[Ximena]
Mudarse es difícil, pero aún más cuando tienes que hacerlo a otro país. No sólo por el lío de meter las cosas a cajas, cubrir muebles etc, si no también es decirle adiós a una vida entera, despedirte de familiares, de amigos y posiblemente pensar que jamás se regresará.
Desde que Tristán me dijo que la mudanza a España estaba decidida, me invadió de pronto una ola de sentimientos que fueron de la alegría a la tristeza pasando por la incertidumbre, y no porque no confiara en lo que mi esposo me decía, si no porque estaba a punto de dejar el país donde nací, crecí, hice mi vida, formé una familia, uno al que estoy acostumbrada a sus sabores, a sus olores, sus modismos y gente, todo para empezar una nueva vida en un país que, aunque hablan mi idioma, es completamente diferente.
Sin embargo, quiero pensar que otra de las cosas que me hace sentir así es que me alejaré de mi padre algo que me pesa mucho. En todos estos años ambos hemos logrado tener una mejor relación, debo admitir que el nacimiento de Luz nos empezó a acercar, pero cuando nació María Julia fue lo que lo hizo definitivamente. Mi padre, después del infarto que le dió se alejó de todo pero con el tiempo fue empeorando y ahora se encuentra bien pero la edad es su condena, por así decirlo.
Aún no sabe que nos iremos, incluso Tristán aún no regresa de España pero yo he comenzando todo el proceso de la mudanza, ni siquiera Manu y Julia saben, porque su padre dijo que quería estar presente para decirles y explicarles, pero mi padre, él es mi responsabilidad y sé que le debo decir pronto porque no sé como lo vaya a tomar.
Así que hoy, un día antes de que Tristan regrese con Luz, los invité, a él y a Rosalva, a desayunar a la casa después de que los niños se fueron a la escuela, para que pudiéramos hablar a gusto sin que María Julia les enseñara sus trucos de magia que había aprendido en el pasado curso de verano, y ya que en México tenemos un dicho que dice así: “las penas con pan son menos”, así que cocinarle será la mejor medicina para lo que posiblemente sea una noticia triste para él.
Abrí la puerta y al ver a mi padre sonreí y un nudo en la garganta se me formó de inmediato. Verlo con tantas canas y esos ojos cansados me ha hecho recordar que sé que algún día me tendré que despedir definitivamente de él.
—¡Hola mi Menita! — me dice con ternura.
—Pa, bienvenidos… —
Rosalva entró detrás de él con un plato cubierto — te traje pan, el panadero que pasa por la casa tiene unos muy buenos, para que Tristán lo coma con su café. —
—Gracias, como siempre consintiéndolo. Si tenemos pan dulce en la casa es por ti, porque nosotros no compramos por nuestro propio bien — bromeo.
—Ese hombre tiene dos adiciones el pan de dulce y las telenovelas — y me río.
Pasamos a la cocina donde se encuentra el comedor familiar y mi padre se sienta —¿Crees que puedas romper tu dieta un día paquito? — le digo a mi padre que se va acomodando.
—Yo ya la hubiera roto hace años, pero acá esta señora que dice que tengo que seguirla.—
—No seas necio Francisco, por ella aún sigues entre nosotros — le dice molesta —pero si Ximena, por ti hoy puede romperla.—
Sonrió feliz y voy a lavarme las manos para comenzar a picar la fruta. Saco la papaya, el melón y el plátano y en un tazón comienzo a poner la mezcla.
—¿Cuándo regresa mijo? — me pregunta mi padre.
—Mañana, llegan a las 4:00 de la tarde. Los niños quieren ir a recibirlos así que iremos al aeropuerto — le informo.
Mi padre asiente, debo admitir que me da mucha ternura que le diga ‘mijo’ a Tristán, me da gusto que él lo haya adoptado de esa manera.
—¿Cómo le fue con lo de su padre? — pregunta Rosalva.
—Le fue — digo sin contar más detalles — pero parece que eso le ayudó a tener mejor relación con su madre, así que, no todo es malo en Ibiza — y sonrío.
Sirvo la fruta y mientras ellos comen, comienzo a hacer el desayuno, le cocinaré a mi padre huevos divorciados, sus favoritos, con frijoles negros y café. Mientras muevo las salsas me pongo a pensar en qué momento les pondré decir la noticia, me siento como esa vez que debía confesar que me hice un piercing en el ombligo y moría de miedo, finalmente mi madre me descubrió y ya no pude decirlo a mi manera.
—Pa’— llamo su atención — ¿qué pensarías si te dijera que a Tristán le han ofrecido un trabajo allá? —
—¿En Ibiza? — responde.
—Sí, uno de sus amigos, que por cierto es socio de tu empresa, le ha ofrecido un trabajo.—
Pongo los huevos en el sartén y mientras espero a que se cocinen volteo a verlos. Ambos me están viendo, supongo que están esperando la otra parte de la historia.
Comienzo a pasar la tortilla ligeramente por el aceite caliente y la pongo sobre la el plato para después poner los huevos fritos encima, uno en cada tortilla y baño el primero con salsa verde y el otro en salsa roja.
—Pues diría que Tristán extrañaría mucho el pan dulce… ¿Harán *conchas allá? — y sonríe.
Preparo el plato de Rosalva y me acerco a la mesa para servírselos. Yo sólo como la fruta porque traigo el estómago tan revuelto de todas las emociones que siento en este momento que no tengo hambre. Mi padre le da una probada al platillo y sonríe.
—Igualitos a los de tu difunta madre…—
—El secreto es la salsa — le murmuro — es receta secreta.—
Vuelve el silencio, pero sé que mi padre está esperando que siga platicando, así que tomó un poco de jugo de naranja y continúo — el puesto es en la empresa de su padre.—
—Ajá— contesta comiendo.
—Y es uno muy bueno porque como él sabe el manejo de ciertas cosas y…— comienzo a relatar nerviosa.
Rosalva me toma de la mano y me sonríe — ¿Por qué siempre te cuesta tanto decirnos las cosas? — me pregunta.
La observo, sé que ella no es mi madre pero lleva al lado de mi padre más de veinte años y me conoce muy bien.
—Es como su madre, tiene tiento para decir las cosas, le servía mucho para los vestidos de novia y le sirve conmigo ¿cierto? — y yo asiento —¿me estás tratando de decir que se irán a vivir a Ibiza? —
Asiento de nuevo, y los ojos me brillan por las lágrimas — Tristán dijo que sí hace dos días, si todo sale según lo planeado para octubre estaremos allá, máximo.—
—Mmmmm — hace y toma un poco de tortilla y junta el resto de la salsa.
—¿Papá? — le murmuro —¿Todo bien? —
Él sigue sin contestarme y debo confesar que comienzo a ponerme nerviosa. Deja de comer el desayuno y luego me mira — riquísimos Menita — me murmura y veo sus ojos brillantes.
—¡Ay papá! — le digo tratando de no llorar y me acerco a él para abrazarlo de inmediato y él se pone a hacerlo sobre mi cuerpo.
—Lo siento mija es que ya cuando uno está viejo se pone muy sentimental y pues…— y yo le paso una servilleta de papel para que se quite las lágrimas de los ojos.—
—¡Ay pa’! No me digas nada… si quieres me quedo — le digo de inmediato — me quedo aquí contigo, le digo a Tristán que no nos vayamos — y no sé si digo eso porque quiero que me lo pida para entonces no sentir toda esta incertidumbre en mi o para consolarle. Él comienza a negar con la cabeza.
—No mi amor, jamás te pediría eso. Uno sabe que cuando los hijos crecen algún día se tienen que ir lejos de uno, y pues es hora de que tú lo hagas, Tristán es tu familia y ahora debes seguirle aunque te lleve un poquito lejos de mi — y vuelve a llorar.
—Jamás me iré lejos de ti — le respondo.
Rosalva también llora, parece que el sentimiento nos ha tomado a los tres por sorpresa. Me acerco a ella y la abrazo también.
—Saben que los amo mucho, a los dos — y me dirijo a ella — sé que tal vez tú y yo no hemos sido tan cercarnas pero eres lo más parecido a una madre que he tenido. Mis hijos son tus nietos Rosalva, y te aman como abuela, y te agradezco por querer tanto a mi papá.—
Ella me sonríe y me da un beso en la mejilla.
—Es una oportunidad grande, la hemos pensando mucho porque Tristán ama profundamente vivir aquí, pero a veces las oportunidades se dan y pues…— continúo.
—No te justifiques mi Mena, jamás justifiques algo que sabes será para el bien de tu familia y tuyo. Yo ya viví mi vida, hice las cosas que debía hacer y ahora… es tú turno— y me da un beso sobre la mejilla.
—Sé que estarás en buenas manos — y veo a Rosalva — te prometo que regresaremos lo más que podamos a verlos y ustedes pondrán ir para allá. Vendremos en Navidades y veranos…— y comienzo a hacer una lista de eventos a los que vendré.
—Sí mija, me va a doler no poder venir a verte los fines de semana, ni ver a mis nietos que cada día están más grandes, pero esta es una oportunidad para tu esposo, y si es lo mejor, tómenla. Además ahora ya existe eso de las videollamadas, Luz ya me enseñó a usar eso del whatsapp y del instagram pa’ que nos veamos más seguido — me río con el comentario.
—Te juro que así será. Quiero que te cuides mucho Paquito — le pido — quiero que vivas otros 40 años más — le digo y él se ríe.
—No sé si cuarenta mija, pero te voy a dar lata unos añitos — me bromea y volvemos a reírnos.
Terminamos de desayunar y luego de platicar sobre los planes que teníamos Tristán y yo en España me dijo— haremos una fiesta de despedida para antes de que se vayan, invitaremos a todos.—
—No quiero una fiesta de 200 personas ¿eh papá? — le bromeo.
—No, una bonita, familiar… para despedirlos y desearles lo mejor del mundo en su nueva vida ¿te parece? —
—Me parece.—
—Perfecto — contesta y me abraza como nunca lo había hecho — mi mena, estoy tan orgulloso de ti que no cabe en esta casa, ni en todo Cuernavaca, mucho menos en México — me murmura y yo le doy un beso.
Rosalva se une al abrazo y luego se separa asustada —¡ijole! Saben a quién no le va a gustar la idea de que se vayan.—
—¿A quién? —pregunto.
—A tu hermano. Ya sabes que Tristán es su mejor amigo y mejor socio, y cuando sepa será el drama de la vida— y todos nos reímos.
—Lo superará, ahora que es padre ya no debería hacer tanto drama — dice mi padre seguro. Aunque en realidad sí lo hizo… un dramón digno de contarse.
Tomo el pan del plato y le ofrezco uno a mi padre — vamos, acompáñame con uno ¿quieres Paquito? — y mi padre me sonríe.
—Siempre es un honor que mi hija me haga romper la dieta— me dice tierno y después, pasamos el resto de la mañana platicando.