[Ximena]
Ha pasado una semana desde que Tristán se fue y las horas han pasado lento. Sí, la estoy llevando un poco mal, o mas bien mucho, pero no voy a dejar que la tristeza se interponga en mi vida, por lo que he decidido refugiarme cien por ciento en mi trabajo y olvidarme del asunto.
Confieso que aún no lo he logrado. Tristán rompió mi corazón, le di todo, lo dejé entrar completamente no sólo a mi departamento si no a mi vida y él lo tomó como un juego, un divertido y simple juego dejándome así, sin poder dormir, con la rabia creciendo dentro de mi.
Después de que se fue y regresé a mi departamento pasé horas llorando en mi habitación, hundiendo el rostro en la almohada para que nadie me escuchara llorar por él, no les iba a dar ese gusto. Al siguiente día, me desperté con el estómago revuelvo del coraje que tenían y me la pase volviendo el estómago mientras maldecía por dentro a ese hombre que no sólo había llegado a invadir mi vida, si no a hacerla un completamente un caos, uno tan increíble y mágico que tenía que ser mentira…todas y cada una de las cosas que viví con él fueron mentira.
—Te ves bien pálida mi ‘menita’— me dice Martita mientras entra a la trastienda con el té que le pedí.
—Lo siento, es que tengo un coraje como no tienes idea. Me dan ganas de ir hacia Ibiza y matarlo ¿sabes? — le digo de nuevo con lágrimas en los ojos que me quito con la mano inmediatamente porque me prometí que jamás volvería a llorar por él.
Martita no me dice nada, simplemente me observa y se compadece, luego se retira dejándome sola de nuevo haciendo “algo”, porque en realidad no estoy haciendo nada. Lo que tenía pendiente se fue en dos días ya que, al no dormir, aproveché para adelantarlo y terminarlo y ahora me he quedado sin nada.
Tomo mi bolsa y me salgo con el té en las manos — si alguien pregunta les dices que me retiré temprano porque tenía unos mandados — le comento a Marita y sin dejar que me pregunte donde voy me salgo.
Quiero ir a mi departamento, recostarme sobre la cama y dormir, no pensar, dejar que el estómago se asiente para poder al menos comer algo, ya que no lo he hecho en días y honestamente no puedo vivir de tés.
Llego al edificio y comienzo a subir las escaleras y escucho la televisión de Lucha encendida, me paro frente a la puerta y creo estar loca pero escucho la voz de Tristán adentro, pero inmediatamente el intro de una nueva telenovela empieza y me olvido. Tal vez es mi deseo de verle lo que me hace alucinar que regreso.
«Seguro está en España, con su Begonia De la Vega, riéndose de mi » pienso amargamente mientras continuo caminando a mi departamento. Abro la puerta y el primero que salta es Solvino, otro que ha sentido la ausencia de Tristán y que seguro se pregunta dónde está.
—Hola amigo — le digo con ternura —¿Qué te parece si salimos pero después de que duerma algo? — le digo.
Dejo la bolsa al lado y me dirijo sin pensarlo dos veces a mi habitación. Me quito la ropa y cuando estoy en ropa interior me lanzo sobre la cama y tomo la almohada de al lado. Ya no huele a él, sólo a suavizante de ropa. Cuando él se fue me encargué que todo su aroma desapareciera, ahora lo extraño con locura.
Me quedo en silencio escuchando el ruido de afuera de la ciudad, las pláticas distantes de los vecinos, la música de otros lados, los golpes en la paredes y las pisadas en el techo y de nuevo… mi llanto. No puedo dejar de llorar, trato pero no puedo.
—¡Te odio! — vuelvo a gritar ahogando todo mi coraje en la almohada — te odio porque en realidad no puedo odiarte — le confieso —Si yo te amaba tanto ¿por qué me rompiste el corazón? — y como niña pequeña de cinco años después de que la castigaron lloro, lloro mucho, hasta que me quedo dormida.
Los llantos de Solovino hacen que vuelva del mundo de los sueños y me despierto abruptamente —¡Qué horas son! — pregunto al ver que todo afuera está completamente obscuro.
Veo el reloj, son las 8:30 pm y Solovino muere de ganas por ir al baño —¡Ya voy! ¡Ya voy! — digo apurada mientras busco mi ropa me visto y abro la puerta de la habitación para verlo rascando la puerta. Tomo su correa lo amarro y salgo inmediatamente. El perro me jala con urgencia por las escaleras ya que quiere salir antes de que un accidente pase. Salgo del edificio y llegamos justo al punto donde le gusta oler para hacer sus necesidades; después de que pasa la urgencia, viene el alivio.
—Venga, vamos a caminar un rato, necesito distraerme — le comento.
Comenzamos a caminar por la calle pasando los pequeños cafés y bares que están abiertos y cuya música me quita uno que otro pensamiento que tengo sobre él. Las noches de abril en la ciudad son hermosas, ya que acaba de entrar la primavera y éstas se tornan increíblemente estrelladas y frescas, por lo que es agradable caminar sin problemas, sintiendo el aire fresco que corre por algunas las calles vacías.
Vamos mas allá, incluso nos acercamos un poco al Centro Histórico. Quiero cansar a Solovino, porque no sé hasta donde lo llevaba Tristán, pero cuando regresaban estaba tan cansado que no le daba tiempo de hacer travesuras… ahora, es una por día y no tengo humor ni tiempo para lidiar con eso, o tal vez, es su forma de expresar que lo extraña.
—Quiero que te canses ¿entiendes? — le pido mientras olfatea un poste de luz — porque hoy quiero dormir, sin ruidos, sin nada. Ya te gustó estar llorándole al sofá.—
Solovino no me hace caso, simplemente continúa con lo suyo y me ignora, parece ser que bastaron unos meses para que mi perro cambiara su lealtad hacia otra persona ¿me molesta? Sí y mucho, por lo que comienzo a caminar de regreso y no dejo que siga olfateando ese lugar.
Lo distraída sin enfocar bien con la mirada, sin escuchar percatarme de nada que esté alrededor de mi, cuando de la nada Solovino se jala provocando que lo suelte y lo deje ir —¡Solovino! — le grito —¡Ven para acá!—
Pero el perro corre sin hacerme caso hasta que veo que una persona lo recibe del otro lado y él salta para abrazarlo —¡Solovino! — vuelvo a gritar y mientras me voy acercando la reconozco y no puedo creer qué está a lo lejos. Él me ve y me sonríe y poco a poco camina hacia mí y cuando llega frente a mi me ve con sus hermoso ojos marrón claro.
—Mi mexicana linda — murmura.
Lo observo, no lo puedo creer, es él, regresó y me siento… llena de rabia. Levanto la mano y con toda la fuerza que tengo le doy una cachetada que hace que me arda la mano.
—¡Eres un cabrón! ¡Cómo te atreves a regresar así! — le comento mientras tomo la correa de Solovino y se la quito de las manos.
—¡Auch! — se queja —No sabía qué pegabas tan fuerte.—
Tristán se soba la mejilla que ha cambiado por completo a un tono rojizo y yo me alejo de él mientras el perro viene a mi lado — ¡Ximena! — me dice y camina detrás de mi.
—¡Cómo te atreves a regresa! ¿¡Qué no te dije que te quedarás allá?! — le grito.
—Mena, escúchame… déjame explicarte — y Tristán me toma del brazo y yo me volteo para darle otra cachetada.
—¿Podrías dejar de abofetearme? — me pide.
—¡No! ¡No! Eso es lo que menos te mereces Tristán… te mereces más golpes y bofetadas, y posiblemente patadas en lugares que no quiero ni mencionar — expreso y él baja las manos y se cubre lo que él piensa sería un próximo golpe en la ingle.
No puedo hablar con el coraje que traigo así que me abstengo de hacerlo y decido entrar al edificio lo más rápido que pueda. Solovino insiste en irse con Tristán y yo lo jalo para que no lo haga.
—Mena, te pido, escúchame — me ruega.
—No, ya te dije que no — comento subiendo las escaleras lo más rápido que pueda.
— Sé que hice mal, sé que no debí mentirte pero tengo mis razones, tenía un porqué — me comenta.
Abro la puerta del departamento y antes de que él pueda entrar le cierro la puerta en el rostro. No quiero volver a verlo a los ojos, ni revivir todo lo lindo que siento por él, no se lo merece. Tristán insiste tocando sobre la puerta.
—Ximena, Ximena, te pido que me escuches.—
Me quedo en silencio total y veo como Tristán se recarga en la puerta y se sienta del otro lado. Camino cerca con mucho cuidado y trato de no respirar tan agitado para que no sepa que estoy así de cerca. De nuevo siento el nudo en la garganta y ese malestar estomacal que no me deja tranquila.
—Mi corazón — murmura — no te voy a pedir que me perdones de una vez por todas, pero al menos quiero que me escuches. Sé que te engañé y que te mentí y no debí hacerlo pero, te juro, que no estaba en mis planes enamorarme de ti — Tristán suspira y yo la escucho atenta —renuncié a todo en España, a mi familia, a mi herencia, a mi vida… para venir a rehacerla contigo. No te lo digo para causarte lástima, ni mucho menos busco compasión de ti… pero te lo digo, porque, quiero que sepas que eres una mujer por la que vale la pena dejar todo para estar a su lado, que lo que hice no fue ni un sacrificio, al contrario, es un todo un placer.—
Él se pone de pie y acerca su rostro a la puerta y yo me recargo en ella para escucharle — no te pido que me perdones, es más, no sé si un día lo harás, pero, aún así, me quedaré aquí, contigo, cuidándote y esperando pacientemente a que me dejas entrar a tu colorido piso que tanto me gusta y sobre todo a tu vida. Tienes todo el derecho del mundo de hacerme esperar y yo, mientras lo haces, te conquistaré de nuevo.—
El silencio reina, los sentimientos están a flor de piel y puedo escuchar su voz sincera al otro lado de la puerta pero hoy, no es el día para dejarlo entrar —me rompiste el corazón — le murmuro.
—Lo sé, estoy consciente de ello — responde — y así pasen 10 años me quedaré contigo porque Ximena, eres todo lo que tengo en el mundo, ya no tengo nada más, sólo a ti, la ropa que pude traerme en una maleta, el aire en mis pulmones y… ni siquiera tengo mi corazón.—
—¿Por qué? —
—Porque ese lo tienes tú, así que te pido que mientras me perdonas, lo cuides ¿si? — y yo sonrío levemente pero me vuelvo a acordar de todo y la sangre me hierve de coraje.
—No será fácil que te perdone — le murmuro.
—No espero nada fácil de tu parte, porque tú no lo eres…buenas noches mi mexicana hermosa. Nos vemos mañana.—
Escucho como Tristán camina hacia las escaleras alejándose de mi. Solovino llora y yo lo acaricio. No sé que decir, no esperaba que él regresara ni mucho menos que haya hecho todo eso por mi.
—Ni creas que va ser tan fácil ¿eh? — le comento al perro que me ve jadeando —¿qué? La primera vez entró por la puerta grande esta vez debe encontrar él la manera.—
Pongo el seguro a la puerta y luego de apagar las luces me dirijo a la habitación para volver a quedar dormida.. pero esta vez sin lágrimas pero si con un sentimiento diferente que aún no sé como explicar.
[Tristán]
Regreso al piso de Doña Lucha y al abrir la puerta me ve y rompe en una carcajada — Te dije que era pésima idea — me dice y vuelve a reírse para después toser de una forma que siento morirá en ese momento.
—Lo sé, lo sé — le digo entrando a la cocina y tomando una bolsa de verduras congeladas para ponerla sobre la mejilla.
—¡Ay güero! ¿pues qué esperabas? Que corriera hacia ti con los brazos abiertos y se besaran bajo la lluvia — y vuelve a partirse de risa.
—Pues yo le pedí un consejo y sólo se dedicó a decir otras cosas — le reclamo.
—Claro que te di un consejo, te dije que Ximenita tenía carácter, pero allá vas de romántico — y vuelve a quebrarse de risa.
—Bueno ya, ya estuvo bueno — contesto adolorido y molesto — al menos ya sabe que estoy de vuelta y eso está bien.—
—Pudiste haber hecho una entrada triunfal pero ahí vas… echándote como el borras — me dice.
—¿El borras? No sé quién sea pero ¿cómo haría una entrada triunfal? ¿Salvándola de un incendio? — le pregunto.
Doña Lucha echa los ojos hacia arriba y me da un zape — si serás menso ¡Claro que no! Si no es Hollywood. Bueno, ya no vale la pena… así qué ¿además del plan del departamento? ¿Hay algo más que quieras Hacer? —
—Pensaba improvisar — contesto.
Levanta a mano de nuevo para darme otro zape y me alejo — ya recibí muchos golpes por hoy ¿vale? — comento.
Ella baja la mano —Pffff, ¿improvisar? La última vez que lo hiciste acabaste en un enredo… ¡no! Haz un plan.. ¿vas a conquistarla no? ¿qué planes tienes? ¿Serenata? ¿luchar con tiburones? ¿joyas? — y se ríe.
—Debe dejar de ver telenovelas ¿eh? — le respondo — Ya veré que hago, Ximena es sencilla, si le doy joyas y eso me va a mandar a freír espárragos de inmediato así que… lo pensaré. Lo primero es conseguir un trabajo, necesito dinero…— le comento.
—Bien, eso me gusta, porque el hospedaje es gratis pero la comida cuesta… además ya me diste todo el dinero que te sobraba para comprar el departamento de arriba… ¿ya sabes como lo vas a arreglar? — y me ve a los ojos.
Me quedo en silencio y ella niega con la cabeza — más vale que seas muy bueno improvisando ¿eh? porque si no te quedarás como el perro de las dos tortas. ..— mi cara de no tener idea de lo que acaba de decir debe ser muy obvia porque lo explica — sin una ni la otra — concluye.
Me pongo de pie y dejo la bolsa de verduras de nuevo en e congelador — mañana será un día nuevo y empieza el plan para reconquistarla… ahora si me disculpa, iré a dormir que aún no me recupero del jetlag.
—Eres un buen hombre Tristán Ruíz de Con, medio atarantado, pero bueno hombre — y me sonríe.
—Al menos Ximena me acomodó las ideas con las bofetadas — contesto y así sacando todos los nervios y sentimientos comenzamos a reinos a carcajadas por lo que pasó.
Sé que tal vez no tenga un plan hecho pero tengo un objetivo y ese es conquistar de nuevo a Ximena, así me cueste 10 o 20 años porque ella me ama y yo la amo , de eso no me cabe ninguna duda.