[Tristán]

Me veo frente al espejo mientras me arreglo el traje que Paco me donó y Ximena arregló para que me quedara a la perfección. Hoy, el día amaneció un poco nublado por lo que el frío es un poco mas fuerte que el que hizo ayer sin embargo, la vista sigue siendo fabulosa y le he tomado tantas fotos desde ese balcón que aún así no podría escoger mi favorita. 

  —¿Qué piensas?  — escucho su voz y la veo reflejada en el espejo. 

Ximena trae un hermoso vestido color rojo pasión que me provoca la más grande de las sonrisas. Éste se ciñe perfectamente a su curvada figura y remarca los lugares estratégicos que la hacen ver guapísima. 

  —Te ves hermosa  — murmuro. 

  — Gracias, me había hecho este vestido hace mucho y decidí usarlo hoy, digo, para que mi esposo pueda presumirme. —

  —Yo te presumiría hasta con tu pijama más rara  — y ella sonríe. 

  Ximena me toma de la mano y luego arregla el cuello de mi camisa  — tu te ves guapísimo, seré la envidia de todas   — murmuro y yo sonrío. 

  —Soy guapo porque estás a mi lado  — le confieso. 

  —Basta, la modestia no queda en este momento  — bromea  —¿nos vamos?  —

  —Vamos, como dice tu hermano “al mal paso darle prisa”  — y ella se ríe. 

  —Dios, tendré que hablar con Paco para que te enseñe otro tipo de frases. —

Ella me toma de la mano y ambos salimos hacia el lugar donde será la ceremonia, el primero que nos da la bienvenida es mi cuñado, recién llegado al hotel y ya con una cerveza en la mano. 

  —La caminera cuñado, la caminera  — me dice mientras me abraza. 

  —Pensé que no vendrías  — le comento  — que Rodolfo te caía mal. — 

  —Sí, pero me gusta la hermana de Maquena así que… cada quién hace su luchita, no todos somos tan galanes como tú ¿eh?  — y me pega ligeramente en el brazo. 

Observo que Rodolfo nos ve desde el otro lado de lugar y yo abrazo a Ximena. Sé que se muere de envidia y que le molesta que ella haya encontrado a alguien diferente a él y por lo que he visto de un estatus diferente. Volteo a Ximena y la tomo de cintura. 

  —Te ves guapísima mi amor  — le murmuro y le beso en el cuello  — ves como todo el mundo nos voltea a ver. —

  —Lo sé, dame un beso para que mis amigas mueran de envidia  — bromea y yo la beso sin dudarlo. 

Los beso que Ximena y yo nos damos son cada vez más suaves y seguros, ella suele recargar sus manos sobre mi pecho y yo tomarla de la cintura para tenerla cerquita de mi. Me encantan, me saben a una sensación inexplicable. 

  —Basta, basta de besitos  — dice Rodolfo mientras se acerca  — no trates de quitarle el show a Maquena, mi Mena. — 

Me molesta en sobre manera que Rodolfo le diga Mi Mena, y lo sabe, por eso lo hace. Sonrío mientras la pego de nuevo a mi cuerpo  — nadie le roba el show, ella es la novia ¿que no? Excepto que pienses que mi hermosa esposa opaca a tu prometida, si es así, creo que debes pensarlo seriamente antes de casarte  — y me río levemente. 

  —Y tú ¿lo pensaste antes de casarte con ella? ¿que te gustó? Aun no lo comprendo  — dice celoso y Ximena aprieta mi mano. 

  —Creo que deberías ir al altar Rodolfo, Maquena está por salir  — dice Ximena y toma mi mano para que los alejemos de él. 

  —¿Pero qué le pasa a este tío?  — pregunto molesto. 

  —Es tonto, sólo déjalo ¿quieres? No le sigas el juego. —

  —Pero mi amor..  —murmuro. 

  —Sólo tómalo de quien viene, tú disfruta la boda y ya ¿O.K?  — me dice en un tono tierno y me besa la mano. 

  —Lo haré por ti, mi hermosa mexicana  — y provoco que se sonroje. 

La ceremonia dio inicio y puedo decir que el vestido que le hizo Ximena a Maquena fue de lo más hermoso que hubo en el lugar, ni los miles de ramos de flores que adornaron pudieron opacar el trabajo que ella hizo. Si Maquena se vio bonita, fue por el vestido, no por ella en si. 

Terminando la ceremonia Ximena y yo nos alejamos de todos, ni siquiera felicitamos a los novios y simplemente nos dirigimos al área de la piscina donde todo estaba listo para la fiesta. Lo mejor del lugar, la increíble vista al mar de Cortés, el cerro del Tetakawi  y la cerveza pacífico que no dejó de correr entre los invitados durante toda la fiesta. 

Ximena y yo bailamos la mayoría del tiempo en la boda, parecer ser que las clases de baile privadas han dado un poco de fruto en mi y ahora tengo nuevos pasos  que hacen que pueda lucirme un poco en la pista de baile. Me gusta bailar con ella, tenerla cerquita, escucharla reír, sentir el moviendo de su cuerpo, sus caderas y porque no, robarle uno que otro beso que me hace sentir el hombre más afortunado del mundo. 

Una tras otra bailamos las canciones, separados, juntos, tomando descansos y después volviendo a la pista de baile, olvidado que  hay gente que nos observa y otras que simplemente nos pueden envidiar en este momento. Después de la última canción y cuando la noche ya tocaba el hermoso cielo de San Carlos, Ximena y yo nos fuimos a sentar a la mesa y tomar más cerveza, fría como “corazón de suegra”. 

  —No puedo creer que haga frío y estemos tomando la cerveza casi congelada  — le comento y ella se ríe. 

   —¿Quieres la cerveza caliente? ¡Jamás! Cerveza que no está fría, cerveza que no debe ser bebida   — me contesta  —¿Te la estás pasando bien?  — me pregunta 

  —Claro que sí, amo estar contigo y esta vista, las bodas mexicanas son muy divertidas  — le comento. 

Ella se acerca a mi y me da un beso  — me encanta como bailas, hasta parece que naciste para bailar “que nadie sepa mi sufrir” de la Sonora Dinamita  — y ambos nos reímos. 

  —Eres una excelente maestra, así que ese “talento nato” lo descubriste tú  — y la beso. 

  —¡Me alegra que estén felices!  — escuchamos la voz de Rodolfo al lado de nosotros. 

El novio, el que prácticamente no habíamos visto desde la ceremonia se encuentra en frente de nosotros un poco subido de copas. 

  —Gracias, tu boda es divertida  — comento. 

  —¿Mi boda? ¡La boda!  — grita y luego se ríe  — ¿ustedes tuvieron una tan divertida como la mía?  — y ambos nos quedamos callados  — lo supuse, su boda es falsa como su relación, estoy seguro que Ximena lo está haciendo para causarme celos. — 

  —¿Celos? No, Tristán y yo en realidad estamos casados y si no tuvimos una boda tan grande como la tuya fue porque no lo necesitamos  — y la tomo de la mano. 

  —No puedo creer que te hayas casado con Ximena   — insiste él  — Tristán Ruíz de Con me suena a aristocracia, y te vienes a casar con ella, la persona más simple, plana y aburrida de todo México. 

Entonces siento como un coraje se apodera de mi  y me pongo de pie, pero Ximena me toma del brazo  — Tristán, no  — me murmura y aunque su cara es de completa incomodidad, vuelvo a sentarme. 

  —¡Ja! El gachupín salió mandilón  — y comienza a reírse  — seguro Ximena te dió Toloache o agua de calzón para que te quedaras con ella. — 

  —Vámonos  — me dice ella mientas se pone de pie. 

  —¿Ya se van?  — dice Rodolfo insistente —¿no se la estaban pasando bien? No se vayan, quédense, apenas empieza lo bueno. — 

  —Lo siento, pero tenemos que irnos  — dice Ximena tomando mi mano. 

  Volteo a ver a Rodolfo y le lanzo la mirada con más coraje que tengo y él se ríe  — ¿qué pasó socio? ¿Vas a dejar que te lleve? Vamos carnal, no te vayas, disfruta la fiesta   — 

Me suelto del brazo de Ximena y me acerco a él  — no soy tu amigo, ni tu “carnal”, ni tu socio ¿entendiste?  — le digo con una rabia que se me escapa entre los dientes. 

  —Está bien, está bien  — dice empujándome. 

Ximena al ver eso se regresa y me toma de la mano  — vamos  — me dice firme. 

  Ella comienza a llevarme alejándome de Rodolfo, respiro, no puedo creer que Ximena haya salido con esta patán. 

  —¡Ey Tristán! Al menos uno de nosotros hoy tendrá un buena noche de bodas, porque déjame decirte que Ximena es malísima para coger, así que ya sé lo que obtendrás esta noche. — 

  Entonces me suelto de la mano de Ximena e inmediatamente me regreso para darle un golpe en la cara que lo tira hacia el suelo. 

  —¡Tristán!  — me grita Ximena desde lejos mientras levanto. 

Rodolfo me pega una patada que me hace caer al suelo y trata de golpearme  — ¡Tristán ya!  — grita Ximena mientras siento cómo la gente comienza a acercarse para poner alto a la pelea. Después de uno que otro golpe que Rodolfo logra darme y yo de propiciarle otros 3 me levanto para sentir el labio completamente inflamado y sangrando. 

  —¡Te prohibo que hables mal de mi esposa!  — le grito. 

 Rodolfo se pone de pie  — ¿De tu esposa?  — y comienza a reírse  — ella no podrá olvidarse nunca de mi, porque yo le di todo y ella lo sabe, Ximena es mía, aunque sepa coger mal  — y vuelve a reírse. 

  —¡Basta!  — grito y corro hacia él y en un golpe ambos nos caemos dentro de la piscina. 

  —¡Tristán ya! Lo vas a ahogar  — escucho la voz de Ximena al fondo mientras mis manos lo toman del pecho hundiéndolo en el agua. 

  La música se para y de pronto siento una brazos que me jalan separándome de él  — Ya estuvo bueno güero  — escucho la voz de Paco en mi oído  — ya le metiste una madriza, déjalo  — comenta y veo como alguien ayuda a sacar a Rodolfo de la piscina. 

  —¡Lárgate de aquí!  — escucho que grita. 

  Me zafo de los brazos de Paco y salgo de la piscina por el otro lado. Ximena se abre paso entre los curiosos y me ve  — ¿Estás bien?  — pregunta preocupada.

La tomo de la mano y después de ir por mi saco caminamos juntos fuera del jardín  —¡Qué le hiciste a mi fofo!  — escuchamos un grito y es Maquena que viene furiosa  —¡cómo te atreves a pegarle! ¡En su boda!  — y lo toma del rostro. 

Parece que ella no escuchó ni una de las palabras que Rodolfo dijo de Ximena  — vamos dice Ximena  — y seguimos. 

  —¡Te odio Ximena! ¡Te odio! Rodolfo tiene razón, siempre me  envidiaste a mi, a nuestra relación y ahora que él se casó conmigo no lo puedes soportar, por envidiosa. — 

 Entonces ahora es Ximena quién se regresa y con toda la rabia del mundo la toma del cabello y la avienta a la piscina cayendo sin poner resistencia  — ¡Se acabó nuestra amistad en este momento! ¡Quédate con Rodolfo, quédate con tus estupideces y tu vida perfecta! No cabe duda que son el uno para el otro, y ahora, por andar de gorrona te cobraré cada peso de ese estúpido vestido que sí ¡te hace ver gorda!  no importa cuantos arreglos le haya hecho, porque ¡lo éstas!   — le grita y de pronto un “uuuuuuuhhhhhh” se escucha al fondo. 

  —¡Me arruinaste el maquillaje! ¡Mi peinado!  — grita Maquena mientras trata de salir de la piscina. 

Ximena regresa hacia mi y me toma de la mano  — vente, vamos a ver ese labio  — me dice tierna, y los dos salimos de la fiesta.

[…]

  —¡Ay! ¡Ay! espera  — le digo mientras siento cómo me cura el labio con le algodón. 

  —Lo siento, pero no puedo hacerlo más despacio, ya falta poquito  — me dice ella mientras se encuentra sentada sobre la cama frente a mi. 

Después de la pelea Ximena y yo subimos directo a la habitación nos quitamos la ropa mojada y ella comenzó a curarme las pocas heridas que tuve. 

  —Al menos yo no quedé tan mal como él  — y Ximena se ríe. 

  —En verdad si que sabes golpear ¿eh?  — me comenta mientras veo como con mucha delicadeza me pone una toalla con hielo sobre el ojo morado. 

  —Bueno, estudié boxeo de pequeño y hago Jiu Jitsu como deporte  — presumo. 

  —Ouch  — contesta ella  — creo que Rodolfo se la pasará mal. — 

  —¿Ahora quien tendrá una buena noche de bodas?  — le bromeo y ella se ríe. 

  —Lo más chistoso es que mientras peleaban sonaba el “Tucanazo” de los Tucanes de Tijuana de fondo, así que fue chistosisismo la música de ambientación, ahora cada vez que la escuche me acordaré de los goles que le diste a Rodolfo   — y volvemos a reírnos. 

Después ella guarda silencio y yo la miro  — No debiste hacer eso Tristán  —y me quita el hielo del ojo. 

  —¿Qué? ¿defender a mi esposa de un patán?  — pregunto. 

  —No debiste pelearte por eso, no valía la pena, simplemente eso. —

  —Valió cada golpe y la caía a la piscina, nadie le habla así a la mujer que amo  —le digo y ella sonríe. 

Y así, en un rush de alegría mezclada con enojo confieso mis sentimientos más profundos hacia ella. 

  —¿Me amas?  — pregunta y sonríe. 

  Tomo con mi mano la toalla con hielos y la quito lentamente  — claro que te amo y por eso no voy a permitir que Rodolfo o cualquier otra persona diga algo sobre ti  ¿me entiendes?   — la miro a los ojos   —¿Tu me amas?  — pregunto. 

Ximena acaricia mi rostro y sonríe y de nuevo esa electricidad entre los dos regresa y mi piel se eriza. Ella, vistiendo un camisón de tirantes increíblemente sexy se encuentra frente a mi y puedo ver como sus pechos suben y bajan agitados  —¿me amas?  — vuelvo a preguntar con mis labios aún más cerca de los suyos. Ximena me besa. 

  —Ouch  — digo y ella se aleja. 

  —Lo siento, yo. —

  —No, no dejes de besarme  — le pido mientras mis manos comienzan a tocarla  — no pares. — 

Ximena vuelve a hacerlo, esta vez con más cuidado y después de acostumbrarnos a todas las sensaciones que nos provocamos juntos la temperatura del cuarto comienza a subir. Ella se separa un momento y me ve a los ojos. 

  —No me importa lo que dijo Rodolfo  — le digo adivinando lo que me dirá en su mirada  — tú y yo nos amaremos diferente. Si sólo con mirarnos, nos deseamos, imagínate cuando lo hagamos. — 

Ella se vuelve a acercar a mi y me besa, esta vez más segura, subiendo las manos y acariciando mi pecho, erizando mi piel, encendiendo mi alma. Mi mano sube y baja uno de sus tirantes acariciando su hombro. 

  —Déjame hacerte el amor Ximena  — murmuro sobre sus labios  — déjame demostrarte lo mucho que te deseo, que te amo. —

Entonces Ximena toma una de mis manos con la suya y la pone sobre uno de sus pechos, dándome así la señal que necesitaba.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *