[Tristán]

―¿Dos? ¿Tres? ―

―Dos, pero con mucha miel.―

―Vale ― le digo a mi hija mientras bato la mezcla para los wafles en la mañana. Resulta ser que Luz se despertó con mucha hambre y traiga antojo de ellos y aproveché que tengo unas horas antes de ir al funeral de mi padre para cocinarle. 

―¿Dormiste bien Lucito? ― le pregunto mientras ella come un poco de fruta. 

―Muy bien, esa cama es enorme… ¿Crees que pueda tener una así en la casa? ―

―Lo pensaré, pero sabes que la última palabra la tiene tu madre ― y Luz se ríe. 

―¡Ay! ― dice Alicia entrando a la cocina mientras me ve con el delantal cocinando ―¡me quede dormida! ― 

―¿Waffles? ― le digo sonriente y vierto un poco de masa sobre la wafflera.

―¿Estás cocinando? ― pregunta. 

―Sí, cocina muy rico ― contesta Luz ―sus waffles son el éxito de los domingos.―

Alicia se sienta un poco desorientada y luego me ve ―no puedo creer que estés haciendo esto. En verdad no me la creo.―

―¿Por qué no? ― contesta Luz. 

―Porque tu padre era muy diferente antes. Era un poco desordenado, como Manu.―

Sirvo los waffles sobre el plato y luego se los doy a Luz ― provecho Lucito ― le murmuro. 

―Gracias Pa ―  comienza a preparárselos con mantequilla y miel y luego se va a sentar al comedor.  

―¿2? ¿3? ― Alicia me ve extrañada pero contesta ― tres ― contesta. 

―Perfecto― y sirvo la masa de nuevo. 

Ella me observa a tenta y cuando la miradas se cruzan, sonreímos. 

―¿Estás listo? ― me pregunta. 

―No lo sé, no sé que me voy a encontrar así que.. sólo iré con la corriente―

―Es lo mejor.―

―¿Te puedo encargar a Luz? No llevaré a una niña al velorio de una persona que nunca conoció, suficiente tendrá con ir a escuchar el testamento.― 

―Sí claro… cuenta conmigo.―

Camino hacia la mesa y Alicia se acomoda en la barra, regreso por ella y la tomo del brazo ―¿Vamos? Es un comedor para dieciocho personas y nos sentiremos un poco solos ― la invito. 

Alicia se sonroja y toma su plato tímida y se va conmigo al comedor donde Luz espera tomando un poco de zumo de naranja. 

―Te quedarás con Alicia un ratito ¿si mi Luz? Puedes nadar en la piscina si quieres, le pediré al jardinero que la caliente.―

―Sí papá.―

―Me la cuidas Alicia, que si no su madre me cuelga de un árbol.―

―No te preocupes, yo la cuido Tristán ― responde sonriente y los tres comenzamos a desayunar. 

***

Después de vestirme con un traje negro, arreglarme y despedirme de Luz que estaba entusiasmada buscando su traje de baño para nadar. Salgo de la casa para dirigirme al lugar donde cremarán a mi padre. Voy pensativo ¿debería entrar discretamente? O ¿hacer una entrada triunfal tipo telenovela? Sólo de pensar lo último me río solo y sé que mi madre Lucha estaría riéndose conmigo. 

―¡Ay Luchita! ¿Por qué acabaste de criarme tan bien? ― le reclamo en un murmuro. 

Veo la hora, es la 1:00 am en México y con la esperanza de que Ximena esté despierta le marco. El tono suena dos veces y luego aparece su rostro. 

―Buenas noches vida ― la saludo ―¿te desperté? ―

―No, no puedo dormir si no estás a mi lado, así que estoy viendo “El pianista”.―

―¿Otra vez? ― pregunto y ella asiente ― y después sigue “Expiación, deseo y pecado” así que puedes hablarme dentro de tres horas y te contestaré.―

―¡Ay mi Mena! Te extraño tanto..ya quiero que durmamos juntos porque yo tampoco puedo dormir si no estás a mi lado―

―¿Cómo está Luz? ¿Todo bien con ella? ―

―Sí, se quedó en la casa, nadará en la piscina y supongo que luego se va a entretener.. tiene toda la casa para ella sola, está vacía. Son muchas habitaciones para tres almas.―

Ximena sonríe ― Me llamas por lo de tu padre ¿cierto? Yo digo que una entrada dramática es lo mejor. Espera a que el discurso esté en lo más intenso y entras caminando entre la gente.―

Me río, y se lo agradezco, sé que Ximena lo hace apropósito, no cabe duda que ella es quién me salva una y otra vez. 

―Te contaré luego, porque ya estoy llegando.. te llamo en unas horas vida.―

―Te espero. Te amo. Suerte con todo ― me envía un beso y su rostro desaparece. 

―Llegamos señor Tristán ― me dice el chofer y yo me acomodo el saco. Cuando la camioneta se para frente a la puerta me bajo y la cierro con cuidado. Este es el momento, el que por tantos años había “planeado” y ahora en realidad no sé que hacer. 

Entro con toda la calma del mundo y después de pasar el pasillo que dirige hacia una de las salas del velatorio llego para ver a muchas personas afuera y adentro, con coronas de flores recargadas sobre la pared y el libro de agradecimientos lleno de pensamientos. Me acerco a leerlos con calma y me llega una nostalgia rara al ver que muchas personas lo llamaban “padre” y él en verdad nunca fue uno para mi. 

“El señor Ian era como un padre para mi. Era noble, honroso, con mucho por enseñar. Murió de la manera más cruel pero en el lugar que tanto amó, en el mar. Dejando viuda a una joven y maravillosa esposa”. 

Escucho a Iñaki hablar, desde la puerta, en un tono dramático mientras da un discurso conmovedor delante de Bego, quien tiene el rostro cubierto por un ligero manto negro. 

―¿Es en serio? ― murmuro mientras veo esta escena que parece sacada de una película de Fellini o posiblemente de la telenovela más dramática que Lucha pudo haber visto. 

Tengo tantas ganas de entrar y decir: “yo me opongo”, por alguna razón. Pero simplemente escucho el final del discurso desde mi puesto hasta que siento la palma de la mano de alguien sobre mi hombro. Volteo y veo a David Canarias sonriente como siempre e intachable en su forma de vestir. 

―Lo siento mucho Tristán ― murmura.

―Gracias.―

―Sé que al final no fueron cercanos, pero un padre es un padre… ― y me abraza. 

Escuchamos a Iñaki recitar un poema de Bendetti con una pasión que parece ridícula. 

―¿Me puedes explicar este circo antes de que tenga que actuar en él? 

―Sólo te puedo decir que tú no eres el mismo, Iñaki no es el mismo… ni la mesa directiva, nada… es igual. Mañana leerán el testamento y espero que estes presente, porque déjame decirte que la mitad de tus accionistas tiene ideas equivocadas sobre ti e Iñaki quiere básicamente quedarse con la empresa.―

―No puede, está a nombre de mi hija la mitad, y la otra a mi nombre.. aunque me quite mi parte, la otra parte es de Luz y sólo de ella y adivina quién la administrará ― y Canarias se ríe. 

―Creo que tu padre sabía que este desastre se podía hacer. Por eso es que decidió eso. Mi propuesta de hace 10 años sigue en pie amigo, sólo que eres tú o nada.―

―La pensaré. Ahora si me disculpas, tengo que hacer mi entrada dramática ¿nos vemos al rato para un café en mi casa? Quiero que conozcas a mi hija Luz…―

―Llevaré a Ainhoa, es un poco menor que ella pero…― y me abraza ― Espero hayas venido a la guerra con fusil―  se aleja.

El discurso de Iñaki termina y comienzo a abrirme paso entre los presentes, cuando él me ve se queda frío y muy sorprendido, lo puedo ver en su mirada. 

―¿Tristán? ― pregunta. 

Bego se da la vuelta y al levantarse el velo no puedo evitar decir ― ¡Mierda! ― 

―¿Qué pasa? ― me pregunta con un tono lastimoso. 

―No, nada, nada ― miento, pero si pasa algo. Bego se ha hecho tantas cirugías en el rostro que prácticamente está irreconocible, parece como un muñeco de cera que se está derritiendo poco a poco. 

―¡Hijastro! ― me dice y se echar a mis brazos para que yo la abrace en frente de todos los presentes. Mientras me llora sólo puedo pensar en qué estaría pensando Ximena al ver todo esto.. posiblemente ya se hubiera salido del velorio muerta de la risa. 

―Lo siento mucho Bego ― murmuro consolándola. 

―Era tan buen esposo y le dije, tu corazón, no lo hagas pero aún así quiso echarse al mar y sacar una perla para mi ― y vuelve a  llorar desconsolada.

Estoy seguro que no fue así, pero Bego ama el dramatismo y estaría dispuesta a inventar la historia más disparatada con tal de que todos le compadezcan. 

―No sé que decirte ― murmuro ― pero todo estará bien.― 

―Lo sé, lo sé, porque ahora estás aquí… ¿cierto? Regresaste para quedarte con la familia, tu familia.―

Iñaki se acerca a mi y como si no hubiera pasado nada entre los dos hace años atrás, me abraza. 

―Lo siento mucho hermano, era un gran hombre ― y comienza a llorar. 

«Dios, esto es una tragicomedia y yo no me sé el guión» pienso mientras veo que todos me observan curiosos. 

―¿Crees que podamos hablar en otro lado Iñaki? ― le pregunto discreto. 

―¡Por supuesto amigo! ― dice con el corazón en la mano y yo muevo la cabeza en negación y él se va a consolar a Bego que llora entre sus brazos. 

Camino hacia el ataúd donde reposa mi padre y lo observo. Ahí se ve tan pacífico, tan tranquilo y sonrío al acordarme de la última vez que platicamos. 

―Supongo que siempre estuviste orgulloso a tu manera ¿no? Lo comprendo tantos años después, ahora que soy padre de tres, sí, Ximena y yo tuvimos dos niños más, maravillosos, únicos y Luz… es increíble, se parece tanto a ti en carácter y personalidad ― suspiro ―supongo que es tarde para decirte esto, aún así quiero que lo sepas. Tal vez no fuiste el mejor padre y tampoco aliado, la mayor parte de mi vida estuviste alejado y distante pero hubo cosas que yo también hice que supongo no te hicieron sentir orgulloso ― y de pronto siento ese nudo en la garganta ―siempre trataste de darme todo, pero no lo que necesitaba, y lo único que quería era una guía, alguien que me abrazara y me dijera: tranquilo, todo está bien ― y en ese momento recuerdo la veces que yo se lo digo a Manu cuando tiene miedo― te agradezco porque me enseñaste a ser buen padre para mis hijos y eso estará en mi corazón por el resto de mi vida. Descansa en paz papá ― y toco el ataud ―salúdame al abuelo.―

De pronto veo a Iñaki saliendo del lugar apresuradamente y yo camino entre la gente para alcanzarlo. Cuando está a punto de dejar el velatorio lo tomo del brazo provocando que él salte asustado. 

―¿Huyendo? Parece ser que unas cosas no cambian ¿cierto Iñaki? ― le digo con un rostro más serio y lo llevo del brazo hasta la camioneta― súbete que ha pasado mucho tiempo y tu y yo tenemos que ponernos al corriente.

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