Pablo.
-Una semana después –
Tanto critiqué que Antonio y Lila se enamoraran tan rápido y empezaran una relación, y ahora, me encuentro en la misma situación; perdidamente enamorado de Théa.
Sé que la situación es complicada y que posiblemente a mis padres no les agraden tantos problemas. Sin embargo, Théa es una mujer perfecta, de esas que le quieres presentar a tus padres porque sabes que la van a aceptar.
Sin embargo, antes de que yo pueda presentarla, necesitamos saber qué pasará con Chez, y cómo nos desharemos de él. Puede que ahora no esté a la vista, debido a que todas las miradas están sobre ella y Antonio por el divorcio, así que está expuesto por completo y eso no le conviene.
Aun así, yo continúo en mi lucha por tratar de protegerla y tratar de que viva un poco más tranquila. Aunque, cuando una persona ha vivido bajo mucho miedo durante tanto tiempo, le cuesta ser libre.
Théa aún no sale de la jaula en la que la encerraron. Se la pasa por las mañanas en su habitación del hotel, leyendo y escuchando música para encontrar nuevos ritmos y tratando de definir lo que le gusta. Después, voy por ella, le doy unas cuantas clases de manejo y nos venimos al bar, para después repetir la rutina cuando la voy a dejar por las noches.
A pesar de que el agente la cuida las veinticuatro horas, y que ella podría salir a caminar como antes solía hacerlo, el pánico le invade, y prefiere quedarse en el hotel, a salvo, como ella quiere estar. Si queremos conocernos, tendremos que salir de la rutina.
Así que, he ideado que esta noche se quede conmigo en el bar. Jo Carter festejará el cumpleaños de una amiga y ha pedido que sea exclusivo, por lo que estará cerrado solo a sus amigos cercanos, así que todos serán conocidos y no habrá problemas.
Espero que la ilusión de la fiesta le ayude a despejarse un poco, a vivir algo nuevo y relajarse sin estar alerta. Además, con el agente, que me agrada bastante, no tiene por qué haber problemas. Ambos la cuidaremos.
—Entonces, ¿dijo que sí? —inquiere Pilar, mientras se encarga de ordenar la barra.
Ella es la única que está aquí conmigo, ya que Jo le pidió que decorara todo, debido a su buen gusto. El resto de los trabajadores llegarán más tarde.
—Al parecer. Creo que la idea de estar en una fiesta le llamó la atención. Iré por ella a las ocho para que esté aquí antes de que empiece todo y observe el lugar. Si llega aquí cuando el bar esté lleno, entonces puede que se asuste.
Pilar suspira.
—Me encanta que Théa y tú al fin se hayan confesado lo que era evidente. Sin embargo, no me gusta nada que esté pasando por esta situación. Creo que tampoco le has dicho lo de la universidad.
—No. Estoy encontrando el espacio para hacerlo. No quiero abrumarla —le respondo. Paso al otro lado de la barra y me agacho para revisar algo debajo de la barra—. Espero que Théa se anime a intentarlo de nuevo, creo que sería una excelente enfermera. Aunque con el dinero que le ha dejado De Marruecos, podría vivir de eso el resto de la vida. Pero supongo que lo intentará de nuevo.
—¿En serio ahora es rica? —pregunta ella, entre risas—. No cabe duda que Dios tiene a sus favoritas.
—Tú también eres favorita, ¿eh? No solo Cho te ha puesto en su testamento, sino que eres media hermana de Sabina Carter, la ganadora olímpica y heredera de un Conglomerado… Así que no te puedes quejar. Es más, con todo ese historial me dan ganas de casarme contigo —bromeo.
Sin embargo, Pilar no me responde con ese sarcasmo característico que siempre usa cuando le bromeo que me casaré con ella para heredar juntos los bares.
—Es broma, Pilar. Eres como mi hermana menor y sé que ya tienes novio pero… —Entonces, me levanto y mi sentido se pone alerta cuando veo a Chez frente a mí, y con un cuchillo cerca de Pilar—. Chez —murmuro.
Él me sonríe. Puedo ver sus dientes disparejos, con destellos dorados debido a que unos están cubiertos de oro. Su piel arrugada, malteada por el sol, remarca sus arrugas y su mirada solo transmite odio, peligro y miedo. Tal solo de pensar que él tomó a Théa por la fuerza y abusó de ella, me hierve la sangre.
—¿Qué haces aquí? —inquiero, tomando el cuchillo que usamos para el limón.
—Solo vine por una cerveza, ¿es un bar no?
—Sí, pero no está abierto al público ahora, es un evento privado. —Se atreve a contestar Pilar, con una voz tan firme que me sorprende.
Noto como su mano busca desesperadamente algo para defenderse. Discretamente, le paso una botella vacía.
—Entonces, ¿no hay cerveza? —inquiere.
—No. Es un evento privado —hablo con firmeza—. Así que le voy a pedir con toda amabilidad que salga del local.
—¿Pablo, cierto? Pablo Estévez Hernández. Hijo adoptivo de Jo… Jo… bueno, un nombre raro, Hernández y Ben Estévez. Tu padre es presidente de la mesa directiva del Hospital de David Canarias y tienes una hermana menor. María del Mar Estévez, que quiere ser bailarina profesional. Muy guapa, por cierto.
—¡Qué quieres! — expreso, con fuerza, y tratando de no caer en provocaciones.
—Una cerveza, ya te dije.
—Dale una cerveza —le murmuro a Pilar.
—Vale.
En eso, Pilar toma la botella con fuerza y en un movimiento la saca por debajo de la barra y la rompe sobre el hombro de Chez. La fuerza es tal, que los vidrios saltan por la barra, y me tengo que alejar unos pasos para no cortarme. El grito de Chez se escucha fuerte, y se lleva la mano hacia el hombro que comienza a sangrar.
—No, cuando te dije eso no fue para que se la estrellaras —le digo entre dientes.
—Lo siento, pensé que era una palabra clave —me refuta.
En eso, Chez se recupera y con una fuerza desconocida jala a Pilar del cuello, y la jala hacia él, pasándola sobre la barra, tomando el resto de la botella.
—¡PILAR! —grito, para tomar el cuchillo y saltar del otro lado—. ¡Ella no tiene nada que ver, suéltala!
—No cabe duda que es muy bella, tal vez te encaje este cuchillo en el vientre y después la tome como lo hice con Théa.
—¡Te arrancaré los huevos si lo haces! —grita Pilar.
Chez aprieta a Pilar hacia su cuerpo de forma provocativa. Le dice al oído:
—Así me gustan, fieras, que se defiendan. Si lo hago será un placer dominarte. Théa estaba tan dormida que fue como follarse a un pescado. Sin embargo, lo volvería a hacer, es tan deliciosa.
Al escuchar eso siento una oleada de ira y desesperación al ver a él con la botella amenazando a Pilar. Sin pensarlo dos veces, y en un impulso feroz grito:
—¡CÁLLATE! —Mi voz resuena en la habitación, cargada de furia contenida.
En ese instante, me lanzo hacia adelante determinado a detener la amenaza sobre Pilar. Mis manos se cierran en torno al mango del cuchillo y decido atacar sin considerar las consecuencias. Con la adrenalina corriendo por las venas, avanzo hacia Chez con la mirada fija en la botella.
El aire está cargado de tensión mientras me aproximo hacia él. El corazón me late con fuerza, pero tengo todo claro, debo protegerla, y si tengo que matar a Chez, lo haré.
No soy muy bueno para pelear, pero al parecer, mis movimientos lo han asustado un poco, así que se hace para atrás y noto como el vidrio rasga levemente el cuello de Pilar. Ella grita.
—¡No te metas conmigo, Pablito! Si no quieres que le encaje el vidrio en este hermoso cuello. Sería un desperdicio.
—¡La cosa es conmigo, no con ella! — grito.
—Lo es, lo es contigo. Así que viene a advertirte. Si continúas echando a perder mis planes, si no te quitas del camino y me dejas en paz con Théa, te juro que haré de tu vida un infierno. Sé quienes son tus padres, qué hacen y dónde están. Sé quién es tu hermana y dónde vive. Y te juro que si no te alejas, ellos pagarán las consecuencias. Así que más vale que dejes a Théa, más vale que te alejes y sobre todo, más vale que no te sigas haciendo valiente, porque te juro que la próxima vez, no te la dejaré tan fácil.
En eso, empuja a Pilar hacia mí y yo suelto el cuchillo para atraparla. Ella choca levemente contra mis brazos y siento su impulso de voltear y decirle algo a Chez, pero yo la detengo. No quiero que esto empeore.
—Advertido estás, Pablito. Muy advertido. No me hagas enojar, porque puedo ser peor, sabes que puedo serlo —me amenaza, para después tirar la botella sobre el suelo, provocando que Pilar y yo nos hagamos hacia atrás.
Vemos cómo Chez sale por la puerta, pero la tensión se ha quedado en la habitación. Siento mi corazón latir desbocado y a Pilar comenzar a temblar del miedo.
—Necesito un whisky —me comenta, separándose de mí.
—Pilar, ¿estás bien? —pregunto.
—Solo déjame, ¡DÉJAME! —me pide. Pero yo la abrazo con fuerza y ella rompe a llorar.
—Ahora entiendo a Théa… —murmura para después, continuar llorando.
Ahora, entiendo su miedo, su resistencia a hacer algo, su pánico al salir. Chez me ha amenazado, sabe quién es mi familia e incluso dónde están, y de pronto, el miedo que invade a Théa me invade a mí.
Sin embargo, en medio de todo este caos, encuentro la determinación, no permitiré que el terror de Chez nos paralice. Théa ya no está sola.
Que hd…..!!
ese hombre un maldito, un ser despreciable y un maldito enfermo
Viejo hijo de $%/()%#”& no veo la hora que reciba su merecido
Que tipo tan horrible 🤬🤬🤬😤😤😤
Necesito que Chez sufra mucho, pero mucho, porque tanta impunidad es frustrante…
Malditos chez…🤬🤬🤬🤬
Que ser para más despreciable
Que dedgraciado ese asqueroso. Pobres. Le tengo mucho panico a ese tipo. 😭😭😭