[Tristán]
—¿Listo cuñado? — me pregunta Paco mientras se sienta sobre la orilla de la mesa — Listo para hacer de mi hermana una mujer decente. —
—Tu hermana ya es decente, solo que hoy se va a oficializar todo y después, en diciembre, será más oficial de lo oficial — y él se ríe
—Sabes, al principio pensé que te echarías pa’ atrás, digo, se nota que vienes de familia acá riquilla y que no eras bueno para el jale, pero la neta, me has sorprendido — me comenta.
Me río, es increíble como mi entendimiento de jerga mexicana ha incrementado en estos meses de vivir aquí; tiempo atrás ni siquiera supiera que es jale o neta.
—Pues ya ves, no te dejes llevar por las apariencias, cuñado — y le sonrío.
—La neta que padre que la Ximena y tú se vayan a casar de nuevo. La neta, mi papá estaba bien triste porque decía que le habías robado esa oportunidad de llevara su hija al altar, pero ahora, la neta… está rifado. —
Me río — Sí está muy padre — contesto — pero yo no me robé nada, sólo las circunstancias se dieron diferentes. —
—Eso sí, en fin, te haré tu despida a lo grande, para que invitemos a todos los godinez de esta empresa —
—No, no, no.. sin mezcal ni nada — le advierto — la última boda no la recuerdo y está me gustaría mucho recordarla. —
—¡Qué aguado! En fin, tengo mucho tiempo para convencerte ¿qué no? — él se pone de pie — traigo noticias de la gerencia y dicen los altos mandos que ya te puedes ir a tu piso — y me imita — para que estés descansado para la noche . —
—¿En serio? ¿me puedo ir? — pregunto emocionado.
—Sí — me indica Paco.
—Excelente, porque planeo pasar a la joyería para comprarle a Mena un regalo, lo encargué hace un mes. —
—Pues, ándale, que si no luego se arrepiente mi papá. —
Saco mi nuevo móvil, me lo compré porque a Mena no le gustaba que estuviera incomunicado y veo en la pantalla que tengo un mensaje de mi banco en España —¿qué es esto? — murmuro.
—¿Qué? — pregunta Paco.
—No, nada, un correo — miento.
—Bueno, te dejo, iré a ver que hace el conflictivo del Rodolfo — me dice y se aleja de mi lugar.
Abro inmediatamente el mensaje en mi correo y descargo la aplicación para comprobar que es verdad, y sí, mi cuenta se encuentra completamente desbloqueada —¿qué demonios? — murmuro y doy click en la cantidad para ver como todo mi estado de cuenta de desglosa otra vez.
Estaría feliz, muy feliz de saber que de nuevo tengo una cifra de seis números en mi cuenta, que con este dinero podría comprarle a Mena el piso de arriba que tanto quiere para hacer ese Roof Garden, es más, hacerle uno con el mejor diseñador… todo, absolutamente todo podría darle pero… esto no se ve bien.
Tomo mis cosas y después de apagar el ordenador le mando un mensaje a Ximena.
Xime
Mi corazón, tu padre me dejó salir antes para prepararme para lo fiesta de esta noche. Sé que estás en el salón de belleza y llegarás más tarde, así que te aviso que pasaré a pagar una cosa antes y te veo más tarde en el piso. Te amo.
Termino de enviar el mensaje y antes de salir veo a lo lejos a Rodolfo. Se sonríe y luego vuelve a su ordenador para seguir trabajando.
—¿Ahora que le pasa a este idiota? — murmuro.
—¡Ey Tristán! — me dice Jaime uno de los chicos bajando del elevador.
—Dime. —
—Hay unas personas que quiere verte, están abajo en el lobby . —
«¿Personas? » pienso y admito que la sensación que siento no es nada buena.
—Gracias — respondo mientras me subo al elevador y las puertas se cierran.
Mi corazón comienza a latir rápido ¿personas? ¿personas? pienso mientras veo cómo cada uno de los pisos baja uno por uno, por uno hasta que la campanilla que anuncia el lobby se suena y las puertas se abren. Camino atravesándolo y al verlo mi corazón se detiene por un instante y todo se viene abajo.
Iñaki se acerca rápidamente y me ve con ojos de desesperación — lo siento hermano, lo siento mucho — me murmura.
Se hace un lado y entonces a lo lejos veo a mi madre caminar hacia mí junto con Bego. Puedo oler ese horrible perfume dulce que tanto le gusta ponerse y que me causa náuseas.
—Me alegra que estés bien hijo — me dice ella con un tono de todo menos preocupación.
—Baby! — dice Bego acercándose.
—Aquí no — murmuro con un nudo en la garganta — aquí no por favor — y mi madre sonríe.
—Claro que no hijo, los Ruíz de Con no están para escándalos ¿dónde nos llevas? —
Camino hacia la salida ignorando a todos, sintiendo como la angustia regresa a mi cuerpo, la tristeza, las cadenas de nuevo atándome. Observo al chofer abrir la puerta y tras cerrar todo me siento de nuevo en la prisión.
—Baby, me da tanto gusto saber que estás bien — me dice Bego en un tono infantil.
—¿Dónde vamos? — me pregunta el chofer y yo si poder hacer nada le doy la dirección de mi piso.
Volteo a ver a Iñaki que como siempre no me da la cara, me ignora, hizo algo que aún no sé qué fue y eso me angustia ¿ya lo sabe Ximena? ¿Ya le habrán dicho? Hoy es mi fiesta de compromiso con ella, se supone que debería ir rumbo a la joyería por el collar que le mandé a hacer.
—Madre — murmuro.
—En el piso Tristán no en frente de los empleados — comenta y así vamos en silencio el resto del camino.
***
Entramos al piso colorido y Solovino me salta dándome la bienvenida, siempre lo hace, se pone feliz cuando llego porque comúnmente es cuando le pongo la correo y lo saco a pasear.
—No amigo, ahorita no — le digo y sólo me mueve la cola.
Creo que Solovino no sabe que es la última vez que posiblemente que me pueda recibir así. Bego Iñaki y mi madre entran atrás de mi y él inmediatamente comienza a ladrar.
—¡Ay pero qué susto! — comenta mi madre mientras lo tomo del collar y lo meto a la habitación.
Regreso, a la sala y veo que mi madre toma una de las mantas que hay sobre el sofá y lo ve como si estuviera sucio — Qué horror, no puedo creer que hayas aguantado tanto tiempo viviendo aquí — dice, para luego voltear a verme y su mirada cambia a “preocupación” —¡Mira como te tienen! — me dice en tono dramático — con esos andrajos, pareces plebeyo — y me abraza, debo admitir que sentirla cerca se me hace muy extraño.
—¿Qué hacen aquí? — digo frío mientras me alejo de ella.
—Pues, venimos por tí, nos alegra saber que estás bien y vivo. Cuando Iñaki nos dijo dónde estabas no tienes idea como descansé — comenta mi madre.
Puedo ver a Bego como camina alrededor viendo las cosas de Ximena y tocando las fotos y las cosas — Puedes dejar de tocar — le digo firme y ella voltea a verme.
—Lo siento baby, es que esto parece un museo, ya sabes, de rarezas — y saca un pañuelo para limpiase las manos.
Voleo a ver a Iñaki enojado —¿No les dijiste? — pregunto. Él baja la mirada pero no me contesta —¿qué hacen aquí? ¿cómo supieron que estaba aquí? — tomo Iñaki del cuello de la camisa — ¿cómo me encontraste en primer lugar? ¿No les dijiste que renuncié a todo? ¡Diles Iñaki! — él cierra los ojos.
—Te encontramos por un tal Rodolfo que nos contacto, muy educado — dice mi madre — nos dijo que tenía información valiosa y por una suma cuantiosa de dinero nos rebeló donde estabas y qué hacías… Ya sabes que el dinero para los Ruiz de Con no es problema y le dimos lo que pidió. —
—Rodolfo — murmuro.
—Sí, así que mandé a Iñaki a comprobar que si estabas bien para después depositarle el dinero. Me alegro que no te haya pasado nada en este país de… bueno, aquí. —
Volteo a ver a Iñaki — ¿les dijiste del contrato? ¿les dijiste que renuncié a todo por quedarme con Ximena? — le insisto y él sigue sin mirarme —¡Les dijiste! — grito.
Mi madre comienza a reírse y Bego se acerca a mi — ¿Contrato? — pregunta — No baby, él único contrato que tienes, es conmigo y no hay más — me comenta.
—Iñaki, les enseñaste el contrato — insisto.
Iñaki voltea y suspira —¿qué contrato Tristán? — responde y puedo sentir como mi cuerpo siente una pesadez enorme — yo no tengo ningún contrato tuyo — insiste.
Lo tomo de nuevo de la camisa — ¡El que te firmé! ¡El que firmé en el hotel! Lo leí, era real, era un contrato real, yo lo firmé, renuncié a todo ¡Díselos! — grito.
—¿Decirles qué? — escucho la voz de Ximena en la puerta —¿quienes son ellos Tristán? — pregunta para luego decir —¿Begonia De la Vega? — y de pronto ahí está, la verdad pegándome en el rostro.