[Ximena]
Abro la puerta del baño y veo a Solovino frente la puerta del departamento moviendo la cola. Así que me acerco y después de ver por la mira de la puerta la abro — buenos días Ximena Caballero — me dice Tristán con un té de manzanilla en la mano.
Solovino sale y le salta emocionado al verlo —oye, oye, espera chico, vas a tirarme el té — y con trabajos estira la mano y me lo da.
—Gracias— le digo y doy un sorbo que admito hace que el estómago se asiente y por unos momentos no sienta esas nauseas matutinas que no entiendo porque son tan fuertes.
—He estado investigando — me dice desde lejos porque sabe que sólo si yo quiero puede entrar al piso. Le digo con la mano que pasé y él entra sonriente — te decía, he estado investigando cosas que te ayudarán como remedio para las náuseas — y saca una hoja de papel.
—Espera ¿investigando? — le comento —¿Lucha tiene Wifi? —
—No, lo hice en mi móvil pero si tengo que llamar a la compañía de internet porque no puedo estar sin Wifi— y al escuchar pronunciar esa palabra hago una mueca de sonrisa — bueno como sea, investigué alimentos y remedios naturales que posiblemente te pueden ayudar con las nauseas matutinas y que no le harán daño al bebé, remedio número uno, agua mineral, pero que no contenga sodio, eso es importante, segundo remedio, cubitos de hielo, tercer remedio…—
—Tristán, Tristán — le digo acercándome a él y poniendo mi mano sobre la lista para que deje de leer — ¿Qué estás haciendo? — pregunto.
—Bueno, si no puedo estar aquí en este piso ayudándote al menos investigaré un poco sobre el embarazo y toda esta situación y así al menos sentiré que estoy ayudando en algo.—
Sonrío, su actitud de verdad me enternece. Éste, el que tengo frente a mi es un Tristán completamente desconocido para mi, uno que se ha formado de la noche a la mañana y que ahora me trae té para las nauseas e investiga datos curiosos y remedios para que paren.
—Gracias por los datos Tristán — le respondo — y me estás ayudado mucho, esto apenas empieza, tengo 4 meses de embarazo y faltan más, así que… si sigues a mi lado te prometo que me ayudarás mucho y que no tendrás que preocuparte por pensar que no.—
—Lo siento, es que veo que eso te agobia y quisiera, ya sabes.. — y sonríe.
—¿Qué te parece si me ayudas sacando a Solovino? La verdad es que no quiero pasar de nuevo por la misma situación de ayer… eso de andar volviendo el estómago en las jardineras, no es muy bonito.—
—Lo que tú me digas Ximena — y omite el Caballero porque sabe que no me gusta mucho eso. Él toma la correa de Solovino y el perro salta feliz — ¡Ea! Espérate… yo también quiero salir a pasear — le dice tierno.
—¿Ya desayunaste? — le pregunto y él niega con la cabeza —si quieres me visto y hacemos algo de desayunar ¿te parece? —
Regreso a mi habitación y tomo uno de mis vestidos favoritos, uno totalmente blanco para el calor que hace en estos momentos. Me veo frente al espejo y noto como toda mujer embarazada me pongo de perfil para ver si el vientre ya se me nota.
—Supongo que algún día vas a salir ¿no? — le hablo. Eso lo he estado haciendo desde ayer. Cuando Tristán se fue lo primero que hice fue entrar a la habitación, recostarme y hablar con el bebé, supuse que ahora que sabía que ya estaba aquí debía presentarme de cierta manera— no sé bebé si llegas de pura casualidad o en el momento indicado, pero debes estar tranquilo porque tu padre está aquí, y yo te amo …y eso es bueno.—
Me visto y después de hacerme un chongo alto, salgo de la habitación para empezar a adivinar qué comidas me hacen bien y cuáles me hacen mal ya que las nauseas no me dan cuartel. Voy a la cocina y veo la hoja de papel con la letra de Tristán y sonrío mientras leo:
“Comidas nutritivas para comer durante el embarazo: Pan, cereales, patatas, frutas, verduras, lentejas, frutos secos, zumos de frutas, carnes, pescados, nueces y legumbres, leche huevo, grasa y azúcar (mínimo consumo) ya que se deben cuidar por el peso. Decirle a Ximena que puede comer lo que quiera pero que no vale eso de comer por dos.”
Termino de leer y muevo la cabeza de lado a lado incrédula. En verdad esto de ser papá se lo está tomando muy en serio. Tristán entra por la puerta y al verme sonríe iluminando la habitación — veo que volviste a cortarte el cabello — le comento.
—Sí, ¿no te gusta? — pregunta.
—Claro, claro que me gusta.. sólo era una observación, es que te fuiste y traías el pelo largo y ahora… pero te ves bien, te ves guapo.—
—Gracias, tú siempre te ves guapa y ahora con el embarazo te veo más — y yo me río.
—Más demacrada dirás — comento relajada y él se acerca a la cocina.
—No en serio, te ves genial, como si de repente tuvieras no sé… luz — y yo levanto la ceja.
—¿Luz? —
—Sí, sí, luz… te brillan los ojos, el rostro, la piel… — y me sonrojo.
—Supongo que es parte de todos estos cambios — contesto mientras comienzo a sacar los ingredientes del refrigerador y los pongo sobre la barra.
Él se va del otro lado de la barra y me baja el bol que usamos para hacer el huevo revuelto — yo te ayudo, esto está muy alto — murmura y ese instante de tenerlo a mi lado me pone nerviosa de nuevo —¿puedo hacer yo el desayuno? — pregunta — extraño hacerte el desayuno.—
Dejo tranquilamente las cosas sobre la barra y voy a sentarme. Tristán se lava las manos y comienza sacar los ingredientes —¿quieres jamón? — y me lo da a oler y mi cuerpo lo rechaza — Vale, jamón no — comenta y yo sonrío.
Él empieza a preparar todo y verlo así de nuevo me emociona mucho. Sé que no se fue un año o un mes, pero extrañaba platicar con él por las mañanas y verlo hacer el desayuno, la comida del día que más disfruta cocinar.
—Sabes, ayer Lucha me preguntó que si queríamos niña o niño… yo le dije que no importaba porque sólo quería que estuviera sano pero, ¿tú que deseas? — y me sonríe.
—No lo sé, apenas estoy asimilando que seré madre ¿sabes? — le digo sinceramente — digo, ya sospechaba que estaba embarazada meses atrás y definitivamente ayer sabía que lo estaba pero ya cuando lo ves en ese pequeña pantalla y escuchas su corazón, es cuando te cae el veinte de que serás madre y de que en verdad está aquí…tal vez a otras madres no les pase igual pero yo… yo no sé qué quiero, simplemente quiero cuidarlo y conocerlo, que sea feliz.—
—En eso estamos de acuerdo Ximena Caballero — me responde y yo sonrío.
Volvemos a quedarnos en silencio y yo observo como mueve todo en el sartén y me río — ¿qué pasa? ¿he olvidado algo? — pregunta.
—No, pero me vino a la mente la primera vez que te enseñé a hacer eso que ahora haces como un experto y te veo y no puedo creer que en verdad hayas aprendido tan bien.—
—Tuve una excelente maestra — responde. Él sirve todo en un plato y luego lo pone frente a mi provocando mi sonrisa, o más bien, acrecentándola más — ¿vas a querer tortilla? ¿para calentarla? —
—No gracias, así estoy bien — respondo.
—Pues yo sí — dice tomando una tortilla de maíz y poniéndola directo al fogón.
—¿Zumo de naranja? ¿más té? — insiste.
—No Tristán — digo entre risas — por ahora estoy bien, además tú claramente en tu lista de consejos dijiste que no estaba comiendo por dos, si no por uno, y en este momento sólo quiero huevo revuelvo y posiblemente… — y él me ve esperando a que le pida algo más — que te sirvas tu también de desayunar.—
Él toma un plato y se sirve el desayuno para después comenzar a comer conmigo — extrañaban esto ¿sabes? — me dice sincero.
Comemos en silencio mientras Solovino está echado a su lado esperando por su ración. Este silencio entre los dos es en verdad de calma, no de guerra, el volver a encontrarnos, darnos otra oportunidad, volver a tomar confianza para así continuar.
—¿Cuándo le diremos a tu padre que tendremos un bebé? — pregunta de la nada.
Suspiro, en verdad no planeaba decir nada porque él no estaba y debo confesar que todavía siento que Tristán me dejará de nuevo ahora con el bebé y, aunque no sea cierto y él me esté diciendo la verdad, no sé qué tan prudente sea anunciarlo en este momento.
— Aún no estoy segura — contesto — no estoy muy segura de muchas cosas aún y no creo que sea prudente anunciar si puede que esto no funcione… —comento sin pensarlo y de pronto sé que no debía decir eso.
—Vale, lo diremos cuando tú lo desees — interrumpe y se pone de pie para dejar su plato.
—¿Todo bien? — pregunto al escuchar que el tono de su respuesta fue algo apresurado y no sé porqué eso enciende mis alarmas.
—Sí, sí, todo bien, pero es que ya se me hace tarde y debo ir a trabajar — comenta — ayer llegué un poco tarde y me fui temprano, hoy prometí llegar antes para entregarle a tu hermano un proyecto que tengo — explica, pero de una manera tan rápida que pareciera que quiere evitar algo más.
Me pongo de pie de inmediato un poco asustada — ¿te molestó mi respuesta? — pregunto y él me voltea a ver con una sonrisa, muy diferente.
—Sí co… Ximena, todo bien ¿quieres que te acompañe al trabajo? — pregunta.
—No, no, estoy bien — comento aún viendo su actitud —pero si quieres te veo al cerrar el local para que vengamos caminando juntos.—
—Vale, entonces, está hecho — responde.
Se acerca a mi con intensión de darme un beso sobre la frente pero se hace para atrás y no lo hace — ten lindo día Ximena — murmura y luego pone la mano sobre mi vientre y sin decir más se sale de inmediato cerrando la puerta del departamento detrás.
Solovino me ve igual de extraño que yo lo veo a él — la cagué ¿cierto? — le digo al perro y luego él se da la vuelta y se va a echar al sofá.
—¿Ahora estás de su lado? ¿no se supone que la lealtad del perro es la más sincera? — le regaño mientras él me sigue ignorando.
***
Todo el día estuve pensando en Tristán. Sabía que de una u otra forma le había ofendido pero por más que pensé no supe que decir, así que como adolescente pensando en su primer amor, estuve esperando el momento de poder regresar a verle y en este caso decirle que yo había tenido la culpa de … algo.
Así que cuando dieron las 7:00 pm y vi que Tristán no llegaba supe que algo andaba mal, o tal vez que algo había pasado para que él no hubiera llegado puntual por mi.
—Tal vez es algo del trabajo — decía en bajito mientras caminaba por las calles del Centro Histórico hacia mi departamento — tal vez tuvo que hacer algo importante y por eso no llegó — continúo haciéndome coco wash o tratando de convencerme que no fue mi respuesta tan dura lo que causó este problema.
—O.K Ximena, esta vez fue tu culpa y todo va a estar bien… no creo que Tristán vaya a hacer una locura ¿o sí?
Abro la puerta del departamento y veo a Tristán en el balcón. Después de dejar mis cosas me acerco lentamente —¿Tristán? — digo su nombre — te estuve estrenado en el local para regresarnos juntos…— entonces lo veo con una botella de aceite para prender antorchas, un bote de basura en medio y unos cerillos en la mano —¿qué vas a hacer? — pregunto preocupada.
—Sé que no me crees que me quedaré — comenta — por eso no le quieres decir a tu padre que tendremos un bebé, porque piensas que si no lo dices no tendrás que justificar el hecho de que me haya ido de nuevo, abandonándolos… ¿cierto? — y yo me quedo en silencio —así que aquí está la prueba de que no me iré de tu lado nunca — y toma de la mesa del balcón su pasaporte.
—¿Qué haces? — pregunto preocupada.
Tristán echa el pasaporte al bote y luego le pone líquido para antorchas — este es mi pasaporte lo que me permite salir de este país para el mío, lo único que me podría dar un boleto de avión o algún método para irme… así que— y toma un cerillo y lo enciende.
—¡Qué! ¡no! ¡Estás loco! ¿Cómo vas a quemar tu pasaporte?… ¡Espera no! — le grito y en eso él tira el cerillo y puedo ver como el bote se enciende quemando el pasaporte.
—¡No! ¿es un documento oficial? ¿Estás loco? — insisto, pero el pasaporte se quema dentro del bote de basura.
—El pasaporte se puede volver a reponer Ximena pero tu confianza es algo que me importa más que un estúpido papel que se puede hacer en una cita en la embajada… quiero que estés segura de que me quedaré contigo, para siempre, a cuidarte, a cuidar de nuestro bebé y para pasar el resto de mi vida contigo. No tengo razones para regresar a España, porque tú no estás allá… no me iré, ya no puedo salir — y me da una leve sonrisa.
Me acerco a él con cuidado y veo en el bote el documento comenzándose a consumir para luego desaparecer. Rodeo a Tristán con mi brazos y mi rostro queda justo a la altura de su pecho, había olvidado lo alto que es y que debo levantar la cabeza para poder verlo a los ojos. Él me sonríe.
—Te creo — le murmuro sin poder decir más — te creo — repito.
Me paro en puntas para poder llegar a su boca y él se inclina hacía mí para después rozar mis labios. Poco a poco comenzamos a reconocernos, a volver a sentir la textura y suavidad de ambas bocas que, después, se prenden en un beso tan esperado por los dos. Por fin, después de tanto tiempo… nos besamos a lento, a fuego lento, disfrutando del placer que nuestros bocas juntas provocan en nosotros. Siento como el tiempo se congela, como es que la noche de pronto se vuelve más estrellada, y los latidos de mi corazón cada vez más rápidos. Los dedos de sus manos comienzan a jugar con mi espalda baja y las mías a acariciar su bien formado pecho donde varias noches quedé profundamente dormida. Tristán me acerca más a su cuerpo hasta que quedamos completamente juntos, sin que haya una separación entre nosotros.
Él se recarga sobre la barandilla del balcón haciendo que mi cuerpo se haga un poco sobre él y pueda besarle mejor. Seguimos así por unos momentos hasta que poco a poco nos separamos robándonos ese último suspiro que ambos sentimos al separar nuestros labios —¿Crees que te besaría así si me fuera a ir? — me murmura Tristán cuándo aún tengo los ojos cerrados. Toma mi barbilla con sus dedos y me da otro beso más ligero — te amo Ximena y nunca debes dudar de eso. No crucé mares y continentes sólo para abandonarte de nuevo — me comenta.
Lo abrazo y él pone sus manos sobre mi espalda alta y me da un beso sobre la cabeza — ¿ese es aceite de citronela para prender antorchas? — le pregunto y él lanza una pequeña risa.
—Lo siento, a parte de la gasolina eso fue lo único que encontré — me confiesa.
Me río sobre su pecho —bien, matamos dos pájaros de un tiro y eso ayuntará a los mosquitos — le comento y él me abraza más fuerte.
—Sé que odias los mosquitos — me responde.
—No los odio, sólo me molestan — le comento y él se ríe —¿Si sabes que necesitas tu pasaporte para muchos trámites en este país cierto? — le cometo.
—Sí, ya tengo cita en la embajada para recuperarlo… — me responde — me aseguré que eso pasara antes de quemar y así… por eso no fui por ti al local.—
—No importa, ya no importa — le comento y me aferro más a su cuerpo para nunca más soltarlo.