Alegra

—¿Señorita?, ¿señorita? —escucho la voz del doctor cerca de mí. 

Después de unos suaves golpes sobre el rostro, abro los ojos y llena de adrenalina me levanto. Como si hubiese sentido un dolor en la espalda. 

—¡Embarazada! —Recuerdo—. No, no, no, no… eso no puede ser. No, no. Yo, no. Mire, yo acabo de tener a mis hijos hace meses atrás, apenas van a cumplir un año. Yo no puedo quedar embarazada. No. No, no.

El doctor sonríe en una mueca. Al parecer le hace gracia lo que está viendo. 

—Parece ser que no estaba peleando. 

—¡Pero por supuesto que no! —Me desahogo con él, elevando mi voz hasta convertirla en un grito cargado de negación—. No estaba planeado, ninguno de ellos. Yo no puedo estar embarazada. Es imposible. No, no, no.

—Bueno, si ha tenido relaciones recientemente, es muy probable que así sea. Además, los análisis lo confirman claramente. Usted está esperando un bebé. Y también el desmayo lo confirma.

—No, no, no, no… —repito, mientras siento que la desesperación me abruma por completo, aplastándome como una pesada losa.

Sin que el doctor pueda hacer algo para detenerme, me arranco el suero del brazo con gesto brusco y me levanto de la camilla con determinación.

—Señorita, tranquilícese —me insta el médico.

—No, ¡cómo me voy a tranquilizar!, ¡cómo! —le imploro con voz entrecortada, llena de angustia y desconcierto.

Me calzo las botas apresuradamente, sintiendo un torbellino de emociones encontradas revoloteando en mi mente, y luego agarro mi bolso con manos temblorosas.

—Miss Canarias.

—¡No!, nada de Miss Canarias. No, no puedo… no —reitero con vehemencia, mientras salgo de la sala de urgencias con la urgencia de escapar, de huir de todo lo que está sucediendo.

Al parecer, en mi caso, la cigüeña sí decidió hacer su visita desde París. Y yo, en este momento, solo quiero romper en llanto, dejar que las lágrimas limpien este maremágnum de emociones que me abruman.

Salgo del hospital, con la mente confusa y el corazón agobiado por la noticia que acabo de recibir. Después de ubicarme en el entorno, camino, solo camino. Necesito estar sola, necesito espacio para pensar, para procesar todo lo que está sucediendo. 

No puedo creerlo. Se supone que la noticia de un bebé debe ser un momento feliz, una bendición que llena de alegría a quienes la reciben. Pero yo, en este instante, solo quiero romper en llanto.

Justo hace unas horas, le contaba a mi madre sobre mis sueños, mis planes, la culpa de no poder estar con mis gemelos y, ahora, uno más se agrega al plan. No sé qué hacer. No sé qué pasará. Por ahora, solo quiero desaparecer, quiero estar sola. 

***

Karl 

-Media Noche – 

Me estoy volviendo loco. Son las doce de la noche y Alegra no llega, ni siquiera contesta su móvil. Normalmente, no me preocupo tanto, ella es una mujer independiente y sabe cuidarse sola, pero esta vez es diferente. Esta vez, algo en el aire me hace temblar de preocupación.

No he dejado de llamarla desde hace horas, pero su móvil solo suena y suena, sin que nadie responda al otro lado. Trato de mantener la calma, de convencerme de que todo está bien, pero cada minuto que pasa sin noticias suyas, mi ansiedad se incrementa.

Alegra nunca ha sido de llegar tarde sin avisar. Siempre es puntual y responsable, incluso cuando se trata de compromisos informales. Pero hoy, cuando tenía que regresar a casa después de una larga jornada de trabajo, no aparece por ninguna parte.

Intento recordar si mencionó algún plan especial para después del trabajo, algún cliente al que fuera a visitar o algún evento al que asistir, pero nada me viene a la mente. Y lo peor es que en el trabajo nadie parece haberla visto, al parecer, no llegó a trabajar. 

—¿Dónde estás, Alegra? ¿Por qué no contestas el teléfono? —me digo a mí mismo.

El reloj en la pared marca la una de la madrugada y mis pensamientos empiezan a divagar por los peores escenarios posibles. ¿Y si le pasó algo en el camino a casa? ¿Y si tuvo un accidente? ¿O si alguien la está siguiendo? La idea de que esté en peligro me hiela la sangre.

Mi mente empieza a jugar conmigo, llenándome de pensamientos oscuros y temores irracionales. Empiezo a pensar en todas las cosas malas que podrían haberle pasado a Alegra, y cada posibilidad me hace estremecer de miedo. ¿Y si la secuestraron? ¿O si está perdida en algún lugar, sin poder pedir ayuda? ¿O si sufrió algún tipo de accidente y está herida en algún lugar, sin que nadie la haya encontrado aún?

—Voy a buscarla —le digo a la niñera, que está igual de preocupada que yo. 

—Pero, ¿dónde irá, doctor? —me pregunta. 

—No lo sé. Solo iré. 

Tomo mi abrigo, me calzo las botas y tomo el gorro. 

—Manten el móvil encendido. Vigila a los niños. 

Me dirijo hacia la puerta, cuando esta se abre y Alegra entra por ella. 

—¡AMOR! —expreso, aliviado—. ¿Dónde estabas? 

Alegra se lanza a mis brazos y me abraza con fuerza. En ese instante, comienza a llorar. 

—¿Qué pasa? —inquiero, bastante preocupado. 

Alegra sigue llorando. No dice palabras, solo lágrimas. 

—¿Señorita?, ¿está herida? —pregunta la niñera. 

—Está bien —le respondo, después de revisarla superficialmente—. Ve a la habitación de los niños, ve a dormir.  

—Sí, Doctor. 

La niñera se aleja del recibidor. Alegra y yo continuamos abrazados. Ella lo hace con fuerza, al igual que el llanto que ahoga en mi pecho. 

—Mi amor, no sé qué te pasó, pero, necesito que me hables. Estuve increíblemente preocupado por ti. Dime qué pasó, ni siquiera llegaste al trabajo. —Alegra se separa de mi pecho, con lágrimas aun surcando su rostro. Su mirada, llena de angustia y preocupación, se encuentra con la mía, y puedo sentir cómo una profunda ternura me inunda el alma—. Dime, ¿qué pasó? —le pido, tratando de mantener la calma a pesar de la incertidumbre que me embarga.

Con manos temblorosas, Alegra mete la mano en su bolsa y saca varios tubos de plástico. Mi sorpresa es palpable al darme cuenta de que son pruebas de embarazo. Diez en total, todas marcando positivo.

Mis ojos se abren con asombro ante la revelación. Durante un instante, soy incapaz de articular palabra alguna. El silencio entre nosotros se torna denso, solo interrumpido por el sonido de nuestra respiración entrecortada.

—Me desmayé en el metro y terminé en el hospital. Ahí me dijeron que estaba embarazada. No podía creerlo, así que compré las pruebas y me las hice con separación de dos horas. No mentiré, deseaba que una saliera negativo. Pero, cómo vez, no fue así. 

Trato de procesar la información mientras en mi mente solo puedo recordar esa noche increíble en París, en esa piscina, la recompensa de un rol play muy malo. 

Alegra rompe el silencio con un susurro apenas audible, como si temiera la respuesta a su propia pregunta.

—Lo siento, Karl. No lo planeamos, no lo esperábamos. Simplemente… sucedió. 

La diferencia entre la vez que nos enteramos de que esperábamos a los gemelos y esta es abismal. Ambas han sido sorpresas, pero esta vez, la situación es completamente distinta. Mientras que aquella vez estábamos llenos de alegría y emoción ante la noticia, ahora nos encontramos sumidos en un mar de incertidumbre y abrumados por la magnitud de lo que acabamos de descubrir.

—¿Qué es lo que te preocupa? —inquiero. 

—¡Todo! —responde—. Sé que esto es algo hermoso, pero, ¿por qué ahora? Tengo tantos planes, tantos proyectos y… —Alegra vuelve a romper en llanto. 

La comprendo. Sé que ha sacrificado mucho de su carrera por los niños y ahora, debemos volver a empezar. La abrazo. 

—¿Quieres que hagamos lo mismo que la primera vez? —le susurro—. Lo de ir a verlos y… 

—Solo necesito tiempo para asimilarlo —murmura. 

—Amor, ya sabes lo que pienso… 

Alegra me ve a los ojos, y me sonríe ligeramente. 

—Solo vayamos a dormir, ¿sí? Mañana con la cabeza más fría lo pensamos bien. 

—Vamos —murmuro, mientras la cargo entre mis brazos. 

No todas las mujeres reciben la noticia de un embarazo con la misma reacción, y es completamente comprensible. No debería sentirse culpable por ello. Sin embargo, lo crucial es lo que viene después, cuando nos enfrentamos a las decisiones que moldearán el curso de nuestras vidas.

Sé que esta noche, cuando la calma reemplace el torbellino de emociones, Alegra reflexionará más tranquilamente. Se tomará el tiempo necesario para sopesar las opciones y considerar cómo este nuevo giro en nuestras vidas afectará nuestro futuro. Mientras tanto, yo solo puedo pensar en una cosa: ella está a salvo.

***

No pudimos dormir, no solo por la noticia, sino porque los niños estuvieron inquietos en sus cunas. Maël y Davide parecían captar la tensión en el ambiente, y lo manifestaron despertando cada hora, por lo que nos mantuvimos ocupados entre cambios de pañal y tomas nocturnas. 

Un hijo más. Es la noticia que resuena en mi mente una y otra vez. Como un eco continuo que no me deja en paz. Tres hijos. Yo tengo tres hermanos, Alegra por igual. Al parecer es un número que en teoría suena perfecto e ideal, pero en la práctica, posiblemente no sea así. ¿Estamos preparados para recibir a otro miembro de nuestro clan tan pronto?, ¿sería Alegra capaz de enfrentarse a la maternidad una vez más? 

De pronto, me sentí abrumado por la culpa. ¿Acaso esta situación era resultado de mis decisiones? Moríns me insistió en que me hiciera la vasectomía, supongo que sabe de nuestras andanzas. Sin embargo, entre el trabajo, mis ojos y otras preocupaciones, no lo hice y ahora, aquí está el resultado. ¿Alegra me echará la culpa?

Dormité un poco por la mañana y, cuando abrí los ojos, me percaté que Alegra ya no estaba en la habitación. Hoy es mi día de descanso, y comúnmente paso todo el día con los niños, para darle espacio a la niñera. Sin embargo, hoy se ha quedado, y así, Alegra y yo tenemos tiempo de hablar. 

Me dirijo a la cocina, y veo que Alegra está en la mesa del comedor, con el rostro entre las manos, recargada sobre la mesa. Los niños ya se han ido a su habitación para la siesta, así que por unos momentos tendremos paz. Me acerco a ella y acaricio su cabello. 

—¿Todo bien? —pregunto. 

—Huele horrible, el huevo. Debí darme cuenta de que estaba embarazada cuando el aroma se me hacía terrible hace semanas. 

Voy al refrigerador, saco un poco de agua mineral y le sirvo en un vaso. Alegra, la toma un sorbo y luego me ve a los ojos. 

—Llamé al trabajo, cancelé mis juntas y me quedaré aquí. Llamé al ginecólogo, pero no tiene espacio para mí. Así que tendrás que llevarme a la clínica para hacerme un ultrasonido. 

—¿A la clínica? —pregunto. 

—Sí. Mi padre es socio, ¿no? Debería tener acceso para poder tomarme un ultrasonido —me habla en un tono apagado. 

—Sí, está bien. 

—De ahí, decidiremos… ¿Te parece? 

—Me parece. 

Alegra tomo otro sorbo y se pone las manos sobre la frente. Al parecer, este embarazo sí trae síntomas, no como el de los gemelos. 

—Ahora entiendo a Lila —me murmura. 

Me acerco a ella, y tomo su mano. 

—Amor. Quiero que sepas, que pase lo que pase, yo te amo.

Alegra, sonríe y eso me reconforta. Eso quiere decir que el impacto de ayer ha pasado, y que ahora está más tranquila. Solo necesitamos tener la cabeza fría para pensar. 

—Me arreglaré para ir a la clínica. Vete cómoda — le indico, para después, ponerme de pie y salir de ahí. 

Alegra se queda en el comedor con la cabeza recargada sobre el respaldo de la silla y quejándose de los malestares. Espero que sea algo pasajero y no como con Lila que le duró casi todo el embarazo. 

***

El trayecto hacia la clínica transcurrió en silencio, pero había una sensación de paz en el aire. Alegra y yo optamos por no hablar, dándonos espacio para reflexionar sobre la noticia que acabábamos de recibir. Aunque aparentemente estábamos tristes, en realidad estábamos en estado de shock. Esperábamos que al ver al bebé en el ultrasonido, nuestra reacción fuera diferente.

El viaje hasta mi trabajo era especialmente arduo en medio del frío, sobre todo porque la clínica estaba ubicada en un barrio peligroso y descuidado. Alegra me tomó de la mano, un gesto de ternura que me reconfortó y recordó que, pase lo que pase, estamos juntos. Aproveché para rodearla con mi brazo y abrazarla, quería que supiera que estaba ahí para ella en todo momento.

Tan solo llegamos, la mirada de Rico se posa sobre Alegra, y le sonríe. A él sí le agrada Alegra, sobre todo físicamente, pero, mi esposa, simplemente, así que tan solo lo ve, hace un gesto de desaprobación. 

—Dime que él no me hará el ultrasonido. 

—No. Hablé con Mallorca, él lo hará —le prometo. 

—Alegra Canarias… entonces, ¿así se siente cuando las estrellas nos visitan? 

—Solo cállate, Rico. Que no me tienes tan feliz. 

Rico sonríe. 

—¿Ha pasado algo? La respuesta es no. 

—Creo que es mejor no hablar del tema en este lugar —los interrumpo—, ¿qué te parece si pasamos? 

—¿Espera?, ¿Alegra Canarias vino a un diagnóstico a esta clínica?, ¿no estaba disponible la Clínica Mayo o el Hospital Johns Hopkins? —se burla, Rico. 

—Solo, cállate, que no estoy de humor. Además, es la clínica de mi padre, y su hospital, el número 1 de Madrid. Esta clínica es gestionada por él y la fundación. Sé que es buena. Que tú no lo veas así, es tu problema. 

Rico se queda en silencio. 

—¿Nos vamos? —me pregunta. 

Yo le hago un gesto con la mano y la invito a pasar al otro lado de la clínica. La presencia de Alegra es notoria. No solo por cómo se mueve y ese porte que tiene, sino por la ropa y el estilo. Ella entra al consultorio y Mallorca, ya está listo. Le hablé hace dos horas y él dijo que podría hacerme un espacio. 

—Amor, él es Mallorca, nuestro ginecólogo. 

—Un gusto, Alegra Canarias. 

—Lo sé. Eres la fotógrafa de la Fundación. Bueno, tu madre, pero tú le ayudas —le habla, con una voz grave y con timidez. 

—Mallorca también ha estado en San Gabriel —explico. 

—¡Ah, vaya! — expresa con una sonrisa—. Creo que nunca nos encontramos. 

—No, trabajé palmo a palmo con tu hermana, Sila. Ella era la pediatra en los partos. Una mujer muy talentosa, nos serviría mucho en la clínica. 

—Lo es, es muy talentosa. Le informaré tu petición, a ver si se anima a venir. 

Alegra se sube a la camilla y Mallorca cierra la cortina. 

—¿A qué debo su visita? 

—Alegra, está embarazada —contesto. Y el hecho de ponerlo en palabras hace que el peso de la realidad caiga un poco más fuerte sobre mí. 

—Felicidades… 

—Queremos ver cómo está el producto —continúo—. Ya sabes, si está bien implantado, si todo está en orden. 

—Vale, veamos. 

Las luces se apagan. Mallorca no tiene mucho tiempo como en una consulta privada, así que debe dar un diagnóstico rápido, para pasar al siguiente paciente.

Alegra siente el frío gel sobre su vientre y suspira. Aún se notan las marcas del pasado embarazo en él, una tenue línea del alba que aún se ve. Ella toma mi mano, suspira y en un murmullo dice: 

—Que sea lo que tenga que ser. 

Mallorca comienza la revisión, y en cuánto capta la imagen, Alegra se incorpora, apoyándose sobre los brazos en la camilla. Yo me acerco a la pantalla, porque siento que estoy viendo mal. 

—¡QUÉ! —expresa, mientras ve la pantalla. 

—Pues. Positivo para embarazo —habla Mallorca. 

—Pero, espera… —Trata de hablar, pero voltea a verme para confirmar que ambos estamos viendo lo mismo. Confirmamos cuando las letras A, B y C se muestran en la pantalla. 

—No, no puede ser… no, no, no, no,no —repito varias veces, pensando que entre más niego todo, esto será un sueño. 

Mallorca se ríe. 

—Al parecer, no planeaba tener trillizos, ¿cierto? 

—¡POR SUPUESTO QUE NO!, ¡QUIÉN EN SU SANO JUICIO PLANEA TRILLIZOS! —grito, bastante impactado. 

—Karl.. 

—No, no, no… —continúo.

 Lo último que escucho es mi nombre pronunciado por Alegra. 

—¡Karl! 

Todo se vuelve negro y el frío piso de la clínica se siente en mi espalda, perdiendo la conciencia. Creo que tres ya no es el número ideal.  

11 Responses

  1. Jajaja…un Semental Salió mi bello Karl….ya vieron por andar echos los calenturientos donde sea.😂🤣….Ya ni modo, que ahora vengan unas princesas…definitivamente se tiene que hacer la vasectomía Karl…ya quiero ver cuando todos se enteren….

  2. Ohhh por Dios!!!!
    Muero con este capitulo jajajaja
    Siento la incertidumbre de como se siente y tambien de que a pesar que no fue planificado, era una alta posibilidad de partos multiples debido a que ambos traen los genes!!!

    Ana otro mas no nos dejes con la pica de saber que sucede con Karl….porque esa reaccion de él

  3. Jajajajajajajajaja ay Dios. Me moriiiiiii trillizos???? Jum es que los dos mellizos y acaban de tener mellizos y ahora esperando trillizos jajajaj jum ahora mas qur nunca a cerrar la fabrica jajajajaja. No me esperaba el desmayo jajajaja. Pobre de mi Karl. Ahora si les tocara volver a Madrid. Con 5 ya no dan a basto ahi solos. Y Karl salio tiro fijo jajajajajajajaja, no paro de rei

  4. 🤣🤣🤣 le llegó la impactacion y pal piso 🤭🤭🤭 pobre Karl le pasó factura andar jugando en Paris 🙈🙈🙈🤣🤣 y ahora para rematara serán trillizas 🤭🤭 porque ya le dieron síntomas de niña 🤭🤭🤭

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