[Tristán]
Llego a mi casa después de un largo día en la Ciudad de México, para encontrarme con una mesa perfectamente decorada y un olor a paella que me ha traído recuerdos de todo tipo. Entro y observo como ha puesto cuidadosamente cada uno de los adornos y unos regalos yace sobre la barra de la cocina.
—Mena, ya llegué — le comento mientras subo las escaleras y ella me recibe sonriente.
—¡Feliz cumpleaños! — me dice y me abraza con todas las ganas del mundo y yo me siento amado.
—No tenías que hacer todo esto — le comento.
—¿Bromeas? Es tu primer cumpleaños en México, debíamos hace algo, sencillo, pero algo — y me da un beso sobre los labios — preparé “paella” para ti — y hace los dedos poniendo las comillas.
—¿Porque dices “paella”? — comento divertido y ella me mira un poco decepcionada.
—Porque no tengo ni idea de si me salió bien, si me salió mal, tú serás quién juzgue.—
—Sé que te salió de maravilla, pero algo tuyo, sencillo, esas quesadillas que luego haces hubieran sido perfectas, no era necesario una paella.—
Ximena me arregla el cuello de la camisa y me da un ligero beso sobre los labios — quería consentirte y tratar de hacerte sentir un poco mejor, quiero pensar que extrañas comer lo que comes allá en España ¿qué no? — y baja las escaleras para irse a la cocina.
Dejo mis cosas sobre los sofás de la pequeña sala que hay arriba, me lavo las manos y bajo para ayudarle a servir los platos — también compré una botella de vino tinto, espero te guste, la verdad pregunté cuál era el mejor y me dijeron ese, no sé si sea verdad — y se ríe.
Tomo la botella y la leo, sí, es el mejor y me encanta, sin querer Ximena ha adivinado uno de mis vinos favoritos. Lo destapo con cuidado y lo dejo reposar por unos minutos mientras voy a ver la Paella que me ha preparado.
—¡Deliciosa! — le comento.
—Ni siquiera la haz probado — contesta.
—Pero tiene buena pinta, así que sé que está deliciosa— le aseguro y le doy un beso sobre la parte de arriba de la cabeza.
Tomo la baguette que está sobre la barra y comienzo a cortar el pan para poder acompañar el platillo —¡Ah! Por cierto, un chico llamado Iñaki vino a buscarte — e inmediatamente me corto el dedo con el cuchillo.
—¡Mierda! — digo enojado mientras pongo la mano hacia arriba para evitar que corra la sangre.
—¿Estás bien?— me pregunta preocupada mientras me ayuda para echarme un poco de agua y limpiar la herida.
—Sí, sí estoy bien — comento con un tono entre dolor y queja — ¿Iñaki dices? — pregunto.
—Sí, Iñaki, no me dijo su nombre, sólo que te estaba buscando y que se hospeda en la “Casa Azul”, un hotel en el Centro Histórico. Le dije que si quería quedarse pero dijo que estaba cansado y se fue.—
—¿Te dijo algo más? — pregunto con miedo, porque eso es lo que siento ahora, miedo. De pronto mi alguien de mi “otra vida” se mezcla con la nueva que tengo.
—No, sólo que lo buscaras — me dice —¿te sientes mejor? — me pregunta.
—Sí, sí claro — digo con la cabeza en otro lado.
—Va, entonces, a cenar para que ustedes “señor Master Chef España” me diga cómo quedó mi paella ¿vale? — y comienza a servir.
«¿Qué hace acá Iñaki? ¿Cómo es que me encontró? ¿Habrá venido mi madre? Son todas las preguntas que vienen a mi mente y que no me dejan escuchar las anécdotas que Ximena tiene para mi. Soy tonto, muy tonto en no decirle nada, y ahora con Iñaki cerca de mi corro más el riesgo de que ella lo descubra. Debo actuar rápido y debo hacerlo ya, pero el miedo de perderla me puede más mucho más… de pronto tengo todo por perder cuando antes pensaba que no tenía nada ». Iré, visitaré a Iñaki, aclararé las cosas y después regresaré para contarle la verdad a Ximena, porque lo que menos quiero es perderla.
—¿Comemos y luego abre tus regalos? — escucho por fin su voz.
—Sí, sí claro — mi voz se escucha un poco sorprendida pero es que en verdad no estaba poniendo atención a lo que me contaba.
Comenzamos a comer la paella y debo decir que es estuvo mejor de lo que ella piensa, no sé como le hace, pero todas sus comidas son deliciosas y ha llegado un punto en el cuál pienso que no sé qué haría sin ellas. Después de la comida ella acerca su silla hacia mi y mientras toma un poco de vino me cuenta de como está su papá, de lo que le dijo esta tarde y que una clienta nueva que vio el vestido en la fiesta de Maquena la acaba de contratar para diseñarle el suyo para la boda.
—¿Listo para abrir tus regalos? — me comenta.
—¡Sí! — contesto emocionado.
Ella toma una caja y un pequeño sobre y me los da —¿cuál primero? — y sonríe.
—El sobre — contesto y ella me lo da emocionada.
Lo abro con cuidado y veo dos boletos de un tour — ¿Un tour para ir a ver las mariposas monarca? — pregunto.
—Sí, nos vamos mañana a las 4:00 am, iremos a Michoacan a verlas y a tomar muchas fotos porque es un lugar precioso, te va a encantar — le doy un beso en la frente.
—Me encanta — le comento y ella sonríe. Ximena toma ella caja y me la entrega —¿Qué es esto? — pregunto.
Comienzo a abrirlo y saco un hermoso suéter tejido de color gris —¿Te gusta? Lo hice yo — presume.
—¡¿En serio?! Es hermoso, tan bien hecho — le digo.
—Gracias, sé que necesitas un suéter porque no tienes más que los que Paco te regaló, así que te hice uno y trae una bufanda de regalo — y saca una bufanda del mismo color del suéter.
—¿Bufanda? —
—Lo siento, no quería desperdiciar el estambre así que te hice una hermosa bufanda para cubrir tu hermoso cuello — y se inclina para darme un beso sobre él provocándome cosquillas.
—Te amo— le murmuro y le beso en los labios.
—Yo te amo más.—
Ximena se pone de pie y se sienta a horcajadas sobre mi para seguir besándome —¿Este es otro regalo? — le pregunto y ella se ríe coqueta.
Tomándola entre mis brazos me pongo de pie y la cargo — me encantan todos mis regalos pero me gusta más cuando tu eres mi regalo — le murmuro y camino con ella en brazos para subir las escaleras y caminar hacia la habitación.
***
Abro los ojos a las 1:00 am y lo primero que me viene a la mente es Iñaki ¿qué hace aquí? ¿a qué vino a buscarme? Así que me pongo de pie con cuidado, me visto y salgo de la casa para dirigirme a ese hotel “La Casa Azul” que se encuentra en el Centro de Cuernavaca. Me es fácil llegar, la ciudad es pequeña y entre más manejo aquí, más fácil me es encontrar los lugares y las calles, así que, al no haber tráfico a esta hora, en menos de 20 minutos me encuentro estacionando el auto y caminando hacia la recepción
Veo el hotel y es completamente hermoso, sé que si yo viniera a Cuernavaca un día me hospedaría aquí, ya que parece una hermosa hacienda mexicana, llena de un color blanco, puertas y ventanas de madera y con balcones que dan un estilo tan español al lugar. La chica de la recepción me ve y me recibe con una sonrisa a pesar de que es muy tarde —Bienvenido a La Casa Azul ¿en qué puedo ayudarle? — pregunta.
—Hola, soy Tristán Ruiz de Con y estoy buscando a Iñaki Martin Moreno, acaba de llegar hoy.—
—Un momento — me dice y después de buscar en la pantalla del ordenador me vuelve a ver — efectivamente, se encuentra en la habitación 202 ¿quiere que le avise que está aquí? —
—Sí por favor, lo espero — y me siento en la sala de espera de la recepción.
Las manos me sudan, veo el reloj y deseo que Ximena no se despierte para y se preocupe por mi. Ni una nota, nada le dejé, no quiero que sepa que estuve aquí y que era tan importante que no pude esperar unos días, además, el despertador sonará en unas horas para irnos de viaje a Morelia.
—¿Dónde estás? — murmuro cuando él aparece con aspecto adormilado y me sonríe.
—¡Hermano! — me dice.
—Vamos a tu habitación — contesto sin decir más y él me lleva sin que crucemos palabra.
Al entra a esa habitación digna de un hotel como el que es, con puertas y muebles de madera, azulejo café y ropa de cama blanca, él cierra la puerta y yo me volteo a verle —¿qué haces aquí? — pregunto frío — Te dije que no me buscaras, que no quería saber nada de ustedes.—
—Oye, oye, yo vengo a visitarte, vengo a pedirte que no hagas una tontería antes de que todo explote Tristán. Hasta tu padre está preocupado de que no sabe de ti, pero bueno, veo a tu esposa y veo la razón — y sonríe.
—Iñaki, no tengo mucho tiempo, pero necesito que te vayas, que no vuelvas a buscarme ni tú, ni nadie ¿está claro? — y él sonríe y se acerca a mí.
—Entonces ¿la mexicana no sabe nada? — me pregunta —no sabe nada de tu “plan” de retiro por seis meses.—
Cuando Iñaki menciona eso siento como mi cuerpo se invade de furia y a la vez de culpa, sí, esa es mi cruz mi “plan” de seis meses para “organizar” mi vida —estoy enamorado — contesto — amo a Ximena, ya no hay un plan a seis meses — le comento.
—Sí, pero eso ni Bego, ni tu madre, ni tu padre lo saben… ellos piensan que regresarás y que te casarás, que la mexicana sólo es un ” problema” que debes resolver, igual que yo, yo pienso lo mismo.—
—Ximena es mi esposa, no un problema — contesto enojado.
—¡Ay por favor Tristán! ¡No te engañes a tu mismo! Sabes claramente que no te puedes quedar con ella, tienes mucho que perder, empezando porque tu familia no te dejará mantener un matrimonio con Ximena, uno porque es mexicana, dos porque no es de tu clase — y sólo escuchar eso me enojo.
—¡Cómo chingados no! — contesto — ¡Por primera vez en mi vida me siento bien! ¡Libre! ¡Enamorado! y estoy dispuesto a luchar por ella hasta las últimas consecuencias.—
—¿Y si muy valiente? ¿Por qué no le dices la verdad? — me pregunta — ¿por qué no vas y le dices a ella lo que pasa? ¿por qué Tristán? ¿Te da miedo perder tu herencia? ¿te da miedo saber que si luchas por ella te quedarás como un don nadie? Una persona que en su vida ha dado golpe o te da miedo decirle que te tienes que casar con Bego porque ¿de eso depende que tus padres te hereden el dinero? —
Volver a escuchar todas las cosas que me atan a mi vida pasada me calan dentro muy dentro, sé que Ximena me ha enseñado a ser independiente, a valerme por mi mismo y me ha dado otro tipo de vida.
—¿Estás dispuesto a ser un don nadie Tristán? Sin dinero, ni herencia, ni nada, en un país extranjero y sobre todo enfrentarte a los padres de Bego quienes poseen el 50% de tus empresas… ¿dejarás a tu familia en la ruina por amor? Sólo piénsalo, si te quedas con Ximena, tus padres perderían el 50% de su patrimonio por tu culpa, sólo por quedarte con una Don Nadie, una costurera.—
—Ximena no es una Don Nadie, ni una costurera, es el amor de mi vida y sí, estoy dispuesto a enfrentar todo por ella, a luchar por ella, no importa si en mi vida vuelvo a ver el dinero de mis padres… ¿a qué voy a regresar? ¿a una vida vacía? ¿si amor? Prefiero quedarme con ella aquí y trabajar hasta el último día de mi vida, que regresar a una vida llena de lujos sin conocer el amor.—
Iñaki se burla de mi discurso y aplaude sarcásticamente — no cabe duda que la mexicana te ha dado alguna pócima, o algo por el estilo, pero está bien, si eso quieres… eso tendrás — me comenta.
Él va hacia su maleta y saca un sobre y me lo da — ¿qué es esto? — pregunto.
—Soy el abogado de tu empresa ¿no? Pues aquí está un contrato donde renuncias a todo para quedarte aquí, herencia, obligaciones, prácticamente dejando todo por ella.. si tanto la amas firma, hazlo ahora — y me entrega una pluma.
Y yo la tomo sellando de esta manera mi destino.