Karl
Regresar a una de las casas donde crecí se siente bastante extraño, sobre todo cuando la dinámica familiar ha cambiado. La señora de la casa ya no será la misma; ahora será más joven y bastante simpática. Mi padre tendrá otro hijo, así que sangre nueva llegará. Este nuevo hijo tendrá una vida diferente a la mía, con un padre más experimentado y presente, y sobre todo, con el tiempo suficiente para convivir con él. Todos mis hermanos pensamos lo mismo, especialmente después de la cena de ayer. Donde mi padre dio un discurso muy emotivo sobre cómo Helena le había cambiado la vida y que ahora era su momento de ser feliz. No se olvidó de nosotros, nos echó flores y nos agradeció el apoyo, y finalmente nos deseó que llegáramos a ser tan felices como él.
Casi rompe en llanto. Nunca pensamos ver a nuestro padre así de sentimental, pero supongo que los cambios que ha hecho son buenos y eso a mí me hace feliz.
El momento incómodo de la noche fue cuando Helena dijo que no solo sería madre del pequeño Kun, sino la madrastra de todos nosotros, y que nos arroparía bajo sus alas aprovechando su nuevo instinto maternal, porque estaba segura de que podía darnos mucho amor. Todas las miradas se posaron sobre nosotros, y no hicimos más que sonreír. No queríamos llevarle la contraria a vísperas de su boda.
Después, la cena fue aburrida. A propósito, Alegra y yo no nos sentamos juntos, ya que Sebastián Copp no dejaba de verla. Ella se sentó junto a mi hermana, y mediante mensajes de voz planeamos lo que haríamos. No dejamos de reír durante la noche, cuando nos fuimos a la habitación con intenciones de repetir lo de la alacena, pero terminamos fundidos en la cama. Al parecer, los niños no están aquí, pero el cansancio sí viajó a París.
Hoy, temprano por la mañana, Alegra se fue con Hanna y Freud a la villa donde será la boda, y yo me quedé atrás para irme con Philippe, Johan, Caly y Étienne, así que no la he visto. Al parecer, está tomando muy en serio lo del Role Play, porque no llegó a la misma habitación, sino que pidió otra, para que no la viese.
Así que ahora, estoy aquí, arreglándome el traje para ser parte del cortejo de mi padre, mientras fantaseo con Alegra y con lo que hará. ¿Será rubia como cuando fingió ser la fotógrafa de Cassandra?, o ¿usará un vestido de transparencias como antes? Extrañaba estar así. Sonriendo como idiota, y fantaseando. Eso fue lo que me enamoró de Alegra, lo camaleónica que puede ser, lo mucho que le gusta ser ella. Tal vez este role play para algunos sea una tontería o algo terrible, pero sé que con esto le ayudaré a Alegra a volverse a sentir ella. Creo que le hace falta.
El ruido en la puerta hace que mi atención se desvíe, arreglo el moño de nuevo, y con tranquilidad pregunto quién toca.
—¡Soy Johan! —Escucho—. Es hora de bajar, la ceremonia está por comenzar.
—¡Voy! —Expreso, mientras camino hacia la puerta.
Abro la puerta y veo a mi hermano vestido de forma elegante y con un prendedor con una rosa roja.
—¿Acaso iremos a una cita? —pregunto.
—Helena, quiere que todos la usemos. Al parecer su boda está basada en sus películas favoritas, ¿sabes cuáles son?
Tomo la rosa y me la pongo sobre el pecho.
—Ni idea —contesto. Ahora que me doy cuenta, no sé nada de Helena. Posiblemente, lo nuestro nunca hubiese funcionado.
Ambos salimos de la habitación y lo primero que hago es buscar a Alegra con la mirada. No la veo por ningún lado, supongo que en algún punto de la boda la veré. En realidad, el único que participará seré yo, como parte del cortejo nupcial de mi padre. Mi pareja será la hermana de Helena y Alegra estará entre el público, así que todo puede pasar.
Bajamos las escaleras hacia el recibidor y notamos que mi padre nos está esperando. Lleva un elegante esmoquin y debo admitir que se ve bastante joven, supongo que el amor le ha rejuvenecido.
—¡Hijos! —expresa, al vernos bajar—. Venga, que no quiero llegar tarde.
—Papá, la iglesia está a cinco minutos en auto y a veinte caminando —le comenta Johan.
—Tengo que llegar antes que Helena, no quiero arruinar su día.
Me uno a Freud y al resto de mis hermanos y mi padre antes de entrar a la camioneta nos dice.
—Hijos. Sé que todo esto puede parecerles raro, pero les prometo que el día que me casé con su madre, también estaba así de feliz. Lo prometo.
Emocionado, mi padre nos abraza, para después darse la vuelta y salir de aquí. Yo solo puedo pensar en el momento en que Alegra aparecerá.
***
La ceremonia de boda fue perfecta, parecía sacada de un libro de romance o de esas películas que, ahora sé, a Helena le encantan. Mi padre en realidad se veía muy emocionado, cuando ella entró llevada por su padre al altar, derramó lágrimas de felicidad. Y en el momento de intercambiar los votos, habló de lo mucho que ella le cambió la vida, y lo contento que estaba de saber que pronto serían padres. Que ella era su segunda oportunidad.
Así transcurrió la boda, y al terminar, con ese beso que sella siempre los momentos felices, todos estallaron en aplausos. Sin embargo, yo solo buscaba a Alegra. Durante la misa no la vi entre el público, y eso que busqué en casi cada rostro que podía ver. En una boda de 300 invitados, es difícil que mi vista abarque cada uno de los rostros del lugar. Sé que ella estuvo aquí, y que solo hace esto de “desaparecer” para mantener el misterio y la tensión, y yo, estoy en verdad emocionado.
—¿Has visto a Alegra? —pregunto a mi hermana, mientras entramos al salón dónde será la recepción.
— No la he visto desde que llegamos —responde con un encogimiento de hombros—. Dijo que haría unas cosas y luego iría a la ceremonia, así que, debe estar por aquí. —Me ve con un rostro de extrañeza—. ¿Se pelearon?
—No. Estamos jugando un Role Play donde fingimos que no nos conocemos y aquí lo haremos.
—¡Guau! —expresa, para luego sonreír—. ¿Tratando de revivir la pasión?
—No, bueno. Simplemente, quiero darle un poco de libertad. Quiero que se vuelva a sentir bien con ella misma.
—¿Ella te lo pidió?
—No. Pero la vi coqueteando con Sebastián Copp, y creo que le agradó.
—Ese libertinaje tuyo. Y eso que te querías casar con Helena. No te veía en esa relación. Pero como Alegra es igual a ti, no veo nada raro. ¿No has pensado en casarte con ella, ahora que tienen a Maël y a Davide?
—Alegra y yo estamos bien así… gracias.
—Dios… ¿Por qué tienen que ser tan…? —Trata de encontrar la palabra—. Tan frío.
—¿Frío?
—Sí. Digo. Sé que tú y Alegra son felices. Tienen dos hermosos hijos y se aman, pero, ¿por qué no un poco de romance?, ¿qué no te ilusiona verla de novia?
—Pues… todo depende de… —En ese momento, veo a Alegra entrar por la puerta. Se ve hermosa, increíblemente bella.
Al parecer, se tomó el tiempo necesario para reconsiderar su elección de vestuario para el día de hoy. En lugar del traje azul marino que inicialmente había planeado usar, ahora luce deslumbrante en un vestido morado brillante que capta la atención de todos a su alrededor. El color morado resalta su piel y su figura con un tono vibrante y elegante.
El vestido, de manga larga, se ajusta perfectamente a su cuerpo, ceñido en la cintura para realzar sus curvas de manera sutil pero seductora. El escote, delicadamente diseñado, resalta con gracia su busto, agregando un toque de sofisticación y feminidad a su apariencia.
Su cabello, normalmente ondulado, ha sido alisado con esmero para esta ocasión especial. El resultado es un aura completamente diferente, que le confiere un aire de confianza y elegancia. Los mechones sueltos caen suavemente alrededor de su rostro, enmarcando sus rasgos con una suavidad que complementa perfectamente su atuendo.
Con cada paso que da, su presencia irradia seguridad y gracia, atrayendo las miradas de admiración de todos los presentes. Es evidente que ha elegido cuidadosamente cada detalle de su apariencia, creando un conjunto que no solo resalta su belleza física, sino también su personalidad única y su estilo distintivo.
Me quedo con la boca abierta. No puedo pronunciar palabra. Esta es la Alegra que me encanta, de la que me enamoré y ahora viene del brazo de Sebastián Copp. Supongo que el juego ha comenzado.
—¡Karl! —me saluda Sebastian, con una sonrisa que sé que tiene nombre—. Hace mucho que no te veía. ¿Sigues viajando tanto? —me pregunta.
—Sebastián. Sabía que estarías por aquí —comento, mientras ve a Alegra—. Bienvenido a la familia, supongo.
—Es gracioso. Lo mismo te dije yo cuando le pediste matrimonio a mi prima y ahora, me lo dices tú porque mi prima se casó con tu padre.
—¡Hasta en las mejores familias!, ¿no es cierto? —respondo.
Ambos nos reímos. Sebastián voltea a ver a Alegra.
—Karl, te presento a mi nueva amiga, Alegra.
En eso, recuerdo la primera vez que la vi. Recuerdo tener los mismos nervios, la misma sensación de felicidad que tengo en este momento. Sé, y estoy consciente, de que ella despierta a mi lado todos los días, pero, en este instante, deseo aún más que lo haga.
—Un gusto —la saludo—. Karl Johansson.
—Alegra —me dice su nombre.
—Karl es hijo del hombre que se acaba de casar. Y él solía ser el prometido de mi prima —agrega, ya que le encanta resaltar las cosas negativas de los demás para ganar terreno.
—No —murmuro.
—Pues, supongo que unas veces se pierde y otras se gana.
—Y, ¿crees que perdí o que gané? —inquiero.
Alegra sonríe.
—Eso dependerá de cómo y dónde termine esta noche, señor Johansson —responde coqueta. Y yo simplemente sonrío.
—Llámame Karl —contesto.
—Bueno, Karl. Alegra y yo nos adelantamos al salón. Nos vemos.
—Hasta luego —respondo, viendo cómo el cuerpo de Alegra se ondea en ese precioso vestido.
—¡GUAU! —expresa de nuevo mi hermana. Ustedes sí que se toman el Role Play en serio.
—Son nuestra pasión. Ella podría proponer que yo fuera un granjero y le seguiría el juego —contesto.
—No quiero saber más. Disfruta la boda y, hazme caso…— Me pide.
Mi hermana se adelanta al salón y yo volteo para ver a Alegra y saber qué hará. Noto que Sebastián ha cambiado los nombres de una mesa y ahora Alegra se sienta a su lado. Nuestras miradas se encuentran automáticamente; ella siempre sabe dónde estoy y levanta una copa de champán y sonríe.
La veo tan hermosa, tan animada y tan feliz, que sé que le estoy dando un rato a esa hermosa Picaflor de la que me enamoré. Sin embargo, mi hermana tiene razón. Si esto es un role play, puedo ser el Karl que sea, y aunque no soy romántico, podría esforzarme un poco para hacer lo que años atrás no pude. Creo que sería genial.
La atmósfera de la boda me envuelve mientras entro al salón. Comienzo a saludar a viejos amigos, conocidos y familiares, disfrutando de la alegría y el bullicio que llena el ambiente. A lo lejos, observo a Helena, paseando de la mano de mi padre, luciendo un vestido de novia más sencillo pero radiante en su felicidad.
Él nos lleva justo a la mesa de Sebastián y Alegra, y noto cómo ella se levanta de inmediato antes de que lleguen. Veo cómo Alegra se encamina hacia la barra, así que decido ponerme de pie y seguirla, aprovechando que Sebastián está fuera del mapa.
—Podría darme un whisky —pronuncio desde lejos. Alegra voltea y me sonríe. Se muerde los labios y sé que está a punto de romper el personaje, pero, le digo que no con la cabeza—. Y, para la señorita, ¿un sexo en la playa?
—Asumes que soy una mujer de cocteles —me contesta.
—No. Asumo que ese será mi final, sexo en la playa.
Alegra trata de no reírse, pero mantiene su papel.
—Entonces, eres adivino. ¿Esa es tu profesión?
—No, soy cardiólogo —contesto, para luego cerrarle un ojo.— Y simplemente siento que ese será mi final.
—¡Ah, sí!, pues, buena suerte encontrando una playa cerca de París.
—Gracias…
El barman nos da nuestras bebidas y ella se recarga en la barra para tomar un poco de agua mineral con limón.
—Así que eres el hijastro de la novia, que antes era el prometido.
—En resumen.
—Vaya… qué mal para ti. Un cardiólogo que cuida los corazones de todos y viene a la boda de la mujer que se lo rompió.
—La medicina y el amor no son injustos, a veces. Sin embargo, solo queda continuar y seguir haciendo lo tuyo.
Alegra muerde la pajilla.
—Y, ¿qué es lo tuyo, Karl Johansson? —me dice sensual.
—No lo sé. Tal vez, puedas ayudarme a buscarlo.
Alegra levanta la ceja.
—Y, ¿Sebastián?
—Un conocido. Me lo topé en la puerta y él me invitó a entrar con él. Aunque, ya me está ofreciendo la luna y las estrellas. Ciertamente no vine a esta boda a buscar algo, pero, si surge una propuesta buena, tal vez la acepte.
Ahora es ella quien me cierra el ojo. Veo que Copp ha notado la ausencia de Alegra y se dirige hacia acá.
—Sigue con esto —le murmuro—. Me encanta.
—Te ves guapísimo, podría arrancarte la ropa en este instante —responde. Los dos hemos roto el personaje solo para decirnos eso—. En realidad, Copp es aburrídisimo. Lo que tiene de guapo lo tiene de aburrido.
—¿Entonces ya no quieres seguir con esto?
—Sí, pero esto va lento. Tú sigue en tu rol.
Sebastián se acerca y nos ve con un rostro de sorpresa.
—Johansson, ¿robándote mi joya?
Alegra me hace una mueca de que no le gusta su apodo.
—No es robo cuando aún no te pertenece —hablo—. Solo conversábamos sobre lo que hacemos.
—Debió ser muy aburrido. Karl es un cardiólogo, solo ve sangre y vísceras —expresa—. Alegra es fotógrafa, no está interesada en eso.
—¿Cómo lo sabes?, tal vez a la señorita Alegra le interesa. ¿Te das la libertad de pensar por ella?
Alegra, voltea a verme y abre los ojos sorprendida de mi respuesta. Pero con una sonrisa me da su aprobación.
—No, pero conozco mujeres como ella y créeme, no les interesa lo que tengas que decir.
—Bueno, encuentro algo sexy en los hombres que se arriesgan, que toman decisiones, que juegan en el filo entre la vida y la muerte. Imagínate, Karl, entra a un quirófano con una persona que necesita de sus conocimientos para sobrevivir. Y él, con su conocimiento, le salva la vida… debe ser increíble —explica, viéndome a los ojos—. La adrenalina que debe correr por tus venas, debe ser… excitante.
Sus ojos brillan. Jamás había escuchado a Alegra hablar así sobre mi profesión y, la verdad, no me molesta. Nos quedamos así, unos momentos, hasta que la voz de Copp nos interrumpe.
—Yo también tomo riesgos, solo que en la bolsa de valores.
Volteamos a verlo. Alegra sonríe.
—Supongo que cada quien es experto en su tema.
—¿Me acompañas, mi joya? Tengo que mostrarte algo.
—Claro.
Alegra me ve a los ojos.
—Nos vemos, Doctor Johansson. Espero que encuentre lo que busca.
—Gracias. Y piensa en lo que te dije, al final.
—Lo pensaré — me contesta, coqueta.
Observo cómo Alegra se aleja del brazo de Copp, y luego se van platicando. Estamos ambos tan metidos en el juego que no me he percatado de lo que está pasando en la boda. Mis hermanos ya han abierto otra botella de champán, mi padre y Helena se encuentran en la mesa principal, hablando con los padres de ella. Y yo, solo pienso en cómo seguirá esto.
Mientras tanto, el bullicio de la fiesta continúa a mi alrededor, pero mi atención está completamente absorbida por la situación entre Alegra y Copp. ¿Qué estará diciéndole? ¿Cómo afectará esto nuestro juego de roles? Me pregunto si Alegra está disfrutando de esta farsa tanto como yo lo estoy haciendo.
Intento concentrarme en el resto de la boda, tratar de pasar como solo un simple invitado, pero en realidad extraño bastante a Alegra. Tal vez el juego de roles debió ser en otro momento, y no justo en este lugar.
Alegra, vuelve a entrar al salón junto con Sebastián. Al parecer, él está fascinado con Alegra, porque no deja de coquetear. Ella simplemente le responde con una sonrisa y le sigue juego.
Momentos después, él toma su móvil para contestar una llamada, dejándola sola. Entonces, en mi papel, me levanto de mi lugar y me dirijo a su mesa para hablar con ella.
—¿Te abandonaron? —pregunto, en una voz sensual que la sonroja.
—Tal vez, yo le pedí que se fuera.
Me siento a su lado y le sirvo un poco de champaña.
—¿Cómo te ha ido esta noche?, ¿ya encontraste lo que buscabas, Karl?
Sonrío.
—Creo que lo encontré —hablo, viéndola a los ojos.
—Interesante…
Copp sigue lejos, pegado al móvil, sin prestarle atención a Alegra, supongo que es nuestra oportunidad.
—Oye, ¿quieres escaparte?
—¿A dónde? —pregunta, bastante interesada.
—Bueno. Escuché que eras fotógrafa y hay un lugar donde creo podrías disfrutar.
—Pero, estoy con Copp. Corrió de la mesa al tío Hayes, para que me sentara aquí.
—Bueno… como tú decidas. O qué, ¿no corres riesgos? —le pregunto.
Alegra sonríe, y en ese gesto encuentro esa chispa de travesura que tanto me gusta. Ella me da la mano.
—Vamos… llévame dónde desees.
Tomo la mano de Alegra y sin decir nada más, salimos del lugar. Alegra va hacia las puertas para salir hacia el jardín, pero, le digo que no.
—¿No es afuera?
—No. Está en otro lugar.
Tomados de la mano, subimos las escaleras. Todo se encuentra iluminado con velas y candelabros, y los cuadros antiguos resaltan en las paredes, mientras que las escaleras crujen con cada paso que damos.
Ascendemos rápidamente, como si no quisiéramos ser vistos, como si estuviéramos compartiendo un secreto emocionante. Subimos dos niveles más, hasta que alcanzamos el pasillo superior.
—¿No es aquí el ala de los novios? —pregunta Alegra con curiosidad.
—Sí —respondo con una sonrisa, disfrutando del misterio compartido.
Llegamos a una de las puertas y, después de tocar y percatarme de que no hay nadie dentro, entramos con cautela.
El cuarto nupcial se despliega ante nosotros con una elegancia y una serenidad que nos roba el aliento. Una gran cama cubierta con sábanas blancas se encuentra en el centro de la habitación. Un enorme baño con detalles de mármol y accesorios de oro le da un toque de lujo increíble.
Pero lo más impresionante de todo es la terraza que se extiende frente a nosotros, con una piscina iluminada por la luz de la luna y rodeada de un suelo de madera. Del agua sale vapor, al parecer, la piscina está lista para que los novios la usen si lo desean.
—Ven —insisto.
Abro las puertas de la terraza y la enorme luna nos ilumina por completo. Alegra se cubre los brazos por el frío y yo aprovecho para abrazarla. Ella sonríe.
—Ve hacia allá, al fondo se pueden ver los campos de frutas.
Alegra sonríe.
—Este lugar es hermoso.
—Lo sé. Deberías ver los amaneceres. Te encantarían.
Alegra suspira. Voltea a verme y me sonríe.
—Karl. Este juego fue muy divertido, pero, creo que ya no lo quiero.
—¿No te gustó?, ¿pensé que querías volver a ser la Alegra de antes?
—Al principio me gustó la coquetería, el abordar a Copp en la misa, entrar con él. Pero, mientras me ponía este vestido y me arreglaba, solo pensaba en ti. Me di cuenta de que en realidad no necesito sentirme así porque, tú me haces sentir así. Lo único que me pasa es que ya no soy yo. Ahora soy madre, y tengo otras prioridades. Mi cuerpo cambió, mi vida cambió y… me da terror que ese cambio no te guste. Yo pasé de ser una mujer increíblemente guapa a esto… y tú, eres guapísimo.
La tomo del rostro.
—¿Bromeas, cierto? —digo, incrédulo, con una sonrisa en mi rostro.
Alegra niega con la cabeza con seriedad.
—Es verdad —afirma con firmeza.
—No lo es. Cada vez que te veo, me siento como la primera vez que te vi.
En ese momento, recuerdo lo que mi hermana me dijo y no pude evitar sonreír. Un poco de romance, no está mal.
—Y, ¿cómo es eso? —pregunta, intrigada por mi respuesta.
—Profundamente cautivado. Sé que siempre he dicho que el día que me dejaste plantado no tenía nada que decirte, y te he pedido que lo olvides, pero en realidad, estaba dispuesto a conquistarte como sea. No solo porque eres hermosa, sino porque eres inteligente, apasionada, increíblemente sensual. Tu personalidad destaca en todo el lugar. Cada día que estamos juntos, encuentro algo nuevo en ti que me fascina. Tu inteligencia aguda, tu pasión desbordante por la vida y esa sensualidad que emana de cada uno de tus gestos. Eres más que una simple atracción física; eres la personificación de lo que una mujer fuerte debe ser. No puedo evitar sentirme atraído hacia ti. No importa tu forma, yo, estoy perdidamente enamorado de ti.
Alegra se muerde el labio y luego me contesta.
—¿Quieres decir que soy una joya? —pregunta.
Ambos nos reímos, al acordarnos de Sebastián.
—Lo eres…
Recordando nuestros papeles, Alegra voltea hacia la piscina y sonríe.
—Bueno… no es sexo en la playa, pero, ¿qué te parece sexo en la piscina?
Así, ella comienza a quitarse el vestido, quedando solo en una sensual lencería. Al parecer, la ropa interior de mamá no vino a este viaje.
—Si sabes que en cualquier momento Helena y mi padre pueden entrar —le recuerdo.
Alegra baja los escalones de la piscina, y poco a poco va entrando al agua. Verla así, a la luz de la luna, se me hace increíblemente sensual.
—¿Qué dices?, ¿tomas el riesgo, guapo? —me pregunta.
Me quito la ropa y la dejo al lado. De un clavado entro a la piscina y siento el agua caliente recorrer mi cuerpo. Cuando mi cuerpo se siente junto al de Alegra, nado a la superficie, y aparezco frente a ella.
—Hola… —murmuro.
—Hola, guapo… —contesta.
Tomo a Alegra de la cintura y la acerco a mí. Ella coloca sus brazos sobre mi cuello.
—Te amo, Karl Johansson. Y me amas tanto que te prestaste para este juego. Me querías hacer sentir sensual y coqueta pero, ya lo soy. No necesito que un tipo como Sebastián Copp me provoque eso, tú me provocas.
Alegra me da un beso sobre los labios que comienza a encenderme. Ni el agua de la piscina se siente tan caliente como nuestro fuego interno.
Su beso es como una chispa que enciende una llama dentro de mí, una llama que arde con una intensidad que me deja sin aliento. Cierro los ojos y me dejo llevar por la pasión que fluye entre nosotros, sintiendo cómo cada célula de mi cuerpo se enciende con el deseo.
El contacto de sus labios contra los míos es eléctrico, y puedo sentir el calor de su cuerpo fundiéndose con el mío mientras nos entregamos al momento presente. Es como si el mundo entero desapareciera a nuestro alrededor, dejándonos solos en nuestra propia burbuja de pasión y deseo.
Las piernas de Alegra sube hacia mis caderas, yo la cargo, posicionando mis manos sobre sus muslos. Camino hacia los escalones de la piscina para estar más cómodos y cuando nos separamos, Alegra se quita la parte de arriba de la lencería, dejando sus pechos descubiertos al aire.
—Definitivamente, eres lo que estoy buscando, Alegra Canarias —hablo con lujuria.
Ella sonríe.
—Ven acá y hazme el amor — me pide, mientras veo cómo juega con su braga.
Sonrío.
—Como tú desees… joya —bromeo, y su risa se escucha como eco por todos lados. Después son murmullos y al final, el eco de nuestros gemidos se escucha en las nevadas montañas.
Supongo que el role play no salió tan mal, al final, logré darnos, una segunda oportunidad, no solo en el amor, sino en otros aspectos en nuestra vida. Esa noche, no se olvidaría jamás.