Karl 

Un balde de agua fría cae sobre mi rostro, provocando que me despierte de un sobre salto. 

—¡Eres un idiota, Rico! —le reclama, Alegra. 

—Lo resolví, ¿qué no? Me dijiste que hiciera que despertara. 

—Pero no así, imbécil —masculla Alegra entre dientes. 

Ella me ayuda a levantarme, mientras trata de secarme el rostro con una toalla de papel. 

—¿Estás bien? —me pregunta. 

—¿Qué pasó? —Sale mi voz grave. 

—¿Qué pasó? —interrumpe Rico—. Mi estimado Karl, oficialmente eres todo un semental. 

—Rico, ¿por qué no te desapareces? —le pregunta, Alegra. 

—Te recuerdo que es mi lugar de trabajo. Además, estoy feliz por los dos y la buena noticia. 

—Te desmayaste cuando supiste que son trillizos —me murmura. 

Al escuchar la palabra “trillizos” siento de nuevo como la presión me baja. La noticia es igual de impactante ahora que hace unos minutos. 

—Azotaste sobre el suelo y pensamos que te pasaba algo porque tardaste mucho en reaccionar, ¿te sientes bien? 

Rico se acerca a mí y comienza a tomar los signos vitales. 

—Veme —me pide Rico, mientras apunta la pequeña lámpara en mis pupilas. 

—Basta Rico, estoy bien. Déjame en paz. 

—Solo cumplo con mi trabajo. 

Mallorca se acerca a nosotros y nos entrega un sobre con todo lo que ha visto en el ultrasonido. 

—Me alegra que ya hayas despertado Karl. Una vez más, felicidades por los trillizos. Maël y Davide estarán felices de saber que tendrán nuevos hermanitos o hermanitas. 

¿Pueden dejar de repetir eso?, pienso.

De pronto, varios pacientes se acercan a nosotros, y con una alegría y emoción que aún no compartimos Alegra y yo, comienzan a felicitarnos. Ella acepta las felicitaciones con cariño, y yo trato de poner mi mejor rostro. Sigo en shock. Ahora entiendo el por qué  ayer, Alegra quería desaparecer del mundo. La anécdota de David Canarias huyendo al aeropuerto, ya no se me hace tan descabellada. 

—En su próxima revisión, llévenle eso a su ginecólogo de cabecera. 

—Supongo que ahora serás tú. Si eres amigo de Karl me da confianza. 

—Entonces, nos vemos dentro de un mes. Felicidades, Johansson. 

¡Pueden parar de felicitarme!, pienso. Por fuera sonrío y asiento. 

Alegra se pone el abrigo y toma mi mano para salir de ahí. El sobre con los resultados yace en su otra mano, así que lo tomó y lo meto la bolsa interior de mi abrigo, ahí estará más seguro. Rico nos aborda antes de salir del edificio. 

—Supongo que los dos tuvieron la misma reacción al enterarse de la noticia —nos dice. No comprendemos nada, nuestros rostros lo indican, así que él señala la frente de Alegra—. No los culpo, tres después de gemelos, ha de ser una mala noticia, ¿no? 

—Rico, jamás te reproduzcas —le pide Alegra. 

Rico se ríe. 

—Nos vemos mañana, Johansson. Recuerda que tenemos el turno de la noche. 

—¿Así llamas a tu consultorio ilegal? —inqueire Alegra. 

—Shhhhh —Hace Rico, mientras hace la señal de que guarde silencio—. Nadie sabe, no lo arruines. 

Alegra suspira. 

—Adiós, Rico —me despido, para luego salir del edificio. 

El aire frío me toca el rostro y me siento mucho mejor. El dolor del golpe aún es un poco latente, pero sé que con el tiempo se quitará. Alegra, suspira. Mira hacia el cielo y toma aire. 

—Necesito algo salado de comer, las nauseas me están matando, ¿vamos a comer? 

—No sé si pueda comer, pero sí necesitamos un lugar para hablar. Vamos a la cafetería italiana que está cerca de la casa —le sugiero. 

Alegra asiente con la cabeza en silencio, y sin pronunciar una palabra más, nos encaminamos hacia el metro y subimos. Durante el resto del trayecto, nos sumergimos en un silencio abrumador. El impacto de la noticia aún palpita en el aire, la idea de que vamos a tener tres hijos resulta casi irreal. Se siente como si el destino estuviera bromeando con nosotros, o quizás nos esté desafiando con una carga demasiado pesada. 

No comprendo cómo pasó. Bueno, comprendo el método pero no la razón. ¿Será genética?, ¿suerte? Si estuviese Moríns aquí, dijera que estaban rifando embarazos múltiples y nosotros nos sacamos todos los boletos. ¿Será muy tarde para hacer mis maletas e irme al aeropuerto? 

—Karl, es aquí. —Me despierta Alegra de mi trance. 

Me levanto de inmediato, y salgo del vagón junto con ella. No puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápido. De mi trabajo a la casa es una hora en metro, ¿quiere decir que pasé un hora fantaseando? Alegra toma mi mano, y juntos vamos paso a paso, subiendo escalón tras escalón hasta alcanzar el nivel de la calle. 

De pronto, ella se pone la mano sobre la boca, y desesperada corre hacia unos arbustos y dobla el cuerpo, para volver el estómago. Yo voy hacia ella y le ayudo con el cabello. 

—Es el metro. Me pasó lo mismo ayer por la mañana —me dice.

Le entrego mi pañuelo de tela y ella lo pone sobre su boca. Me ve a los ojos. El impacto de la noticia no ha opacado el cansancio de una noche sin dormir y de las que hemos acumulado desde que somos padres. 

—¿Cómo fue esto posible, Karl? —me pregunta. 

Yo no sé qué decirle. Simplemente la abrazo y beso su frente. 

—No lo sé. 

—Me siento terrible. Sé que esta es una buena noticia pero, no la siento así. De verdad estoy impactada. Yo pensé que solo seríamos cuatro con Maël y Davide, y el simple hecho de embarazarme de nuevo, no estaba en mis planes. Ahora, son tres los vienen, ¡Tres!, y no sé qué decir, no sé como reaccionar. 

—Bueno, al menos tú no te desmayaste en tu lugar de trabajo —contesto, y ella se ríe bajito. 

—¡Basta!, es en serio. 

—Lo sé, lo sé. Pero sinceramente no sé qué decirte. Aunque el primer embarazo no estaba planeado, creo que reaccionamos mejor. En este, parece como si nos hubiesen dado la peor de las noticias. ¿Por qué? 

—No sé. Supongo que ya nos habíamos hecho a la idea de que solo seríamos cuatro. Porque habíamos hecho planes para nosotros cuatro. Durante meses planeamos todo para cuatro.— Alegra, siente el peso de la realidad. El shock ha pasado, y ahora, vienen las preocupaciones, las preguntas, las decisiones. Comienza a caminar desesperada hacia un parque cercano. Yo la sigo. Ella habla mientras hace ademanes —. Y seamos honestos, Karl, y tenemos que decirlo en voz alta, ninguno de los dos quería hijos al principio, ni siquiera nos pasaba por la mente el ser padres. Planeábamos estar juntos, vivir juntos. Yo quería tomar fotografías y bailar reguetón. Tú querías viajar y ayudar a los demás. Teníamos planes, muchos planes.—El llanto comienza a tomar lugar, y la voz se entrecorta—. Y ahora tenemos dos hijos y tres vienen en camino. Y yo, no sé si pueda con esto. 

—Ale —pronuncio. 

—No, no… escúchame —habla. Con el tono en que lo hace se nota que está completamente abrumada—. No quiero caer en mi peor pesadilla. No quiero convertirme en esa mujer atrapada en su casa, viendo cómo todos cumplen sus sueños, mientras yo envejezco en la monotonía, incapaz de avanzar. No quiero ser la que se queda atrás, la que observa desde la distancia cómo la vida pasa frente a mis ojos, sin poder participar en ella. No me tomes a mal, amo a mis hijos más que a mi propia vida, pero también amo mi carrera, mi autonomía, y me amo a mí misma —expresa con sinceridad—. Ahora que tendremos tres hijos más, necesito que me prometas, más que eso, que me jures, que me ayudarás a cumplir mis sueños. Prométeme que no caeremos en la rutina, que seguiremos amándonos como siempre, que no nos perderemos el uno al otro, que la chispa que nos une nunca desaparecerá. 

Me acerco a ella y la tomo entre mis brazos. Ella se recarga sobre mi pecho y comienza a tranquilizarse. 

—Te lo juro. Te juro que no caerás en tu peor pesadilla, si no vivirás tus sueños. 

Alegra suspira. 

—Me siento terrible. 

—No, tienes toda la razón. 

—Pobres bebés, han de sentir que no los queremos, pero en realidad los amamos. —Se pone una mano sobre el vientre—. No se preocupen, están a salvo. Mamá y papá los quieren mucho. Solo que nos impactó saber que serán tres. 

—Tres… —digo en un murmullo. 

—Un día me dijeron que el caos y la abundancia entrarían a mi vida, supongo que se refería a esto. 

Sonrío. 

—Estoy seguro de que es esto. 

Me separo de ella, y me pongo de rodillas sobre la acera. 

—¡Amor! —exclama ella, más relajada y entre sonrisas. 

Beso su vientre, uno que sigue aún plano, y les hablo a los bebés. 

—Los queremos de eso, no hay duda. Solo nos asustamos un poquito. Pero, nunca lo duden, ya los amamos.

Alegra se pone las manos sobre el vientre. 

—Supongo que regresar a la talla 7 no será una opción. 

—Te pagaré la liposucción, no te apures —bromeo. Me pongo de pie y la veo a los ojos—. ¿Cómo les diremos a tus padres?

—No lo sé, pero esperemos, ideemos una bonita revelación. Una que los impacte. 

—No habrá más impacto que trillizos después de 9 meses de dar a luz a gemelos. Ese sí que será impactante.

—Tienes razón. Esperaremos y lo planearemos bien. Ahora, ¿vamos por los gemelos? Todavía es temprano para llevarlos al parque. 

—Vamos —respondo, tomándola de la mano. 

Alegra y yo caminamos por la acera, en silencio, sumergidos en nuestros propios pensamientos. El aire fresco de la tarde nos rodea, pero dentro de nosotros hay una mezcla de calma y turbulencia. Aceptamos lo que el destino nos ha dado, conscientes de que estamos ante un nuevo capítulo en nuestras vidas. Es un momento de abundancia, pero intuimos que el caos acecha en algún lugar cercano, listo para irrumpir en nuestras vidas. Ya podemos sentir su presencia, como una sombra que se cierne sobre nosotros, preparada para poner a prueba todo lo que conocemos y nos moverá por completo.

5 Responses

  1. Pobrecitos con esa noticia, ufff debe ser muy fuerte. Ahi las palabras de la vidente. Yo tampoco lo imagine nunca. Y ese caos me da sustico, espero esten preparados y sepan superarlo como lo han hecho con todo siempre. Que su chispa no se apague como dice Alegra. Cada vez se suman mas integrantes ❤️

  2. Es una noticia que impacta de verdad a mi me da algo en ese mismo rato 🙈🤭😝 es normal la reacción de los dos, pero poco a poco van calmándose un poco 😊😊 todo saldrá bien con caos pero bien ya verá 🙏🏼🙏🏼

  3. Siempre que llovió paró y ellos están acompañados de una gran familia. Para adelante mis chicos.

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