[Luz]
(2 meses después) – Diciembre
Cuando mi padre me dijo que nos veníamos a vivir a España me dio mucha emoción pero a la vez tristeza no sólo por mi Abu si no porque estaba dejando a los amigos que con tanto trabajo logré hacer en México. Sí, en realidad soy muy tímida, no soy como mis hermanos que hacen plática hasta con las piedras, así que el cambio me ha costado un poco más a mi.
Durante los primero días, no dormí nada, debo admitir que estaba increíblemente estresada de que entraría a una nueva escuela, una privada, que el amigo de mi papá David Canarias le recomendó porque ahí iba sus dos hijos David y Ainhoa, así que tuvimos que adaptarnos no sólo a nuevos salones y vestimentas, si no también a clases, horarios y el clima, sobre todo el clima.
Tiempo después que llegamos a Ibiza, empezó a hacer frío y cuando llegó el invierno comenzó a hacer más. Varios de mis compañeros me decía que esto no era frío y que estaba exagerando, pero si ellos hubieran vivido antes en la “primavera de México” posiblemente lo hubieran comprendido y no hubiera habido tanto reproche, por lo que ahora sólo me puedo quejar con mi madre, que se queja también, pero lo toma con mejor humor ya que mi padre le compra abrigos y botas que le fascinan.
Por otro lado, tardamos semanas en mudarnos de casa de mi abuela a nuestra casa. Mis padres escogieron una bastante bonita “estilo mediterráneo”, como dijo la señorita de los bienes raices, de cinco habitaciones, seis baños, cocina, comedor y una pequeña piscina y un jardín delantero que a solovino le cae bien. Debo admitir que la decoración de mi mamá le dio un poco al aire de lo que teníamos en México, dándole un sentido más hogareño a este nueva casa.
¿Cuáles eran las ventajas de este cambio? ¡Qué por fin tuve mi propia habitación! Ya que María Julia ahora tenía la suya. Escogí la habitación del balcón, la que tiene una vista increíble y que a lo lejos se puede ver un poco el mar. Cada uno la decoró a su manera, la mía está llena de fotografías y dibujos que había hecho y que tenían un significado para mi. Tal vez mis padres eran mi México ahora, pero las fotografías eran mis recuerdos.
Escucho que alguien toca la puerta y mi padre entra asomando parte del cuerpo.
—Luz, ya está el desayuno — me avisa y luego sale de la habitación.
—Vale— murmuro.
Finalmente algo a lo que me está costando entender es esta nueva vida que mi padre nos está dando ¿cómo pasamos de tener poquito a de pronto tenerlo todo? ¿por qué en México no teníamos todo esto y aquí si? y me he puesto a pensar ¿ porque nos quería esconder esta vida?
Bajo las escaleras inmediatamente entra en la cocina para ver a María Julia y a mi hermano platicarle a mis padres sobre algún evento de la escuela. Mi padre está sirviendo el desayuno mientras plática y le responde mis hermanos todas las preguntas que le están haciendo. Mi madre está buscando algo en la nevera y cuando lo encuentra voltea y me sonríe.
—Buenos días corazón, ¿dormiste bien? — me pregunta amable y mi padre luego me ve.
—Hoy es sábado de hotcakes ¿quieres? — me pregunta sonriente — quieres dos, tres, sólo dime cuántos quieres y el chef Tristán Ruíz de Con te los hará.—
No sé porque una rabia se apodera de mi y sin pensarlo dos veces le contesto —¿No se supone que para eso tenemos ahora Alicia? Porque tenemos que hacerlo nosotros o más bien ¿por qué finges qué lo quieres hacer tú? — contesto molesta.
— Luz — me dice mi madre preocupada — ¿te sientes bien? ¿hay algo que te molesta? —
—Me molesta, que ahora que estamos aquí en España, no sé si mi padre es el mismo que tenía en México, porque ahora resulta ser rico, y que puede pagar esta casa, un chofer, y escuelas privadas, pero antes no lo hacía, ¡por qué ahora! ¡Por qué no antes! —
El silencio se hace en la cocina, hasta mis hermanos han dejado de ver el calendario de actividades para poner atención a lo que estoy diciendo. No sé qué me pasa, tal vez sea la adolescencia que está llegando a mí, la nostalgia que siento de estar en un país diferente o simplemente porque siento que no me hallo en este lugar.
—¿Qué es lo que dices, hija? —me pregunta mi padre mientras deja de hacer los hotcakes y me pone atención.—
—Lo que estoy diciendo, papá, es que porque ahora nos muestras todo esto y en México no lo hiciste, que nos ves que nos está costando un poco de trabajo adaptarnos y tú pareces disfrutarlo bastante — digo enojada.
—Luz, no le hables así a tu papá, pídele una disculpa—dice mi madre mientras se acerca a mí.
— Él es quién nos debería pedir una disculpa, por no decirnos que tenía una vida secreta en otro lugar.—
De la nada me suelto a llorar. No sé qué me pasa, siento un coraje horrible. No me gusta mi escuela, no me gustan mis nuevos amigos ni tampoco en la casa donde vivo, sé que toda mi familia está aquí pero no sé qué me está pasando. Me doy vuelta y salgo de la cocina hasta el jardín. Lo hago corriendo porque no quiero que nadie me alcance y me pida que de disculpas o explicaciones.
Abro el ventanal el frío me pega de repente pero no me importa, se supone que debería acostumbrarme y aclimatarme para poder vivir aquí. Minutos después, escucho que las puertas se vuelven a abrir y una frasada me cubre la espalda, después siento como unos brazos me abrazan por completo y me llevan hacia al lado. Mi padre me protege, me da un beso sobre la frente y ambos nos quedamos en silencio.
No me reclama, no me dice nada por la falta de respeto que hice hace rato cuando le grité en la cocina, simplemente se sienta a mi lado y espera a que yo deje de llorar.
—Mija, sé que estás molesta por todo este cambio y yo sé que yo te dije hace meses atrás que si algo te molestaba o si te querías regresar a México todos haríamos nuestras maletas y nos iríamos de regreso ¿no es así?—
Asiento con la cabeza y luego vuelvo a refugiarme en su pecho. Sé que mi padre haría por mí y que si yo le pido que nos regresemos él haría todo lo posible por hacerlo, pero sé que no sería justo para mis hermanos, ni para mi madre y que ahora me toca a mí comprender qué es lo que está pasando.
—Luz, si te molesta algo sólo dímelo no necesitas guardártelo todo el tiempo, solamente dime qué te pasa y yo trataré de contestar todas las preguntas que sé que tienes. Sé que eres una mujer muy inteligente y a la vez aún eres mi niña chiquita, pero recuerda y quiero que lo recuerdes, que tu padre siempre es tu padre y siempre lo será, puede que cambie todo lo que está a nuestro alrededor pero el amor que tengo por ti jamás cambiará.—
—Lo sé papá, lo siento en verdad es que no entiendo cómo pasamos de tener todo esto, ha tener un chofer que nos lleve a la escuela… siento que es una vida secreta que tú tenías antes y que no nos quisiste decir.—
—No mi amor, claro que no — me dice con ternura— no era que yo no quisiera decirles nada, sino que estaban muy pequeños y el momento no lo vi necesario hasta que tu abuelo murió. Quería que tuvieran una vida más sencilla y fácil, que supieran lo que es tener una familia amorosa que todos los días convive con ustedes, los arropa, va a la escuela a sus festivales. Tal vez mi amor tenemos un poquito más y si posiblemente debí de haberles contado esto muchísimo antes, pero ahora ya estamos aquí y tu padre, Luz, jamás cambiará, no importa si ahora te puede ofrecer el curso de fotografía que tanto deseabas, el siempre será el mismo y le podrás contar todo lo que quieras.—
Otra vez lloro, y lo hago entre sus brazos sintiendo ese calorcito que mi papá siempre desprende de todo el cuerpo, me acaricia el caballo y me da besos sobre él.
—Perdóname mi amor, perdóname por no pensar en ti, veía a tus hermanos tan adaptados a esta situación que di por hecho todos mis hijos estaban bien sin embargo, no te vi a ti y por eso me disculpo.—
—No es tu culpa papá, sólo que creo que hoy me levanté enojada. De repente me acordé que se acerca la navidad y que no estaremos en casa de los abuelos ni con el tío y , sólo me cuesta un poquito más de trabajo.—
—Lo sé mi corazón, pero les haremos una videollamada, podrás conversar con ellos y los verás ¿si? Por ahora y los trámites que se debe hacer no podremos regresar a México, pero te prometo, que tan solo se pueda, iremos y pasaremos Navidad allá ¿Si? —
Asiento con la cabeza y él me da un beso en la mejilla — Te amo Luz y quiero que siempre cuentes conmigo para todo por más descabellado que sea.—
—¿Y no le dirás a mi madre? — pregunto.
—Se lo diré hasta que lo descubra — y ambos nos reímos.
Esa fue la última vez que me enojé con mi padre, por qué después comprendí que todo lo que había hecho y todo lo que no nos había dicho era por nuestro bien. Supongo que esos primeros meses en España fueron también de mucha incertidumbre para él, porque también había dejado este país durante 12 años y de pronto regresaba formar un hogar y ahora con la responsabilidad de ser padre y esposo, dejando una vida ya hecha en otro país.
Después de eso todo fue miel sobre hojuelas para mi, ya que mi padre me pagó el curso de fotografía que tanto deseaba en ese momento y me ayudó a adaptarme ya que concía a personas con mis mismos intereses, además me ayudó a convertirme en la fotógrafa que soy ahora y que sé que mi padre deseaba que fuera.
Cuando nos adaptamos por completo, mi padre nos mostró una vida equilibrada, entre saber perdir y saber dar, lo que nos ayudó a saber elegir que entre lo que le pedíamos o no, lo que valía la pena y no y sobre todo a seguir siendo igual de sencillos, tal y como nos habían criado él y mi madre y que nos abrió muchas puertas el resto de nuestras vidas. Ellos jamás, jamás, dejaron de ser los mismos y siempre fueron los padres a los que estaba acostumbrada.
—¿Lista para ir a comer hotcakes hechos por tu padre? — pregunta feliz.
—Te puedo hacer una pregunta.—
—Las que desees hija.—
—Por qué si Alicia, nos está ayudando ahora en todo tú sigues haciendo el desayuno todos los días y despertándonos y bueno todo eso.—
Mi padre sonrió, como esa hermosa sonrisa que siempre me ha gustado, la que me trae calma y paz cuando la necesito — porque ustedes son mis hijos, son mi responsabilidad, no de Alicia, y además me gusta hacer el desayuno, me gusta platicar con ustedes y que convivimos por las mañanas. Yo no sé tú pero yo me sentiría raro si no lo hiciera.—
—Yo también — murmuro.
—Vente Luz, vamos… que nos están esperando en la mesa. Recuerda que hoy debemos ir a comprar los adornos para la Navidad y los juguetes para tus hermanos.—
Ambos nos ponemos de pie y cuando estamos a la altura lo abrazo — nunca dejes de hacer el desayuno ¿si papá? —
—Jamás, incluso cuando ya estés más grande lo haré— y yo sonrío.
No fue broma, mi padre lo hizo incluso cuando mis hermanos y yo crecimos tanto que podíamos hacerlo por nuestra cuenta, incluso a mi novio, le tocó que él le hiciera los famosos hot cakes de Tristán Ruiz de Con y le gustaron, al grado que se presentaba todos los sábados a la mesa para comer junto con ellos.
Mis padres se encargaron de que mis hermanos y yo tuviéramos el ambiente familiar que a él siempre le faltó de pequeño, somos tan unidos que todos nos enteremos de todo y no existen secretos en esta familia que a veces me enloquece, sobre todo mi hermana María Julia que resultó ser “la rebelde de la familia”, pero la verdad, es que eso desde que era pequeña se veía venir.
—¿Estás lista para tu primera navidad en España? — me dice emocionado.
—Claro que estoy lista papá tú sabes que amo la navidad. Oye y ya que tenemos un poquito más de dinero ¿crees que me puedas comprar esa cámara fotográfica que te pedí?—
—Lo pensaré, porque recuerda que hace unos minutos me gritaste en la cocina muy feo y no sé si eso merezca una recompensa.—
Entonces ahí estaba ese padre que yo conocía. Sonreí —vale, OK tienes razón, lo admito, sigues siendo mi padre.—
—Te lo dije… tu padre no cambia.—
Mi padre si me compró esa cámara que tanto quería, pero no fue en Navidad sino hasta mi cumpleaños en septiembre del siguiente año, así que supongo que la lección se aprendió.