Antonio
El anuncio salió y la respuesta fue inmediata. Ni siquiera habían pasado diez minutos cuando recibí la llamada de los Karagiannis: “No te muevas de dónde estás, vamos para allá”, me amenazaron y bueno, estoy en esta enorme casa esperándolos. Aunque no llegaron en diez minutos, sino dos días después, porque Karagiannis se encontraba de vacaciones familiares.
Théa ha terminado de sacar su ropa, de empacarla en dos maletas y se las ha dado al agente encubierto que le he puesto como guardaespaldas, que le ayudará a mantenerse a salvo de Chez, mientras todo esto se resuelve, le ayuda a subirlas a su auto y la esperará afuera, haciéndose pasar por el chofer. Cairo se queda conmigo, Théa me lo pidió.
He empacado mi ropa y le he pedido que me la lleven al piso de Madrid, ese que le dejé a Théa, pero que ella no ocupará por el momento. He cambiado de móvil para comunicarse con Lila y dejado el otro intacto, para no levantar sospechas. Théa, por el momento, tiene otro nuevo, y ha apagado el anterior para estar a salvo. Sin embargo, Chez no la dejará en paz, de eso estoy seguro.
Escucho los pasos de Théa, bajando por las escaleras, con una sonrisa tan amplia que jamás había visto. Al parecer, el anuncio del divorcio para ella fue lo mejor, y no puede contar los minutos para ser libre y poder ver la cara de su padre cuando le digamos todo.
—¿Ya casi llegan? —pregunta.
—En cualquier momento —respondo.
Nunca había notado a Théa tan guapa, definitivamente ha habido una transformación. Su ropa ya no está en grises o tonos tierra, ahora lleva más color y estampados, y los rizos más definidos de su cabello. Ya no se ve tan pálida, ahora tiene un poco más de color en las mejillas. Eso sí, noto que está más delgada y con ojeras, y supongo que son secuelas de todo lo que ha pasado.
Ella se acerca y se detiene a mi lado. Yo le tomo la mano y la aprieto, como un signo de protección.
—No te preocupes, no pasará nada.
—¿Cómo sabes?
—Solo lo sé.
Théa voltea a verme, ya que se encontraba viendo hacia la puerta.
—Te noto más seguro y valiente.
—Soy padre, no puedo flaquear. Tengo que defender a mi hija y no puedo tener miedo. Además, si la señora Julie que mide 1.60 se enfrentó a Karagiannis que mide 1. 90 y peso cien kilos, ¿por qué yo no? —bromeo.
Théa se ríe, relajándose un poco. Sin embargo, la sonrisa se borra cuando Dehlia se acerca a nosotros. No puedo creer que no la haya podido despedir cuando quise. Lo importante, es que si nos vamos nosotros, ella debe regresar con los Karagiannis, y eso me da gusto.
—Han llegado los señores —nos comunica.
—Bien, puedes irte —le pido, pero ella no me hace caso. Volteo a verla y le digo con firmeza—.¡Vete, es una orden!
Dehlia me ve de los pies a la cabeza y luego se da la vuelta, para alejarse, más no irse. Ella se siente segura cuando Karagiannis está aquí.
Los pasos pesados de Karagiannis se escuchan en la entrada, al igual que los tacones de Cassandra que viene detrás de él. En minutos entran por la puerta, y de pronto, vemos la figura de ese hombre que de milagro está vivo. Su respiración es agitada y su piel blanca se encuentra completamente roja; viene furioso.
—¡QUÉ DEMONIOS CREEN QUE HACEN! —nos grita, como si fuésemos adolescentes.
—Le voy a pedir que no me grite, señora Karagiannis —contesto, en tono firme.
—¡Cómo se atreven a divorciarse!, ¡CÓMO SE ATREVEN A DESAFIARME!
—¿Desafiarlo en qué, Karagiannis?, ¿en no avisar de las situaciones que tengo con mi esposa? —pregunto—. Porque esto es personal.
—Nada es personal cuando se trata de una de mis hijas.
—¿Ahora si es su hija? Pero cuando quería dársela a Chez, eran solo negocios, ¿no? ¿No fue eso lo que le dijo a mi padre? —recito la frase que escuché el día que me enteré del asunto de Théa.
—Es mi hija, es mía y yo puedo hacer lo que se me dé la gana.
—No, claro que no—hablo—. Théa pasó a ser mía cuando me la entregó, ¿recuerda?, sus tradiciones lo dicen, sus contratos también. Así que, cómo es mía, yo puedo hacer lo que se me dé la gana con ella. Y por eso, nos divorciamos.
Cassandra sonríe.
—Ves. Sabía que una mujer cómo tú no valía para mantener a un hombre como De Marruecos, interesado.
—Lo mismo hablo de ti, hermana. Que estás casado con uno de los hombres más ricos de Inglaterra y prefiere irse con su amante —contesta Théa, sacando una información que yo no me sabía—. O qué, ¿pensaste que Lindsay se había alejado después de la boda?, claro que no.
—¡CÁLLATE! — le grita.
—No desvíen el asunto. —Pide Karagiannis con firmeza—. De Marruecos, se supone que teníamos un trato, y ahora con este divorcio lo rompiste, sabes que hay consecuencias.
—Sí, sé que teníamos un trato, uno que ciertamente no cumplí, porque básicamente no quiero. No estoy enamorado de Théa y ella no está enamorada de mí. Así que por ende no podemos hacer el tan deseado hijo que quieren.
—¡Lo sabía!, es porque estás con Lila Canarias. ¡Sabía que esa María Julia los escondía en aquel edificio!
—¿Qué edificio? —pregunto, en tono normal.
—El de México, no lo niegues.
—¿Edificio de México?, ¿por qué tendría que estar yo en un edificio en México?
—Porque Lila Canarias está allá.
—¿Lo está?, ¿cómo que lo está? —Actúo sorprendido, pero no por el hecho de que me lo dijeron, sino porque ahora sé que la han estado vigilando, ¿sabrán de Mena?, ¿sabrán que soy padre?
—Sí. Nunca dejé de seguirla en Instagram y, al parecer, sacará otra marca de ropa. Además de otras fotos que ha puesto, en estos días, con un hombre bastante guapo. ¿Será que le fuiste a rogar que lo dejara?
Cassandra me enseña el móvil y veo las fotos de Lila con Alex, el agente que le envíe. Al parecer, hizo caso a mis indicaciones de tomarse fotos juntos. Ahora que lo veo, se ve tan real que me da celos, usaré eso a mi favor.
—Pues me alegra que haya seguido con su vida, en realidad me da igual. No sabía que se encontraba en México.
—No te hagas, también estuviste ahí. El GPS del mó… —Cassandra se cubre la boca, y Karagiannis le lanza una mirada que lo expresa todo. Han confesado.
—¿Cómo qué fueron a buscarla?, ¡Qué demonios Karagiannis!, me prometiste que la dejarías en paz, ¡Dijiste qué les dirías a tus hijas que la dejaran en paz! —grito.
—Como siempre, manipulado por tu hija mayor. Que parece más tu esposa que tu misma esposa —habla Théa.
—¡DE MI MADRE NO HABLAS MALDITA HUÉRFANA MUERTA DE HAMBRE! —le grita.
—A mí ya no me hablas así, ¿entiendes? —contesta Théa—. Tú ya no tienes poder sobre mí. Ni lo tendrás nunca.
—¿Por qué la fuiste a buscar?, ¿cómo supiste dónde estaba?, ¿acaso la estás espiando?, ¿sabes que eso es delito en todo el mundo? Si se enteran de que lo has estado haciendo te meterás en problemas —alego, olvidando a propósito lo del GPS del móvil. Solo quería comprobar que era cierto.
—Eso ya no importa porque no estabas —admite Karagiannis—. Solo quiero saber por qué tomaste la decisión de divorciarte de Théa sin mi permiso.
—No necesito tu permiso para divorciarme —contesto—. Y tomamos la decisión porque no puedo corresponderle como hombre. Por eso, en nuestra luna de miel, decidimos tomar esta decisión.
Cassandra se ríe a carcajadas de lo que acabo de decir.
—¿Me estás diciendo que eres impotente? —pregunta, para luego reírse de nuevo.
—La muerte de mi padre me afectó bastante a nivel psicológico, así cómo el suicido de mi hermana. Théa ha hecho su parte, pero, yo no puedo hacer la mía. Por más que ella insista, es frustrante. No puedo dejar que Théa desperdicie el tiempo conmigo, por eso, nos divorciamos, para que ella pueda tener una pareja que le corresponda en todas los aspectos.
—¡JA! —se ríe Cassandra—. Me estás diciendo que Théa hizo todo lo humanamente posible y, aun así, no se te paró —habla de forma vulgar—. Ni eso puede hacer bien.
—Te voy a pedir que dejes de insultarla, ¿quieres? Porque seguiré hablando y la sonrisa se te quitará del rostro, Cassandra.
—¿Qué más me tienes que decir?, ¡además de que has roto nuestro trato!
—No he roto nada. Seguiré trabajando para ti, como lo acordamos, sobre todo porque, me vas a necesitar.
Karagiannis me ve con sospecha.
—Sin embargo, antes de entrar en detalles, te anuncio que Théa está divorciada de mí, y le he dado como compensación de daños la cantidad de un millón, cien mil euros.
Cassandra abre los ojos, asombrada.
—Más un piso en Madrid, dos autos y todas las joyas, ropa y accesorios que le he comprado en este tiempo de matrimonio. Lo que hacienda a una cantidad de un millón quinientos mil euros.
Théa sonríe al escuchar la cantidad. Karagiannis lo hace también. Piensa que se ha sacado la lotería, pero no es así.
—Muy bien, pediré que me los deposites en una cuenta de…
—No —digo contundente—. Son para Théa, no para ti. Como Théa pasó a ser de “mi propiedad”, como lo pusiste en mi contrato, ella me ha pedido que la independice de su familia, así que, todo eso es para ella sola. Théa no desea volver con ustedes, por ende, todo ese dinero está en un fideicomiso manejado por abogados que le darán una cantidad mensual para sus gastos. Así podrá proteger su dinero, y hacer lo que desee. Nadie podrá acceder a él.
—¡QUÉ!, ¿cómo es posible?, ¡Es mi hija!, ¡ese dinero es mío!
—No, es de ella. Tanto la negaste por años y ahora, ¿es tu hija? Creo que es algo hipócrita, ¿no crees? Además, te tengo una mejor propuesta.
—¿Más que el dinero que me pertenece?
—Así es. Sé que debo compensarte de cierta manera, y lo haré. Pero primero, júrame que no molestarán más a Théa. Que tus hijas la dejarán en paz.
Karagiannis accede de inmediato.
—Sí, no te preocupes por eso. En realidad, Théa ya no me sirve. Me interesa lo que tienes que decirme tú.
—Bien. Me enteré de que hace años trataste de hacer tratos con David Canarias y formar parte del que ahora es su conglomerado.
—Así es…
—¿Qué te parece si te recompenso entrando? Tengo un contacto que puede hacer tu sueño realidad.
—¿De verdad? —pregunta interesado.
—Sí. Pero, necesito tus estados financieros y los papeles indicados para poder hacerlo. Tenemos todo para entrar: buenos negocios, finanzas sanas, años de experiencia. O ¿qué?, ¿algo pasa?
Sé que Karagiannis jamás admitirá que está en bancarrota, así que sé que con tal de mentir me dirá que sí.
—Claro que no. Todo está perfecto. Le diré al contador que te envíe los Estados Financieros.
—¿Y tu contacto es Lila Canarias? —pregunta Cassandra, bastante molesta.
—No sé qué obsesión tienes con ella. Lila ya no forma parte de mi vida. Lograron que ella se fuera y si no tienes otro hobby, búscalo. Estos son solo negocios y tu padre lo sabe. Le conviene, ya que tú no pudiste hacer nada.
—Vete Cassandra, esto ya no te incumbe —le pide su padre.
—Pero papá.
—Vete.
Cassandra le lanza una mirada a Théa y ella le sonríe.
—¿Ahora quién es la muerta de hambre? —le pregunta.
—Me las vas a pagar…
—¡CASSANDRA FUERA! —le grita su padre.
Ella sale molesta del lugar, haciendo que sus tacones suenen fuerte contra el piso.
—Entonces, ¿lo hacemos?
Karagiannis me da la mano y accede.
—Le diré al contador que te mande lo que me pediste.
—Bien, entonces… hagámoslo —digo de buena gana—. Ahora, ya te puedes ir.
—Théa… —Le pide Karagiannis que la siga.
—No, yo me quedo —habla ella, con firmeza—. Ya no tengo por qué hacerte caso. Ya no soy de tu propiedad, no soy de nadie.
Karagiannis quiere llevarle la contraria, pero después me ve a los ojos y sabe que mi trato es mejor que el de usar a Théa como ficha de ajedrez.
Esta vez tomé en serio las palabras de María Julia. Dejé de tenerle miedo a Karagiannis y mejor hablé como él entiende, en negocios. Sin embargo, él no sabe que yo sé lo del asunto de su bancarrota, de los números inflados y de todo lo que ha hecho para engañar a los socios. Eso es justo lo que necesito para hacerlo pagar por todo.
Karagiannis se aleja por la puerta y Théa suspira.
—No puedo creer que lo hicieras. No puedo creer que lo hayamos logrado —expresa con gratitud. Después voltea y me abraza—. Jamás dejaré de agradecerte. Siempre podrás contar conmigo.
—No hay nada que agradecer. Ahora sal. Vive tu vida.
Théa asiente con la cabeza y sin decir más se aleja de mí para subir de nuevo las escaleras y terminar de empacar. Yo, me alejo hacia el jardín, tomo el móvil y en un movimiento hago la llamada.
—¿Daniel?, sí, soy yo. Ya tengo todo lo que me pediste. Sí. Les dije que tenía oportunidad para entrar al conglomerado y con eso me creyó. En cuanto tengas una respuesta me dices que procede. Gracias.
Daniel termina la llamada y yo sonrío. Por primera vez sé que las cosas van a salir bien. Pronto todo terminará y ya no habrá más obstáculos para Lila y para mí. Sé que pronto podremos ser felices.
Amé este capítulo, me encantó como pusieron al viejo ese y a la estúpida de Cassandra en su sitio… Y ahora es que falta porque ellos paguen todo el daño que han hecho!!
Esperando que pronto Antonio y Lila puedan amarse como es debido junto con su Menita ❤️❤️❤️
Uffff que sustico. Bien hecho. Esas viejas las odio, como las quiero ver humilladas y se les acabe esa arrogancia a ese par de brujas. Me da mucha felicidad, que todo salga bien.
Deseando leer cuando estos desgraciados no puedan molestar a nadie y esten en la miseria total, y el Chez bajo tierra
Guauuu que capítulos mamita querida!!!! Se le viene la noche a los karagiannis cárcel para padre e hijas y Dehlia jajajjaja me.emocione
Que bien le sentaron las palabras y el ejemplo que le dio Julie a Antonio =) que bueno que sacaron a la bruja esa y que se atragante con su propio coraje y que Thea ya no se dejo bravo bravo =) y el viejo panzon interesado ni va ver por donde le llegue el fregazo jajajaja y Daniel que es un experto lo hará genial =)
Siiiiii 🦾🦾🦾🙃🙃🙃🙃
Si uno lo piensa, Antonio fácilmente pudo quedar re traumado con tanta cosa y mandarlos a todos al infierno…
Ánimo mis muchachotes que después de la tormenta siempre sale el sol.
Odio a los karagiannis, son de lo peor.
Thea ahora sí vive y se feliz con Pablo ❣️