[Tristán]

Después del paseo en la playa, regresamos a la casa. Mi madre se sentía un poco cansada, así que llegó directo a la habitación y se fue a dormir. En cambio, Luz y yo, aprovechamos ese tiempo para convivir un poco antes de que llegara David con su hija. 

Luz, ha estado escuchando miles de cosas sobre mi. Alicia le dijo que entre mis amigos y conocidos era un tipo de “leyenda” o de “héroe” y no entiende por qué, si ella supiera que yo tampoco, pero al parecer lo que hice esa tarde fue algo que marcó la vida de algunas personas al igual que la mía. 

―¡Andale papá! Sólo cuéntame ― me pide de nuevo ― te prometo que no me reiré.―

―No, si no es de risa, sólo que… no sé si sea tan importante que lo sepas. Es una simple anécdota, que veo se convirtió en leyenda urbana ― digo entre risas. 

Alicia entra por la puerta con una bandeja con café, galletas y una que otra cosa para pasar la tarde ― fue genial, a mi me contó Tita ― interrumpe. 

―¿Tita también sabe? ― pregunta inquieta Luz. 

―Claro que sabe. Tita y tu padre tenían fama por hacer unos buenos planes… ella no podía faltar― responde. 

―Cuéntame ¿si? ― 

―Sí, cuéntanos Tristán. Porque yo después ya no te vi.―

Guardo silencio, mientras Luz me ve atenta, a ella desde chica siempre le han gustado las historias que le cuento, sobre todo las que tiene que ver con el amor, la historia de la serenata es su favorita  ― sólo te contaré un pequeño resumen ¿si? ― le advierto y ella asiente sonriendo. 

―Sí, pero con muchos detalles ― responde y yo sonrío. 

―Bueno, como ves, la vida que antes llevaba no es igual a la que llevamos antes, mi amor, crecí en esta casa con tus abuelos ausentes, sólo con Tita y Alicia, en verdad fue un niño muy solitario y bueno… en fin, hacía lo que quería y nadie me detenía.―

―Quién te viera Tristán ― me reclama Luz y la abrazo. 

―No era una vida muy bonita que digamos, la tuya  es mil veces mejor, en fin… me enamoré de tu madre, perdidamente sin embargo, yo tenía “obligaciones” que cumplir acá y por ese momento me encontraba comprometido con Begonia, y no me podía casar con tu madre.―

Alicia se siente en el sofá frente al mío, emocionada, parece que escuchar la historia de primera mano la hace sentir así.

―En fin, tenía que hacer algo para regresar con mi mexicana hermosa, así que me prometí a mi mismo “regresaré, la buscaré, la conquistaré y la amaré por el resto de mi vida”.―

―¡Awwww! ― contesta Luz y yo me sonrojo. 

―No sabíamos que tu padre era tan romántico hasta ese día― le dice Alicia . 

―Bueno, el día que me regresé a México, era mi fiesta de compromiso, el día que anunciaríamos “oficialmente” que nos casaríamos en diciembre. Recuerdo que ese día tuve que fingir que todo estaba bien para poder paralelamente armar un plan.―

―¡Uy! Esto es mejor que una telenovela, como las que ve Tita ― contesta Luz y yo me río. 

―Ese día fuimos a la fiesta, mis padres y yo, recuerdo que iba muy nervioso porque no sabía que todo funcionaría, y tenía que funcionar porque mi relación con tu madre estaba en juego, así que era todo o nada.―

Tomo un poco de aire. 

―En fin, llegamos a la fiesta y todos nuestros amigos estaban ahí, incluso David. Ese evento era como el “más esperado” entre nosotros ya que Bego y yo teníamos muchos años de noviazgo y lo único que faltaba es que nos casáramos, así que ya te imaginarás la fiesta.―

―¡Enorme!― contesta Luz atenta.

―¡Enorme! Todos estaban, medio Ibiza, creo.―

―Pero ya, cuéntale el resto… ― me apresura Alicia emocionada. 

―Bueno, llegué a la fiesta, esperé a que empezara un poco y que todos me vieran ahí conviviendo, para no levantar sospechas y, cuando se acercaba el momento del anuncio fui con mi padre y le pedí hablar con él. Entramos los dos al estudio de la casa y….― sonrío sólo de acordarme ― le dije que no me casaría con Bego, que cuánto dinero quería por dejarme ir… ―

―¿Dejarte ir? ― pregunta Luz extrañada y es normal, ella nunca ha tenido que renunciar a nada para ser feliz, simplemente lo es.

―Así es, dejarme ir… tu padre no siempre tuvo tanta libertad como ahora.―

Me quedo en silencio y de pronto escucho la voz de mi madre que estaba detrás de nosotros ― Tu papá renunció a su herencia entera, a todos sus privilegios ― dijo viéndome a los ojos ― dio todo el dinero que le correspondía para poder regresar a México con tu madre y ser feliz.―

―Y después salió por la puerta sin mirar atrás ― agrega Alicia en un tono de orgullo que me avergüenza de nuevo.―

Luz me ve a los ojos ―¿es en serio papá? ¿Renunciaste a todo esto por mi mamá? ― 

En realidad me da un poco risa verla así, pero a la vez me llena de ternura. Que tu hija mayor descubra tu pasado y que lo vea como un cuento de hadas de esos que le gustan a su hermana, es fantastico, lo que me hace sentir orgulloso, porque eso quiere decir que mi propósito se cumplió, que mis hijos vivieran todo lo que yo no viví y que tuvieran una infancia diferente a la mía, al grado de que esto que estoy relatando, que fue real para mi, ella lo vea como una historia que se cuenta antes de ir a la cama. 

―Sí, a todo, di todo lo que tenía, esta casa, el dinero, mi vida completa, pero tu madre valía cada centavo, cada reproche o situación que podría desencadenar y sí me pidieran volver a hacerlo… lo haría gustoso, sin pensarlo dos veces, porque sabría que me casaría con el amor de mi vida. ―

Luz sonríe y sin que yo lo espere me abraza ― siempre supe que eras genial papá, pero ahora sé que lo eres.―

Le doy un beso sobre el cabello y la abrazo fuerte ― te amo mi Luz, además tiempo después tu madre y yo nos enteramos que venías en camino, así que… con más razón.―

―Sin tantos detalles papá ― reclama y yo me río. 

―Después de eso, todos empezaron a hablar de lo que hizo tu padre, estaban sorprendidos no sólo porque les tomó por sorpresa que se haya ido y dejado a Bego, si no porque fue una de las declaraciones de amor más increíbles y sinceras que se pueden hacer, imagínate Luz, si tu padre dejó todo lo que tenía por amor… ¿qué no haría ahora? ―le comentó mi madre. 

―Todo.―

―Todo… ―respondo ― y esa es la “famosa” historia que al parecer ahora es leyenda.―

―Me encantó, tal vez la pueda escribir para mi clase de composición ― contesta Luz emocionada y yo sonrío. 

Ella se pone de pie ― ¿Puedo ir a ver televisión a tu cuarto? ―

―Ve bella, pero recuerda que tendremos visitas en un ratito ¿vale? ―

Luz sale corriendo de la sala y Alicia, mi madre y yo nos quedamos en silencio. Parece que recordar esa anécdota nos ha hundido en esta especie de melancolía a los tres. 

―¿Lo recuerdas así madre? ― pregunto. 

―Un poco más trágico. Te faltó el detalle de Bego hincándose en la entrada de la casa con las manos al cielo y llorando desconsoladamente.―

Los tres rompemos en una risa porque recordar esa imagen fue bastante gracioso. No cabe duda de que Bego siempre fue muy dramática así que lo que vi en el funeral no se me hace para nada extraño. Mi madre se acerca al sofá y se sienta tímida. 

―Lo dejo ― me dice Alicia. 

Me quedo en silencio, sonriendo, recuerdo que todo lo que conté en el momento fue algo similar a una novela de las que veía mi madre Lucha y, ahora que lo pienso, tal vez por eso le caí bien desde el principio, porque mi vida era como una, el niño rico que renuncia a todo por el amor de su vida y ella le enseña a ser mejor hombre, ahora me pregunto ¿qué final tendrá la mía? ¿Será un final feliz? ¿Uno trágico? Porque definitivamente el final de la boda ya pasó, aunque me casaría con Ximena una y otra vez.

―Yo tengo la otra parte de esa anécdota que contaste ― me dice ella un poco más tranquila y con un cambio de actitud diferente. 

―Dime.―

―Tu padre pensó que era broma, que definitivamente regresarías a los tres días y todo sería normal de nuevo. Incluso, Bego, ni siquiera quiso cancelar los planes de la boda. Tu padre se repetía constantemente “va a regresar, no conoce otra vida que no sea ésta” y te confieso que yo también lo creía. Sin embargo, pasaron días, luego meses y cuanto menos nos dimos cuenta el fin del año llegaba y nuestro hijo no regresaba. Sé que muchas veces estuvimos separados los tres y, que, había momentos en los que no nos veíamos ni por error pero, esta vez, era diferente, como cuando una persona muere y la extrañas y supones dónde estará, pero no estás segura, era una ausencia melancólica, de pérdida… sabíamos donde estabas pero ninguno de los dos se atrevía a ir… supongo que comprendimos, por primera vez, que no éramos bienvenidos en tu vida, que si habías renunciado a todo, era porque no nos querías ahí.― 

―No, no los quería… Por primera vez ella era mía y sólo mía… y no quería que me la arrebatan, como lo hicieron con muchos momentos o situaciones de mi vida. Con Ximena haría mi vida y sería feliz, y si la forma de hacerlo era olvidando y renunciando a todo esto ― y señalo la casa ―lo hacía gustoso.―

En este momento, mientras escucho a mi madre contarme el “después” de mi ausencia, me hace sentir melancólico, pensé que cuando regresara a Ibiza, a mi hogar, estaría lleno de odio y rencor, pero no, no es así, en realidad lo estoy disfrutando bastante sobre todo porque Luz está feliz. Ahora entiendo lo que mi madre Lucha y Ximena decían, soy un hombre diferente, pero no por todo lo que cuenta la “leyenda” sino porque siempre fui así, ya que si no lo hubiera sido , jamás me hubiera atrevido a tomar las riendas de mi vida y empezar en un lugar desconocido. 

―No fuiste una madre tan terrible ― le consuelo y ella lo niega. 

―Fui pésima Tristán, fui egoísta, sólo pensé en mi beneficio y puse mi felicidad antes que la tuya… sé lo que fui, no necesito que me consueles para hacerme sentir mejor, no quiero sentirme mejor ―me dice en un tono de dureza. 

Respiro profundo y siento esa confesión de mi madre como el último acto liberador y al escuchar esto me doy cuenta que hay distintas formas de decir perdón, y que ésta es la suya. Alicia nos interrumpe de pronto. 

―El señor David Canarias está aquí ― me comenta. 

―Hazlo pasar Alicia, gracias ― le pido y ella se da la vuelta. 

―Te dejo ―dice mi madre ―creo que lo que vas a escuchar es mejor que lo hagas solo. 

Se pone de pie y me sonríe y ya no me dice nada, quiero pensar que cuando uno envejece las palabras comienzan a sobrar así que se dice lo que se debe decir y ya. Mi madre se va escaleras arriba y yo me quedo sentado en el sofá. Creo que llegó el momento de enterarme de la otra parte, de poner las cosas en claro y hacerme responsable de lo que viene, es hora de descubrir todas las fechorías que Iñaki ha hecho en mi ausencia, y recuperar lo que es mío… pese a quién le pese. 

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