[Tristán]
—¿Cómo se llama esta delicia? — le digo a Ximena mientras ella me sirve una más.
—Se llaman sincronizadas de queso oaxaca con jamón — me dice sonriendo y le puse un poco de pico de gallo arriba.
—¿Pico de gallo? —
— Sí, es una salsa de jitomate, con cebolla, limón y chile, en este caso no te puse el chile, pero sabe rico ¿no?
—Me encanta, gracias — digo sincero.
Mientras como otro pedazo de sincronizada y la disfruto al máximo me doy cuenta que no importa en cuantos restaurantes haya comido, caros, finos y ricos, este es le mejor platillo que que probado en toda mi vida. No sé, tal vez tenga que ver el hecho de que tengo mucha hambre por no haber probado comida en todo el día, o ese ese sazón especial que Ximena le puso.
Ella se sienta al otro lado de la barra, le pone pico de gallo a la sincronizada y la come cerrando los ojos — le hace falta un chilito — dice mientras se vuelve a poner de pie y va por un chile pequeño y de color verde, lava y después de ponerle sal le da una mordida directa —me encantan los chiles de amor — me dice.
—¿De amor? — pregunto.
—De Amor… didas — y se sonríe — así se les dice porque lo puedes comer así a mordidas con sal.
—¿No hay nada que no lleve chile en este país? — le pregunto y ella se queda pensando.
— El cereal tal vez — y yo me río — aunque te juro que si pudiéramos le echaríamos.—
Sigue comiendo y vuelve a dar una mordida — salió bravo — dice mientras comienza a echarse aire en el rostro con la mano.
—¿Por qué no dejáis de comerlo? — pregunto.
—Porque está bueno, que pique no quiere decir que esté malo, al contrario, le da saborcito— y le da una mordida a la sincronizada.
Por un momento seguimos comiendo y luego ella me ve — ¿qué harás mientras vives aquí en México? — me pregunta.
—Pues… — y volteo a ver el piso.
—¿Te quedarás aquí? ¿seis meses sin hace nada? No señor, debes conseguirte un trabajo.—
—¿Qué? — pregunto.
—Sí, uno trabajo en España tienes uno ¿no? — pregunta y al acordarme de lo que hacía no sé si decir que si o simplemente negarlo, porque en ambos casos era inútil.
— Dices que eres fotógrafo ¿no? ¿por qué no le pides trabajo de algo que tenga que ver? — me dice — si ambos vamos a intentarlo y vivir en este paso debemos compartir gastos, agua, gas, luz, comida… — y mi frustración es evidente porque me ve extrañada —no tienes idea ¿cierto?.—
—En realidad Ximena yo… no sé muchas cosas con respecto al hogar, ni a la manutención de uno — me sincero y espero de pronto el regaño o al reclamo como siempre.
Ella me sonríe — se nota, pero se aprende, el chiste de todo es que estés dispuesto a aprender ¿estás dispuesto a aprender? —
Y sonrío al ver cómo levanta la ceja y su hermosa mirada que me tiene loco — lo estoy — respondo.
—Excelente, entonces si vamos a hacer que esto funcione, debes conseguirte un trabajo, no puedes estar encerrado todo el día sin hacer nada.. así que ¿alguna idea? —
La veo y por primera vez me da vergüenza decirle a alguien que en realidad no sé hacer nada y que mis padres me dieron todo sin condiciones y lo seguirán haciendo hasta que ellos se mueran. Sin embargo, al verla a ella, tan linda y sin juzgarme severamente como la mayoría de las personas lo hace, me percato que no hay cosa que no haría por esta mujer.
—Ximena, si te soy sincero…— comienzo.
—Lo sé, por eso ya lo revisé yo y mañana por la mañana iremos a la empresa de mi papá para ver si te puede dar un trabajo— me dice y no sé si sonreír de emoción y morir de miedo ¿qué tal si le fallo? ¿qué tal si ella se arrepiente de ayudarme?
—Gracias — me limito a responder.
—De nada, supongo que eso hacen los matrimonios, apoyarse. Además mi hermano estará ahí y podría ser tu aliado.—
—¡Qué guay! — digo feliz.
—Aquí decimos ¡qué padre! — me señala.
—¡Qué padre! — repito y ella sonríe.
—Bueno, Tristán, si esto no da frutos al menos terminarás hablando como mexicano al final de los seis meses — y da otra mordida a la sincronizada —¿quieres otra? — pregunta y asiento — pues ven, te enseño a hacerla para que al menos no te mueras de hambre la próxima vez— y yo me pongo de pie para acercarme a ella y aprender mi primera lección de cocina a su lado.
[…]
Al día siguiente, después de desayunar, tomar una ducha y sacar a pasear a Solovino que de nuevo tomó su lugar en el sofá y no me dejó dormir, llegamos a la empresa del papá de Ximena en un lugar llamado Polanco, una colonia llena de edificios muy modernos, restaurantes elegantes y de pronto por un momento me sentí en mi ambiente.
Entramos al lugar y ella comenzó a saludar al personal, que alegremente se acercaban y e preguntaban por la ropa que traía puesta. No sé si les comenté, pero Ximena diseña y hace su propia ropa, así como diseñó las cortinas de la sala, la colcha con de su cama, entre otras cosas.
— Menita — le dice la señorita de la recepción y comienza a agitar una bolsa para que ella se acerque.
Ximena lo hace y al llegar toma la bolsa — ¿el vestido para los tres años de tu nena cierto? — comenta y la señorita asiente.
—Te compré las telas tal y como me dijiste y …— abre una especie de monedero y saca un billete de 500 pesos — aquí está el primer pago del vestido.—
—¡Ey! Te dije que era un regalo de mi parte para Miri — dice ella ignorando el billete.—
La señorita se sale del mostrador y después de rodearlo a abraza — gracias mi menita, por eso te quiero tanto ¿irás cierto? — le pregunta y ella sonríe.
—Por su puesto que iré, iremos dice viéndome y ella me ve sonriente.
—Y ¿este guapo quién es?— pregunta.
— Es Tristán, mi esposo — por fin lo dice y debo admitir que escucharlo de sus labios es bastante raro pero lindo.
—¿Te casaste? ¡Qué bueno! Y qué guardado lo tenías.. allá arriba está el otro que se morirá de envía al verlo.—
—¿Rodolfo está hoy? Pensé que ya no venía— dice Ximena desilusionada.
—Ahora viene más seguido por lo de la apertura del restaurante, ya sabes.—
—Bueno, no hablar. Voy a ver a mi papá, mándale saludos a Miri — le dice y ambos caminamos hacia el elevador.
Al entrar me acerco a ella — ¿Rodolfo está aquí? — y ella asiente con la cabeza.
—Ni modo, qué se puede hacer— dice mientras guarda la bolsa de plástico dentro de su bolsa — sólo ignóralo y ya, no pasa nada.—
—¿Y cómo sabré que es él?— pregunto
Las puertas del elevador de abren y un hombre de cabello negro y ojos verdes, un poco más bajo que yo aparece.
—¡Mena! — dice sorprendido y ella suspira.
—Hola Rodolfo — dice un poco seria y yo le tomo de la mano.
Ximena me ve y sonríe y la toma fuerte, no se porqué — Y… ¿él quién es? — pregunta al verme.
—Soy Tristán Ruíz de Con — digo seguro — soy su esposo.—
—¿Qué? ¿Cómo? — dice ignorándome y viéndola a ella.
—¡Su esposo! — escucho la voz de mi cuñado al fondo — ¡Cuñado! ¿Qué onda? ¿Cómo te va?—
Rodolfo me ve, la ve y luego voltea a ver a mi cuñado — ¿es en serio que mi Mena se casó? — comenta.
—Mi mena — corrijo— ¿verdad querida? — le digo y ella sonríe.
—Sí, Tristán y yo nos casamos hace un mes atrás, ahora vino a México a vivir conmigo.—
—¿Y de dónde eres tú? — dice Rodolfo un poco pesado.
—De España— respondo.
—Guau, ese si que es amor — y su tono de sarcasmo me molesta — venirte de España a México debes estar o loco o bajo el yugo del matrimonio — y se ríe.
Ximena voltea para ignorar el comentario pero yo sí respondo — estoy loco por ella, es todo lo que te puedo decir, la amo y dónde esté ella, estaré yo ¿no mi amor? — y le doy un beso sobre la frente.
Ella se sonroja — y es por eso que me casé contigo— señala.
Rodolfo se muerde el labio enojado, y su cara lo dice todo, está celoso, por lo que la tomo de la cintura y la acerco más a mi ¿por qué no vamos a ver a mi suegro? — propongo y ella asiente.
—Hasta luego Rodolfo, saludos a Maquena — y luego nos alejamos.
Ella continúa pegada a mi cuerpo y antes de que entremos a la oficina de mi suegro voltea y me dice — gracias, pero no tenías por qué — me comenta.
—No me agradezcas supongo que eso hacen los matrimonios, apoyarse — repito lo que me comentó ella ayer por la noche.
Ximena se limita a sonreír y lo hace a tiempo, ya que mi suegro abre la puerta y nos ve.
—Hola Pa.—
Él la abraza y a mí sólo me da la mano, después entra a la oficina y nosotros detrás de él.
—Entonces ¿un trabajo? — nos dice sin preguntar más — sería un poco de bronca para la empresa, ya sabes, permisos y así— y se sienta en una silla negra.
—Vamos Pa, le diste trabajo a mi primo cuando vino de Estados Unidos y no pasó nada, que a Tristán no le des — y lo ve al rostro.
—Pero había un puesto, ahora no hay.—
Comienzo a perder la esperanza cuando escucho la voz de mi cuñado — claro que si pa, está la vacante para community manager ¿sabes de eso? — y sonrío porque es justo la carrera que estudié para comprobar que estudié al menos algo.
—Sí, claro que sí, además estudié fotografía— comento.
— Ya ves Pa, si se puede, y le pagas como a mi primo “como taquero” o se lo depositas a mi hermana… de qué se puede, se puede.—
—¿Cómo taquero? — pregunto y Ximena me aprieta la mano y guardo silencio.
—A ver ‘mija’ ¿tu metes las manos al fuego por él? — pregunta.
— Sí, dice segura, yo te aseguro que Tristán será un buen empleado y te responderá bien — responde segura.
El padre de Ximena todavía piensa un poco. Se pone de pie para acercarse a nosotros — bueno pues, si Ximenita lo dice es porque tiene fe, yo no tanta pero bueno.. ¿qué puedo hacer? Es igualita a su madre y pues debo hacerle caso. Te quiero mañana a las 9:00 am para que empieces, aquí Paco será tu jefe directo.—
— Gracias señor — y le doy la mano.
— Agradéceme queriendo a mi hija, que es una joya de mujer — me dice.
Volteo a verla y sonrío — lo sé, es la mejor de las mujeres de eso no hay duda.—