Lila. 

—¿En serio te divorciarás de Théa? —le pregunto a Antonio. 

Él ha comenzado a hacer la maleta para volar a Madrid. De pronto me ha dicho que el que esté aquí es un peligro.

—Sí. Lo haré. Pensamos ella y yo que era un escape, pero, no será así. Es tonto pensar que los Karagiannis no sospechan algo, y me he propuesto hacer las cosas bien, Lila. Dicen que juntos somos mejores, pero, creo que si ella y yo nos separamos, destaparemos la cloaca. 

—¿Por qué lo piensas? 

—Porque Karagiannis no hace negocios al azar. La señora Carter tiene razón, Karagiannis es grande de cuerpo pero, de mente muy cerrada. Cuando se juega contra sus reglas o en terrenos que no sabe, flaquea. Si continúo bajo sus reglas, siempre perderé. Necesito ir en contra. —Antonio voltea y me toma las manos—. ¿Te quedarás aquí? 

—Sí. No me puedo ir. Tengo a mi socia, tengo mi proyecto y mi trabajo. Mis padres me lo han sugerido también. Mi madre y Sila se quedarán conmigo un rato. No sé qué pasará con Pablo, posiblemente se regrese con Théa. 

—Enviaré a alguien para que te cuide. 

—¿Cómo? No, no necesito a nadie. 

—Te lo pido. Sé que piensas que no pasará nada, pero yo me quedaría más seguro de que estás protegida. Además, sé que tus padres estarán de acuerdo.

Suspiro. 

—Bien, si eso es lo que deseas. 

—Lo deseo —murmuro—. Te enviaré a una persona de confianza, alguien lejos del círculo de los Karagiannis. 

—Está bien. 

Antonio me envuelve con su brazo alrededor de la cintura, atrayéndome hacia él con un gesto decidido pero suave. Nuestros labios se encuentran en un beso que trasciende lo físico, transmitiendo una profunda conexión emocional. Puedo sentir el latido de su corazón sincronizándose con el mío mientras nos sumergimos en la intimidad de ese momento.

El beso es apasionado pero delicado, una mezcla perfecta de deseo y ternura. Sus labios presionan los míos con suavidad, pero con determinación, como si estuviera expresando toda la intensidad de su amor a través de ese gesto simple pero significativo. Cierro los ojos, entregándome por completo a la sensación embriagadora que nos envuelve.

En ese instante, el mundo desaparece a nuestro alrededor, y somos solo nosotros dos, unidos por el lazo indisoluble del amor. Cada roce de sus labios contra los míos despierta una oleada de emociones que inundan mi ser, haciendo que me sienta completa y totalmente amada.

El beso parece durar una eternidad, pero al mismo tiempo, se pasa volando, dejando un rastro de calor y felicidad en su estela. Cuando finalmente nos separamos, nuestros ojos se encuentran en un intercambio silencioso de complicidad y amor. 

—Lila, te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Te prometo que nos casaremos, que criaremos a nuestra hija y que envejeceremos juntos, como siempre lo hemos soñado. ¿Me crees?

—Te creo — respondo, besando de nuevo sus labios. 

Antonio se inclina en la cuna y toma a su hija entre sus brazos. 

—Te amo, Mena. Te prometo que seré el mejor padre del mundo —le murmura—. Háblale sobre mí todos los días, hasta que volvamos a vernos. No quiero que me olvide. 

—No te olvidará. Además, te enviaré videos y fotos, haremos videollamadas. No te perderás nada, te prometo. 

Antonio besa a la bebé y la vuelve a dejar sobre la cuna. 

—Éxito en tu marca. Te llamo en cuánto aterrice en Madrid. 

—Esperaré tu llamada —murmuro. 

Así, ambos salimos de la habitación y veo a Pablo despidiendo a Théa. Al parecer no se irá con ellos. 

—Iré en un mes, ¿vale? —le promete y ella sonríe. Después le da un ligero beso sobre los labios. 

—Le pedí a Pablo que se quedara contigo por ahora, él aceptó. 

Asiento con la cabeza, al parecer, las cosas seguirán igual entre nosotros. Dos amigos que se protegen y se cuidan, aunque ahora ambos protegemos a alguien más. 

—Prometo que esto se terminará pronto… —habla Théa, con una sonrisa. 

—Verás que sí —contesto con una sonrisa. 

Ella se despide de todos y después, toma su maleta para salir por la puerta. Théa, es una mujer valiente, porque a pesar de que sabe que allá fuera sufre acoso de su familia y de un hombre ruin, sale con la cabeza en alto como si no le temiera a nada. Théa es frágil, frágil como una bomba. 

Antonio me da una última mirada y sonríe. Ahora siento lo que mi abuela sintió, hace años, cuando mi abuelo Tristán salió de aquí para arreglar sus problemas y luego regresar a conquistarla, un increíble temor; temor de no volverlo a ver. 

***

Théa 

Alejarme de Pablo nuevamente resultó ser una tarea desgarradora, especialmente ahora que estoy convencida de que sus sentimientos hacia mí son genuinos. Sin embargo, la fortuna no parece estar de mi lado y me veo obligada a seguir atrapada en el laberinto de mi vida, donde cada paso parece llevarme más lejos del ansiado final feliz. Mientras subimos al avión privado, mi mente se ve inundada por recuerdos de la tarde que pasamos juntos en la otra ciudad, en Cuernavaca. Cada detalle de ese encuentro se grabó en mi memoria: nuestras conversaciones profundas, la forma en que tomaba mi mano con ternura, los besos apasionados que compartimos en momentos de intimidad.

 Pero sobre todo, su sonrisa sigue brillando en mi mente como un faro en la oscuridad, iluminando incluso los rincones más sombríos de mi conciencia. Daría cualquier cosa por poder soñar con ella en lugar de revivir el espantoso episodio con Chez, pero lamentablemente, los demonios del pasado parecen empeñados en perseguirme sin tregua. Estoy tan lista para vivir mi propia historia de amor, ya no quiero entrometerme en la de Lila y Antonio. Quiero ser feliz, quiero ser libre, quiero sentirme segura. 

Tan solo entramos, nos sentamos en asientos separados. Por unos momentos quiero estar sola, sin Antonio, ni nada nadie. Quiero que me dejen soñar, sentirme de nuevo en aquella ciudad, abrazando a Pablo bajo ese bonito sol. 

Cierro los ojos y me dejo llevar. Mis sueños se mezclan. Una vez más estoy en esa piscina, con el cuerpo de Pablo cerca del mío. Siento en las palmas de mis manos su pecho fuerte y bien formado. Sus manos grandes sujetando mi cintura, y sus labios de terciopelo, besando los míos y elevándome al cielo; al paraíso mismo. 

El avión se mueve con brusquedad y debido a un golpe en la ventana me despierto. Afuera solo se ven nubes, ya está oscuro y tengo un poco de frío. Antonio se encuentra en la mesa de enfrente, a unos asientos de mí, con la cabeza sumida en la computadora, y la mano con anillos jugando con una pluma, al aparecer está haciendo unas operaciones. 

Me pongo de pie, camino hacia él y me siento en el asiento de al lado. Él voltea a verme y me sonríe. 

—¿Descansaste? 

—Sí —admito. 

Noto que en la computadora hay una tabla con varios números. 

—¿Qué es eso? 

—Finanzas de los Karagiannis. No te lo he dicho, pero, al parecer, están en banca rota. 

—¿Qué? —expreso, bastante impresionada. 

—Sí. Manuel Ruíz de Con lo descubrió y me dijo que sabe de alguien, puede averiguarlo sin que ellos lo sepan. Tuve que pagar algo de dinero. 

—No lo puedo creer —murmuro. 

—Lo es. Karagiannis lleva años luchando por mantener todo en pie. Ahora comprendo la necesidad de estar aliado a mi padre, nuestras finanzas son sanas y yo soy el heredero. Así que necesita de mi dinero. 

—Por eso insiste con que tengamos un hijo —concluyo. 

—Así es. A través del parentesco él podrá pedirme ayuda y querrá mi herencia. Una que, por cierto, está por ser invertida en las acciones del Conglomerado CanCon. 

Suspiro. 

—Todo es dinero y dinero… 

—No todo —contesta, y con un clic cambia de documento. 

Noto que en la pantalla cambia y un documento se despliega ante mis ojos. Mi corazón se acelera cuando leo “Demanda de Divorcio”. 

—Entonces, ¿es en serio? —pregunto, para asegurarme de que no estoy soñando. 

—Lo es. Le pedí a Moríns que me presentara un abogado de confianza y él hizo una demanda de divorcio tan rápido como pudo. 

—¿Por qué no usaste a tu abogado? 

—Porque le dirá a Karagiannis. Necesito que esto se haga de sorpresa y rápido, así no tendrán tiempo de reaccionar. La demanda está lista. Tan solo bajemos la firmaremos y le anunciaremos al mundo que estamos divorciados. 

—¿Anunciar? —pregunto, bastante preocupada. 

—Sí. Entre más público lo hagamos, más seguros estamos. Si lo hacemos en secreto, les damos espacio para silenciarnos. Entre más ruido, mejor. Además, sabes que no soportan el escándalo público y eso lo limitarán. 

—No lo sé, Antonio —hablo nerviosa—. ¿Qué pasa si eso los enfurece? 

—Ya lo están. Solo sería una raya más al tigre —comenta. Antonio me toma de la mano y sonríe—. Te debo mucho. No he cumplido con mi trato, así que te dejaré lo más protegida posible. 

—¿De verdad? 

—Sí. Nuestro divorcio será por incumplimiento de contrato. Le jugaremos a Karagiannis con lo mismo que nos amenaza. Te divorcias de mí porque yo no cumplí el acuerdo de tener un hijo. Explícitamente, me negué porque no soy capaz de responderte. 

—Eso podría afectarme a mí. Mis hermanas dirán que es porque no te atraigo o soy fea. 

—No eres fea, eres hermosa, Théa, pero sí, no me atraes, pero específicamente es por un problema psicológico que no te puedo cumplir. Tomaré la muerte de mi padre como el impedimento. 

—Parece que lo tenías muy bien pensado —contesto. 

—Creo que mi mente trabaja muy bien bajo presión —admite—. En fin, no te abandonaré, no creas que te dejaré desprotegida, así que esto es lo que te doy. 

Antonio me pasa el ordenador y, cuando comienzo a leer los bienes que me deja, además, de la pensión alimenticia, casi me desmayo. 

—¡QUÉ! Esto es demasiado. Me estás dejando un piso en Madrid y… ¿toda esta cantidad? 

—¿Es poco? —contesta entre sonrisas. 

—Es… DEMASIADO —expreso—. No sé si me lo merezca, además, si mis hermanas se enteran o mi padre y… —Comienzo a hablar desesperada. 

Antonio aprieta mi mano. 

—Tranquila. No pasará eso. Théa, he establecido un fideicomiso para ti con términos específicos que te brindarán acceso a tu dinero de manera segura y oportuna. Este te proporcionará distribuciones regulares programadas para cubrir tus necesidades financieras, así como la capacidad de acceder a fondos adicionales en caso de emergencia o necesidad. También he tomado medidas para proteger tus activos de los acreedores, incluidos los Karagiannis, para garantizar tu seguridad financiera. Todo esto estará en vigor mientras los Karagiannis estén presentes. En cuanto nos deshagamos de ellos, el fideicomiso se terminará y serás libre de manejar el dinero como te plazca. ¿Te parece? 

Veo la cantidad y sonrío. Jamás en la vida había tenido tanto dinero en una cuenta. 

—¿Me estás diciendo que seré una mujer rica? 

—Muy rica —acepta—. Estoy tratando de darte las herramientas que necesitas para volver a ser tú: Libre, independiente, feliz. 

Me lanzo a sus brazos y le aprieto fuerte. 

—Gracias. 

—De nada. En cuánto estés divorciada puedes ir a tu piso, yo me iré a uno de renta.  

—No. Me iré a un hotel. El piso me dará mucha ansiedad. Chez podría entrar y… 

Él entiende, y asiente con la cabeza.  

—También te quedarás con un auto, además del tuyo. 

—Es mucho. 

—No, no es lo suficiente. 

Suspiro. 

—¿Y tú?, ¿no te quedarás sin nada, verdad?, ¿no dejarás a Menita y a Lila desamparadas, verdad? 

—No, ya no te preocupes por mí. Preocúpate por ti y por tus intereses. Además, Lila no está desamparada, tiene a su familia. Pero, no, Mena y ella están protegidas. 

—De acuerdo —comento. 

Antonio ve hacia la ventana. Observa las nubes. 

—Théa. ¿Qué harás cuándo todo esto termine? 

—Buscaré a mi madre —hablo, sin pensarlo dos veces—. Necesito saber qué pasó con ella, necesito encontrarla. 

Y al decir eso siento un nudo en la garganta. 

—Solo espero que esté viva. 

—Yo también. Y, ¿tú qué harás? 

Él voltea y me sonríe. 

—¿No es obvio? Me casaré con Lila, y tendremos más hijos juntos. 

Era evidente, solo quería que él me lo dijese. Nos quedamos en silencio, cuando de pronto me viene a la mente Chez. Ese hombre es peor que todos los Karagiannis juntos y sé que no me desharé de él tan fácil.

 Él es mi más grande problema y no sé cómo deshacerme de él. La justicia no es una opción, ya que él tiene muchos contactos. Me siento encerrada, llena de furia y sin idea de cómo vengarme. Ahora Antonio me ha dado mucho, lo suficiente para iniciar una nueva vida con Pablo, lejos de aquí. Si pienso en matarlo, podría arruinar mi futuro, así que no sé en qué pensar o cómo actuar. 

De pronto el temor se apodera de mí, uno que me paraliza. Estoy a merced de Chez y no sé cuáles son sus límites, y la idea de algo peor se apodera de mí. Un nudo se forma en mi estómago, y por mi mente solo pasa la idea: de no querer morir. 

8 Responses

  1. Wow ahora si todo los planes de Antonio empiezan su marcha. Que susto con esos Karagiannis y Chez. Ese viejo es el propio diablo, que susto. Que todo les salga bien. Que sustoooo jejejeje

  2. Que bien por Antonio, que deja protegida a Thea. Pero que incertidumbre saber que puede ser un punto fácil para chez, ojalá q todo este para bien

  3. Siento que Théa no está muy segura, irse a un hotel, seguir von el acoso de Chez… Antonio dene hacer algo más por ella, Pablo está muy lejos para cuidar de ella.

  4. Mi Thea no tengas miedo, Pablo siempre va estar para ti, ese hombre te ama y te proteja a capa y espada. ❣️

  5. Mi mayor preocupación es que no haya protección ante Chez. Cuando uno no tiene nada para perder, la vida es lo único que queda.

  6. Que bueno que ahora que ya esta todo hablado con todos Antonio pueda actuar y pensar en todo, solo espero que mientras estén en Madrid no deje Thea por que el miedo que tiene por ese maldito es valido y puede hacerle algo mas =( ya no queremos que por ningún motivo la vuelva a tocar =/

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