[Ximena]
Entonces nuestra vida en Cuernavaca fue mucho más tranquila de lo que yo esperaba, ya que la ciudad es más tranquila y eso le agradó bastante a Tristán que continuamente se quejaba, en la Ciudad de México, por el ruido a la hora de dormir. Él, se adaptó bien, incluso para viajar una vez a la semana, con una vez que le enseñé como podía irse y regresar de ciudad a ciudad lo hizo facilísimo, como todo un experto liberándome un poco de la carga de tener que acompañarlo a cada rato, ya que uno de los motivos de nuestra pequeña estadía en Cuernavaca era para cuidar a mi padre, cosa que he hecho junto con Rosalba y gracias a eso, mi padre ha ido mejorando día a día y cada vez se encuentra más fuerte.
¿Temía perder a mi padre? sí, por supuesto, y aunque no hemos tenido una relación excelente, nos llevamos bien y sólo de pensar que podría ya no salir del hospital me causó un terror enorme, uno, que pensé nunca más volvería a sentir en mi vida después de sentirlo con mi madre. Él se ha vuelto todo para mí, aunque debo admitir que ahora que la relación con Tristán va creciendo más, siento un apoyo nuevo, uno que pensé que nunca tendría y que ahora mi esposo, porque sí lo es, me da día a día, y se nota en la forma en que mi padre habla de él continuamente.
—En verdad admiro a ese muchacho — me dice mi papá mientras estamos sentados en el jardín de su hermosa casa — es inteligente, bien vivo, sabe lo que hace y aprende rápido, si sigue así lo contrataré formalmente para que no tengamos luego problemas con él, ya sabes, la migra — y se ríe poquito para después toser.
—Pensé que Tristan no te agradaba — confieso.
—Al principio no, se me hacía no sé, raro, pero ahora sé que en verdad te quiere y que están hechos el uno para el otro ¿sabes? es una sensación de que “andaban sin buscarse pero sabiendo que andaban para encontrarse” — me río.
—Parece que ya estás mejor y haz leído de nuevo — le comento
—Sí, me siento mucho mejor y ahora con tus cuidados he mejorado bastante.—
Mi padre voltea, me toma de la mano, la besa, estos pequeños gestos de él me hace sonreír porque pocas veces lo hace. Suspira profundo, sintiendo el aire entrar por sus pulmones, como asegurándose de que puede hacerlo bien y que no ha empeorado su condición.
—Sé que nunca te lo digo ‘menita’ y que pocas veces tenemos momentos donde compartimos así a solas. Yo sé que después de la muerte de tu madre me olvidé completamente de ti y de tu hermano y que tu te las haz visto solas durante mucho tiempo. No estuve para defenderte del patán de Rodolfo y menos estuve en esa boda que sorpresivamente tuviste, pero te entiendo, lo que no entiendo es ¿qué haces aquí cuidándome? — y sonríe.
Le acarició el cabello y le doy un abrazo — porque te quiero papá, porque sé que lidiaste con la muerte de mi madre de la mejor manera, todos lo hicimos como pudimos, pero eso no quita que yo te quiera y que seas mi padre y te quiera ver sano y bien.—
—¿Para mis nietos? — y sonríe.
Me quedo en silencio, la verdad es que Tristán y yo nunca hemos hablando de hijos, así que unos en futuro cercano no creo que lleguen. Además, él y yo apenas empezamos nuestra vida íntima y puede pasar un tiempo antes de que llegue ese bebé.
—Para la vida en general — le comento y él se ríe.
—Nada me haría más feliz que verte con hijos mi Ximenita. Además, tu marido es muy guapo, saldrían uy bonitos — y ese comentario me hace reír.
—Todo a su tiempo padre, por ahora lo importante es que estés bien y que te recuperes para que estés al cien cuando los nietos lleguen ¿te parece? — y él asiente — ahora me voy, es el cumpleaños de Tristán y tengo una sorpresa para él para cuando regrese del la Ciudad de México— me pongo de pie y le doy un beso sobre la frente — cuídate ¿eh? Cualquier cosa me llamas.—
—Lo haré, me saludas a Tristán ¿si? — me contesta y después vuelve a ver al jardín, a ese hermoso jardín que mi madre diseñó especialmente para él.
Tomo el auto, y antes de regresar a mi casa paso al mercado por un ramo de flores para adornar la mesa de la cena, escojo unas margaritas, me encantan, un poco de nube y las combino con astromeilas de distintos colores. Hoy le he haré a Tristán una cena especial, una que mi madre me enseñó hace mucho tiempo y que espero me salga, ya que será bastante “española”, paella. Sé que puede ser muy básico, pero es la única comida que sé hacer y ya con el tiempo haré otras más que podrá disfrutar.
Llego a la privada y lo primero que veo al entrar es a un chico de pie en la puerta. Entro por la del estacionamiento y el guardia me para — esa persona está buscando al señor Tristán — dice tranquilo y al voltear a verlo él fija la mirada.
—Va, gracias, en un momento lo atiendo, no lo deje pasar — le pido.
Estaciono el auto y camino de nuevo a la entrada para reunirme con él. Lo veo parado aún en las escaleras y cuando me acerco sonríe.
—¿Dime? — pregunto.
—Hola, mi nombre es Iñaki, soy amigo de Tristán, quería ver si se encontraba — pregunta.
—¿Qué clase de amigo? — pregunto.
—Mejor amigo, él es mi mejor amigo desde la infancia — y me sonríe —Tú eres Ximena Caballero ¿no? — y sonrío al escuchar mi nombre con mismo acento diferente persona.
—Sí, soy yo, pasa ¿vienes desde España? — le pregunto.
Él asiente — la verdad es que me costó un poco de trabajo encontrarte, encontrarlos, pero finalmente llegué.—
—¿Vienes por lo del cumpleaños de Tristán? — pregunto y él sonríe.
—Sí, sí claro, quería darle una sorpresa, hace mucho tiempo que no lo veo y pensé ¿por qué no venir a visitarlo? —
Observo a Iñaki y veo que tiene el mismo estilo que Tristán justamente cuando llegó ¿deberé confiar en él? o ¿simplemente esperar a que Tristán llegue y lo confirme? — ¿Quieres pasar? — pregunto.
—No, no, sólo quiero que le digas a Tristán que estoy hospedado en el hotel “La casa Azul” para que vaya a visitarme.
—O podrías quedarte a su cena de cumpleaños, haré Paella.—
—No, no… en realidad vengo cansado y quiero dormir, sólo pásale a Tristán mi mensaje ¿si? — y sonríe.
—Está bien, pero conste que yo te dije que te quedarás Iñaki— y me río.
—Lo sé y muchas gracias… no sé si volvamos a vernos pero… fue gusto conocerte.—
«Esa última frase me salta ¿no sé si volvamos a vernos? ¿A caso se regresará?»
—Igualmente, yo le paso a Tristán tu mensaje, Iñaki — y él sonríe.
—Hasta luego Ximena y… — pero ya no me dice absolutamente nada más y sólo baja las escaleras y sale.
—¿Quieres que lo deje entrar la próxima vez? — me pregunta el policía.
—No, quiero pensar que no lo volveré a ver por aquí — le comento — mejor avíseme cuando vaya entrando Tristán para que su sorpresa no se arruine.—
—Si señora — me responde.
Entro a mi casa con un aire medio extraño. De la nada un “mejor amigo” de Tristán se presenta en mi casa, una que básicamente nadie sabe que existe, buscándolo y luego se despide de mi como si nada sucediera ¿tendría que preocuparme? ¿tendría que sospechar de Iñaki? ¿cuestionar a Tristán? No lo sé, pero mientras lleno el jarrón de agua para poner las flores y adornar la mesa dejo de hacer teorías y mejor me pongo a cocinar.