[Tristán]

La decisión se tomó horas después de que mi madre se fue de la casa. Les explicamos a nuestros hijos quién era y qué había pasado, y aunque no conocieron a su abuelo, algo que de pronto me pegó un poco, me abrazaron y me dijeron que lo sentían mucho ya que perder a un padre, no importa como esté la relación, afecta en cierta manera. 

Hice la maleta sólo para un par de semanas, la suficientes, creo yo, para arreglar y enterarme de todo. Así que el día señalado, salimos de nuestra casa en Cuernavaca y nos dirigimos al aeropuerto donde todo comenzó a ponerse real, donde sabía que era el momento de regresar a la tierra que vio partir a el Tristán de 29 años hace tiempo atrás. 

Tenía que despedirme de mi familia y la nostalgia llegó de pronto. Jamás me había separado de ellos y mucho menos después de tener a Manuel. Los cinco habíamos viajado siempre juntos, a todos lados y ahora, tenía que regresar a Ibiza a continuar lo que había dejado pausado sin embargo, Luz irá conmigo, porque sé que llegó el momento de que sepa un poco más de la vida de su padre, lo que rodea que su abuelo y sobre todo lo que le dejó hace tiempo atrás, la última vez que lo vi.  Así que mientras Ximena y  mis hijos, me observan desde lejos  hacer el registro de nuestras maletas, sólo puedo pensar en cómo me sorprenderá regresar ¿seguirán las mismas personas? ¿Los mismo lugares? ¿Me reconocerán?

Camino hacia ellos con ambos pasaportes en la mano y al llegar a abrazo a mis hijos, lo hago fuerte, mucho muy fuerte, después tomo a Ximena y la junto al pequeño refugio que hemos hecho los cuatro. Alzo mi rostro y la beso en la frente. 

―Tristán, padre― me dice María Julia y sonrío ― ¿Nos traerás regalos de Igiza? ―

―Es Ibiza cariño ― le corrijo con ternura ― y sí, les traeré regalos uno a cada uno ¿qué es lo que quieres tú?― 

―Un unicornio.―

―No hay unicornios en Ibiza ― contesta Luz. 

―Manu me dijo que haya viven los reyes y las reinas y que seguro tienen unicornios.―

―Yo no te dije eso ― niega mi hijo. 

―Claro que sí.. me lo dijiste ayer por la noche mientras jugábamos video juegos en la sala ― y al decir esto se cubre la boca con las manos.

―Shhhhh ― la calla Manuel. 

―¡Ah! ¿Con que jugando por la noche? ― dice Ximena viéndolos a los dos. 

―Nomas poquito ― contesta Manuel. 

―Hablaremos de regreso a la casa… ahora no discutan y despídanse de su papá.―

Los dos vuelve a abrazarme y lo único que pienso es que no me quiero ir. Veo mi reloj y me percato que tenemos una hora y media antes de entrar a la sala ―¿Qué les parece si vamos a comer algo? ― les pregunto. 

―¡Si! ― dice María Julia feliz. 

Abrazo a Ximena y del otro lado abrazo a Luz, mientras Manu y María Julia hacen carreras por el pasillo ― ¿estás lista?  ― le pregunto. 

―Claro que si papá― dice tímida y le doy un beso sobre la frente. 

Luz creció siendo una persona muy artística, desde siempre le gustó todo lo que tenía que ver con las manualidades y las artes. Tiene el carácter de su madre, callada, observadora y muy simpática. Pareciera que la Luz traviesa de hace años fue evolucionando en una joven hermosa y tranquila. 

―Disfruta este viaje Luz, disfruta este tiempo con tu padre ― le dice Ximena. 

―Claro que si mamá.―

Seguimos caminando hasta llegar al restaurante. Nos sentamos y pedimos de comer. Comemos animados, viviéndo este momento que sé que extrañaré durante todo este tiempo. Finalmente los niños se fueron al área de juegos dejándonos a Ximena y a mi solos. La abrazo y ella pega su cabeza sobre mi hombro. 

―¿Irá tu mamá con ustedes? ― pregunta y yo asiento. 

―Sí, sólo que supongo que llegará directo a la sala.―

Le doy un beso ― te extrañaré como loco, vida. Literal hace años que no nos separamos y ahora no me agrada mucho la idea de irme y de alejarme de ti.―

―Lo sé, pero será rápido. Ahora tenemos celulares y nos haremos muchas videollamadas y yo posiblemente me termine el vino que compramos en Navidad porque Manu y Maria Julia…―

―Lo sé, la locura… ― y ambos reímos. 

―No te preocupes, estaremos bien. Ve y arregla lo que tengas que arreglar y no te olvides de disfrutar mi vida, quieras o no, sé que extrañas Ibiza y ahora irás con tu hija, y eso se lo merece.―

―Pero me hubiera gustado que ustedes, todos, fueran conmigo… sobre todo porque el clima sigue un poco cálido y…―

Ximena me toma del rostro y sonríe  ― cuando llegue el momento nos tocará… ahora es el tuyo y el de Luz, sólo cuídamela mucho ¿si? Cuida a mi chiquita.―

―Lo haré, la cuidaré con mi vida ― le prometo. 

Terminamos de comer. La hora de irnos a la sala se acerca y los sentimientos empiezan a surgir. Abrazo a Manu fuerte ― cuida a tu hermana y a tu mamá, hazle caso.― 

―Si pa ― contesta. 

―Reina María ― le dijo a la más pequeña y la cargo entre mis brazos y la pego a mi cuerpo ― hazle caso a tu mamá, no seas tan traviesa y sigue tan genial como siempre.―

―Sí papá ― murmura la niña triste, parece que ya entendió que su padre se irá por unos días y lo va a extrañar. 

―Te traeré lo más parecido a un unicornio ― le murmuró y ella asiente. 

―Te quiero Tristán, te quiero papá.―

―Te amo mi cielo… mi Reina María.―

La bajo con cuidado y Luz la abraza. Yo abrazo a Ximena y le doy un beso sobre los labios ― te amo mi mexicana bella, te juro que este boleto tiene regreso ― y veo como sus ojos brillan. 

―Más te vale Tristán Ruíz de Con porque estoy dispuesta a cruzar nadando hasta Ibiza con tal de ir por ti― y la tomo del rostro y vuelvo a besarla ― cuida mucho a Luz.―

― Te amo ― y ella me besa presionando sus labios contra los míos con un poco más de fuerza para luego abrazarme y recargar su cabeza sobre mi hombro. Después Luz la abraza y los tres nos reunimos en ese instante ― ya váyanse ― dice Ximena quitándose las lágrimas de los ojos ― que si no no querré que lo hagan.―

Vuelvo a abrazar a mis hijos y tomo a Luz de la mano ― es hora de irnos.―

Comenzamos a caminar hacia la puerta y antes de irnos volteo ― espera mis llamadas a todas horas Ximena Caballero ― y ella sonríe mientras abraza a mis hijos pequeños. 

―Te amo.―

―Te amo vida.― 

Luz y yo entramos por la puerta y después de pasar todos los filtros, entramos a la sala de espera. Es la primera vez que mi hija viaja por muchas horas y tan lejos, pero se ve tranquila y feliz. 

―¿Trajiste tu cámara mi amor? ― le pregunto. 

―Sí, y también  a “bebé” ― y saca de su mochila la muñeca de trapo que le regaló Rosalva cuando era niña, yo sonrío― sólo no le digas a mis amigas.―

―Jamás ― y la abrazo. 

Parece que Luz está lista para lo que se viene, pero yo no. De nuevo, diez años después vuelvo a abrir esa caja que deje enterrada en el pasado y debo enfrentarme a cualquier cosa que salga de ahí. Inesperadamente mi móvil vibra y al sacarlo de la bolsa veo el nombre de Ximena en la pantalla. 

―Vida― contesto. 

―Esto lo discutimos hace diez años, en una pequeña mesa, en nuestro colorido departamento. Tú me preguntaste que qué pasaría cuando el momento llegara y yo respondí…―

―Llegará y sabrás que hacer ― completo la frase. 

―No eres el mismo Tristán de hace doce años. Formaste una hermosa familia, trabajaste durante años en una empresa y la hiciste crecer, compraste una casa y crias tres hijos con amor, cariño y comprensión, eres otro, uno mejor, y quiero que lo tengas en mente cuando estés allá ¿si? ―

―Sí.―

―La decisión que tomes recuerda que tu familia te seguirá, siempre. Ya forjaste tu futuro, reconcíliate con tu pasado.―

―Te amo Ximena ― le murmuro. 

―Te amo Tristán… ahora disfruta a tu hija, llévala a todos esos lugares bonitos de los que le platicabas y cuídala mucho. Acá te esperamos.― 

―¡Adiós Papá! No se te olvide mi unicornio ― escucho la hermosa voz de María Julia y sonrío. 

―Te llamo al llegar.―

―Besos― y de pronto Ximena me cuelga. 

Volteo a ver a Luz y esos hermosos ojos, parecidos a los de su madre, se iluminan ―¿preparada para ver el país de tu padre? ―

―Preparada ― contesta ― aunque creo que ya eres más mexicano que nada― y se ríe. 

―Tengo tres hijos mexicanos, creo que oficialmente me merezco ese titulo ― bromeo y ella saca su cámara. 

―¿Foto antes del viaje papá? ―  y toma la cámara la pone en automático y la posiciones en el asiento de enfrente. Regresa a mi lado y sonreímos. Escuchamos como se toma y ella va y la ve. 

―¡Perfecta! Para el mural de fotos ― murmura y me la enseña. 

Entonces al ver la foto sonrío no sólo porque salimos bien sino porque Ximena tiene razón, mi futuro  va conmigo en este viaje. Uno que se ve hermoso. 

―¿Crees que le puedas poner photoshop a tu padre? ― bromeo. 

―Ash ― constesta Luz ― siempre sales guapo, qué vanidoso ― reclama y ambos nos reímos. 

Abrazo a mi hija y ella se recarga en mi hombro mientras revisa las fotos que están en la cámara ― te amo mi Lucito, en este viaje serás mi México ― y ella sonríe. 

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