[Tristán] 

Horas después llegamos los tres a Ibiza. Mi madre se unió a nosotros en el último momento cuando íbamos entrando al avión y se sentó asientos atrás de nosotros. Debo confesar que me dio igual, nuestra relación nunca fue buena, pero ahora traía a su nieta conmigo y al menos debió aprovechar para conocerla mejor. Nunca entenderé a mi madre y parece que ella no quiere que lo haga. 

Así que cuando se abrieron las puertas del aeropuerto y vimos la parte exterior, un hombre con un cartel con mi apellido se acercó y supe que mi pasado había llegado. 

―¿Señor Ruíz de Con? ― pregunta. Yo asiento con la cabeza. 

―¿Eres el hijo de Mateu? ― y él asiente ― Ella es mi hija ―le presento a Luz. 

―¿Tiene una hija señor Tristán? ―

―Tengo tres hijos, ella es la mayor.. ― digo con orgullo sorprendiéndolo. 

Toma la maleta de Luz y yo su mano y caminamos juntos hacia la camioneta. 

―¿Tienes chofer? ― pregunta ella. 

―Te irás dando cuenta de muchas cosas hija y si tienes una pregunta con gusto la responderé― y le doy un beso sobre la frente. 

Me entra un pequeño miedo, lo menos que quiero en este viaje es que Luz piense que su padre es otro al que conoce, que durante años le ha mentido u otras cosas de las que yo solito me estoy imaginando. 

El chofer cierra la puerta cuando todo está listo y arranca. Según me enteré días atrás, mi padre me dejó la casa donde crecí de herencia, ya que él se compró otra con Bego cerca de la playa, así que Luz y yo llegaremos ahí y ella podrá conocerla. 

―¿La abuela llegará a la misma casa que nosotros? ― pregunta mi hija educada. 

Escuchar que le diga “abuela” me duele un poco, porque ella ya la considera parte de la familia y pareciera que mi madre sigue igual. 

―No mi Lucito, tu abuela se irá a su casa y nos verá más tarde después de que descanse ¿si? ― le respondo pero en realidad no sé si eso sea verdad. Ella asiente y luego ve por la ventana del auto al igual que yo. 

Una sensación entre felicidad y nostalgia llega a mi. Ver de nuevo esas calles tan conocidas  pero a la vez tan diferentes me hace sentir como un extraño en mi propia tierra. Puedo decir que el tiempo no ha pasado en Ibiza pero en mi sí. Ahora un Tristán de 40 años regresa para encontrarse con la vida del de 29, el que una hermosa tarde renunció a todo y se fue a perseguir al amor de mi vida. 

―¿Crees que podamos nadar? ― me pregunta Luz mientras señala el mar. 

―No sé si nadar, pero si podremos ir… tenemos que revisar la temperatura del agua.―

―O.K papá ― me responde y sigue admirando el paisaje. 

Minutos después llegamos a la entrada de la casa de mi infancia y al volverla a ver sonrío. De pronto me imaginé a Tita, ahora mamá de dos niñas, saliendo a la entrada con esa sonrisa para darme la bienvenida. 

El chofer nos abre la puerta y ayuda a Luz a bajar, yo lo hago del otro lado y me uno a ella. 

―¿Lista? ― le pregunto y ella asiente. 

Ambos entramos a la inmensa casa, tan grande y vacía que se puede escuchar el eco de nuestra respiración. La observo con detenimiento y veo que no ha cambiado ni un detalle, sigue igual de blanca, impecable y con las mismas decoraciones. Luz voltea a verme. 

―¿Aquí creciste papá? ― pregunta emocionada. 

―Así es, aquí lo hice ¿vamos a explorarla? ―

Toma mi mano de nuevo y ambos caminamos hacia la sala de estar, para después ver el gran arco que separa la cocina de la sala de televisión ― A Manu le encantaría jugar video juegos aquí ― dice viendo la enorme pantalla que mi padre puso sobre la pared. 

―Mejor ni le cuentes porque querrá nadar junto con tu madre hasta acá sólo para hacerlo― y mi hija se ríe. 

Camina entre los muebles, observa las fotos, toca las decoraciones y después se acerca al ventanal para poder ver el enorme jardín y ese piscina que en este momento se encuentra cubierta. 

―¡Qué padre! ― murmura. 

―¿Te gusta?―

―Sabes todas las fotos que podríamos tomar aquí… y a Solovino, creo que tomaría su segundo aire.―

―Sí, yo creo que si.―

―Y todas los desperdicios que Julia tendría que recoger―  y ambos nos reímos. 

―¿Te gustaba vivir aquí papá? ―

Volteo a verla y juego con la hermosa trenza que su madre le hizo antes de salir ― te soy honesto… no. Aquí pasaron muchas cosas pero no es el momento para contarte ¿me esperas unos días? ― y ella asiente. 

Una voz nos interrumpe y al voltear vemos a tres personas de pie sobre el escalón ― ¡Tristán! ― me dice una de ellas y reconozco a Alicia, la amiga de Tita ―¿eres tú? ―

Asiento con una sonrisa en los labios y ella corre hacia mi y me abraza ― ¡Pensé que jamás volveríamos a verte! ― dice feliz. 

―Pensé lo mismo Alicia.―

―¡Y ese acento que traes! ― bromea ― cuando Tita me contó lo que hiciste nunca pensé que fuera cierto.―

―¿Qué fue lo que hiciste? ― escucho la voz de Luz atrás de mi.

Alicia la ve y sonríe ― No me digas que…― y yo asiento con la cabeza y ella  abraza a Luz emocionada.

―Ella es mi hija Luz ― vuelvo a decir con orgullo ― es la mayor de mis tres hijos.―

―¡Tienes tres! Jamás te imaginé padre de tres hijos.―

―Todo el mundo le dice lo mismo, incluso Tita ― contesta mi hija sonriente ― pero no entiendo por qué.―

―También se te explicará al rato ― comento viendo a Alicia para que no continúe. Me alegra que sea Luz la que esté conmigo y no María Julia Holmes. 

―¿Cómo se llaman tus hermanos? ―

―María Julia y Manuel ― contesta Luz y saca su cámara para enseñarles una foto ― ella es mi madre Ximena.―

Alicia la ve y luego voltea a verme ― ¿Valió la pena cierto? ―me dice feliz. 

―Cada euro…― contesto y sólo de acordarme los ojos se me llenan de lágrimas. 

―Bueno, bueno… les enseño su habitación y luego de darse una ducha cenan algo ¿les parece? ―

―Me parece ― contesta Luz y Alicia no lleva a la parte de arriba de la casa. 

―Tú dormirás en el cuarto de tu padre ― comenta y abre la puerta y de pronto un flashback llega a mi mente. 

Resulta que cuando se fue mi mamá de ahí, todas mis cosas regresaron a su lugar y ahora mi hija dormirá aquí. Curiosa, Luz, entra e inmediatamente ve las fotos que hay sobre la cómoda, toma una mía cuando era más joven y sonríe. 

―Ahora entiendo lo del photoshop ― se burla y yo sonrío. 

―Tú dormirás en el cuarto de visitas. Te iba a preparar la recámara principal pero…― guarda silencio. 

―El cuarto de visitas es perfecto.―

Dejamos a Luz que se instale, vamos hacia la habitación de visitas y al entrar veo que mi maleta ya está ahí ― No es definitivo ¿cierto? ― pregunta Alicia y yo niego con la cabeza. 

―Ahora no estoy solo Alicia, tengo dos hijos y una esposa que me esperan en México… y un perro ― sonríe ― vengo porque sé que es lo correcto, pero las decisiones las tomo con mi familia.― 

Alicia se acerca a mi y me abraza ― tenía razón tu madre ― murmura ― eres un hombre completamente diferente.―

―¿Mi madre? ― pregunta Tristán interesado ―Mi madre no habla nunca de mi.―

―Te equivocas― dijo ella ― cuando regresó de México no hacía más que hablar de ti, de tu hermosa hija, de tu valerosa esposa. De lo mucho que se arrepentía de no haber sido la madre que tu esperabas.―

Escucho a Alicia y parece que lo que me dice es mentira, que no es mi madre de la que habla. Me siento sobre la cama y la veo. 

―¿Qué tan cierto es que mi madre está en la ruina Alicia? ― pregunto al acordarme de su explicación. 

―Es verdad, tu madre está en la ruina, sobre todo ahora que tu padre murió básicamente debe estar en la calle. Logró sacar algunas cosas de la casa cuando llegó el momento de irse, pero… lo perdió todo. El último rumor que escuchamos es que podría incluso terminar en algún refugio para los vagabundos. Tiene miles de deudas que pagar y… ― se le quiebra la voz. 

Creo que a pesar de todo lo que mi madre le hizo a Alicia y el resto del personal, la quieren y les duele verla así. Me pongo de pie y la abrazo. 

―Yo le presto a veces dinero para que coma algo… o la invitamos a la casa, pero la señora Bego…―

―Pero ya estoy aquí y te prometo que arreglaré las cosas ¿si Alicia? ― y ella asiente ― Mañana tengo que ir al entierro de mi padre, veré a Bego y averiguaré que pasa. Por lo mientras, si mi madre vuelve a pedir algo aquí dáselo ¿vale? Comida, ropa, no sé… lo que necesite.―

―Sí Tristán siempre tan lindo ― responde ― voy a hacerte algo de comer… ¿Tu hija come de todo? ― me pregunta y yo asiento ― vale ― y se sale limpiándose las lágrimas. 

Me dejo caer sobre la suave cama del único cuarto de la casa que nunca había usado. Miro al techo y me pongo a pensar en ella, mi madre ¿qué fue lo que pasó en todo este tiempo? Como es que una mujer tan dura y soberbia llegó a no tener nada y pedir prestado dinero y vender sus cosas ¿habré sido yo causa de su ruina?  Sé que tengo que hablar con ella y que me dé una explicación completa, es hora de hacer lo que nunca ha pasado entre los dos… hablar de frente y decirnos la verdad. 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *