[Tristán]
Después del increíble viernes que tuve al lado de Ximena y de que nuestra relación se formalizara por completo, la rutina llegó de una forma muy diferente a mi vida. Antes, solía pasar los días de la semana en la oficina prácticamente haciendo nada y los fines de semana (que básicamente empezaban en jueves) solía salir a los clubs a bailar, a fiestas con mis amigos y uno que otro evento con Bego, para después regresar a lunes y hacer lo mismo, aburrido, cansado y debo decir nada gratificante sin embargo, ahora con Ximena es diferente.
Sé que tengo que ir a trabajar de lunes a viernes y sufrir el tráfico y el metro de la Ciudad de México (que por cierto cada día me acostumbro más) pero, al regresar siempre me encuentro a Ximena feliz en el piso, a veces con la sencilla cena esperando y otra veces sentada en el pequeño balcón, que tenemos en el piso, cociendo y arreglando uno que otro vestido o ropa que se le ocurra. Llego, mi pregunta como estuvo mi día, ella se queja, yo me quejo, cenamos y después nos metemos a la cama para quedarnos perdidamente dormidos de inmediato o, a veces, yo leo uno que otro libro, los compro en el metro o los tomo de los que ella tiene en un pequeño espacio en la casa, hasta que me quedo dormido. Debo confesar que la mayoría de las veces observo a Ximena dormir, me gusta memorizar cada parte de su cuerpo, ese, que aún no me he atrevido a tocar, no por falta de ganas, si no porque estoy esperando a que ella me dé el sí, lo menos que quiero es asustarla.
Ximena no tiene un cuerpo “fit” como se dice, lo tiene increíblemente curveado, con unos pechos grandes, unas caderas hermosas y es delgada. Su piel no es completamente blanca si no un poco broceada por los rayos del sol, unos ojos negros que se enmarcan con unas largas pestañas, una boca carnosa y unos hoyuelos en las mejillas que cuando sonríe salen a la luz y la adornan. Su cabello negro es largo y para dormir se hace un trenza que cae sobre su espalda y por las mañanas a veces lo peina suelto, a veces recogido con una trenza en el frente, como si fuera una corona, dependiendo del tiempo que tenga, a mi en lo personal me gusta suelto y cuando se lo deja asi siento que estoy viendo a una hermosa escultura y podría pasar horas y horas admirándola.
Sí, mis días con Ximena son mejores, más sencillos, más tranquilos… y me agradan, me gustan mucho, sobre todo por todo lo que me ha enseñado sin ni siquiera proponérselo ya que cocinamos juntos, limpiamos la casa de la misma manera, vamos por víveres al mercado y los fines de semana no se sabe que pasará, excepto por la obligada comida familiar de los domingos que se hace en casa de mi suegro en la Ciudad de México, lo demás cambia según el clima, la hora y lo que nos disponga el tiempo.
Hoy, sábado, de nuevo la misma canción, proveniente del piso de al lado, suena una y otra vez, y sin darme cuenta la canto como si fuera parte del ruido de la habitación:
Porque tú, tú
Te has convertido en una ilusión
Porque sin ti yo muero, sin ti me desespero
Haría hasta lo imposible por tu amor
Tu amor será
Algo duro de conquistar
Tu amor será
Algo duro de conquistar
Volteo a ver a Ximena que se encuentra cociendo el vestido de la fiesta de tres años y veo que también canta la canción de memoria y me río, ella levanta la mirada y también se ríe. La canción vuelve a terminar y empieza de nuevo haciendo que volvamos a cantar.
—¿Por qué la vecina del otro piso siempre escucha la misma canción? — le pregunto.
—Da clases de ritmos latinos, es diciembre, así que seguro tiene algún tipo de presentación para cerrar las clases y la canción es esa — explica mientras cose el tul.
—¿Quieres decir que vamos a escucharla otra vez cuando termine este último “¿tan difícil de conquistar?” — y Ximena sonríe.
—Sí, lo siento, las paredes de la sala no son tan gruesas como las de los cuartos, escuchas todo.—
—Me gusta el ritmo — comento — ¿qué es? —
—Cumbia — dice Ximena de inmediato —¿Qué clase de música te gusta a ti? — me pregunta curiosa.
—Electrónica, allá se escucha mucho la electrónica, pero esto, esta padre — digo y ella se ríe.
—No cabe duda que juntarte con mi hermano te está haciendo daño.—
La canción vuelve a empezar y entonces la veo —¿Sabes bailar cumbia? — pregunto y ella se ríe. Me pongo de pie y voy hacia ella.
—¿Qué haces? — me pregunta entre risas, mientras la tomo de la mano.
—Venga, enséñame a bailar — le pido y ella deja sus cosas sobre la mesa.
—No sé bailar muy bien cumbia, por qué no mejor vas con la maestra de al lado — me dice entre risas.
—¡Ándale! — expreso como ella a veces hace — ya va a empezar la canción de nuevo.
Ximena suspira — bueno, primero tienes que empezar a mover los pies así: paso lateral, paso lateral, 1y 2, 1 y 2— y ambos empezamos a movernos juntos.
Me río tratando de moverme al ritmo de la música y después de coger el paso, me muevo con un poco más de facilidad — ¡Eso! — me dice Ximena mientras se mueve conmigo — ahora, hacemos este paso, lateral — y me lo muestra, el grado de dificultad es mínimo pero logro hacerlo — ahora lo combinamos — me indica y cuando menos me doy cuenta estoy bailando y riendo con ella.
Todo es tan perfecto a nuestro alrededor
La luna, las estrellas se iluminan, amor
Había buscado tanto
Sentí haber encontrado el amor
Cantamos juntos mientras bailamos por todo el piso y Solovino nos ve recostado sobre el sofá. La canción llega a su final y de pronto, como por arte de magia cambia tomándonos por sorpresa — ¡Qué! Noooo — bromeo y Ximena se ríe.
Esta canción es un poco más lenta y tomo a Ximena de la cintura y la acerco a mi — está si me la sé — le murmuro y ella se sonroja.
— Es Luis Miguel, todos se saben una de él — contesta mientras se deja llevar por los movimientos lentos — no sabía que te gustaba .—
— No me gusta, pero tu hermano siempre la pone en el auto de regreso y me la aprendí.—
Ninguno de los dos habla, simplemente nos dejamos llevar por el momento que ha pasado de ser divertido a romántico en segundos. Mis mano izquierda se entrelaza entre los dedos de la suya y nuestros rostros están cerca que es imposible no sentir nuestra respiración — te quiero Ximena — le murmuro mientras veo sus hermosos ojos negros — ¿tú me quieres? —
— Claro que te quiero — contesta y sonríe — ¿Por qué siempre preguntas? —
— Si te digo ter burlarás — le contesto.
— No lo haré, dime — insiste.
Le doy un beso sobre la frente y luego ella se pega a mi pecho, cuando Ximena hace eso provoca que mi corazón lata rápido, muy rápido — porque, toda mi vida he estado rodeado de personas que dicen ser mis amigos, dicen querer y apreciarme y de pronto, cuando necesito que alguien me ayude… nunca están — digo melancólico y ella me abraza, rodeando mi pecho con sus brazos y aún moviéndonos al ritmo de la música, que para nuestra suerte se volvió a repetir — y de pronto llego contigo y eres lo más bonito que me ha pasado en todo la vida y pienso “tal vez es un sueño, debes asegurarte que es realidad ” — y de pronto una lágrima cae sobre mi mejilla, algo tan extraño en mi que me asusta.
Me quito la lágrima rápido con la otra mano pero Ximena se da cuenta y me ve a los ojos y sonríe — no sé cuál ha sido tu pasado Tristán y sé poco de tu presente porque tu haz decidido contarme lo que me quieres contar, pero, estamos juntos en ésto ¿no? y si no confiamos en lo que tenemos, al final no tenemos nada. Sí, te quiero, y me gustas mucho… y esto va funcionando poco a poco, paso a paso — y me da un ligero beso en los labios.
— Entonces… te quiero Ximena, te quiero más que a nada en el mundo — digo feliz y ella me abraza.
— Yo también — murmura ella — yo también te quiero.—
La música para por completo, pero ella y yo nos quedamos abrazados en medio de nuestra sala. Sentirla así de cerca, tan pegada a mí, sentir su cabeza sobre mi pecho escuchando mi corazón confirmo que es todo de ella y no hay más… no me puedo regresar, no me quiero ir, Ximena es todo lo que quiero y si tengo que renunciar a todo, lo haría por ella… sin dudarlo.
Ella se separa un momento y se pone de puntas para darme un beso en los labios, uno que me sabe tan dulce que podría empalagarme — mi bella mexicana, no tienes idea cómo me haz salvado la vida — le confieso y ella me vuelve a besar —nuestros besos cada vez son más largos y con mucho más seguridad, nos besamos como dos esposos enamorados deberían de hacerlo. Luego acaricia mi rostros y mi barba.
—Eres tan guapo Tristán — y se sonroja — no puedo creer que estés casado conmigo.—
—¿Por qué no? Si tu eres hermosa ¿no te lo he dicho ya suficiente? — y me río.
—Sí, pero así como tú piensas que estás en un sueño, imagínate yo… no sé como es que nos casamos en Las vegas, o que nos llevó a eso, pero de todas las mujeres de los casinos y de los clubs, me escogiste a mí por algo— y nos reímos.
—Aún no lo sé Ximena.. no sé porque nos escogimos, pero de mi parte, te escogería una y mil veces, siempre — le recito y ella vuelve a besarme.
Ximena se aleja de mis labios y luego me confiesa — Tristán, creo que estoy enamorada de ti — y entonces mi corazón late tan rápido que siento que se saldrá de mi pecho. Nunca, nunca en mi vida alguien me había dicho que estaba enamorada de mi, ni siquiera… y de pronto, ya no vale la pena recordarlo.
—Yo ya estoy enamorado de ti — le contesto.
—Entonces sigamos enamorándonos — me dice y vuelve a besarme como si nunca lo hubiéramos hecho antes.