Pensé que el decirle a mi padre todo esto sería más difícil y que su reacción sería de lo peor. Pero parece ser que después de tantos años, me sigo equivocando. Podríamos decir que ahora todo esta arreglado, y que nada más faltan nuestros hijos para que todo se ponga en marcha. 

Manuel, María Julia y yo fuimos al aeropuerto a esperar a su hermano y a su papá que llegaron puntuales y al vernos corrieron, literalmente, hacia nosotros y nos abrazaron. Entre besos y palabras de bienvenida, manejé de regreso a Cuernavaca donde tanto Luz como él, cayeron profundamente dormidos y ya no hubo oportunidad de hablar con ellos, por lo que tuvimos que esperar al siguiente día. 

Me desperté temprano, como siempre, y bajé a hacer el café a la cocina no sin antes abrirle la puerta del jardín a Solovino para que diera una vuelta. Mi hermoso perro, que ahora con más canas y que ya camina lento, tendrá que viajar horas hacia un lugar nuevo para seguir a la familia.

―¡Ey amigo! ¿Estás listo para irte a recostar a otro sillón de otra sala? — le murmuro mientras lo acaricio y él me ve con sus hermosos ojos —El rumor dice que te llevarán a la playa ¿qué dices? ¿Nos acompañas en una nueva aventura? — el pero sólo me lame la mano y luego sale para tomar un poco el sol en la terraza. 

Voy directo a la cafetera a hacer el café y luego siento las manos de Tristán rodeando mi cintura. 

―Tres bebés y sigues igualita al día que te conocí — me murmura. Sonrío y me sonrojo —y te sigues sonrojando igual. Me alegra que eso no cambie — me confiesa. 

—¿Café? — 

—Por favor — me dice sonriente y va por unas tazas, las pone sobre la barra de azulejo azul y luego me toma de la cintura y me sienta sobre ella —extrañaba estos momentos en la mañana solos, cuando te puedo besar y decirte que te amo sin que nadie diga: ¡papá! — e imita a María Julia.

—Yo te extrañaba más… solovino se estaba cansando de mis pláticas mañaneras — y él sonríe. 

Me ve a los ojos, con una de sus manos acaricia mi rostro y me besa sobre la frente — te prometo que nada va a cambiar, seguiremos siendo los mismos, tomando café solos por la mañana, durmiendo acurrucados y que mis hijos y tú siempre estarán primero.—

Tomo su rostro con ambas manos y lo veo a los ojos — te creo y confío en ti.—

Tristán me besa en los labios, pegando un poco su cuerpo al mío y posando sus manos sobre mi espalda baja. Debo confesar que hay días que me siento como una adolescente cuando estamos así, o recuerdo aquellos primeros días juntos cuando nos íbamos conociendo y solíamos besarnos así todo el tiempo. 

—Una vida nueva, en un país nuevo… ¿así te sentías tú cuando te viniste definitivamente para acá? — le pregunto. 

—Me sentía feliz ¿tú te sientes feliz? — y me sonríe. 

—Si estoy contigo, no me hace falta nada Tristán. Soy feliz si tu estás a mi lado.—

Me abraza —¿listo para decirle a los niños? — le pregunto. 

—Listo, Luz ya sabe así que quiero pensar que María Julia y Manuel lo tomarán mejor.

—Pues, antes de que empiece la hora del drama…— y me estiro para enseñarle el plato con pan dulce.—

—¡Bendita seas Rosalva! — me dice Tristán — si algo voy a extrañar de México es el pan dulce — asegura —¿Crees que el panadero con el pan se quiera ir a Ibiza con nosotros? — y ambos nos reímos felices. 

Hace doce años este hombre llegó con una misión acá, el divorciarse de la desconocida Ximena Caballero para después continuar con su vida, quién iba a pensar que esa misión cambiaría de dirección, y que ahora esa misma mujer, con tres hijos y un perro, serían los que lo acompañarían de regreso. 

—La casa te va a encantar, Alicia muere por conocerte.—

—¿Alicia? — pregunto. 

—Es la ayuda, quién nos ayuda en la casa…creo que te llevarás bien con ella.—

—Lo haré.— 

—¿Cuándo debes de regresar tú? — le pregunto mientras mis labios están sobre los suyos. 

—En una semana, tenemos una semana para que te ayude en todo lo que pueda y luego…—

—Una semana me basta para disfrutarte.—

Empezamos a escuchar pasos en la parte de arriba y luego como María Julia abre la puerta de su habitación. La casa comienza a cobrar vida y ambos sonreímos. 

—¡Mamá! ¿Estás en la cocina? — escucho que me grita. 

—Sí mi vida, acá estoy — le respondo. 

Tristán me da un último beso antes de bajarme de la repisa — ¿lista para decirles?—

—Lista — murmuro. 

—Perfecto, aunque primero — y le da una mordida a la concha — ¡Gracias México! — me dice entre risas y luego me da un beso que sabe a chocolate. 

***

Decirle a los niños que nos iríamos a vivir a otro lado fue más difícil de lo que pensamos, pero ellos respondieron de la manera más inesperada y fascinante. Supongo que a veces los adultos nos hacemos más parados en la cabeza de como reaccionarán los niños, y luego nos dan una gran lección. 

—¿Solovino irá? — pregunta Manuel. 

—Claro que irá… nos iremos todos en familia — contesto — y Solovino es parte de nuestra familia.—

—O.K, entonces si va él voy yo — dice sonriente. 

María Julia, se se encuentra sentada sobre el regazo de su padre lo ve — ¿eso quiere decir que tendremos que aprender otro idioma? — le pregunta inocentemente — porque de por si el inglés se me hace difícil.— 

— No mi amor — dice Tristán entre risas — yo soy de allá ¿no? — y ella asiente — ¿y me entiendes? —

—Bueno, pensé que tal vez habías aprendido el español y por eso hablas chistoso.—

Tristán rompe en una carcajada y luego el da un beso — mi amor, todos hablan así como yo hablo en Ibiza, pero te juro que les entenderás y que eso no te debe preocupar.—

—Vale — contesta — pero me prometes que ya no estudiaré inglés.—

—No, eso es importante. Te conseguiré a un buen maestro de inglés y serás la mejor.—

«Y claro que lo fue. María Julia estudio idiomas y se hizo intérprete, pero eso viene después». 

—Bueno, si va solovino, yo también voy — contestó como su hermano. 

Tristán y yo volteamos a vera Luz que se encontraba en silencio y debo admitir que eso me asustó. Luz, es una niña muy sensible y tímida, al grado que le cuesta hacer amistades y prefiere estar sola. Debo confesar que a veces siento que eso es resultado de lo que vivió de chiquita conmigo en mi taller, que posiblemente le impactó de cierta manera y ahora su timidez es el resultado. 

—¿Qué dices mi amor? — le pregunto. 

Ella me sonríe y asiente — sí, yo también quiero llevar a Solovino a caminar a la playa — contesta. 

Tristán abre los brazos — vengan para acá mis amores — les dice y Manu y Luz se acercan a él y los abraza — nada cambiará, seguiremos siendo una gran familia como lo hemos sido hasta ahorita ¿vale? Estaremos siempre juntos en las buenas y en las malas, y nada en su vida cambiará su madre y su padre siempre estarán para ustedes y los amarán sin medidas — les dice y luego los besa tierno. 

Luz se separa y me invita a que me una al abrazo que se ha formado — Tal vez la casa cambie, la ciudad y la gente también, pero esto, lo que cabe en estos brazos es nuestro hogar, y el hogar jamás cambia ¿entendido? — dijo Tristán. 

—Si— contestaron todos en coro. 

—¿Nos llevaremos el Playstation? — nos dice Manuel.

Tristán comienza a reírse y todos lo vemos extrañados — lo siento, luego te cuento — responde — si mi amor, nos llevaremos el nintendo — y Manuel sonríe. 

—Bueno, entonces, los Ruíz de Con Caballero y Solovino, se irán a vivir a Ibiza — les digo y ellos nos sonríen. 

Puede que mis hijos en este momento estén muy pequeños para entender lo que esto significa, porque el cambio que vamos a hacer es grande sin embargo, estoy segura de que una cosa si les quedó clara y fueron las palabras de su papá: el hogar jamás cambia. Y con la emoción y nos nervios a flor de piel, empacamos nuestra ropa, tomamos a nuestros tres hermosos hijos y Tristán y yo… nos mudamos a Ibiza. 

***

[Tristán] 

El primero que se fue, fui yo, así como hace años fui yo el primero que llegué. En una semana empaqué toda una vida en este hermoso país, que me dio la bienvenida, en cuatro maletas que me pesaban llenas de melancolía. Sabía que posiblemente muchas veces iba a regresar, a pasar inviernos o veranos, a bodas, fiestas y funerales, pero, es difícil irte sin recordar y llorar un poco por la tierra que te dio todo y te lo ofreció sin más, de la que te enamoraste una y otra vez. La que te ofreció vistas maravillosas, comidas exquisitas y una familia, la que en unos días me alcanzará y empezaremos de nuevo de cero. 

Hay una canción que a los mexicanos les causa mucha nostalgia, y que hasta el día de hoy comprendí porqué, la letra va así: 

“México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí, México, lindo y querido, si muero lejos de ti…” 

Sé que soy español y que posiblemente esta canción no debería de llegarme, pero después de doce años aquí, me llega en un nivel tan personal que no lo puedo creer. Aquí, se queda mi madre Lucha, mi amiga Tita y sobre todo el Tristán de 28 años que un día pisó este hermoso país, lo adoptó y ya no quiso volver al suyo propio.  

Así que mientras camino junto con Ximena, de su mano, hacia la puerta de embarque, que de nuevo me llevará a Ibiza, siento un enorme nudo en la garganta. No sé cuándo vaya a regresar, no sé si algún día volveremos a vivir aquí, pero si sé que México se va conmigo, no sólo por Ximena y mis hijos, si no por todos los recuerdos que viven en mi mente y mi corazón. 

Antes de entrar volteo a verla y ella comienza a llorar — ya, sé, ya sé — me reclama — pero es que no me gusta que te vayas — me confiesa. 

La abrazo y acaricio su cabello — sólo son unas semanas mi amor, en cuánto menos lo pienses tú y yo ya estaremos juntos de nuevo.—

—Lo sé — dice Ximena mientras se limpia las lágrimas — ¿llevas todo? —

—No, me faltan ustedes.— 

—¡Tristán! — me reclama. 

—Vale, vale… todo listo señora — y le beso la frente. 

—Cuando llegues me llamas ¿si? No se te vaya a olvidar.—

—¡Jamás! — y le doy un beso sobre los labios. 

—Te amo — me murmura — nos vemos en unas semanas.—

—En unas semanas… — le digo y vuelvo a besarla para después volver a fundirme con ella en un abrazo. 

Me separo de ella, acomodo su hermoso fleco y le digo bajito — Adiós mi mexicana linda.— y después de besarla por última vez entro de nuevo a la puerta de embarque de regreso a mi país, pero esta vez más feliz, más contento y dejando aquí, 12 años de mi vida y la mitad de mi corazón. 

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