruinar esa ¿si? — le ruego .
Él me sonríe — no lo haré Ximena Caballero, te lo prometo — y aunque aún no le creo nada su mirada es muy transparente y sé que todo estará bien.
Entramos juntos, tomados de la mano porque se supone que somos un matrimonio feliz. Mi padre nos ve y cuando cierro la puerta de la sala empieza todo —¡Cómo se te ocurrió casarte! — me reclama —¡Y sin ni siquiera decirme! —
—Papá, lo siento, pero tenía que ser así — comento y no sé porque lo hice.
—¡Andale! ¿Estás embarazada? — dice mi hermano que entra por la cocina y la cara de mi padre es completamente de sorpresa.
—¡¿Qué?! ¡No! ¡No! — contesto rápido.
Tristán simplemente está en silencio —Entonces, si no estás embarazada ¿por qué la prisa? — comenta.
—Porque nos amamos — dice Tristán interrumpiéndonos y lo dice tan firme que puedo jurar que es realidad.
—¿Se aman? — dice mi padre incrédulo — No, no, no, a mi me late que es por el jovencito este…—
—¿Qué jovencito? — me pregunta Tristán.
—Luego te explico y no, no es por él. Simplemente que Tristán y yo nos conocimos en este campamento, el de Nueva York, y estuvimos en contacto por…. Facebook todo este tiempo — comienzo a inventar la historia, nos quedamos de ver de nuevo en Las Vegas y nos casamos— finalizo.
—¡En Las Vegas! — dice mi padre furioso —¿Te casaste en Las Vegas?— me reclama. El silencio se hace y de pronto, como buen Piscis mi padre comienza el drama — ¡Mi hija! Mi única hija, sin casarse ante los ojos de Dios, sin que su padre la entregue…— y yo respiro.
—¿Qué es lo que pasa? — pregunta Tristán.
—Tu suegro está haciendo drama porque te robaste a su hija y te casaste con ella en una ciudad de vicio y perdición sin pedirle permiso antes — contesta mi hermano.
—No la robé, ella se casó conmigo porque quiso ¿o no mi amor? Tuvimos hasta noche de bodas y así, todo muy claro y formal— comenta y abro los ojos como platos al escuchar ese comentario.
—¡Mi pequeña ya no es virgen! — dice mi padre y yo cierro los ojos.
—¡Ay padre! Por Dios, no soy virgen desde los 17 años, no hagas drama sobre ese asunto — le reclamo y él se pone la mano en el corazón.
—Creo que moriré de un infarto, no siento el brazo — y se toca el brazo derecho.
—Creo que para morir de un infarto señor, tiene que dolerle el izquierdo — dice Tristán y yo trato de no reírme.
—Tú que sabes, acá en México los infartos empieza en el brazo derecho.—
—Padre, no seas dramático por favor — digo volviendo a retomar el hilo — creo que está demás explicarte la situación, y sólo vengo a decirte que me casé con Tristán y que soy tranquila con mi decisión y que espero le des la bienvenida a la familia — y de pronto espero no atragantarme con mis palabras más adelante.—
Tristán me vuelve a tomar de la mano — señor — comienza — llevo apenas unos días aquí y no entiendo mucho de la cultura, la mayoría de las veces no sé de lo que están hablando y debo admitir que por ahora me siento confundido. Pero lo que sí me queda claro, es que estoy aquí por su hija, que es una persona increíble y genial y que ha tenido mucha paciencia conmigo. La amo — y cuando pronuncia esas palabras me ve a los ojos — y si me da permiso le juro que la haré muy feliz, aún si usted no está de acuerdo.—
Las palabras de Tristán me llegan, lo dice de una manera tan convincente que mi padre deja de hacer drama y se pone de pie — Ximena ya pasó por mucho — le comenta — perdió a su madre y después el muchachito ese…. bueno — no menciona nada más — no sé por qué lo hiciste mija, y supongo que ya estás gradencita para acatar las consecuencias. Aún así Tristán, te mantendré bajo la mira ¿eh? — lo amenaza.
Mi padre se acerca a mi y me da un beso en la frente — ¡Ay Ximena! ¡Qué hubiera dicho tu madre! — me reclama y luego sale de la sala donde mis tíos esperan junto a la puerta para escuchar todo.
— ¡Ya bola de chismosos! — es cucho que mi padre les dice y luego cierra la puerta.
— Pues, como dije antes, bienvenido a la familia — le dice mi hermano a Tristán y él sonríe.
Él también sale y Tristán y yo nos quedamos solos. Él me ve a los ojos y vuelvo a sonrojarme, no me gusta cuando lo hace, no sé si su mirada es así o la pone a propósito para que yo poco a poco caiga rendida a sus pies — no me veas así — le digo un poco seria.
— ¿Así cómo? — me pregunta.
— Sólo no lo hagas — suspiro — bueno, pues lo hecho, hecho está así que… bienvenido a la familia — le digo mientras le doy una palmada sobre la espalda.
Él sonríe — Ximena ¿qué pasó con ese joven que dijo tu papá? — me pregunta.
— Nada, no pasó nada — le comento.
Me volteo y él me toma del brazo — no dime, quiero saber — me insiste.
— No es trascendente — le digo — se llama Rodolfo, trabaja con mi padre. Teníamos una relación hace unos años atrás, me enamoré de él, profundamente, todo iba perfecto según yo y de pronto él anunció en una fiesta de la compañía que se casaría con mi mejor amiga, Maquena.—
Tristán pone semblante triste y luego con su mano pone para atrás un mechón de mi cabello, un gesto inesperado para mí — yo le fui a decir a Maquena pero me enteré que estaba embarazada y me percaté que la idiota fui yo por mucho tiempo. El amor me cegó y no me di cuenta que en realidad Rodolfo jugaba conmigo mientras salía con Maquena, me sentí como idiota, me rompió el corazón y lo peor de todo es que no le dije nada a ella, así que iremos a su boda en diciembre — y él alza la ceja.
— ¿Irás a la boda del hombre que te engañó? — me pregunta.
— Iremos a la boda de mi mejor amiga que tiene un hijo de él y cuyo vestido yo le hice. Sé que suena patético pero no me atreví a decirle nada a ella, al final nadie escucha lo que tengo que decir.—
— Te entiendo — contesta y yo sonrío.
— ¿En serio? ¿me entiendes? Tristán, no tienes que fingir que te intereso, ni decirle a mi padre que me amas, que me harás feliz, ni nada de eso, no es necesario — le comento.
— No lo hice por fingir, que tal vez seamos tan diferentes no quiere decir que no sea empático y que no trate de comprenderte en cierta manera. Sé que posiblemente esto no funcione al final, pero también puede que si, así que al menos quisiera que la lleváramos bien entre los dos ¿no lo crees? — me dice sincero.
— La llevaremos bien, pero no le vuelvas a decir a mi padre que me amas — contesto fría — no quisiera volver a explicarle lo que me pasa después de que te regreses a España y él me pregunta por qué nos divorciamos si tanto me amabas. Ahora, regresemos a la fiesta, que dentro de unas horas tendremos que regresar a la Ciudad de México.—
— Como digas Ximena Caballero — responde, pero esta vez su voz es un poco mas melancólica y no puedo dejar de pensar que posiblemente lo herí de cierta manera.