[Manuel]

(México) 

 Entrevistadora: Buenas tardes, nos encontramos en este programa de Spot Literario con nada más y nada menos que con el joven escritor Manuel Ruíz de Con quién viene a presentarnos este hermoso libro llamado “La esposa de los 180 días”, ganador de un concurso de escritura juvenil en la categoría  romance ¿Cómo te encuentras? 

Manuel: Muy bien gracias. Emocionado de estar aquí. 

Entrevistadora: Nosotros aún más emocionados de que nos visites porque podemos tener la exclusiva de este libro que tengo aquí entre mis manos que debo confesar es uno de mis favoritos ya. Es una lectura increíblemente adictiva, sencilla pero sobre todo que llega al corazón ¿cómo es que se te ocurrió esta historia? 

Manuel: A mi no se me ocurrió. Me la contaron, incluso es la historia de mis padres así que toda la información que está aquí es de primera mano, obviamente hubo algunos nombres que se cambiaron porque eso de los permisos, pero todo lo demás es… mi familia. 

Manuel se ríe

Entrevistadora: Entonces ¿un día viste a tu familia y ya? 

Manuel: No, todo surgió cuando la primera navidad que pasamos juntos en España, un amigo de mis padres vino a tomar unos tragos a la casa y él les contó a ellos el verdadero misterio que había pasado en Las Vegas hace años atrás y al escuchar la historia, me enamoré por completo y jamás la olvidé. Tiempo después, decidí perseguir mi carrera de escritor y me mudé a México por unos años a vivir con mi tío Paco en casa de mi fallecido abuelo, ahí mi abuela Rosalva me contó anécdotas de la vida de mis padres, luego mi tío y poco a poco fui armando pedacitos de la historia hasta que reuní un buen material y comencé a escribirla. Obviamente tuve que ir con los protagonistas para algunos detalles. 

Entrevistadora: ¡Qué emocionante! ¿Entonces tu padre si hizo todo eso para reconquistar a tu madre? Si todo esto es verdad.. ¿qué sentiste cuando te lo contaron? 

Manuel: Fue… inspirador, es la única palabra que podría usar para describir esto. Además, me ayudó a conocer mejor México, a amarlo un poquito más, ya que aunque nací aquí y viví unos cuantos años me fui muy joven a Ibiza y mi madre se empeñó en que lo amaramos tanto como ella lo hacía, pero el recorrer los lugares donde mis padres viajaron, el ir a Taxco, Puerto Vallarta, Acapulco, ver con mis propios ojos San Miguel de Allende y probar toda la comida favorita de mi padre me hizo darme cuenta del porqué él se enamoró tanto de este país. 

Entrevistadora: ¿También visitaste el departamento con el Roof Garden? 

Manuel se ríe

Manuel: Claro que sí, afortunadamente  Tita la amiga de mis padres fue quien se quedó con él, incluso aún vive ahí con su esposo y sus hijos. Ella ahora se hace cargo del edificio como antes lo hacía Lucha, mi abuela. El Roof Garden sigue igual de bonito como mis padres lo tenían, e incluso cuando ellos vienen a México siempre van a visitarlo. 

Entrevistadora: Hablando de Lucha ¿tu padre la sigue recordando tanto como en el libro? 

Manuel: Todo el tiempo, mi padre pone la foto en la ofrenda de muertos cada 1ero de noviembre y la recuerda con mucho cariño. Para él ella siempre fue su madre. Esa fue una de las tantas tradiciones que mi madre se llevó con ella. 

Entrevistadora: Y puedo preguntarte ¿qué pasó con Iñaki? ¿Con Rodolfo? Supongo que son los nombres que cambiaste en el libro.

Manuel: Así es, lo hice porque sabía que no me daría permiso. Con respecto a la investigación que hice Iñaki prácticamente se quedó en bancarrota por un rato, luego se fue a vivir a Washington donde abrió un restaurante de tapas. Con respecto a Rodolfo, lo que la gente no sabe es que salió de la cárcel justo después de que nací. Parece ser que tuvo un buen abogado y por eso mis padres decidieron quedarse en Cuernavaca para que no hubiera problemas. No sé si actualmente esté aquí en México o si se haya ido a otro lado, lo que si sé, por mi tía Montse es que su hermana Maquena se divorció de él y ahora vive en Sonora con su hijo. 

Entrevistadora: Bueno, sin ánimos de hacer spoiler pero, el libro termina con el regreso de tu padre a España y después ya no seguiste escribiendo.. ¿hubo algún bloqueo de escritor? O ¿pasó algo? ¿Acaso tus padres se divorciaron? 

Manuel: No, para nada… “La esposa de los 180 días” habla solamente  de la vida de ellos acá en México y de todo lo que pasaron juntos, de la vida que construyeron, por eso termina ahí, ya que después de que todos nos fuimos a Ibiza la situación se volvió un poco diferente, más privado y mis padres básicamente se dedicaron a guiarnos y educarnos lo mejor que pudieron. No es que se haya acabado el romance, incluso, estoy seguro que mientras tú y yo estamos hablando ellos están bailando “Besame mucho” en la sala de la casa. 

Entrevistadora: las dos últimas preguntas que espero me puedas contestar. La primera ¿alguna vez creíste que este libro se volvería famoso? Y ¿que tú llegarías a consolidarte como escritor tan joven?

Manuel: La verdad no, yo sólo quería escribir y resulta que el libro gustó, además, hice este libro en un homenaje a mis padres, porque sé que su romance vale la pena compartirlo con el mundo sobre todo en estas épocas donde la gente ya no cree el amor, donde piensan que todo se queda en las películas, pero por increíble que parezca hay gente que todavía se enamora a primera vista, que deja todo por seguir a la mujer de su vida, que todavía reconquista, que todavía lleva serenatas, que está seguro que el destino los unió. Mi padre y mi madre eran dos almas heridas que vagaban por el mundo y de pronto coincidieron en Las Vegas. 

Entrevistadora: Hablando de eso y para terminar, el encuentro en Las Vegas… al principio del libro todo empieza con un relato vago de como pasó y después da a entender que fue un momento mágico.. ¿en realidad pasó eso? 

Manuel: Podría decirte que en verdad mis padres estaban tan ebrios festejando cada quien con sus amigos que se casaron en Las Vegas y después no se acordaron, pero eso le quitaría un poco de magia al libro ¿no crees? Además, no sería digno de una historia de amor tan bonita como la que tuvieron. David Canarias nos contó lo que pasó y si él le dio toques de romanticismo, o no, tendríamos que entrevistarlo a él ¿no crees? 

Ambos se ríen

Manuel: Pero esa es la versión que todos sabemos, y que todos escuchamos, la versión que mis padres creen y  que hace que se amen más cada día que pasa y a todos nos fascina… así que haya pasado, lo que haya pasado… eso ya no importa. 

Entrevistadora: y ¿por qué la esposa de los 180 días? 

Manuel: en honor a la frase que mi padre dijo antes de regresarse por primera vez a España: “El trato era por 180 días, pero me bastaron dos semanas para enamorarme de ella.” 

Entrevistadora: Muchas Gracias Manuel… y ¡Muchos éxitos! 

***

De todos mis hermanos fui yo quien se regresó a México tiempo después y no porque no me gustara vivir en Ibiza, sino porque necesitaba un cambio de aires para tomar inspiración y poder lanzar mi carrera de escritor, no fue fácil convencer a mi padres del asunto ya que me había dado de baja, meses atrás, de la carrera de arquitecto que había intentado empezar. Incluso, una de mis metas era seguir la carrera de mi tío Francisco para después quedarme en la empresa Caballero, pero la escritura me ganó por completo y sabía que tenía que perseguir ese sueño. 

Así que recuerdo que un día, a los 18 años,  llegue con ellos mientras platicaban en el jardín y sin más preámbulos les dije: 

―Seré escritor― 

Mis padres se que quedaron viendo a los ojos ―¿Y ya sabes dónde estudiarás para escritor? ― me pregunto mi padre mientras bebía un tinto de verano. 

―En la UNAM ― les comenté y ellos me vieron 

―¿La Universidad Autónoma de México? ¿Piensas irte a México? ― me preguntó mi madre. 

―Así es, sé que Luz tiene su universidad acá y está bien, posiblemente Julia igual pero yo quiero regresarme allá. 

―¿Y ya sabes a dónde vas a llegar? ¿Cómo vas a entrar? ¿Cómo te mantendrás allá? ―comenzó mi padre a bombardearme de preguntas que en realidad no supe como contestar. 

El trato con los hijos Ruiz de Con era así. Mi padre pagaría la universidad y nos ayudaría en lo que necesitáramos siempre, pero si uno de nosotros abandonaba los estudios por completo y después deseabamos  retomarlos, iba por nuestra cuenta. Luz, siempre supo que quería ser fotógrafa del National Geographic y por eso supo que estudiar, yo sabía lo que quería pero no si me daría dinero, así que deseché mi primera oportunidad, pero ahí iba la segunda. 

―Me quedaré en casa de mis tíos, ya les hablé por teléfono y dijeron que si, resuelto lo del hospedaje.―

―Vale ¿y lo demás? ― 

―Bueno, pues… buscaré un trabajo.―

―¿De qué? ―

―De….― y en realidad no sabía porque jamás había trabajado. 

―¡Ah! ― dijo mi padre sonriendo. 

―Tristán, no seas tan duro con Manuel… ¿qué no recuerdas tú cuando llegaste a México? ¿Quién te ayudó? ―

―Era diferente Vida, yo al menos ya tenía una carrera.―

―Que no ejerciste nunca hasta tiempo después. Él está encontrando su camino, tú encontraste el tuyo y mira donde te llevó así que…― 

Sí, mi madre fue clave para que mi padre aceptara mi propuesta y él después de pensarla mucho me dijo que si y me ayudó con el boleto de avión para México y con algo de dinero los primeros meses que llegué. Después logré entrar a la UNAM y conseguí trabajo como asistente en una editorial y luego comencé a meter mis escritos en plataformas para ganar algún concurso que me diera un poco de oportunidad en la escritura.

Mientras tanto volví a convivir con la familia de mi madre, con mi Tío Paco que ahora era el dueño de la empresa, con mi Tía Montse y Carlitos, su único hijo prácticamente dos años mejor que yo que aún estaba en la preparatoria. También aprendí a disfrutar a mi abuela Rosalva que después de la muerte de mi abuelo se quedó solita e incluso, me mudé con ella para hacerle compañía, y entonces ahí me di cuenta del gran cariño que ellos le tenía a mi padre. 

Solitos comenzaron a recordar toda su historia, las anécdotas que habían vivido con él, su amor por México que lo llevó a quedarse aquí 12 años de su vida, las siete citas que le hizo a mi mamá, las dos pedidas de matrimonio y todos los viajes que habían hecho por México para conocerlo mejor. Me dolió escuchar lo que mi tío me contó sobre mi madre y Rodolfo, de lo valiente que fue en la vida, de todo lo que tuvo que inventar para canalizar su dolor y también de la tremenda madriza que mi padre le puso el día de su boda. Cuando mi madre me lo contó para le libro, lloró a mares y si  ya la admiraba, después de eso la lo hice más, porque no sólo logró superarlo si o que mantuvo a su familia unida siempre. 

Puedo decir que en cierta forma me fui de mi familia para encontrar mi inspiración, pero sin darme cuenta ellos fueron los que me la dieron a mi. La maravillosa historia de como se conocieron mis padres fue lo que me llevó a escribir un libro fenomenal, a amarlos más, a apreciar todo lo que en algún momento hicieron por su familia, a conocer, comprender y amar más a mi padre que es un magnífico hombre, el cuál dejó todo por la mujer de sus sueños y que con ella construyó y crió toda una familia tan unida que por lo que veo cada día crece  más y poco a poco se unen a la celebración navideña, una que nuestros padres pusieron de condición “podíamos ir a cualquier parte del mundo, pero cada Navidad, debíamos estar todos juntos como familia”. 

Entro a la casa y lo primero que veo al fondo es a mis padres platicando con mis hermanas y dos personas más que aún no distingo, de pronto, una pequeñita sale corriendo y estira los brazos. 

―¡Tíoooooooo! ― me dice feliz mientras la cargo y le doy muchos besos. 

―¡Pero tú quién eres! ¿Eh? ―

―Sabi ― me dice entre risas. 

―¿Sabi? ¿Qué sabi? 

―Sabina ― me dice mientras se aguanta las cosquillas. 

―No, yo no conozco a ninguna Sabina grande, la que yo conozco está chiquita.― 

―No, tío, yo soy Sabi ― me responde y la agarro a besos. 

A veces no puedo creer que mi hermana Julia tenga una hija, y me pongo a pensar que posiblemente cuando yo tenga hijos, ella tendrá quince o dieciséis  años, la edad en la que mi hermana la tuvo a ella. 

―Tio, ¿que me has traído algo de México? ―

―Mmmmm… te traje un Tío ¿qué más quieres? ―  le digo sonriendo y camino con ella entre mis brazos hacia la sala. 

Mi madre se pone de pie y me sonríe ―¡Ya llegó mi escritor estrella! ― y me abraza feliz. 

―¡Ay ya! Ma… no me digas eso ― contesto apenado. 

―¿Qué? ¡No puedo dejar de repetir que mi hijo tiene su primer libro publicado a tan corta edad! ― y me da un beso sobre la mejilla. 

Bajo a Sabina y la abrazo mejor ― te extrañé mucho mamá, mi abuela te envía saludos y mis tíos también.―

Mi padre se acerca y estira los brazos ― ¡Manu! ¡Manu! ― me comenta y me da una abrazo fuerte de esos esos que te reconstruyen el alma ―¡Qué orgullo! ― expresa ―vimos tu entrevista y no cabíamos de orgullo.―

―Se veía tan guapo ― escucho la voz burlona de María Julia al fondo y volteo. 

―Y tú… señorita me voy a otro lado y no aviso ― le reclamo ― te dije que si nos veíamos en una de las escalas para venirnos juntos y preferiste ignorarme.―

―¡Qué sensible! ― responde ― Mira, te presento a Robert. Robert este es mi hermano.. el escritor.―

―Mucho gusto ― me saluda amable. 

Julia me vuelve a abrazar y yo le murmuro ―¿Ya pasó el interrogatorio Ruíz de Con? ―

―No, pero lo hará antes de Navidad, lo juro.―

―Te arriesgaste bastante en traerlo, ya sabes que la Navidad es sagrada para nosotros ― le recuerdo. 

―Por eso, lo traje, porque tengo un gran presentimiento de que pronto tendrá su bota Navideña sobre la chimenea. 

Siento la mano de mi hermana Luz y volteo a verla. Igualita a mi madre, con esos ojos tan hermosos adornados por esas largas pestañas. Me sonríe. 

―Gracias por las fotos para el libro.―

―De nada… por cierto ¿crees que quieras hacer otro libro? Te tengo otra historia de amor muy bonita que contar, bastante cómica en realidad ― me dice sonríente y veo a David detrás de ella diciéndome que sí, pero no entiendo. 

Luz estira su mano y me enseña el anillo de compromiso. Volteo a ver a mis padres y ellos están igual de sonrientes. 

―¿Espera? ¿Con David? ― pregunto sorprendido y ella asiente con la cabeza ― ¿te casarás con David?

―¡Si! ― me dice feliz y yo la abrazo de inmediato. 

―¡En verdad me tienes que contar eso!― le digo entre risas ―¡Felicidades! ¡Felicidades a los dos ― comento y luego volteo a verlo ―¿estás seguro que quieres entrar a esta familia? ― 

―¡Oye! ― dice mi madre ofendida.―

David nos ve y sonríe ― me encantaría entrar a esta familia… mientras siempre haya sábados de wafles.―

―Eso tenlo por seguro ― contesta mi padre ― porque debemos pasar los sábados de wafles a las siguientes generaciones. ―

Todos se ríen y  comienzan a conversar y yo me siento feliz. Estas anécodtas tan personales de mi familia que no caben en un libro y que son tan privadas yo las comparto con ustedes, poque la Familia Ruiz de Con aún tiene unas cuantas cosas que contar… y si señores… tenemos otra boda en puerta. 

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