[Tristán]
Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que vendaaaaaaan
Escucho a lo lejos en mis sueños y de un salto me levanto —¡El del fierro viejo! ¡Mierda! Voy tardísimo — digo en voz alta y de pronto el horrible dolor de cabeza me pega, me llega un mareo y siento infinitas ganas de volver el estómago. Así que corro hacia el baño, lo abro y de pronto se escucha lo peor.
—¡Ahhhhhh! — grita Ximena justo en el momento que abro la puerta y la veo desnuda y me avienta a los ojos un poco de jabón líquido para el cuerpo.
—¡Joder! ¡Ximena! Soy yo… — digo tratando de defenderme y de pronto el dolor de cabeza me pega de nuevo, todo me da vueltas y de pronto piso el jabón para caer fuertemente contra el suelo.
«Tristán, Tristán… ¿me escuchas?» escucho a lo lejos y de pronto siento una lengua babosa sobre mi rostro que me hace despertar de nuevo.
—¿Qué pasó? — pregunto un poco desorientado.
—Te resbalaste con el jabón y caíste, te pegaste en la cabeza ¿te sientes bien? — pregunta Ximena.
Abro bien los ojos y la veo con una bata de baño y con el cabello mojado sonriendo — mi mexicana bonita — le digo un poco mareado y ella sonríe.
—Le avisé a Paco que no irías a trabajar— comenta mientras me ayuda a levantarme y Solovino mueve la cola feliz.
—No — digo poniéndome la mano sobre la frente por el dolor de cabeza — tengo que ir, hoy es la junta del proyecto y… — de pronto la sensación de volver el estómago regresa a mi.
Voy directo al W.C y apenas poner mis rodillas sobre el suelo, vuelvo el estómago con fuerza. Estoy así por unos minutos y puedo sentir la mano de Ximena sobre mi espalda algo que se me hace muy inusual porque yo esperaba que ella se saliera y me dejará hacer o que tengo que hacer.
Ella recoge mi cabello y lo sostiene mientras yo siento que la vida se termina en ese momento, de rodillas frente al W.C. Termino, y ella me pasa un poco de papel de baño — tengo que ir porque es la junta del proyecto y no quiero fallarle a tu hermano, ni a ti — digo sincero.
—No te preocupes, no pasa nada… le dije a mi hermano y él entendió — me comenta.
—¿Qué le dijiste? — pregunto curioso.
—Le dije la verdad, que te resbalaste en el baño y azotaste sobre el suelo — y se ríe.
—No es gracioso — digo enjuagándome la boca y luego la veo — me siento fatal, ese mezcal sí que pega, parece que no hace nada, pero al final — Ximena se ríe.
—Date un baño, yo te preparo algo para la cruda, ándale — me comenta y sale del baño con Solovino.
Después de una ducha donde el agua caliente quemaba mi piel pero la cabeza me lo agradecía, salí a para ir a la maleta y tomar un poco de ropa, pero al llegar veo que no está en el mismo lugar. Así que con la mirada, apenas recuperándose, la busco por otro lado de la sala pero sin éxito.
—¿Y mi maleta Ximena? — digo un poco confundido.
Ella se acerca a mi con un vaso con agua burbujeante y una pastilla en la mano y me lo da — bueno, ayer dijimos que lo íbamos a intentar ¿no? Y ya dormimos juntos otra vez, así que dije ¿por qué no acomodar tu ropa en la cajonera del cuarto? — me comenta.
«¿Dormimos junto? Ayer debí haber estado tan borracho que ni me fijé donde dormía» me tomo la medicina y aunque no siento un alivio inmediato sé que me ayudará un poco.
—Además, nuestra relación escala rápido, ya te vi volver el estómago y tú prácticamente ya me viste desnuda así… se acabó el misterio — dice graciosa.
Me acerco a ella y le doy un beso sobre la frente — gracias Ximena Caballero — le murmuro y ella sonríe.
—También — dice — tengo algo para ti.—
Ximena se da la vuelta y va a una pequeña cajita que tiene arriba de la alacena, la baja y la abre. Yo me acerco aún tomando un poco del agua burbujeante y ella saca dinero y me lo da —¿qué es esto? — pregunto.
—Felicidades Tristán, tu primer quincena — y me da el dinero y lo veo sin poder creerlo, no porque de nuevo tenga dinero, sino por el hecho de que es la primera vez que es mío, sólo mío, del trabajo y del esfuerzo que yo he hecho —me lo depositaron ayer pero no te lo quise dar porque 5 mil pesos se van como agua en Garibaldi — bromea —ten, tómalos.—
—¿Son para mí? — pregunto.
—Claro, es tu dinero — comenta ella feliz — ¿qué nunca te habían pagado una quincena? —
Debo admitir que con Ximena a veces me siento como un niño pequeño que no tiene nada de conocimiento de la vida, ni de nada que no sea fuera de mi mundo, no me siento tonto, pero si algo inexperto y juro que no es divertido.
—Tómalo — le digo y empujo el dinero hacia ella. Ximena me ve extrañada — se supone que entre los dos debemos hacer esto ¿no? llevar los gastos de la casa, así que mejor quédatelo tú y bueno, quédatelo…— y ella toma, divide un poco y me lo da.
—Ten, quédate con 1,500 pesos y lo demás lo vuelvo a poner aquí — y lo vuelve a meter a la caja — si necesitas más lo tomas si no aquí lo dejamos para que se use, ya sabes, para los gastos del mes y yo… — y ella toma su bolsa y saca su cartera — yo pongo otro poco más y vamos administrando ¿te parece? —
Asiento con la cabeza y ella sonríe — ¡Bien! Entonces ya podemos decir que te puedes disparar las chelas — y como siempre mi rostro me delata — es un dicho aquí que dicen que cuando algo nuevo pasa o se te hace o lo compras debes comprarle cervezas a todos para festejar.. no es literal, es sólo una expresión.—
—Bueno, qué te parece si en lugar de disparar las chelas, te invito a salir hoy… tengo ganas de recorrer el Centro Histórico y ver otros lugares ¿te parece? —
—¿Estás seguro que te sientes bien para este recorrido? Te acabas de caer y azotaste contra el suelo y creo que vienes un poco crudo — me señala ella.
Me pongo de pie y me acerco a ella para rodear poner mis brazos sobre su cintura y luego verla a los ojos — Esta es la primera salida que tendremos como esposos, claro que me siento bien— comento — no me la perdería por nada del mundo, incluso después del golpe que me di — y ella se ríe.
—Lo siento, no estoy muy acostumbrada a que entren al baño sin tocar la puerta… no volverla a pasar.—
—Lo sé mi mexicana bonita… lo sé, pero debo admitir que me encantan estos inesperados amaneceres contigo — y Ximena se sonroja.
—Bueno… trataré de darte uno que otro después… pero ¿qué te parece si te vistes y vamos a desayunar a otro lado para empezar nuestra cita de esposos? —
—Me parece—y le doy un ligero beso sobre la nariz.
Me separo de ella y luego entro a la habitación con una mezcla de sentimientos que nunca en mi vida había sentido, no sé si es amor, alegría, comprensión o júbilo.. sólo sé que ahora que los he sentido no se vayan de mi, quiero abrazarlos ¿quién iba a pensar que esta vida tan sencilla y colorida sería la mejor para mi? ¿quién iba a pensar que me encontraría tan a gusto en otro país que no es el mío? ¿quién iba a pensar que buscar a Ximena Caballero me traería tantas cosas positivas? y lo mejor ¿quién iba a pensar que me podría enamorar de ella tan rápido?
Amo este libro!!! El comienzo de todo