[Tristán]

Después de una mañana increíblemente rara que no sé como puedo describir. Entro a la casa de nuevo con mi madre al lado. Alicia al verla, literal, corrió a recibirla y le dio un abrazo que no sé como lo tomará ella o que tipo de cosas dirá después.

―¿Y mi hija? ― pregunto de inmediato. 

―Está afuera Tristán. Está tomando fotos en el jardín.― 

―Gracias.―

Alicia de pronto ve mi mano y se asusta ―¡Ay por Dios! ¿No quieres ir al doctor? ―

―No, estoy bien… sólo necesito hielo ― digo mientras voy a la cocina y saco un poco del congelador y lo pongo sobre una manta ― Si me permiten iré a saludar a mi hija y hablar con mi esposa ― volteo a ver a mi madre ― instálate en la recámara principal  ― le indico. 

Camino hacia la sala para atravesarla e ir al jardín cuando la voz de ella me alcanza ― gracias Tristán.―

Volteo a verla ― de nada…― digo sin más y salgo de ahí. 

No es que en realidad me haya compadecido de mi madre, o no sé, la verdad es que no puedo soportar ver a una persona de su edad de esa manera, supongo que me pasó factura haber visto a Lucha en la misma situación, hace tiempo atrás, así de desprotegida y enferma. 

Salgo al jardín y veo a Luz tomándole fotos a “bebé” sobre una mesa que hay en medio de éste. Está tan concentrada en la sesión de fotos que no se da cuenta que llego a su lado, escondo la mano metiéndola en el bolsillo de mi pantalón y espero a que tome la foto. 

―”Bebé” es una excelente modelo ― le digo. 

―¡Papá! Me asustaste ― me reclama y luego se acerca  para saludarme. 

Me siento en una de las sillas ― Lo siento, pero no quería desconcentrarte.―

Ella se sienta al lado de mi y me abraza ― te extrañé Pa, esta casa es muy grande para quedarse solita, extraño a mis hermanos.―

―Lo sé, es bastante solitaria ¿no es así? ― y recuerdo las veces que me quedaba solo por meses y mi único compañero era ese dinosaurio de juguete. 

Luz peina los estambres que “bebé´” tiene por cabellos y yo le doy un beso sobre la cabeza ― te tengo tres noticias.―

―Dime.―

―La primera que hablaremos con tus hermanos en unos minutos así que péinate ― y con mi mano libre le revuelvo el largo cabello negro y risado, bromeando.

―¡Papá! No ― reclama. 

―La segunda, que hoy por la noche un amigo vendrá  y traerá a su hija Ainhoa y así al menos te distraerás un rato ¿Te late?―

―Me late… ― contesta. 

―Y la tercera… tu abuelita se quedará en la casa con nosotros a partir de ahorita… dormirá en el cuarto principal.―

Luz me ve a los ojos ―¿Es cierto que tu madre no te quiere? ― pregunta con esa voz que se parece tanto a la de Ximena. 

―¿Quién te dijo eso? ―

―Escuché a mamá y a ti hablar antes de venir para acá. Tú le dijiste a mamá que tu madre no te quería qy que no veías el motivo de venir acá… ¿entonces a qué venimos? ¿De vacaciones? Porque si era así te hubieras traído a Manu, María Julia y mamá.― 

Acaricio su cabello y la veo a los ojos, a veces se me olvida que Luz es una señorita de casi 13 años y que ya no es una niña a la que le puedes esconder la verdad engañándola con un objeto brillante o algo parecido.―

―Es una larga historia mija ― respondo ― pero te prometo que después de mañana te lo explicaré todo ¿si? ¿Me das chance?―

―Está bien, pero me cuentas.―

La abrazo ― ya sabes que si “mija chula” ― le digo imitando a su abuela Rosalva. 

―¡Pa!― reclama y la agarro a besos. 

―Te amo, te amo, te amo con la vida ― repito ― ahora ¿hablamos a México?― le propongo y ella asiente feliz. 

Una hora después de video llamada con la familia, donde prácticamente los acompañamos a desayunar mientras nosotros tomábamos algo en el jardín. Luz y yo entramos a la casa para ver a mi madre sentada en la sala sin hacer nada. 

Cuando vio a Luz sonrió de inmediato y se puso de pie ―¿llevas rato aquí? ―le pregunto. 

―Vi que estaban en el jardín pero hablaban por el móvil y no quise interrumpirlos.―

Luz se acerca y la ve. Mi madre sonríe temerosa, supongo que no sabe como se comportará mi hija, pero ella la abraza ― me da gusto conocerte abuela, espero que todo este tiempo te haya servido para querer un poquito a mi papá ― le murmura y yo paso saliva conmovido ― porque es el mejor de todos.―

Mi madre no contesta nada y sólo acaricia su cabello. Luego se separa y me ve ―¿podemos irnos ya a pasear? ― me pregunta. 

―Sí claro, sólo me cambio  a una ropa más cómoda y nos vamos.―

―Va, perfecto ¿mi abuela también va? ― me pregunta. 

Observo a mi madre y alzo los hombros ― como ella quiera.―

―Vente abuela ¿si? Así podemos platicar más… ―

―Bueno, si lo deseas ― contesta sin mucho tacto. 

―Vale.. me cambio para irnos.―

Después de hacerlo me encuentro a mi madre en el lobby esperando, me ve y dice ― sé que no quieres que vaya Tristán, pero..―

―Si quieres ir ve… no me molesta ― contesto un poco frío. 

Sé que tengo que empezar a tener mejor tacto con mi madre y que debo ser paciente, creo que si algo me enseñó ser padre de tres es eso, la paciencia. Además, debo admitir que mi madre no es la misma de antes y que ha perdido un poco de fuerza y temperamento, así que eso podría ser un buen bálsamo en la relación. 

Luz baja  poniéndose el suéter y yo le acomodó el cabello que se atora en la parte de atrás de su espalda. 

―¿Lista mi vida? ― pregunto. 

―¡Lista!―

―¿Llevas tu cámara? ―Y me muestra la pequeña mochila ―entonces vamos.―

Subimos a la camioneta y le pido al chofer que nos lleve a un restaurante que esté a la orilla de la playa, ya que Luz muere por conocerla. Mi madre va en silencio mientras mi hija me va preguntando si yo paseaba por esos lugares cuando vivía aquí. Le platico una que otra cosa y cuando llegamos ella se baja feliz. Saca su cámara y toma una foto del paisaje.― 

―¿Puedo ir a la playa? ― me pregunta. 

―Mejor después de comer, mi amor, finalizando vamos a pasear ¿si? ―

―Ash ― contesta y levanto la ceja ― está bien papá.―

Entramos al lugar, ordenamos algo y yo como una Borrida de ratjada ya que es mi plato favorito regional y después de 10 años creo que me lo merezco. Mi madre durante la comida no platicó nada, pero Luz no paró de preguntarme de todo y yo con gusto le contesté, está tan fascinada con Ibiza que me da miedo que no se quiera regresarse a México. 

Terminando, bajamos los tres a la playa y ella me da  su mochila, saca su cámara y la prende―¡Foto Papá! ― me dice feliz y poso, luego la ve. 

―¿Cómo salí?― pregunto. 

―Guapísimo― y sale corriendo delante de nosotros. 

Comenzamos a caminar en silencio, mientras disfruto del ruido del mar y la suavidad de la arena ―¿Extrañabas Ibiza? ― me pregunta mi madre. 

―Claro, pero ahora extraño más Mexico… extraño a mi esposa y a mis otros hijos.―

―Se entiende… ― suspira ―tu hija es muy educada.― 

―Es genial, admiro su capacidad artística y su ternura. Desde pequeña siempre fue tan amigable y amable… es mi primogénita y me duele verla crecer tan rápido, siento que un día se irá lejos de mi y hará su propia familia y vida… ― digo orgulloso. 

―Es así porque la crías bien… ― me comenta mi madre ― bueno, la criaron bien porque tu esposa tiene mucho que ver. ― 

Yo asiento con la cabeza. 

―¿Y tus otros hijos? ¿Cómo son? ― 

―Manu es travieso, mucho… le gustan los vídeos juegos y jugar fútbol. La familia va a verlo jugar todos los sábados por la mañana. Es amoroso con sus hermanas y sobre todo con su madre… sé que Ximena tiene un guardaespaldas de por vida ― suspiro ― Y Maria Julia me recuerda tanto a mi, preguntón, curioso… siempre quiere saber más y le gusta investigar… es mi pequeña  Holmes y la disfruto tanto, aunque es tan madura que siento que hablo con una pequeña mujercita.. me saca la vuelta a cada rato y tengo que estar un poco atento cuando me cuenta las cosas porque luego me pide un resumen.―

Mi madre por primera vez en la plática se ríe, supongo que se acuerda cuando la conoció hace unos días atras. Seguimos en silencio y veo a Luz tomarle fotos a unas cosas en la arena. 

―Debo admitir que cuando te saliste de tu fiesta de compromiso con Bego, hace diez años,  te odié tanto… sé que “odio” es una palabra muy fuerte pero lo hice, pero no porque hayas roto el compromiso o por el dinero… si no porque habías encontrado la felicidad que yo nunca te di, porque a pesar de todo lo que viviste lograste encontrar a una persona que te amara sin medida, no por conveniencia, tuviste el valor de renunciar a todo lo que conocías para seguir a tu felicidad… ― los ojos de mi madre se llenan de lágrimas y por primera vez la veo llorar ― yo no sé de donde sacaste ese valor para hacerlo, porque sé que yo no te lo enseñé…  en verdad no fui buena madre para ti y tal vez es tarde para arrepentirme pero… no quiero morir sin saber que al menos te lo dije, no como le pasó a tu padre.―

Respiro, sé que debo abrazarla en este momento y consolarla pero las palabras no me salen ¿cómo puedes demostrar sentimientos que ella nunca me enseñó? ¿Cómo le haces para olvidar todo lo que te hizo y luego venir y consolarla? ¿Podré ser lo suficientemente rencoroso para no consolarla en este momento? 

No, no puedo… definitivamente no soy así. Entonces me acerco a ella y la abrazo ― una vez un pequeño poeta me dijo que el odio lleva al lado obscuro, pero si estamos dispuestos a luchar contra él siempre podemos regresar al lado de la fuerza ― le digo y ella llora. 

―¿Quién te dijo eso? ―

―Mi pequeño, mi Manuel, es muy fan de la Guerra de las Galaxias ― y mi madre ríe ―El caso es madre, que no sé si podré perdonarte por completo algún día pero lo que si sé es que no te puedo guardar rencor, no es mi estilo, así que… ¿que te parece si hacemos un pacto de paz? ―

―Lo que tu digas, yo lo acepto.―

―Hagamos las pases, acabemos con esto del testamento y después viviremos nuestras vidas en paz… ― y le doy un beso sobre el cabello. 

―Gracias Tristán, eres definitivamente un gran hombre, el mejor de todos, te mereces toda la felicidad del mundo.―

La abrazo un poquito más y nos quedamos en medio de la playa mientras veo a mi hija a lo lejos y sonríe, ella es el testigo de esta paz, ésta que se pactó en medio de la playa junto a las olas del mar. 

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