[Ximena] 

Saliendo del edificio y con Tristán como el nuevo Community Manager de la empresa de mi familia, podría decir que oficialmente ha sido bienvenido a la familia, no con honores, pero sí mejor de lo que yo esperaba, así que no puedo quejarme. Mientras bajamos de la oficina de mi padre, Paco me da una bolsa. 

—Aquí está lo que me pediste — me dice en un tono de molestia — aún no puedo creer que me hayas dicho gordo. 

—No te dije gordo, te dije que trajeras la ropa que ya no te quedaba porque habías subido de peso — le corrijo. 

—Es lo mismo Ximena — responde. 

—¿Qué pasa?—dice Tristán divertido. 

— Ahí que te cuenta mi hermana, ya me voy — y se aleja de nosotros — mañana temprano ¿eh? — le grita a Tristán que sonríe feliz. 

Volteo a verlo y sus hermosos ojos claros me derriten de nuevo, no puedo negarlo, en verdad él tiene algo que me gusta mucho, y aunque a veces ciertas actitudes me hacen dudar, inmediatamente lo compensa con alguna frase, una mirada o algo que me hace pensar que esto podría funciona. 

—Ven, vamos a mi taller— le digo mientras le tomo la mano de una manera tan natural que ni lo notamos. 

—¿Y qué pasará con tu jefa de seguridad? — me pregunta preocupado. 

—No te preocupes, es hora de que Martita y tú hagan las pases — le comento. 

[…]

Llegamos al taller y después de pedirle a Martita que ya no agarrar a Tristán a palazos, vamos a la trastienda para estar un poco a solas. Hoy no tengo citas con clientas, así que puedo dedicarle tiempo a ayudar a mi nuevo esposo que a veces parece más perdido que nada. 

Tomo la bolsa que me dio Paco y comienzo a sacar varios “jeans” y camisas que me ha regalado. Tristán los ve y sonríe — ¿qué es esto? — comenta. 

—Es ropa para ti — contesto segura mientras mido una de las camisas y lo veo. 

—Pero, esto me quedará enorme.— 

—Lo sé, no menciones eso delante de Paco que es muy sensible con el peso — bromeo y él me sonríe de lado como me encanta, ya que se le forman unos hoyuelos en las mejillas. 

—Yo tengo mi ropa Ximena — me comenta. 

—Lo sé, pero es muy elegante para el lugar donde trabajarás y no puedes andar por la calle así. Además, el olor a Solovino aún no se va por completo, aquí en México debes ser formal – casual, no tan elegante.— 

Saco los jeans y lo mido de la cintura, él sonríe de nuevo — mi madre me mataría si me viera con vaqueros — dice un poco emocionado. 

—¿Por qué? — pregunto sin prestar interés y viendo las otras prendas. 

—Porque dice que los vaqueros son para los obreros — y yo volteo de inmediato. 

—No se te vaya ocurrir decir eso en la empresa, porque te prometo que tu única amiga seré yo y posiblemente Paco .— 

—No, te prometo que no diré nada Ximena Caballero — y yo volteo a verle y le sonrío. 

Termino de sacar el abrigo que mi hermano donó a la causa y se lo pongo encima, mientras lo acomodo quedo frente a él y nuestras miradas se juntan, él vuelve a sonreír — ya te dije que eres hermosa Ximena — y sube una de sus manos para acariciar mi rostro. 

—Gracias — contesto tratando de no sonrojarme, aunque creo que no lo logré ya que puedo sentir como mis mejillas toman calor. 

—Me gusta mucho tu cabello negro y tus ojos, tienes una mirada muy bonita.—

Acomodo el cuello sin prestar atención y después me alejo para verlo — creo que al abrigo no debo hacerle nada, te queda bien — le digo y él se lo acomoda un poco y se ve frente al espejo. 

Mientras lo luce lo observo atenta y sonrío, lo que me acaba de decir fue completamente sin contexto y el sentir sus manos suaves sobre mi rostro ha hecho que mi piel se erice. 

—También te arreglaré las camisas y los jeans, sé que no es mucha ropa pero al menos tendrás algo que ponerte.— 

Tristán me ve a travez del espejo  y me sonríe, yo esquivo la mirada «¿Por qué tiene que ser tan seductor? » pienso mientras tomo uno de los jeans. 

—Ve al vestidor que está ahí y póntelo, luego sales para que vea donde debo hacer los cambios —le pido y él se quita el abrigo y lo deja sobre el sofá, toma el pantalón y se mete al probador. 

Camino hacia el estante donde tengo todo mi material para cocer y voy escogiendo los seguros y alfileres cuando escucho su voz — creo que esto me quedo muy grande— dice de pronto y al voltear lo veo frente a mi con los jeans puestos pero sin playera. 

Su abdomen increíblemente marcado se hace presente y puedo ver cada músculo en él como si hubiera sido tallado a mano. Su piel es visiblemente dorada, supongo que por la playa de Ibiza y de pronto recuerdo haber tocado esos pectorales alguna vez. 

Se acerca al espejo y comienza a modelar, yo lo hago con más tiento — bueno, voltéate para que pueda poner el alfiler donde debo arreglar — le indico y él lo hace quedando de frente. 

—¿Era necesario que te quitaras la camisa? — pregunto sonrojada mientras pongo mis manos en su cintura y veo cuánta tela le sobra. 

—Pensé — murmura — que sería mejor para ti, así la camisa no estorbaba.— 

—No me estorba — digo sonriendo mientras uno de mis dedos toca su piel, que en este momento se encuentra caliente, supongo que para combatir el frío. Ésta se eriza mientras vuelvo a hacer lo mismo. 

—Tienes manos muy suaves Mena — me murmura. 

—Gracias— respondo mientras pongo el último alfiler en su cintura —¿lo sientes mejor?  pregunto cuando queda ajustado.— 

Él se voltea al espejo y sonríe — Sí gracias.— 

—Voltea a verme — le indico ya que tengo que arreglar lo largo del pantalón. Él lo hace y esta vez la cercanía de nuestros es evidente —Tristán — murmuro cuando siento su mano tomar mi cintura. 

—Me encantas Ximena — me dice al oído mientras mis manos suben poco a poco a su pecho desnudo — no lo voy a negar, eres muy bonita, e inteligente y buena… y me encantan tus ojos negros, brillantes — y sin que pueda evitarlo me da un ligero beso sobre la frente. 

—Tristán esto no está bien — le murmuro. 

—¿Por qué no? Eres mi esposa, y no tiene absolutamente nada de malo que le diga mi esposa que me gusta y que me excita — y pega su cadera a la mía poniéndome aún más nerviosa. 

—Tristán — murmuro pero es demasiado tarde porque sus labios se prenden a los míos cortándome el aliento. 

Primero lo hace un poco apresurado y se aleja para ver mi reacción. Nuestros ojos se encuentran y puedo ver el nerviosismo en ellos y la excitación del momento — me gustas Ximena ¿yo te gusto? — me pregunta y con el susurro que acaba de decirme mi piel reacciona de una manera impresionante. 

—Sí — digo tímida. 

—Entonces… — se acerca a mis labios y me da un beso más tierno — me dejas decirte que eres la mujer más hermosa — y vuelve a hacerlo — más increíble — y me besa de nuevo — más… — 

Y ahora soy yo quien me prendo a sus carnosos labios y hago que guarde silencio. Él responde a mi tímido beso para luego poco a poco convertirlo en uno candente que nos obliga a olvidarnos de todo. Tristán me carga de la cintura y me sienta sobre la mesa que tengo en el taller para que quedamos a la altura. Pega su cuerpo, puedo sentir su pecho desnudo, su corazón tranquilo pero sus besos agitados. 

Me desea, lo sé, y no puedo decir que yo no lo deseo a él también, sus manos recorren mi torso y se aferra a las ropas que sé quiere quitar en este momento pero no lo hace. Nunca me había sentido así, tan excitada, desea y feliz, es como si sus besos fueran todo lo que siempre había buscado. Entrelazo mis piernas alrededor de su cintura para evitar caerme sobre la mesa, ya que él continúa haciéndose para adelante. 

Es imposible, logra que me recuesta sobre la mesa y él ligeramente se pone sobre mi y comienza a besar mi cuello —mi mexicana hermosa — murmura mientras sus manos se entrelazan con las mías. Comienza a bajar lentamente hacia mis pechos cuando escucho que alguien se aclara la garganta, volteamos y veo a Rodolfo en la puerta. 

—¿Rodolfo? — digo sin poder creerlo y Tristán voltea a verlo un poco molesto —¿Qué haces aquí? — 

—Maquena vino a ver unos arreglos de su vestido — dice sin importarle la escena — pero veo que estás ocupada.—

—Sí, algo ocupados — dice Tristán mientras me ayuda a ponerme de pie y yo me acomodo la blusa —¿es urgente lo de tu prometida? — pregunta mientas camina hacia él con el pecho desnudo e imponente. 

—Claro que es urgente ¿no Mena? — me dice Rodolfo viéndome a los ojos.

Tristán voltea y me clava su mirada sobre mi. En otra época hubiera dicho que sí, y posiblemente hubiera salido corriendo a atender el asunto de Rodolfo, pero esta vez, al acordarme de lo que Tristán hizo por mi en la mañana tomo otra decisión. 

—Ya te he dicho Rodolfo que sólo se puede con cita — comento mientras me tomo de nuevo la ropa de Tristán y la meto a la bolsa — además en este momento estaba ocupada.—

—¡Uy muy ocupada! — dice él con sarcasmo. 

—Lo estábamos — dice Tristán molesto — ahora si nos disculpas, mi esposa y yo debemos terminar algo — comenta y le cierra la puerta en la cara, él voltea a verme y camina hacia mí, bajo la mirada — ese tío sí que es insistente — y yo me río ligeramente — gracias por darme prioridad Ximena Caballero — y su mirada se torna melancólica. 

—¿Por qué no habría de dártela? Eres mi esposo ¿Qué no? Ahora, sigamos con lo de la ropa que debe estar lista para mañana — digo haciéndome a un lado. Tristán me toma del brazo y me jala hacia él para luego darme un ligero beso en los labios. 

—Me gusta mucho México — murmura haciéndome sonrojar de nuevo. 

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