[Tristán] 

Abro los ojos y un dolor en el cuello me pega de inmediato, la cama está dura y cuando mi cerebro reacciona me doy cuenta que me encuentro durmiendo sobre el suelo y que Solovino ha tomado mi lugar sobre el sillón, lo observo molesto mientras duerme tranquilo. 

—¿Así que esto es estar casado? — murmuro. 

Me pongo de pie y noto el piso extrañamente silencioso —¿Ximena? — pregunto pero no encuentro respuesta. 

—¿Ximena? — vuelvo a repetir mientras camino hacia su habitación, golpeo la puerta y al no obtener respuesta, abro para darme cuenta que no está, que se ha ido, que básicamente se fue sin decirme nada. 

Camino de regreso a la cocina y veo una nota sobre la barra, la tomo y la leo. 

Tristán, 

Lo siento, tenía que irme a trabajar pero te dejé café y un poco de fruta picada para que desayunes. Si quieres algo más hay comida en el refrigerador. Te pido saques a pasear a Solovino antes de que haga sus necesidades en el  departamento y si puedes ¿sacas la basura? 

Saludos, 

Ximena. 

P.D Cuando escuches la campana es que la basura está cerca. 

Termino de leer la nota y volteo a ver a Solovino que se encuentra aún dormido —¿sabes dónde está la basura? — le pregunto y él simplemente comienza a llamarse las patas. 

Dejo la nota sobre la barra, tomo una taza y me sirvo un poco de café, tomo un sorbo y sonrío, amo el café que Ximena hace y debo admitir que me trae muchas sensaciones de felicidad. Me siento y comienzo a ver mi móvil, abro la aplicación de mi banco sólo para percatarme que no fue un sueño y efectivamente mi padre ha congelado todas mis cuentas. Veo mi dinero y lo añoro, ahora podría estar recorriendo la Ciudad de México y no sentado en un piso con un dolor de cuello horrible y un perro viéndome desde el otro lado. 

—Esa es mi cama ¿sabeís? — le reclamo. 

Sigo tomando mi café tranquilamente cuando entra una llamada completamente inesperada “Bego” leo en la pantalla —¡Joder! lo que me falta — expreso enojado mientras dejo la taza de café a un lado, respiro y contesto como si no pasara nada. 

—¿Diga? — 

—How is New York? — escucho su lastimosa voz. 

—Genial— miento mientras me pongo de pie y comienzo a recorrer el piso de Ximena, bueno, ahora el nuestro. 

—Cuando me dijo tu madre que estarías allá dije ¡Qué guay! mi prometido está en esta ciudad tan importante.. ¿cómo te va en el curso? — 

—¿Curso? — pregunto distraído porque me puse a ver las fotos que Ximena tiene colgadas sobre la pared. 

—Sí, el curso, al que te fuiste.— 

—¡Ah! Sí, sí, ese curso… muy bien, excelente — digo sin poner atención — hay personas que me agradan otras que no — y al decir esto veo a Solovino sobre el sofá. 

—Sabes, he estado pensando que tal vez sería muy romántico si pasáramos Navidad en Nueva York ¿qué te parece?  La nieve, Centra Park, las compras en la Quinta Avenida, tal vez podría ir a escoger mi vestido de…— 

Entonces al fondo escucho la campana de la basura y reacciono — ¡Mierda!  grito. 

—¿Qué es eso? ¿qué pasa? — escucho la voz de Bego en el móvil mientras yo comienzo a ponerme los zapatos y a buscar la basura. 

—¿Dónde mierda está eso? — pregunto molesto. 

—Tristán, me escuchas ¡Tristán! — y al entrar al cuarto de cocina veo dos bolsas negras cerradas y las tomo —lo siento, me tengo que ir — alcanzo a decir y dejo el móvil sobre la barra y salgo corriendo del piso. 

Bajo las escaleras y abro la puerta que da a la calle, veo el camión que va a lo lejos y corro atrás de él sintiendo un liquido horrible mojarme los pies —¡Esperen!  grito y levanto las bolsas e la basura para ver si de milagro me ven, pero el camión acelera y me deja en medio de la acera con las bolsas en las manos y ese liquido desagradable corriendo por mis pies. 

—¡Joder!— grito enojado y de pronto todos se me quedan viendo. Respiro y regreso caminando hacia el piso con ambas bolsas colgando de mis manos. 

Empujo la puerta del edificio y me la encuentro cerrada —¡Mierda las llaves! — vuelvo a decir enojado. 

Entonces de pronto me completamente vulnerable, afuera del edificio, con frío, dos bolsas de basura, ese líquido que empieza a oler a podrido, en pijama y sin llaves. Me siento sobre los escalones y recargo mis codos sobre las rodillas y cubro mi rostro con mis manos para percatarme que es muy mala idea al olerlas. 

—Dios — digo con asco mientras las bajo y las pongo sobre el suelo. 

Me quedo en silencio, viendo pasar a la gente y no sé cuanto tiempo ha pasado hasta que una anciana  abre la puerta del edificio — ¿va a entrar joven? — me dice sonriente. 

—Sí, sí gracias — le digo sinceramente emocionado al ver que por fin algo sale bien este día. 

—Eres nuevo en este edificio ¿no? — pregunta. 

—Sí, soy el esposo de Ximena Caballero — le digo sin dudarlo. 

—¡Mena se casó! ¡Qué emoción! No eres ese Rodolfo ¿o sí? — pregunta y yo niego con la cabeza. 

—Soy Tristán — contesto. 

—Yo soy Lucha, tu vecina de en frente — dice linda — si alguna vez necesitas algo me buscas, menos ahorita que salgo al mercado por mis cosas, pero siempre me encuentras ahí ¿eh? — y me sonríe. 

—Gracias y gracias por abrir la puerta.— 

—De nada, la próxima vez que te quedes afuera le picas aquí, en el botón 36 ese es mi timbre, yo te abro.— 

—Muchas gracias — digo sinceramente agradecido. 

Entro de nuevo al edificio, subo las escaleras con más líquido escurriendo y cuando abro la puerta del piso veo a Solovino haciendo pipí cerca de mi maleta. 

—¡Nooooo! Mis Ralph Lauren — le digo y el perro se regresa sobre el sofá. 

Meto de nuevo las bolsas al cuarto de lavado y al regresar me doy cuenta que no sólo fue la maleta, si no la alfombra y que no sólo fue pipí. 

—Te odio — le digo enojado mientras siento mis pies mojados por el liquido que ahora huele peor —¿ya no es tan buena idea no? — me regaño en voz alta mientras me siento solo sobre una de las sillas del comedor. 

[Ximena] 

Abro la puerta del departamento para encontrarme dentro de un campo de batalla donde es obvio que alguien perdió. Entro con cuidado y veo a Solovino echado sobre el sofá, a Tristán sentado sobre la mesa del comedor y un olor a basura y pipí insoportable. 

—¿Qué chingados pasó aquí? — pregunto mientras dejo la bolsa sobre el comedor. 

—¡Qué crees qué pasó! ¡Qué crees que pasó!  me dice é con un enojo evidente. 

—¿Perdiste la batalla con la basura? — pregunto en broma. 

—Pasó la basura, la saqué como me pediste, no la alcancé, tuve que volver a subirla no después de esperar horas para poder volver a entrar al edificio porque se me olvidaron las llaves, regreso y Solovino hizo del baño pero no sólo sobre el suelo, noooooo ¡sobre la única ropa que tengo! ¡la única! Ahora no tengo nada que ponerme. Intenté ducharme pero el agua sale congelada ¡congelada! Tengo hambre mucha, no he comido en todo el día y no tengo como comunicarme contigo porque no tengo tu número de móvil y ya ¡ya está! — dice él enojado. 

Lo observo y debo admitir que esta vez si me pasé y debía haberme quedado con él para enseñarle como es la rutina en este departamento, pero por otro lado lo hice par que escarmentara un poco y se diera cuenta que si se queda y quiere que esto funcione, esto es lo que hay. 

—Tristán — digo con tiento y él voltea enojado y con un semblante de derrota que me enternece — lo siento, pero tenía que irme a trabajar y pensé que podrías hacer esto que te dejé o que ¿pensaste que alguien más lo haría? — y él me mira. 

—Pues no sé tú, pero a eso estoy acostumbrado — me contesta molesto. 

—Pero es que así no son las cosas aquí ¿sí? Debemos adaptarnos y acoplarnos y bueno, pensé que sacar la basura era algo simple.— 

—¡No lo es y ya! — contesta como niño pequeño. 

—Ya lo note — y al acercarme más huelo el inteso aroma de la basura — mira, te prometo que te enseño pero ¿me pondrías atención? — y él levanta los hombros. 

Me acerco al cuarto de lavado y le pido que entre conmigo — este se llama bolier o calentador, dependiendo, está apagado para que el gas no se gaste ¿va? entonces hay que prenderlo cada vez que te vas a bañar — explico con paciencia. 

—¿Qué tiene que esté prendido siempre?  — me pregunta. 

Respiro — que el gas se gasta y debemos cuidarlo, es caro — le digo y en su rostro refleja que no entiende — mira, haces esto — le explico y le muestro como se prende el calentador y al escuchar el ruido del fuego prendiendo se hace para atrás. 

—Eso se ve peligroso — me dice inocente. 

—Pero no lo es, sólo no te acerques mucho porque se queman las pestañas, ya me ha pasado — y él esboza una sonrisa. Lo apago de nuevo y le doy los cerillos — Te toca — comento. 

—¿A mí? Pero es que tú ya lo habéis hecho — me dice sorprendido. 

—Pero debes aprender a hacer tú porque si no estoy nadie podrá hacerlo, Solovino es inteligente pero no es para tanto.— 

Tristán vuelve a hacer lo mismo que le mostré y de pronto el fuego se prende y sonríe de satisfacción y me ve. 

—Ves, o es tan difícil. Ahora lo dejas y cuando escuches un “click” quiere decir que el agua está caliente y que puedes apagarlo para bañarte.— 

—Nunca pensé que ducharse aquí fuera tan difícil — me confiesa y me río. 

—No es difícil, es diferente — le aclaro y él me ve a los ojos y me sonrojo — debes empezar a ver las cosas de otro ángulo, si siempre piensas negativo, te saldría las cosas como hoy.—  

—Gracias Ximena Caballero — murmura. 

Y juro que este seria un momento romántico si no fuera por el olor que despide a basura y coladera. Mejor ve a bañarte, veré que puedo hacer con la ropa ¿si? — le comento y él asiente con la cabeza — recogeré lo de Solovino y lo sacaré a pasear. 

—No, espérame — me dice de pronto — me gustaría salir a pasear contigo —y me sonríe 

—Otro día ¿te parece? Voy a salir rápido y luego haré de cenar— Tristán asiente con la cabeza y entra al departamento para irse directo al baño. 

Salgo a la cocina y veo a Solovino recostado sobre el sofá — eres un perro cabrón ¿sabes? Nunca te haces adentro, siempre lo haces en el balcón y ahora ¿adentro? — y comienzo a reírme sola. 

3 Responses

  1. Quería tanto leer este capitulo, 🤣🤣🤣 es muy gracioso y poder recordar a Tristan 😍😍😍🥺

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