[Tristán]

Sí lo sé, van a reprochar y se van a preguntar ¿por qué no me quedé con Ximena en México? ¿Por qué le hice caso a mi madre y me vine? ¿qué chingados hago recostado en mi cama en la obscuridad? Todo tiene respuesta y les juro que les diré. 

No voy a mentirles, me dolió hasta el alma todo lo que pasó, y desde el avión, me encuentro en un estado de depresión que nunca en mi vida pensé que estaría. Si hubiera sabido que hace dos noches era la última vez que iba a tener a Ximena entre mis brazos la hubiera besado más, le hubiera hecho el amor no una si no dos veces, me hubiera vuelto a memorizar cada parte de su cuerpo, a ver sus hermoso ojos negros y besar su frente, pero el hubiera no existe y  eso ya no puedo hacer. 

Después de bajar del avión, de volver a reconocer esas calles tan conocidas y desconocidas a la vez de mi ciudad y llegar a la casa, lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación y hasta ahoya no he salido de ahí; no quiero, no lo deseo y así se va a quedar. 

Tomo el móvil de la mesita de noche y lo abro, el número de Ximena está ahí desde el momento que me subí al avión pero no le he marcado… ¿para qué? de todas formas no me va a contestar. 

— Te juro mi amor que sólo son unos días, que tengo un plan—  murmuro a la foto que tengo de fondo de pantalla. 

Sí, aunque no lo crean tengo uno, él que me ayudará a regresar de nuevo con ella y para siempre, lo he estado armando desde el momento en que Iñaki se apareció en Cuernavaca con esos papeles que no, no soy falsos, los leí todos, si no que, no sé que hice con ellos, pero eso, lo averiguaré mañana que vaya a la empresa. 

Abrazo la almohada de nuevo y vuelvo a sentir las lágrimas correr por mis mejillas. Sé que dicen que los hombres no deben llorar, pero yo lo he hecho desde que ella se fue, decepcionada, triste… con el corazón roto  y ahora no fue el estúpido de Rodolfo que también me las va a pagar si no fui yo… el que una vez logró curarlo. 

Escucho que alguien toca la puerta y me quedo en silencio — señor Tristán — me habla Tita del otro lado — ¿va a comer algo? — me pregunta, pero no muevo ni una parte de mi cuerpo, no respiro… nada. 

— Creo que no me ha escuchado —  dice. 

— ¡Claro que te escuchó! —  la voz de mi madre sale al fondo. Toca con fuerza — ¡Tristán! — grita —¡Deja de estar de dramático y vístete para ir al club! Tenemos una comida con los Moreno y con los padre de Bego.

Me levanto furioso, abro la puerta y mi madre de asusta al ver mi actitud — si es sobre la boda ¿por qué no vas tú? Al fin y al cabo es la boda de tus sueños ¿no? — le comento y ella me ve sorprendida. 

— Por cierto, hablando de boda, mañana llegarán los papeles firmados por tu costurera ¡Por fin te liberaste de ese problema!— 

Nunca he sido grosero, ni mucho menos agresivo, pero está vez si tomo a mi madre del brazo y ella me lanza una mirada de que me quiere matar — no me voy a casar con Bego, te lo juro— la suelto y azoto la puerta. 

— ¡Pues eso es lo que tú crees! Y sé que no te interesa nada sobre la boda, pero debería, básicamente es tu herencia, sabes que tu padre y yo estamos arruinados ¡arruinados! y tu desliz de seis meses casi nos cuenta todo ¡Todo! — y escucho los zapatos alejarse de mi habitación. 

El silencio regresa y me quedo recargado sobre la puerta — Señor Tristán — vuelvo a escuchar la voz de Tita. 

— Dime Tita —  comento. 

— El señor Iñaki lo está esperando en el jardín —  dice tímida y yo abro la puerta asustándola —lo siento — me disculpo y salgo de mi habitación “de la depresión” con un coraje que sé donde va a terminar. 

Bajo las escaleras de la blanca casa y sin chiste y al ver a Iñaki en el jardín solo, abro la puerta y antes de que pueda decir algo le doy un puñetazo en la cara  —¡Eres un cabrón! — le grito furioso — ¡Un cabrón mal nacido, mal amigo!— y vuelvo a darle otro puñetazo. 

— ¡Vale, ya, ya estuvo! —  me contesta y pone las manos sobre el rostro. 

— No, si pudiera en este momento te molería a golpes ¡Qué no ves que provocaste!  —  grito. 

— Lo sé, lo sé… y discúlpame.— 

— ¡Jamás! Si pierdo a Ximena por tu culpa, te juro que te lo reprocharé el resto de tu miserable vida —  lo amenazo — ¿¡Qué hiciste con los papeles de la renuncia?! — 

Iñaki se quita la sangre de la nariz — Tita ¿puedes traerme hielo? — le pide, ya que ella se encuentra en la puerta del jardín observando. 

— No te hagas güey y dime ¡qué chingados hiciste con ellos! —

Iñaki se ríe, supongo que mi jerga mexicana le da risa, pero después de unos meses de escucharla todos los días ya no puedo sacarla de mi vocabulario, 

— ¿Podemos ir a otro lado? ¿Tus padres están en casa? —  me pregunta. 

— No sé y no me importa ¡Dime que chingados pasó! —  insisto —¿Eran falsos? No, no lo eran.— 

— ¡Claro que no lo eran! —  me dice —  Eran papeles de verdad, tal y como tú los leíste, pero tu madre los rompió cuando llegué. Tristán, es que era obvio que algo así iba a pasar cuando se los diera. Ella sólo quería comprobar que estuvieras “vivo” así que me hizo hacer los papales para que los firmaras, para que lo creyeras tenías que hacerlos de verdad, así que sí, renunciaste a tu herencia y a todo pero…— 

— Y no me dijiste nada, ni un correo ni un mensaje…. eras mi mejor amigo, pudiste haberme advertido, pude… —  pero las palabras ya son en vano. He perdido a Ximena y ya no puedo hacer nada. 

— ¿Cómo supiste que estaba en Cuernavaca? —  pregunto. 

— No fui el único que estaba interesado en ti. Rodolfo, él nos contactó primero, mucho antes que nada, nos dijo que sabías dónde estabas, qué hacías y por una cantidad de dinero nos dijo cada detalle de qué hacías en México… ahí fue cuando se le ocurrió a tu madre la idea de que te fuera a buscar, te llevara los papeles, averiguara tus intensiones.— 

Entonces me viene a la mente la frase que me dijo cuando terminé de firmar “siento que pronto te vas a arrepentir. 

— Eras mi mejor amigo, pudiste haberme dicho algo —  insisto.

— Venga Tristán, no es para tanto, llevabas unos meses casado con ella.. seguro que pronto—  y entonces lo vuelvo a tomar del cuello de la camisa y él guarda silencio. 

— ¿Qué sabes tú de amor Iñaki? Cuando te casaste con Pastora por la misma razón que yo “voy a casarme con Bego”, tú no sabes lo que es amor el despertarte todo los días a lado de esa persona especial, ver su hermoso cabello caer sobre su espalda, escuchar su respiración tranquila, verla sonreír.. compartir hasta el último detalle de tu día con ella y al final, aunque todo sea una mierda alrededor, te des cuenta que darías todo por hacerla feliz, así tengas que trabajar sin descanso todos los días, así aguantes el metro, el tráfico… es todo por ella y vale cada maldito segundo —  le confieso — así que no me vengas con esas jilipolleces de que seguro pronto la olvidaré — y lo suelto. 

Me alejo de él y respiro un poco. Tita llega con la bolsa de hielo y se la da a Iñaki enseguida — vas a hacer de nuevo los papeles — ordeno. 

— Pero Tristán—  me reclama. 

— Los vas a hacer, y me los darás mañana mismo, sin que nadie se entere… y si sé que le dijiste a mi madre o a mi padre o a Bego le diré a Pastora que su hermana Vanessa es tu amante.— 

— No te atreverías  —  me desafía. 

— Después de todo lo que me hiciste lo haría con la mano en la cintura, sin dudarlo. Sabes que la rivalidad entre las dos por ti es grande y te casaste con Pastora por la herencia pero te tienes polvos con Vanessa, así que si le dices a mi madre, no sólo te dejaré sin trabajo, si no en la ruina porque no tendrás el dinero de tu mujer.— 

Iñaki asiente, no le queda de otra y aunque puedo ver como cierra el puño del coraje no me hace nada — también quiero que me pases mi parte de negocio del club que abrimos los dos.— 

— ¿Para qué quieres eso? ¿para regresarte a México? —  me pregunta. 

— A ti no te importa, pásame el dinero y dame los papeles porque te digo una cosa, de aquí en ocho días debo estar pisando otra vez México para nunca más regresar me entiendes… así que, ahora me vas a ayudar y me voy a cobrar TODO lo que ocasionaste con tu traición —  digo firme. 

— Ya no eres el Tristán de antes —  me murmura. 

— Ni quiero serlo, me gusta quién soy ahora, el que se da cuenta de toda la mierda y toxicidad que hay a su alrededor, quiero ser el Tristán que Ximena cultivó en mi por el resto de mi vida… y así me amarren a esta vida, siempre, escúchame, siempre haré todo lo posible por regresar con ella —  y mientras digo eso le señalo con el dedo. 

— Como quieras… —  me contesta Iñaki. 

— Así es, como yo quiera.. me cansé de ser el muñeco de todos… ahora, lárgate a la oficina y haz esos papeles de nuevo.. mañana a primera hora los recogeré ¿entendido? —

— Pero Tristán —  insiste 

Volteo y lo observo, la furia en mi mirada hace que guarde silencio — esta es la última que hago por ti— me dice digno. 

 —Pues entonces hazla bien esta vez y déjate de chigaderas — le contesto  y dejo el jardín furioso. 

Tita me observa desde lejos y le sonrío, ella lo hace de vuelta — mi mamá estuviera orgulloso de ti, Tristán — me comenta. 

— No le dirás a nadie lo que escuchaste ¿cierto? —  le pregunto. 

— Jamás — responde…  — ¿entonces lavo su ropa para que se la vuelva a llevar? —  murmura y yo simplemente sonrío. 

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