[Tristán]

Mientras tengo la mano sobre su pecho, siento su corazón latiendo desbocado, su respiración agitada y en sus ojos, enmarcados con esas hermosas pestañas, se lee una mezcla entre duda y nerviosismo como nunca había visto. Me acerco lentamente a ella y le doy un beso, ella tiembla, no sé si de miedo, de frío o de nervios, sólo sé que beso a beso tengo que ir quitando esa sensación. 

  —Te amo  — le murmuro mientras hago mi cuerpo hacia adelante para que ella caiga sobre la cama. 

Mi cuerpo cae encima del suyo, y la veo por un instante  — ¿Me amas?  — le pregunto y ella asiente con la cabeza para después darme un beso que me enciende como nunca. Con Ximena he descubierto sensaciones que no pensé que existían y que ahora que las experimento me siento como el mismo Colón, explorando tierras desconocidas, probando cosas nuevas, sintiendo diferentes tipos de calor, de frío, de besos, de caricias. 

Mis manos comienzan a recorrer lentamente su cuerpo, ese cuerpo que tantas noches me ha mantenido despierto mientras reposa a mi lado. Mientras acaricio esa piel morena con destellos dorados de Ximena, puedo ver cómo su piel se eriza ante mi toque y como ella cierra los ojos sintiendo todo el placer que le puedo dar. 

Los nervios van desapareciendo poco a poco, beso a beso, caricia a caricia hasta que el calor entra a nuestros cuerpos y nos dejamos llevar. Mis manos bajan los tirantes de su camisón descubriendo sus asimétricos y hermosos pechos. Beso primero su cuello y de ahí bajo lentamente hasta ellos para acariciarlos con mis labios, ella se ríe ligeramente. 

  —Lo siento, me da cosquillas tu barba  — me comenta y yo sonrío. 

  —No tienes que disculparte de nada  — murmuro. 

Sigo besándolos y de las cosquillas pasamos a los leves gemidos. Ximena comienza a acariciar mi cabello, jugando con él, revolviéndolo, brindándome pequeños destellos de placer, erizando mi piel. Bajo, poco a poco, bajo, mis manos ayudan a quitar el resto del camisón. Descubro su vientre, lo beso, paso a sus hermosas piernas y después a su intimidad , cuando siente mi aliento cierra levemente prohibiéndomelo. 

  —¿Qué pasa?  — murmuro agitado excitado. 

  —Es que.. — pero no me dice más. 

  —Sólo déjate llevar ¿confías en mi?  — le pregunto y ella después de mirarme, relaja su cuerpo. 

Vuelvo a ella, la beso levemente y puedo ver cómo las manos de Ximena se aferran a la sábanas en señal de excitación dándome pie para continuar. Juego con ella, la beso, la hago vibrar y ella en cambio me regala esos gemidos de placer que se mezclan con mi nombre cuando ya no puede más. Puedo sentir sus caderas calurosas y cuando las beso con mis labios, se sienten como lava de volcán, como si su piel se estuviera derritiendo lentamente. 

Vuelvo a subir a su rostro y ella puede sentir que mi cuerpo ya no aguanta más, necesito estar en ella, amarla, acariciarla, fundirme con ella, enamorarnos poco a poco, a fuego lento como lo hemos hecho hasta ahora. 

  —Ximena  — le digo excitado mientras las ganas se acumulan en mi. 

Ella baja sus manos y comienza a quitar el pantalón del pijama y después el bóxer  — te amo  — me murmura y luego me besa llena de excitación y placer. 

Sus labios me invitan a soltarme por completo, a seguir su ritmo, darle lo que quiero, lo que ella quiere. Entro en ella e inmediatamente siento una increíble ola de placer que se apodera de mi cuerpo. La deseo, me desea, y eso se puede sentir, lo puedo tocar, escuchar. Empiezo a moverme dentro de ella y Ximena, completamente excitada, se aferra de las sábanas, luego pasa a mi espalda donde hunde sus dedos un poco más fuerte y finalmente posa sus manos sobre mi espalda baja invitándome a que entre más en ella, a que siga con lo que estoy haciendo. 

Me besa con pasión en los labios para después pasar al lóbulo de mi oreja y morderlo levemente provocando que yo gima sin poder evitarlo  — eres tan hermosa, me excitas mucho   — le confieso mientras la veo a los ojos. 

Es verdad, Ximena me prende y me excita como ninguna otra mujer lo había hecho, no sé si sean sus curvas, esa hermosa piel morena o sus carnosos labios, pero nunca en mi vida me había sentido tan atraído por una mujer de esta manera. Sin embargo, es más que físico, ella también me encanta, la forma en cómo se ríe, mueve su cuerpo, sus miradas coquetas y esa sonrisa que me hace sonreír de vuelta. Su acento, amo su acento, cuando me habla, las palabras que dice, me vuelve loco y me provoca todo lo que yo sabía que existía pero no sabía donde buscarlo.

 Entonces sorpresivamente, Ximena echa su cuerpo hacia delante y en unos cuantos movimientos ahora es ella quien está arriba de mi mostrándome su cuerpo en todo su esplendor. Sus pechos, su vientre, su cabello negro cayendo por sus hombros ligeramente rozando su piel, mis manos tocándola mientras que ella con sus movimientos hace que me queme por dentro. De pronto la nerviosa Ximena, se convierte en la sensual y eso me hace pensar que está con la persona correcta dejándose llevar, dejándonos llevar. 

Mis manos acarician la línea de sus pechos para después acomodarse en sus caderas y ahora soy yo quien se aferra ahí, sintiendo sus movimientos tan sensuales que me hacen delirar. Ella se inclina y me besa — te amo — me murmura mientras clava sus hermosos ojos en los míos. 

—Yo te amo más — le respondo y luego me prendo a sus labios como si mi vida dependiera de ello. 

De nuevo unos movimientos y mi cuerpo encima del suyo hace que nos derritamos de placer. Mis embestidas cada vez son más prontas y ella no puede dejar de aferrarse a las sábanas — Tristán — me murmura para después ver como su cuerpo se arquea brindándome la imagen más excitante que he tenido hasta ahora y evidentemente elevando mi ego hasta el cielo. 

Ximena descansa un poco después de lo que acaba de pasar y cuándo abre los ojos me ve sonreír, si, lo hago, disfruto verla así tan entregada, tan vulnerable, tan ella sabiendo que lo que hacemos está bien. Tomamos un respiro y continuamos dejándonos llevar, volviendo a generar ese placer entre besos y caricias hasta que mi cuerpo no aguanta más y mientras la beso una ola de placer se dispara encendiendo toda mi piel, agitando mi respiración, provocando que un gemido se escape de mis labios regalándole todo de mi. 

—Te amo mi hermosa mexicana — le digo al oído mientras mi cuerpo desfallece sobre el de ella y comienzo a besarla aun agitado. 

Nos separamos un momento y ella me ve a los ojos — te amo Tristán, te amo como nunca había amado a nadie — me confiesa. 

Escucho eso y mi corazón se agita feliz, nunca en mi vida alguien me había dicho que me amaba con tanta sinceridad, nunca nadie como Ximena, ella se ha convertido en la mujer por la que vale la pena luchar. Me hago un lado y me recuesto sobre la cama, luego la jalo hacia mi y ella se acomoda en mi pecho tranquila. 

¿Entonces esto se siente hacer el amor a la mujer que amas? ¿esto es estar perdidamente enamorado? ¿esto es darte en cuerpo y alma sin importarte nada más? ¿Esto es que te cuiden y te amen? Hay tantas preguntas que rondan por mi cabeza que no me permiten descansar, no quiero cerrar los ojos por miedo a que todo desaparezca y me encuentre de nuevo en mi habitación solo y pensando en qué haré con mi vida y preguntándome si algún día seré feliz… ahora lo soy, soy muy feliz. 

No soy  hombre de religión,  pero aquí estoy, en medio de la noche, mientras Ximena duerme sobre mi pecho, rogándole a cualquier ser superior que exista y que en este momento me esté escuchado, que no me quiero ir, que daría todo lo que tengo por quedarme con ella, que quiero despertar todos los días a su lado y dormirme sintiendo su respiración en mi cuello. Quiero ser suyo por siempre y para siempre y que esta sensación de felicidad no se vaya jamás de mí, porque Ximena Caballero, mi bella mexicana, me hace un mejor hombre, uno inmensamente feliz. 

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