[Tristán]
Iñaki se sube de un salto a la camioneta y cierro la puerta ―¿A dónde vamos?― dice él tratando de esconder su miedo y nerviosismo.
Sonrío, según me dijo Canarias que Iñaki había cambiado pero siguen siendo el mismo fanfarrón, miedoso cuando está conmigo. Me viene a la mente las veces que hacíamos negocios juntos y él me aventaba en frente diciendo que lo mío era hablar. Ahora sé que lo suyo es la traición.
―Vamos a dar la vuelta― y veo al chofer ― sólo maneja por la ciudad le pido ― y él asiente.
Avanzamos e Iñaki va nervioso pero me mira a los ojos para disimular ―¡Por fin te dignaste a regresar a Ibiza! ¡Qué descaro el tuyo en dejar tu empresa tan desprotegida! ― me reclama ― Pero no te preocupes Tristán aquí estamos los fieles a tu padre para hacernos cargo de ella.
Sonrío ―¿Cómo está tu esposa? ¿Ya sabe que ahora te quieres tirar a Bego? ― le pregunto y él me ve ― o tal vez ya te la tiras ¿no? La verdad es que estoy empezando a sospechar que eso de la muerte en el mar pudo ser otra cosa.―
―No, no… para nada, tu padre murió de un infarto en el mar ― dice rápido para que no siga dando supuestos.
―¿Por qué huías? Te veías tan acongojado cuando llegué, leíste un poema cuando mi padre los odiaba y lo sabes… y de pronto de la nada.. ¿te vas? ¿Viste a alguien que no te agradara? ¿A un fantasma tal vez? ― no puedo para de cuestionarlo, de alguna forma estoy increíblemente enojado, no por lo de mi padre, si no por todas las que me acuerdo que hizo y ahora es cuando recuerdo el dicho de Lucha “no busco quien me la haga si no quién me la pague”.
Iñaki suspira ― estaba cansado Tristán, llevo tres días velando a tu padre y quería irme a dormir ¿qué no puedo? ― alza la voz.
―No, no puedes… ― contesto enojado ― ¿¡Fuiste tú quien dejó a mi madre en la ruina?! ― digo con firmeza ― ¿A caso tú y Bego hicieron algo? ¡Dímelo! ―
―¡Ja! ¿Ahora eres el hijo pródigo? El que se fue a otra tierra y regreso al hogar paterno para tomarlo todo… No, no, no… esta vez no será así Tristán Ruíz de Con ― dijo enojado― durante años ¡Años! Estuve al pie del cañón en la empresa de tu padre, ayudé a tu madre en todo lo que me pidió… y ahora me toca a mi y tú no te saldrás con la tuya, pero definitivamente tu padre me dijo mil veces que estaba mejor sin tí.―
―¡Dime si dejaste a mi madre en la ruina o no! ¡Dime que hiciste con los ahorros que tenía! Tú le llevabas eso… ¡Dime si fuiste tú! ―
―¡Sí! ¡Si fui yo! ― me responde ― Pero ¿a ti que te importa? ¿No la odiabas tanto? ― me dice a los ojos y mi expresión cambia ― la odiaste tanto por años Tristán ¡años! Que te casaste con Ximena Caballero sólo para hacerla rabiar ¿recuerdas? Esa “historia de amor en Las Vegas” surgió del hecho de que querías hacer enojar a tu madre y te empeñaste en casarte con la primera idiota que se dejara…― y en eso le pego un golpe tan duro en la cara que me duele hasta el alma.
―¡Jamás! Hables mal de mi esposa… ¡jamás! Primero te parto la madre antes de que vuelvas a hacerlo― le grito ―¡párate aquí! ― le ordeno al chofer y él se para cerca del malecón.
Iñaki se toma la nariz, está rota y la sangre que cae a chorros ― ¡Imbécil! ― mi dice mientras trata de bajarse de la camioneta.
―¡Te advierto una cosa! ― le amenazo ― mañana es la lectura del testamento y más vale que me digas en este instante qué fue lo que dijiste antes de enterarme por otro lado del cagadero hiciste y te hunda en la cárcel.―
Él se ríe y lo hace de una forma tan cruel que me da un poco de miedo de que Iñaki esté enfermo de poder con un poco de locura ― no, eso te toca descubrirlo a ti ― y abre la puerta del auto y se sale ― ¡bienvenido a Ibiza, Tristán…! De todo corazón mejor te hubieras quedado en México con tu perfecta familia ― y azota la puerta.
Siento como todo el cuerpo me tiembla de la adrenalina que corre por él. Mi corazón está acelerado y mi mente es un caos. Nunca pensé que llegaría a estos niveles con Iñaki y mucho menos que él, al final de cuentas, llegara a hacer todo esto por un poco de reconocimiento y poder.
El dolor de la mano comienza a surgir y de pronto me pega fuerte provocando que no pueda abrir el puño. La frase que me dijo de Ximena es lo primero que resuena en mi cabeza ¿será eso verdad? ¿Me habré casado con ella sólo para hacer a mi madre rabiar? Después pienso en ella… el dinero, como es que se quedó en la pobreza sólo por confiar en Iñaki.. ¿Bego tendrá algo que ve con esto?
―¿Puedes llevarme a la casa? ― le pido al chofer.―
―Sí claro señor Tristán― me dice y yo observo como la mano se me inflama.
Él me ve por el retrovisor y sonríe ― qué buen golpe ― comenta y yo esbozo una ligera sonrisa.
―Es gracias a Beto. Mi amigo quién me enseñó a pelear, según él.―
―No sé quién es Beto pero parece que es buen maestro― y se ríe.
Sigue manejando y yo volteo a ver por la ventana ¿cómo le explicaré a mi hija el porqué tengo la mano así?
―Puedo decirle algo señor ― escucho de nuevo la voz el chofer.
―Dime.―
―A veces hay alianzas inesperadas que pueden resolver todo… ― y yo sonrío.
―¿Estás hablando de mi madre? ― él asiente.
Me quedo pensando por un momento y muevo la cabeza de lado a lado.
―No vayamos a la casa… ―
―¿Disculpe? ―
―Pasemos a un supermercado por hielo y luego llévame donde vive mi madre.―
―¿Está seguro señor? ―
―Estoy seguro.―
El chofer da la vuelta y me lleva por otro rumbo ―¡Ay Luchita! Como te necesito ― murmuro mientras veo pasar la ciudad.
***
La tristeza que tuve al ver el lugar donde mi madre vivía es incomparable. Al entrar la línea de edificios en un lugar alejado de la ciudad no puedo dejar de pensar en que mi padre sabía de esto y a lo mejor no hizo nada para evitarlo.
Subo lentamente por todo los escalones, hasta que llego a tocar en la puerta 5D del edificio 14. Espero un momento y cuando mi madre abre ella me mira y cierra los ojos.
―¿Qué haces aquí? ― pregunta.
―Vine a comprar yo mismo lo que me decían por ahí ¿puedo pasar? ―
Ella asiente con la cabeza y yo entro al piso sólo para ver lo pequeño que es. Sólo cabe ella y unos cuántos muebles más. Es nada comparado con al casa donde vivía y los hoteles en los que se quedaba. Supongo que viajar en avión privado era sólo un vago recuerdo de la persona que algún día fue.
―¿Desde cuándo vives aquí? ― pregunto serio.
―Ya tengo cinco años. Antes vivía en la casa pero de pronto Bego me dijo que era suficiente y me corrió. ―
Mi madre explica eso con tanta tristeza y amargura que me hace sentir mal. Pasé de no sentir nada de amor por ella a sentir lástima, y no sé si ese sentimiento es mejor o peor que el otro.
―Empaca tus cosas madre, te llevaré a vivir a la casa.―
―¿Qué? ― pregunta con los ojos brillosos.
Suspiro ― Mi madre, Lucha, me dijo que la vida está llena de oportunidades, y que hay veces que es tan dadivosa que te ofrece una segunda oportunidad y ahí debes decidir si la tomas o no ― le recito y ella me ve atenta ― tu nieta está aquí, una que conociste hace más de diez años y que tu orgullo no te permitió disfrutarla, te ofrezco la oportunidad de que la conozcas, convivas con ella, seas por unos momentos la abuela que sé que puedes llegar a ser.―
Mi madre aprieta los labios para evitar llorar y trata de acercarse a mi para abrazarme pero la paro ― no, aún no estoy listo, porque lo que tú me hiciste a mi no tiene nombre… ― le digo frío ― pero mi hija no tiene la culpa.―
―Está bien― murmura y se aleja de mi.
―Te ayudaré a recuperar lo que es tuyo ― le digo serio― así que por primera vez en la vida necesito que nos sentemos a hablar y me digas todo lo que conoces sobre lo que pasa en la empresa y con Iñaki antes de tomar desciones ¿está claro? ―
―Sí ― contesta ―¿eso quiere decir que te quedarás? ¿Que tomarás el lugar de tu padre acá? ― pregunta con desesperación.
―Por ahora, sólo vengo a arreglar lo que sé le afectará a mi hija en un futuro y nada más. Lo único que me importa es su bienestar, después tomaré un avión de regreso y me iré con mi familia.―
Sé que mis palabras le duelen pero también sabe que son verdad mi familia es Ximena y nuestros hijos, nadie más.
―Gracias Tristán ― dice en tono desesperado.
―No me agradezcas a mi madre. Agradéceselo a Alicia, la ayuda, que lo sugirió ayer por la noche.―
―¿La sirvienta? ― comenta sorprendida.
―Tu amiga, y la única que se preocupa por ti ― finalizo y me siento tan mal de decir esas cosas pero todo es verdad.
Sé que tal vez esta es la segunda oportunidad que tengo con mi madre de reparar la relación que tenemos, pero aún no estoy seguro si estaré dispuesto a tomarla, tal como no lo hice años atrás, cuando pude hacerlo con mi padre ese día que entró a mi oficina y trató de hacer un pacto de paz.