10 años después… México.
[Tristán]
― ¡Luz! Cariño.. ¿puedes ir por tu hermana a la casa 3? Fue a jugar con la vecina.―
―¡Voy! ― escucho la voz de mi hija quien inmediatamente baja las escaleras de la casa y me sonríe ―¡Foto papá! ― y me toma una con la cámara fotográfica que le regalé en su cumpleaños número 12.
―¿Cómo salí? ¿Salí guapo? ― le pregunto bromeando.
―¡Papá! ―
―¿Qué? Sólo quiero saber si salí guapo, ya que me tomas fotos por todas partes debo verlas algún día.. o ¿a caso las borras? ―
―Ash― contestó Luz que ya está entrando en la adolescencia.
―Ve por tu hermana, dile que es hora de comer y no aceptes un “no” por respuesta― Luz se quitó la cámara que se encontraba colgando de su cuello y luego la dejó sobre la mesa de la sala― gracias mi amor ― le expreso y ella sale de la casa.
Llevamos desde el nacimiento de Manuel, viviendo en Cuernavaca, una decisión que tomamos cuando nos dimos cuenta que nuestros hijos vivía más tranquilos y con un mejor clima. Así que vendimos el piso que teníamos en la Ciudad de México, la casa de Ximena en la pequeña privada, y compramos una más grande para que los cinco pudiéramos vivir más cómodos. Incluso, el viejo Solovino logró disfrutar el jardín antes de decidir que el sofá sería su mejor amigo hasta el final de sus días.
Ximena y yo construimos y estamos criando una hermosa familia con tres hijos, Luz ahora de 12, Manuel de 10 y María Julia de 8 años. Tuvimos un cuarto embarazo, pero desgraciadamente lo perdimos, así que dimos por entendido que la fábrica se había cerrado y que con tres hijos era más que suficiente.
―¡Manuel! ― le llamo a mi hijo mientras subo las escaleras al segundo piso ―¿Manuel? ― pregunto y entro a la sala de estar para encontrar al niño jugando con el video juego que su abuelo le había regalado ―¿Qué te dije? ―
―Que videojuegos antes de la comida no ― dice el niño molesto ―pero si es sábado.―
―Yo sé que es sábado, pero reglas son reglas, Andale, baja a poner la mesa.―
―¿Por qué no lo hace Luz? ― dice mientras se pone de pie y apaga el televisor.
―Porque a Luz le tocó en la mañana, a ti te toca por la tarde…―
―¿Y a María Julia? ― dijo él cruzando los brazos.
―La responsabilidad de María Julia el día de hoy es alimentar a Solovino y recoger lo que hace en el jardín, y sabes que ella retira la mesa todos los días ― le digo claro ― aquí todos ayudamos en todo ¿Vale? ―
―Vale ¿Pero después puedo jugar de nuevo?―
―No joven, usted ya quemó esa ficha y ahora le tocará hacer otra cosa. Ya sabes Manu, dos horas de video juegos los fines de semana, una entre semana y todo el día en tu cumpleaños.―
―Ash― contesta.
― ¿Qué pasa con ese “Ash”? ¿Esa es una nueva expresión que no conozco? ― le pregunto y lo abrazo ― hijo, todo es por tu bien, te estoy enseñando a ser independiente y responsable ¿qué te parece si después jugamos juntos con esas pistolas de agua que tienes.―
―¡Sí! Pero sin hacer equipos con mamá y así porque siempre te dejas ganar por ella.―
―Claro que no― contesto fingiendo que eso es mentira.
Bajamos las escaleras y vamos hacia la cocina. Manuel se lava las manos y comienza a poner la mesa.
―Voy por mamá. No pongas cuchara, hoy no hay sopa.―
―¡Sí! ― dice mi hijo feliz porque prácticamente la sopa es su talón de Aquiles.
Atravieso el jardín, y voy hacia la pequeña casa que construimos a parte para que fuera el talle de Ximena. Ahora, mi hermosa mexicana ha cambiado los vestidos de novia por su propia línea de ropa para niños, algo que descubrió que pegaría cuando comenzó a hacerle ropa a Manuel y la gente le empezó a pedir. Su pequeña empresa “Caballeritos” es bastante famosa y como sólo se enfocó en ventas en línea, le va muy bien y lo puede llevar desde casa dándole espacio para estar con la familia.
―¿Vida? ¿Puedo pasar? ― le pregunto mientras abro la puerta. Ella voltea y me enseña dos tipos de tela
―¿Qué color te gusta más para un pantalón de día? ¿Azul marino o azul Oxford?― lo veo atento.
―A mi me parecen los dos azul.―
―Hay una clara diferencia Tristán ― me dice entre risas.
Me acerco a ella y juego cn su fleco que me encanta. Ximena a sus casi 40 años se ve tan hermosa como la primera vez que la vi ― ¿Vamos a comer? Hoy cociné milanesa empanizada, con arroz rojo y ensalada verde, la favorita de María Julia.―
―¿Si sabes que eso será una batalla épica?―
―Por eso compré helado napolitano para los tres, a Luz el de chocolate, a Manuel el de vainilla y para ti el de Fresa.―
―Eres el mejor de todos ¿lo sabes? ― y me da un beso sobre los labios.
―Y tú la más genial.―
“¡Papá!”
Escucho el grito de María Julia y salgo del taller para ver a mi hija más pequeña correr hacia mí. María es igual a mi en todo, desde carácter hasta físico, sólo que más hermosa y mucho más preguntona, tanto que Sherlock Holmes se quedaría atrás.
―¡Ven acá! ― le digo cargándola por los aires y subiéndola a mi hombro.
―¡No! ¡Bájame! ― me pide entre risas.
―No, así nos iremos hacia la cocina.―
―¡Tristán! ¡No!―
―¿Tristán? Ahora menos te bajo. Así te llevaré por el resto del día y no me importa ― le digo jugando.
Camino con ella hacia adentro y de pronto escucho que tocan la puerta ―Luz ¿Puedes abrir por favor mi amor? ― le pido.
―¡Hoy hice con Lau una tienda de campaña con almohadas y sábanas! ― me dice emocionada María.
―¡Ah sí! ―
―Sí, y le dije que te pediría permiso para quedarme a dormir en su casa hoy para poder dormir ahí.―
―Si María Julia puede ir de nuevo a casa de Lau ¿yo puedo jugar video juegos? ― me pide Manu.
Ximena va entrando por la puerta de la cocina cuando de pronto veo sus ojos y volteo de inmediato a la puerta. Al lado de Luz encuentro la silueta de mi madre.
―¿Qué haces aquí? ― le preguntó sorprendido.
El silencio se hace completamente y de pronto tengo a mis tres hijos viendo directamente a su abuela paterna y ellos no tienen ni idea. Nunca pensé que a mis 40 años volvería a ver a mi madre, porque di por hecho que ella no quería saber más de mi y por eso había pasado tanto tiempo sin hablarme.
―Buenas tardes señora ― le dice María Julia educada.
―Buenas tardes… ¿no eres Luz cierto? ― contestó mi madre.
―No, yo soy Luz ― dijo mi hija mayor.
―Yo soy Manuel ― se presentó.
―Y yo soy María Julia pero puede llamarme “Reina María”.―
―No mi amor, ahora no ― le murmuró Ximena con cariño mientras la tomaba de los hombros y la acercaba hacia ella.
―Y ¿usted quién es? ― preguntó Manuel.
―Niños, ella es su abuela… ― digo sin más y los tres me voltearon a ver sorprendidos y no faltaba más, nunca les hablé de ella y ahora se aparece diez años después sin ni siquiera avisar.
―¿Gusta quedarse a comer? Le diré a mi hermano Manu que le ponga otro servicio ― habla María Julia. ―¿Puedes? ― y le sonríe.
―¡Bueno!― contestó mi hijo y se dio la vuelta para ir a poner otro servicio en la mesa.
Mi madre me ve fijamente a los ojos y sonríe levemente ― muchas gracias, Reina María, me gustaría quedarme a comer.―
―¡Bien! ― dice la niña y luego se da la vuelta y me ve ― ¿Abuela Tristán? ― me dice en tono de regaño mientras se lleva los brazos hacia la cintura.
―Ve a lavarte las manos junto con tu hermana ― le pido mientras la miro a los ojos y levanto la ceja.
―Julia Holmes te preguntará al rato ― bromea y yo sonrío porque amo profundamente la personalidad curiosa de mi hija.
Luz y María Julia se van al baño y Manuel termina de ponerle un plato en la mesa. Mi madre sigue viéndonos a Ximena y a mi sin hablar ni una palabra. Supongo que lo que viene a decirme es muy importante, pero nunca pensó que se encontraría con tres niños.
―Bienvenida Señora ― dice Ximena mientras va hacia ella y le pide el saco para colgarlo en el perchero.
―Gracias.―
―Pasa, ese es tu lugar ― le digo y cuando llegó a mi hijo le doy un beso sobre el cabello ― gracias Manu por poner la mesa.―
―De nada papá ― contesta.
―Ve a lavarte las manos y regresas a comer.―
Ximena y yo entramos a la cocina y comienzo a ayudarle a servir la comida y hacer el agua de jamaica ―¿Cómo nos encontró? ―
―No sé ― le respondo ― estoy tan sorprendido como tú.―
―Se notó, debemos evitar el interrogatorio de Ma…―
―¿Y usted de donde viene? ― escucho la tierna voz de mi hija menor y me asomo para verla sentada al lado de mi madre.
―Julia ― termina Ximena y sonríe.
―Esa niña sé que será detective ― digo sonriendo.
Ximena deja de servir y me ve ― pase lo que pase hoy, recuerda que eres un hombre diferente, que haz pasado doce años aquí y que Julia Holmes te ayudará a resolver el caso.―
La beso en los labios ― Te amo.―
―Te amo más ― contesta.
Salimos de la cocina y Manu se pone de pie y toma la ensaladera ―¿Ensalada? ― le dice a mi madre y ella comienza a servirse. Después le sirve a su hermana Luz, a María Julia, a su mamá y finalmente a mi.
―Gracias Manu ― le dice María Julia feliz.
―De nada.―
Comienzo a servir las milanesas en todos los plantos y cuando llego con mi madre le pongo una pequeña ― sólo pruébala, te va a gustar.―
―Es mi comida favorita ― dice María Julia.
Mi madre volte a ver a Luz y le sonríe ― Recuerdo cuando te conocía hace tiempo atrás, apenas tenías meses ― le murmura ― eres muy parecida a tu madre.―
―Lo sé, gracias ― contesta educada.
Termino de servir y luego Ximena y yo nos sentamos a la mesa ― Provecho ― dice Manu.
―Provecho ― se escuchan las respuestas de todos y comenzamos a comer.
Pasamos un momento en silencio mientras disfrutamos de la comida, algo raro en la familia porque siempre solemos platicar de todo tipo de temas en este momento, pero parece que la presencia de mi madre ha cambiado la rutina.
―E ¿Ibiza queda lejos? ― pregunta María Julia a mi mamá.
―Sí, queda en España, en Europa.―
―¡Wow! ¿Cuántas horas se hacen en auto? ― pregunta y yo doy una leve sonrisa.
―No mi amor, para Europa se va en avión, no en auto.―
―¡Ah! ― contesta y come otro poco de milanesa.
―¿yustedvinoenavion? ― dice con la boca llena de comida.
―Primero comemos, luego hablamos ― le dice Ximena haciendo que pare el interrogatorio.
María Julia guarda silencio y se dedica a comer. Mi madre come poco, pero al menos está conviviendo. Toma un sorbo de agua y sonríe.
―¿Qué tipo de fruta es esta? ― pregunta.
―No es fruta ― dice Luz educada ― se llama Flor de Jamaica.―
―¿Es una flor? ―
Y yo asiento ― Si, es una flor, se hierve en agua para que suelte el sabor, luego se sirven en una jarra después de colar y se pone más agua y azúcar al gusto, es muy rica, es el agua e sabor básica en la casa.―
―¡y también la de limón! ― dice Manuel.
Mi madre me ve y sonríe ― te confieso que cuando venía para acá, nunca pensé que me encontraría con esto ― y puedo ver como las lágrimas comienza a correr por sus mejillas ― con esto tan dif… ¿crees que pueda ir al baño? ― me pregunta.
―Yo la llevo ― dice María Julia y se pone de pie para llevarla al baño de visitas.
Nos quedamos todos en silencio ―¿Tenemos una abuela papá? ― pregunta Manuel.
Acaricio su hermoso cabello rizado que en este momento lo trae largo y le sonrío ― es una larga historia que prometo les contaré. Ahora coman ¿si? Y luego pueden retirarse de la mesa.―
Mis hijos comen y Ximena yo lo hacemos por igual mientras mi madre nos observa. Después de servir el helado y de pedirles a los niños que vayan a la sala de estar a comerlo, por fin Ximena yo nos quedamos solos con ella.
―¿Pasamos al Jardín? ― dice Ximena educada.
Los tres nos ponemos de pie y caminamos hacia el jardín para sentarnos sobre los hermosos muebles de jardín ―iré por café ― dice Ximena dejándonos solos un momento.
Mi madre me ve y sonríe ― casi once años y te ves igual ― me comenta ―¿Ya cumpliste los cuarenta? ―
―Sí, en febrero de este año.―
―Cierto ― y vuelve a guardar silencio ― Tus hijos son hermosos ― vuelve a hablar ― nunca pensé que tuvieras tres.―
―Lo sé, es una locura pero.. los amo, los tres son únicos.―
Vuelve el silencio y al fondo podemos escuchar a María Julia y a Manuel jugando carrerillas en el video juego. Si fuera otra ocasión iría a regañarles, pero creo que estar aquí ahora es más importante.
―Tu padre murió Tristán ― me dice sin ningún tipo de filtro ―murió hace dos días de un paro cardiaco mientras nadaba en el mar. Afortunadamente iba con alguien y… ― vuelve a guardar silencio.
―Lo siento ― le murmuro.
―No, lo siento yo… ― y por primera vez en toda su vida me da una palmada sobre la espalda.
Ximena se acerca y pone el café sobre la mesa a mi madre le da un té de manzanilla ― creo que le caerá mejor ¿verdad? ― le pregunta y ella asiente.
―¿Vienes a pedir que regrese? ― pregunto serio.
Y mi madre asiente de nuevo ― Bego perdió al bebé ― dice sin más y ya no volvió a tener hijos. Tu abuelo te dejó a ti la mitad y a él la mitad… es tu turno.―
―Lo siento ― digo firme ― como ves yo tengo una vida aquí hecha y me gusta.―
―Te lo pido. Regresa. Si te hace sentir mejor yo me quedé en la ruina, vivo de la pequeña pensión que me dejó tu padre, tan pequeña que no creerías, porque Bego se encargó de que fuera así. No tengo a nadie, pero tú Tristán, tienes todo allá. Sólo ve, te pido que vayas ¿si? Presentante al velorio de tu padre, haz presencia en la empresa antes de que Iñaki o alguno de los socios malintencionados la lleve a la ruina… te lo pido ― y esta vez ve a Ximena.
―No sé… lo voy a pensar ― respondo.
Ella se pone de pie y la veo tan frágil que siento que en cualquier momento se desmayará ― me regresaré a Ibiza en dos días. Me estoy quedando en casa de Tita y su esposo, ellos me dijeron que vivían acá.―
―Mamá.―
―Sólo ve Tristán, no importa lo que decidas, sólo ve ¿si? ―y comienza a camonar hacia la entrada.
―La acompaño ― dice Ximena mientras entra a la casa quedándome solo en el jardín.
Momentos después ella regresa y aunque no le he platicado mucho adivina todo con sólo mirar mis ojos. Se sienta a mi lado, toma la taza de café y me abraza ― Si voy, me alejaré de ustedes por unas semanas ¿si lo sabes? Y nunca nos hemos alejado.―
―Sí ― murmura ― pero supongo que esta vez tienes que ir solo.―
―Tendré que tomar decisiones sin que estés presente.―
―Lo sé, me preparé para recibir llamadas a las tres de la mañana ― bromea.
―Te quedarás sola con los tres por un tiempo.―
―Puedo con ellos.. no te preocupes.―
―Vida…― trato de decir y ella me interrumpe.
―Sabíamos que este día llegaría… ¿recuerdas? ―
Suspiro y después de tantos años vuelvo a recordar las palabras que mi madre Lucha me dijo antes de morir “Regresarás como un hombre diferente y les demostrarás quién eres en realidad”.
―Creo que es hora de explicarles a los niños ¿cierto? ― le pregunto a mi esposa que toma café acurrucada a mi lado.
―Creo que sí ― y escuchamos como Manu y María Julia comienza a pelear porque ella ganó la carrera y él no― pero después de tomar el café ¿te parece? ―me dice Ximena sonriéndo.
Le doy un beso sobre el cabello ― me parece― contesto y ambos nos quedamos disfrutnado de nuestro jardín.