[Tristán]

Justo a las 5:00 pm me encuentro de nuevo en la tienda de Ximena esperando a que salga para ir a cenar. Me quedo parado lejos del aparador para que su guardaespaldas, Martita, no vuelva a darme con ese palo de escoba. 

—¿Por qué tarda tanto? — murmuro mientras me acerco levemente a la puerta y trato de ver al  interior del local. 

De pronto, ella sale, y debo admitir que mi corazón late muy rápido, lo suficiente para pensar que estoy a punto de tener un infarto o algo así —lo siento— se disculpa —tenía una clienta un poco exigente en el teléfono ¿nos vamos? — 

Yo me quedo en silencio y no sé por qué, soy Tristán Ruíz de Con siempre sé que decir, pero con ella últimamente me fallan las palabras —¿dónde me llevarás a cenar? — me pregunta. 

—Al Casino Español — le comento y ella alza la ceja en señal de confusión. 

—¿Al Casino Español? ¿en el centro histórico? — me pregunta y yo asiento. 

—Sí, en el hotel me dijeron que es un buen lugar para una cita.—

—¿Una cita? — y ahora es ella la que hace las últimas frases en palabras y es un poco molesto, así comprendo lo que ella me decía por la mañana. 

—Sí — digo firme —¿pido un taxi? — y ella se ríe. 

—¿llegaste en taxi acá desde tu hotel? — sigue preguntando y volteo a verla. 

—¿Cuál es el punto Ximena Caballero? — 

—No te gusta caminar ¿cierto? Esta calle está en el Centro Histórico. Tu hotel está por allá y el Casino Español está unas cuadras para allá — me señala. 

—¿Me estás diciendo que deberíamos caminar? — le pregunto. 

—Sí, porque son las 5:00 pm, en un jueves, con el tráfico pesado y estoy segura que el Casino Español cierra temprano, entonces en taxi nunca vamos a llegar.— 

—Me niego a caminar, mis zapatos se pueden desgastar.—

Ximena alza la ceja y suspira — Como quieras. Sólo no me reclames después.— 

Ella para un taxi en la calle y después de hablar un poco con él, que en realidad no tengo idea de qué nos subimos y éste arranca. Mientras vamos, observo todo le recorrido —esta ciudad se parece tanto a Madrid — le comento y ella se ríe. 

—Pues ustedes trajeron el modelo, nosotros sólo lo replicamos — me contesta entre risas —nunca he ido a Madrid ¿es bonito? — me pregunta y yo volteo a verla. 

—Está bien — y mi respuesta no es muy de su agrado. 

—No eres buen embajador de tu país — y se ríe —deberías decirme lo increíble que es, lo que puedo ver ahí, lo que debo comer, no sólo un “está bien” — y me imita. 

—Pues es que..— y de pronto me doy cuenta que no he visto mucho de Madrid como para recomendárselo a alguien. La última vez que estuve ahí fue sólo para un fin de semana de juerga y luego regresé a mi casa — es que Madrid tiene tantas cosas que sería imposible recomendarte una — le miento y ella sonríe. 

—No te preocupes, lo buscaré en Wikipedia — contesta y luego saca su móvil ignorándome. 

La observo, sí quiero que estos meses que pasaré junto a ella sean al menos divertidos y llevaderos debo aprender a conversar, empezar a conocerla, si no, esto será una verdadera tortura. 

El taxi se para de inmediato en medio del tráfico y ella sigue enviando mensajes sin percatarse de nada —¿por qué no avanzamos? — pregunto y ella se ríe. 

—Son las 5:00 pm, en jueves, Centro Histórico, cualquier persona en su sano juicio sabe que habrá tráfico, y yo tengo un juicio sano pero parece que tú no. Si me hubieras hecho caso ya estaríamos por llegar al Casino Español.— 

Me quedo en silencio mientras observo como miles de personas se atraviesan en frente del vehículo a pesar e que el siga es para nosotros —¿pero qué les pasa? — pregunto y el conductor del taxi lo ve por el espejo retrovisor —¿por qué no avanza? — 

—¿Quieres que se lleve a 30 peatones? Podría, pero el señor es decente y no les ha echado el taxi encima.— 

Ese último comentario se me hace increíblemente raro —¿Echar encima el vehículo? — y de pronto éste se mueve y una señora le pega un golpe en el cofre. 

¡Fíjate Pendejo! 

 Escucho que le grita al conductor mientras se pasa de largo, éste avanza y de nuevo es semáforo en rojo —¡Pero qué! — digo un poco algo y Ximena sólo se ríe. 

—Esto no pasaría en España ¿sabes? — le digo. 

—No sé si sepas Tristán, pero estás en México, mismo idioma, diferentes culturas… Nunca has escuchado la frase “al pueblo que fueres haz lo que vieres” —me pregunta y la veo extrañado. 

Por fin el vehículo avanza y después de unos largos momentos en el tráfico por fin llegamos a las puertas del Casino Español. Ayuda a Ximena a bajar del auto y cuando queremos entrar el portero nos dice que no. 

—El casino cierra a las 6:00 pm — nos dice. 

—¿Cómo? Y no pueden hacer una excepción — expreso y Ximena me ve con una cara de “es enserio”. 

—No señor, lo sentimos — comenta y luego no me responde. 

Ximena me toma de la mano —ven, son las 6:00 pm y muero de hambre, te llevaré a un lugar con las tres B.—

—¿Las Tres B?—

—Bueno, Bonito y Barato… y creo que no te caerá pesado.— 

[…]

Llegamos unos minutos después y nos sentamos en las mesas de un lugar llamado “La Casa de Toño”. Tomo uno de los menús que el mesero nos ha dejado y no sé qué tipo de comida sea esta pero me entró un hambre que no pensé que tenía. 

—¿Pozole? — murmuro mientras veo la fotografía. 

—Sí, la Casa de Toño es famosa por el pozole — me dice Ximena de pronto — te conviene pedir el de pollo, es como un caldo, sólo no le pongas chile — mi cara es completamente un rompecabezas, al gran que ella sonríe —yo pido por ti, no te preocupes.— 

Me quedo en silencio, mientras veo al alrededor a todas las familias que alegremente comen enormes platillos con colores diferentes, veo uno verde que me llama la atención —¿qué es eso? — le pregunto. 

—Son enchiladas verdes con pollo. Es tortilla rellena de pollo desmenuzado, en salsa verde, pero no estás listo para eso — me dice. 

—Y ¿eso? — pregunto mientras señalo una especie de platillo que parece crujiente. 

—¡Ah! Esos son tacos dorados de pollo. Es tortilla rellena de pollo, frita en aceite, le puedes poner crema, queso y salsa verde.— 

—¿Todo tiene pollo, tortilla y salsa verde? — pregunto y ella se ríe. 

—No todo, mira, esos son chilaquiles, es tortilla frita… y de nuevo guarda silencio.—

—¿Con pollo y salsa verde? — pregunto y ambos comenzamos a reír. 

—Bueno, te acostumbras después de un tiempo a distinguir uno de otro… aunque también hay roja.— 

El mesero se acerca y ella pide de inmediato — Dame dos pozoles chicos, de pollo, no le pongas tanto grano, porfa y dos órdenes de tacos dorados, una que sea de papa y otra que sea pollo. Crema y queso y salsas a parte, ¿quieres coca o agua de horchata? — me pregunta y yo me quedo en silencio. 

—¿Agua de horchata? — pregunto. 

—Y una jarra de horchata, gracias.— 

Ximena se voltea y yo la observo — ¿qué demonios fue eso? — pregunto. 

—Una orden, así se pide aquí para que te traigan todo de una vez — me dice tranquila y sonrío —bueno, dime Tristán — me dice mientras come una pequeño triangulito que cruje y lo ahora en un líquido rojo y lo come —¿qué tenías que decirme? — pregunta 

Hago lo mismo que ella, tomo el triangulito y lo hundo, me lo meto a la boca y sabe delicioso —¿esto que es? — pregunto curioso. 

—Totopo con salsa roja, es para pasar el rato mientras te sirven.— 

De pronto empiezo a sentir una sensación de pico increíbles, mmi boca comienza a calentarse y da cabida a una tos que no puedo controlar — ¡esto es picante! — le digo tratando de tomar aire. 

—Sí, es salsa, y eso que esta no pica — me indica mientras yo trato de controlarme. 

—¡Esta no pica! Quisiera saber qué pasa con las que si pican — digo a duras penas. 

Afortunadamente la jarra con horchata llega y ella me sirve un vaso — regla número uno, siempre pregunta si pica o no — y yo tomo la deliciosa agua que hace que la sensación se vaya. 

—¡Qué delicia! — le digo mientras tomo otro sorbo. 

—Qué bueno que te gusta — y sonríe. 

Nos quedamos en silencio y esta vez sólo tomo un totopo y me lo como, ella me insiste con la mirada. 

—Bueno Ximena, lo que quería hablar contigo es que he decidido quedarme en México, para saber si esto funciona o no.— 

Ella me ve extrañada y luego veo cómo vuelve a ahogar otro totopo en la salsa — ¿A ver si funciona o no?— 

—Sí, bueno, como te dije, si nos casamos fue por algo ¿no?, tal vez no lo recordemos pero posiblemente algo que tenemos en común nos unió y quisiera aprovechar este tiempo para que lo descubramos. A lo mejor y si somos el uno para el otro y si no pues nos divórciamos y ya está.— 

—Y ya está…mmmm, interesante — me contesta — ¿cómo sabes si no soy una mala persona? ¿cómo sabes si no te secuestraré y o te dejaré volver con tu familia? ¿eres rico no? se nota.—

—Lo mismo te puedo decir a ti ¿cómo sabes si no soy una mala persona y me quiero aprovechar de ti? —

—¡Ay Tristán! Eso me sorprendería — me contesta y luego se ríe. 

—Mira Ximena, yo sé que no me conoces y que posiblemente pienses que esta es una tontería, pero yo siento algo aquí — le digo mientras me toco el corazón — eso que me indica que estoy tomando la decisión correcta y te confieso, nunca me había pasado eso. Así que te pido — y saco los anillos — que lo intentemos porque lo poco que sé de amor es que las historias increíbles empiezan por un momento de locura y este parece uno así.— 

Sé que estás palabras pueden parecer pre escritas por mi para convencerla, pero en realidad me han salido del corazón, porque  cada vez que la veo siento algo que no había sentido, me inspira sensaciones y sentimientos que no habían vivido en mi y por eso también es por lo que me quiero quedar, porque necesito averiguarlo. 

—No sé que sea más loco que te diga que si o que me estés pidiendo matrimonio en la Casa de Toño mientras todos nos ven.— 

Entonces volteo y veo a varias meses a nuestro alrededor atentos a la noticia. Incluso parece que el restaurante completo se ha paralizado esperando. Esta escena es increíblemente peculiar y no sé como reaccionar.

—En mi defensa planeaba hacerlo en el Casino Español — le digo y sonríe. 

—¡Ya dile que sí! — comenta un señor que se encuentra en la mesa de al lado y ella se ríe. 

Suspira y luego estira la mano… —Va, seamos esposos por 180 días y después nos divorciamos y ya está — y yo le pongo los anillos sobre el dedo y de pronto una sensación rara invade mi cuerpo al hacer este acto. 

—Entonces oficialmente eres la señora Ruíz de Con — le digo mientras escuchamos los aplausos de la gente alrededor. 

—Sólo comamos Tristán — me responde entre risas mientras el mesero nos sirve la comida. 

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