-Diciembre-
Rosa y Lila arrancó con mucho éxito, y el trabajo nos cayó en cantidades enormes. Desde el momento en que lanzamos nuestra marca de ropa infantil, sabíamos que estábamos apostando por algo grande. Pero nunca imaginamos que el éxito llegaría tan rápido y con tanta fuerza. Cada diseño, cada colección, ha sido recibido con entusiasmo por parte de nuestros clientes, y eso nos llena de orgullo y satisfacción.
Sin embargo, este éxito ha venido acompañado de un arduo trabajo. Los días se han convertido en noches y, las noches en madrugadas, mientras nos sumergimos en el mundo de los negocios y la moda. La demanda de nuestros productos ha sido abrumadora, y hemos tenido que duplicar nuestros esfuerzos para cumplir con los pedidos y las expectativas de nuestros clientes.
Este ritmo frenético de trabajo ha hecho que algunas cosas queden en segundo plano. Como el hecho de no poder viajar a Nueva York para visitar a mi hermana y conocer a mis sobrinos en persona. Aunque he tratado de compensarlo con videollamadas frecuentes, no hay nada como estar presente físicamente y abrazar a tus seres queridos. Es una de las partes más difíciles de este éxito profesional: tener que sacrificar tiempo con la familia.
Afortunadamente, he contado con el apoyo incondicional de Antonio, quien a pesar de estar lejos, me ha guiado y me ha dado ánimos. No solo me ha brindado su amor y sus consejos, sino que también ha velado por nuestra seguridad. El nuevo niñero que me ha asignado, que en realidad es un guardaespaldas experimentado, es maravilloso con nuestra hija.
No solo protege, si no sabe de primeros auxilios, juega con ella y sabe todo lo que necesita de cuidado personal.
Gracias a él, Mena se desarrolla debidamente, la animó a gatear y a probar las distintas papillas que le hago. A veces es raro verlo y no imaginarme a Antonio, supongo que lo extraño tanto que desearía que fuera él quien la hiciera reír con un títere y no el agente. Ahora entiendo por qué Rosa dice que tiene madera de padre, uno que desea para su hija.
Sin embargo, aunque aprecio las precauciones de Antonio, a veces siento que es un exceso de cuidado. No me considero en peligro, y confío en mi instinto para mantenernos a salvo. Además, creo que el peligro no está aquí, sino allá, con él, con Théa y Pablo.
Me he enterado por mi hermano David, que Pablo fue a hablar con mi tía María Julia para que le brinde protección a su familia, incluso a Mar, quien se encuentra aquí, estudiando en la ENDCDD (Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea).
Al parecer, el hombre, que es aliado de los Karagiannis, amenazó a Pablo y a su familia. Sin embargo, él no está decidido a dejar a Théa, y ambos han estado juntos en un perfil bajo, al grado de que Xóchitl y Ben aún no conocen a Théa, mucho menos Mar, que tiene órdenes de quedarse aquí.
La última vez que la vi, iba saliendo de Bellas Artes y, al parecer, su guardaespaldas sí le da juego. Tal vez, Mar sí tiene una oportunidad con él, ahora que Héctor ha decidido continuar, a pesar de haber hablado con ella. Yo creo que solo lo hace para darle celos. Así como las noticias vuelan de allá para acá, estás también de acá para allá.
Pero incluso en medio de este torbellino de trabajo y responsabilidades, no puedo evitar sentir nostalgia por mi vida anterior en España. Extraño a Antonio más de lo que puedo expresar con palabras. Cada día que pasa sin verlo es un día perdido, y cuento los minutos hasta que pueda regresar y estar a su lado nuevamente.
Sin embargo, mi regreso a España será agridulce. Mi abuela no se encuentra bien de salud, y temo que este sea el motivo de mi viaje. Puede que solo vaya a despedirme de ella y a presentarle a mi hija, un momento que nunca imaginé que sería tan amargo. Pero sé que es importante estar presente en estos momentos difíciles, y haré todo lo que esté en mi poder para brindarle a mi abuela el amor y el apoyo que tanto necesita en estos momentos.
Así que mientras seguimos trabajando duro para hacer crecer nuestra marca y mantenernos a flote en este mundo competitivo, también mantengo la esperanza de un futuro en el que pueda estar con Antonio, tener mi carrera y sobre todo, ser feliz, no hay nada más que desee.
—Todo está listo para cuando estén acá —me habla Antonio con alegría, mientras veo como cocina algo en la enorme cocina de su piso. Yo, trabajo en unos bocetos—. He rentado una casa en Ibiza, solo para nosotros tres. Tiene todo, hasta piscina aclimatada para que Mena pueda nadar.
—Amor, Mena, no sabe nadar.
—Pues yo le enseñaré —me dice con una sonrisa—. Le enseñaré a nadar, y todo lo que quiera. Muero por jugar con ella a la comida y a las princesas.
—No, nuestra hija es una guerrera, sobre todo por el niñero que le has puesto. —Antonio se ríe—. Aprenderá veinte manejos de arma blanca antes que a caminar —agrego.
Antonio se ríe. Eso me hace sonreír. Extraño escucharla cerca de mí. Extraño sus bromas, sus caricias, sus besos… lo extraño a él.
—¿Cómo te ha ido a ti? —pregunto.
—Pues. —Antonio levanta un sobre y me lo muestra—. Mi hermana Nadja me escribió. Quiere verme.
—¿Te escribió una carta? —pregunto, y casi rompo en risas—. Eso es muy siglo veinte.
—Cambié mi número de móvil, y por eso no tienen contacto conmigo. Como no tengo redes sociales, la única forma es por móvil o por carta. Al parecer, mandó a alguien a que me la trajera al edificio.
—Y, ¿qué dice?
—Que me extrañan, que me quieren ver y que están enteradas de mi divorcio con los Karagiannis. En pocas palabras, quieren saber todo el cotilleo. No creo que se interesen por mí.
Suspiro.
—¿No crees que en realidad te extrañen? Digo, te fuiste lejos después de que tu padre murió, pasó lo de tu hermana y tal vez sienten que pierden a su hermano.
—¿No se te hace extraño que durante mucho tiempo no me contactaron, hasta que pasó lo del divorcio? —me pregunta, mientras ve hacia la cámara.
—Pues, tal vez no se atrevían y querían darte privacidad.
—Amor, mi familia no es cómo la tuya. Si se acercan es por interés, no para hacer una carne asada en el techo del edificio y jugar apuestas.
Me río.
—Cuando lo dices así, siento que mi familia tiene problemas de ludopatía.
Antonio se ríe.
—No quise decir eso. Simplemente son muy diferentes. Así que no contestaré y no iré.
—Venga. Dales una oportunidad. Si te enviaron la carta se quieren acercar a ti. Son tus hermanas.
Él me sonríe.
—Lo pensaré, ¿vale? Ahora, tengo planes para ti cuando vengas para acá en exactamente una semana.
—Dime.
—Tú, Mena y yo, venimos a Madrid, le mostramos los hermosos lugares y le compramos mucha ropa.
Me río.
—Me parece perfecto… una pregunta, ¿niñero encubierto irá? —pregunto, mientras veo a Alex quién está jugando con Mena sobre un tapete, en la sala.
Antonio se ríe.
—Claro que irá. Es mi señuelo.
—¿No crees que es muy exagerado? Digo, los Karagiannis…
—Lila, amor, si te sientes así de segura es porque te he protegido y Karagiannis están esperando a que les dé respuestas positivas sobre los documentos que le envié a Daniel hace meses. Aún no termina de hacer la auditoría, debido a que es algo…
—¿Ilegal? —bromeo.
—Shhhhh… No es ilegal. Él me dio los documentos voluntariamente. Tal vez, es mentira que entrará al Conglomerado, pero, los está revisando alguien del Conglomerado, es una mentira parcial o una verdad parcial, depende de cómo lo veas.
—¿No meterá en problemas a mi primo? —inquiero.
—No. Supongo que él sabe lo que hace.
—Y, ¿cómo te sirve eso? Digo, el saber si están en bancarrota o no.
—Bueno. Si están en bancarrota, eso no me interesa.
—¿Entonces?
—Lo que quiero probar es algo más grave, las actividades ilegales que están haciendo. Si Daniel comprueba que están inventando números para justificar ventas y así esconder su bancarrota, eso sí se podría denunciar de inmediato.
—Y, ¿cómo comprobarás eso?
—Karagiannis no es tonto, sabe lo que está haciendo, así que envió los verdaderos estados financieros. Lo que no sospecha, es que Daniel y yo tenemos los falsos. No hace falta tomar clases de finanzas para saber lo que sigue —explica con alegría.
Suspiro hondo.
—Solo quiero que esto termine. ¿Desde cuándo nuestro amor se volvió tan complicado? —pregunto.
—El día en que no te dije la verdad —habla, con un hilo de tristeza.
—Pero, ya no hay mentiras y eso es un nuevo buen comienzo.
—Así es —acepta.
Veo el reloj de reojo y me percato que tengo una junta por videollamada en unos minutos.
—Solo faltan pocos días para verte. Estamos emocionadas.
—¿Crees que mi hija me reconozca?, o debo sentir celos de niñero encubierto?
Me río.
—Solo recuerda que tu mujer y tu hija te aman…
—Lo sé. Yo te amo más —contesta—. Dile que la amo, sé que está jugando y no quiero interrumpirla. Les llamo luego.
Y después de eso, la llamada se termina y solo veo mi rostro reflejado en la pantalla. Precisamente esta no era la historia de amor que quería, pero, al parecer, es la mía. Y así como mi abuela le dio una oportunidad a mi abuelo para arreglar las cosas, yo debo dársela a Antonio. Lo único que espero es que al final todo salga bien, y que este juego en el que nos han metido termine con nosotros ganando. No quisiera terminar perdiendo lo que más amo.
Claro que mi Lila tu podrás disfrutar de tu amor bonito, todo a su tiempo 💕💕💕
Nada fácil vivir una relación a distancia 😞
Que dificil sentirse asi y estar separados por terceros para protegerse. Pero bueno esperanzados que todo pasará
Todo tiene un tiempo y una razón mi linda Lila.
Todo esto sera para un mejor vivir Lila ya veras