[María Julia] 

Sabina nació un tres de noviembre. Se me rompió la fuente cuando estaba en mi cuarto buscando universidades donde estudiar traducción e interpretación, últimamente lo hacía mucho porque era lo que deseaba estudiar y mi padre me dijo que madre o no, no tenía otra opción más que seguir haciéndolo, sólo que ahora lo haría con beca y no pagada por mis padres como antes lo había hecho. 

Recuerdo que me levanté para ir a la cocina para ir por un poco de agua cuando de pronto, todo pasó. 

—¡Alicia! — le grité y ella subió dos minutos después. 

—¿Qué pasó mi niña? — 

Sólo le mostré mi jeans y ella salió corriendo al teléfono de la casa para llamarle a mis padres que se encontraban en ese momento en una reunión en casa de su socio, David Canarias. Debo darle una mención honorífica a Alicia, porque no sólo me cuidó mientras llegaban si no también me tranquilizó al grado que pensé que todo sería fácil… no lo fue. 

 “¡Ahhhhhhhhh!”  

Gritaba fuerte mientras sentía la contracción y tomaba la mano de mi padre. 

—Tranquila, mi amor, sí duele, pero respira, respira — escuchaba la voz de mi mamá. 

—¡Ya! ¡Ya no quiero respirar! — contestaba molesta mientras sentía como el dolor se iba de nuevo. 

—Respira mi mi amor, respira…— y mi padre lo hacía junto conmigo mientras me sonreía. 

Miraba a ambos tan atenta que juro que no recuerdo de qué color era el cuarto del hospital. 

—¿Ya pasó? — me preguntó mi madre. 

Asiento. Mi padre tomó una toalla de tela y me secó el sudor. 

—Tengo miedo, tengo miedo — les dije entre lágrimas. 

—Todo estará bien — contestó mi madre — sé que duele, pero todo pasará y en unos momentos tendrás a Sabina entre tus brazos.—

—¿Tú tenías miedo? — le pregunto de inmediato. 

—Mucho y tu papá tenía más.—

Veo a mi padre, ese hombre tan maravilloso que todo este tiempo ha estado conmigo y que jamás me echó en cara todo lo que pasó. 

—Tú sabes que tu hermana Luz nació en nuestro piso en México, y tu hermano casi nace en el auto, pero tú, tú fuiste perfecta — dice mi padre feliz — fue tan planeado que no hubo problemas. Llegaste en el momento indicado, en la hora indicada y todo fue perfecto, mi pequeña.—

“Ahhhhhhhhhhh” 

Vuelvo a gritar y él me toma del mano mientras veo a mi madre a los ojos y ella me ayuda a respirar tranquila.

—Ya casi, ya casi, eso quiere decir que se acerca el momento, ya son más seguidas.—

—¿Qué pasa si ella no me quiere? — pregunto intranquila ¿qué pasa si Sabina no me quiere? Ella no tendrá papá y yo seré sola y…—

—No estás sola — me contesta mi madre — tu familia está aquí, y mañana llega tu hermana y tu hermano te hablará por video llamada, todos estamos aquí y Sabina no tendrá un papá pero tendrá un abuelo y una abuela increíbles y tíos que la amarán y la consentirán mucho, y tu mija, vas a salir adelante ¿si? No te me rajes ¿eh? Que esta es la primera de muchas cosas que se debe enfrentar, pero es una de las más bellas.—

—Sí, está bien, sí — le contestó y de nuevo me invadió el dolor. 

—Tranquila mi amor, aquí estamos, sí, apriétame fuerte la mano que tu madre me la entumió hace mucho tiempo y ya no siento nada.—

Mi madre le pega ligeramente en el hombro y yo me río con el chiste — de antemano perd….—

Pero ya no puede decirle nada a mi padre porque sentí de nuevo el dolor tan intenso que corté la palabra, así, después de 10 horas de parto, mi hermosa Sabina llegó a la familia Ruíz de Con Caballero alegrando a todos y borrando cualquier error o decepción que hubiera dado. 

***

Con Sabina aprendí a ser mamá y con mis padres aprendí a ser adulta. Sí, debo admitir que al principio me desesperaba cuando lloraba y no entendía que pasaba, pero era normal, sé que todos los padres pasaron por lo mismo. 

Ahí vi otra faceta de mis padres, la de abuelos. Ver a mi padre cuidar a Sabina, arrullándola cantándole una canción mientras yo estudiaba el último año del colegio desde casa, o a mi madre jugando con ella y ayudándome a bañarla, son imágenes que jamás en la vida olvidaré, de las cuales mi hermana Luz sacó cientos de fotos que Sabina tiene por toda su habitación. 

El padre de Sabina jamás regresó de su “intercambio” pero créeme, nunca lo necesitó, porque tuvo unos abuelos geniales y tios increíbles que siempre estuvieron para ella. 

—Y una madre genial ¿qué no? — me dice Robert con ese acento en inglés que tanto me encanta. 

—Así es.—

—¿Entonces? ¿Quieres decir que conoceré a Sabina también hoy? —

—Sí, mi padre después de un tiempo viendo que le echaba ganas me dijo que ellos se encargarían de Sabina mientras yo estudiaba traducción e interpretación, pero no contaban con que me ganaría una beca para estudiar en Nueva York, así que…a veces me siento mal por dejarla con ellos, pero estoy al pendiente de ella siempre. Mi padre me mata si no le marco diario y mi madre siempre me informa de como va en la escuela. Todo el dinero que gano en mi trabajo va para ella, y aunque mis padres me apoyan sé que es mi responsabilidad.—

—¿Y por qué me cuentas todo esto María Julia? — me pregunta Robert sonriénte. 

Lo tomo de la mano y lo veo — porque eres el primer novio oficial que les presento después de tantos años y tienes una prueba muy dura de pasar…—

—¿A Sabina? —

—No, a mi padre… ama a su nieta con todo su ser y lo menos que quiere es que haya gente que llegue y luego se vaya, así que te advierto que venir a esta navidad contigo es bastante.. intenso, porque mi hermana estará aquí y mi hermano también y vas a conocer a los Ruiz de Con Caballero que somos bastante muéganos.—

—¿Muéganos? — me pregunta entre risas. 

—Unidos… somos muy unidos. 

Robert y yo bajamos del avión y al volver a ver Ibiza me emociona. Sé que cada verano y cada cumpleaños de Sabina regreso y sobre todo en Navidad como lo prometimos la primera vez que la pasamos en Ibiza, pero ahora mi emoción se debe a que por fin, creo que dejé de ser la oveja negra de la familia y voy por un buen rumbo. 

Robert me ve a los ojos y me sonríe — sé que estás nerviosa pero todo va a salir bien María Julia, no me iré… te lo prometo.—

—Más te vale porque seguro mi mamá ya te hizo una bota con tu nombre y mi padre te espera con un enorme interrogatorio.—

—Lo sé, y estoy listo.—

Él me toma de la mano y yo respiro. Creo que por fin todo está bien.  

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