[Ximena]
¡Estoy harta! ¡Muy harta! El vómito me trae loca y no sé como pararlo. Me he levantando, una, dos, tres veces durante la noche para volver el estómago al grado que tuve que llamar a Tristán para que viniera a acompañarme. Dieron las 5:00 am y yo seguía igual, por lo que una ida al hospital fue lo que resolvió todo.
—¡Compraremos un auto! — me dice él molesto mientras estoy recostada en la camilla con el suero en mi brazo — Eso de moverse en uber y taxi no es posible! ¿Qué pasará cuando nazca el bebé? ¿cómo nos transportaremos? ¿Lo habéis pensado? — me pregunta enojado y yo con mi cara de pocos amigos lo veo.
—Podemos concentrarnos en el aquí y ahora… Gracias— le respondo mientras me recargo sobre la almohada y cierro los ojos.
—¿Por qué no viene el médico? ¿será grave? — vuelve a preguntar preocupado —¿es normal? ¿sabes si es normal? — comenta.
Lo veo — no lo sé, esta también es la primera vez que estoy embarazada, no tengo mucha experiencia sobre el asunto Tristán, pero te pido… relájate que me estás mareando y poniéndo nerviosa — le pido.
Él comienza a caminar por el área de urgencias. El pobre salió del piso de Lucha a las 3:00 am y sólo se pudo poner lo que encontró. Unos pants color gris y una playera que dice “ Save water, drink tequila “ que no entiendo de dónde la sacó pero de verlo me da risa. Camina por todos lados, ve por la pequeña cortina que nos cubre y luego regresa a mi.
—¿Fuiste a Mazatlán? — le pregunto haciéndole plática para que deje de mortificarse.
—¿Qué? ¿A dónde? — responde.
—Tu playera, del señor Frogs, dice Mazatlán ¿de dónde la sacaste? — insisito.
—¡Ah! Me la regaló lucha… no tengo ropa muy informal así que me dio esta camiseta de su hijo — sonrío y él lo hace también. Me toca la frente — No tienes temperatura — comenta —así que no debe ser grave… leí en google los posibles diagnósticos de lo que te pasó y dice que si no hay temperatura, todo bien.—
Le tomo la mano y le doy un beso — Tristán, estoy segura que tiene que ver con el embarazo, no me siento mal, sólo respira… ¿Si? Me pones nerviosa, verás que todo estará bien… ¿sí? —
Él se inclina y me da un beso sobre la frente — lo haré Ximena Caballero.—
Estamos intercambiando sonrisas cuando uno de los doctores en turno abre la cortina y nos ve — señores Caballero, buenos días, disculpe la tardanza pero estábamos haciendo cambio de turno — el doctor ve las hojas que le dio la enfermera y luego se vuelve a dirigir a nosotros — usted tiene hiperémesis — me dice.
Tristán toma el celular para buscar y yo simplemente le tomo la mano y le digo que no con la cabeza — ¿Eso es grave? — pregunta preocupado.
—Sí y no, depende del nivel, pero la señora no tiene más síntomas que los vómitos excesivos por lo que un tratamiento simple le debe ayudar. Posiblemente siga teniendo vomitos durante el embarazo pero conforme la gestación vaya llegando a su fin estos debes disminuir o desaparecer por completo. Le daré un tratamiento completo que se trata de vitaminas y líquidos, posiblemente un periodo de ayuno antes y con eso debe sentirse mejor señora Caballero.—
—¿Y si no mejora? — pregunta Tristán.
—Lo hará, si no la trae a urgencias de nuevo y veremos que pasa… debe poner atención a los siguientes síntomas que denotan que esto se está agravando. Estos son vómitos con color marrón o sangre, pérdida de peso, desmayos, vértigo, pérdida de equilibrio, reducción de la cantidad de orina, aceleración de la frecuencia cardíaca, dolores de cabeza recurrentes, sabor afrutado en la boca, fatiga extrema o confusión.—
Después del discurso de los síntomas de gravedad, Tristán me voltea a ver con una cara de pocos amigos y desesperación nunca antes vista, le sonrío para decirle que todo estará bien, pero creo que mis ojeras y mi cara de demacrada no le ayúdan en nada.
—¿Podemos irnos? — pregunto.
—Sí, sí claro… pueden irse. Con lo que le pusimos debe sentirse mejor señora. Llamaré a una enfermera para que le ayude.—
El doctor sale y yo trato de ponerme de pie, pero Tristán me lo impide — No hasta que traigan una silla de ruedas.—
—Tristán, me siento bien, no me siento mareada, puedo caminar — le comento pero él sigue evitando que me ponga de pie. Respiro — no pasó nada grave, ya escuchaste que tiene que ver con el embarazo y que todo estará bien..—
—¡¿Ya escuchaste a todo lo que tenemos que poner atención?! La lista es tan larga que ni tiempo me dio de apuntar cada uno de los síntomas ¿qué tal si se me pasa uno? ¿qué tal si te da no sé… el síntoma que no apunté? — me lo dice en un tono de voz que suena completamente desesperado e incluso agobiado.
—Oye ¿estás bien? — pregunto ahora yo mientras él respira.
—No quiero que te pase nada, ni a ti ni al bebé… tengo la responsabilidad de cuidarlos y no quiero que por un descuido mío pase algo grave que ambos podamos lamentar — sentencia en un tono enojado.
De pronto un aire de tensión se hace en la sala, uno que la enfermera rompe cuando entra para quitarme el suero —¿necesita una silla de ruedas? — me dice ella y yo asiento porque sé que si digo que no Tristán explotará y se volverá loco.
La silla llega y yo me siento en ella para luego ser empujada por él por los pasillos hasta llegar a la calle y esperar por el uber que acabo de pedir para que nos lleve a casa. En el trayecto Tristán va en silencio, no porque no me quiera hablar si no porque se le nota pensativo, tal vez le está pegando todo lo que conlleva saber que será padre, sé lo que se siente… abrumador.
Llegamos al edificio y subo las escaleras hasta el departamento y lo abro, Solovino nos recibe feliz y yo camino hacia la concia para tomar un poco de agua — voy a pasear al perro — me dice en tono seco y después de amarrarlo con la correa sale sin decir otra cosa.
Yo, en cambio, me sirvo un vaso con agua y luego de dar unos tragos me tomo mis vitaminas diarias y me siento en el sofá que da hacia el balcón, pongo las manos sobre mi vientre y puedo jurar que hoy lo siento un poco más abultado que antes — sólo espero que estés bien — le digo y cierro los ojos porque me siento exahusta. Hoy no iré a trabajar, le diré a Martita que me salió un incoveniente y me quedaré recostada todo el día sin hacer nada, necesito dormir.
Escucho a Tristán abrir la puerta del departamento y después de soltar a Solovino me ve —¿te sientes bien? — pregunta y yo asiento —llamaré a tu hermano de que hoy no iré a trabajar y me quedaré contigo — comenta.
—Tristán, me siento bien, no es necesario..— comienzo mi discurso pero él me interrumpe.
—¡Sí! ¡Si es necesario! — comenta fuerte — ¡Me siento frustrado! ¿Sabes? Ayer, nos besábamos en ese balcón y luego me mandas a casa de Lucha porque no quieres que esté aquí en el piso porque “aún no me perdonas” y luego a las tres de la mañana recibo una llamada tuya dicíendome que te sientes mal y… ¿sabes la angustia que pasé? ¿te haz puesto a pensar que pasaría si no me puedes llamar? ¿si no llego a tiempo a pesar de que estoy cerca? Yo allá en casa de lucha viendo ” Amor Real” y tu acá enferma.—
Lanzo una pequeña carcajada que rompe el discurso de Trístan y luego sigo riéndo sin poder parar — ¿Qué te hace gracia? — me comenta enojado.
—Lo siento, lo siento, lo siento… — respondo y luego respiro —¿Ves Amor Real? — y vuelvo a reir.
—No es mi culpa, Lucha solo tiene ese canal todo el día y bueno… tampoco es que vea las noticias — contesta.
Sigo ríendo y parece ser que toda esa tensión que antes había dándole paso a un Tristán un poco más relajado que se acerca a la sala y se pone de rodillas sobre el suelo para verme. Le acaricio el cabello mientras él recarga su rostro en mi vientre — te entiendo, te comprendo, saber que hay una vida que depende de ti es abrumador, a mi también me ha quitado el sueño, pero no podemos estar siempre estresados pensando lo peor Tristán, se supone que deberíamos disfrutar esta etapa, no pensar que es el fin del mundo ¿sabes? Debemos relajarnos.—
—Tú relajate, porque si no lo haces le harás daño al bebé — contesta.
—No seas necio — le digo — si ahora estás así imagínate cuando nazca, el día del parto… no vas a saber ni quién eres — y él se ríe bajito.
—Lo siento Ximena, pero por primera vez tengo una responsabilidad grande, una que no sé como manejar. Quiero ser el mejor papá del mundo, quiero probarme a mi mismo que no me afectó como mi familia me crio o el hecho de que el mío no fue el padre que yo esperaba. Quiero que nuestro bebé sepa que yo estaré ahí para siempre… que lo cuidaré no importan las circunstancias.—
—Y lo harás, lo estarás… y el día que llegue los dos caeremos en pánico por ser papás primerizos, pero por ahora, si yo estoy bien el bebé está bien y no hay de que preocuparse ¿va? — comento y él sonríe.
—Vale… — dice rendido. Nos quedamos en silencio un momento mientras acaricio su cabello pero luego él se pone de pie e inmediato — Iré a ducharme, tengo que ir a trabajar… — me comenta.
—¿No que te ibas a quedar? — pregunto confundida.
—No, porque ya lo pensé bien y no sé qué pretexto le daré a Paco si aún no le decimos nada del embarazo, así que más vale que llegue a tiempo… digo, ya son las 8:00 am pero un viaje en metro me permitirá llegar, pero, quiero que sepas que lo del automóvil es un hecho, no quiero que andes trasbordando de una estación a otra embarazada, sobre todo si vas a la estación Indios Verdes — me dice y yo me río.
—Tú nunca haz ido por Indios Verdes, Tristán .—
—Eso es lo que tú crees… — me contesta sonríente. Se inclina para darme un beso sobre la frente y luego se aleja — cualquier cosa me llamas Ximena Caballero, te lo ruego.—
—Lo haré — contesto.
—Te veo más tarde, no saldré a comer para poder llegar más temprano a verte —Tristán se inclina y me pone una mano sobre mi vientre — no le des mucha batalla a tu madre ¿eh? —
Él se aleja y antes de abrir la puerta le llamo haciendo que él volteee —¿qué te parece si hoy vamos a casa de mi padre y le damos la noticia del embarazo? — y él sonríe ilusionado.
—¡Me encantaría! —
—Entonces le llamaré e irémos a cenar. Es un hecho — aseguro.
Tristán regresa y me da un ligero beso en los labios que en este momento no deseo porque he estado volviendo el estómago, pero al él no le importa — gracias Ximena Caballero… te amo — me murmura y luego se regresa para salir del lugar.
***
Después de que Tristán se fuera, me metía mi habitación y caí como piedra, al grado de que el mismo Tristán me despertó tocando la puerta del departamento al regresar de nuevo a las 4:00 pm. Me preguntó como estaba y cuando le respondí que estaba bien bajo al departamento de Lucha prometíendome que para la hora que tuvierámos que irnos estaría puntual. Lo sentí más relajado, supongo que nuestra plática de la mañana sirvió, dándome así un poco más de tranquilidad.
Me visto con un vestido holgado de nuevo, porque puedo jurar que los pantalones de un día para el otro me aprietan y necesito estar verdaderamente cómoda para esta noticia. Veo mi imagen frente al espejo y cuando siento que estoy perfecta y que no me veo tan demacrada, salgo de la sala para inmediatamente ver a Tristán entrando con el perro, me sonríe.
—Te ves hermosa, mi luz — comenta y yo me sonrojo.
—¿Qué pasó con mexicana bella? — pregunto.
—Eres bella y luz — y me río.
Solovino se sube al sofá y Tristán abre el balcón por si el perro necesita salir más tarde. Regresa a mi —¿lista par adar la notica? — pregunta.
—Lista, muy lista — respondo.
Él me toma de la mano y ambos salimos del departamento par dirigirnos a casa de mi padre. El camino es un poco largo y después de psar unas cuantas horas en el Uber me doy cuenta que Tristán tiene razón. Necesitamos un auto para movernos ahora los tres, ya que regresar en Uber a altas horas de la noche tampoco es algo que quiero experimentar embarazada.
Llegamos a la casa y de nuevo siento las náuseas pero esta vez sé que tiene que ver un poco por los nervios — respira, Ximena, respira — me digo a mi misma mientras Tristán toca el timbre para que nos abran.
No sé porque muero de miedo, ni que tuviera quince años y estuviera confesando a mi padre que estoy embarazada, supongo que es toda la emoción del momento lo que me mantiene así. Volteo a ver a Tristán y él se nota nervioso también, por lo que le tomo de la mano y él sonríe.
—Todo estará bien— le murmuro y él sonríe como siempre lo hace.
Entramos al la casa después de que nos abren la puerta y mi padre al verme me abraza con una fuerza que hace que Tristán ponga una cara de susto que no puede con ella. Hemos decidido darles la noticia del embarazo después de la cena para que la sorpresa no caiga con el estómago vacío e ir preparando el terreno, lo último que quiero es que mi padre vuelva al hospital por un infarto.
La plática es amena, muy amena, Tristán y mi padre hablan de la empresa y del proyecto que él está haciendo para llevarla al extranjero. Todo va bien, nos sentamos a la mesa y mientras tomo un poco de agua olor comienza a alterarme… el olor a habas. Siento como mi rostro de pone pálido y como las ganas de volver el estómago, al grado que mi padre lo nota.
—¿Mija? ¿Todo bien? — pregunta.
—¿Qué hicieron de cenar? — pregunto ignorando su pregunta.
—¡La comida está lista! — interrumpe Rosalba feliz— ¡Ximenita hoy te hice tu favorita! Sopa de habas y un pollo a la jardinera que te vas a morir de…— y al ver el platillo frente de mi no puedo evitar más que ponerme de pie, tomar el jarrón chino que se encuentra detrás de mi y hundir la cabeza y volver el estómago sin poder evitarlo.
—¿Acabas de vomitar dentro de mi jarrón? — me comenta Rosalba. No contesto.
Tristán se pone de pie y va conmigo — respira, respira — me dice tranquilo.
—¿Tan mal se ve? —dice Rosalba un poco sorprendida.
El silencio en el comedor es bastante denso y Tristán simplemente me acaricia la espalda y me consuela en voz baja.
—Digo, yo sé que Rosalba apenas está aprendiendo a cocinar pero no es para tanto volver el estómago si aún no las haz probado, tampoco es que se ve tan feo — me dice mi padre.
—Oye, sí sé cocinar — le responde ella y comienza a discutir mientras mantengo mi rostro dentro del jarrón.
—¡Estoy embarazada! — les grito pero parece que mi posición no ayuda.
—¡Dijiste que te gustaba mi comida! — grita Rosalba.
—Me gusta mujer, pero así que digas tienes el sazón de Mechita, pues no. Yo soy del norte, soy sincero — dice mi papá firme.
—Pues Mechita puede hacer lo que se le dé la gana… y si…— continua Rolsaba enfrascandose de nuevo en la conversación.
Saco el rostro del jarrón y grito —¡No son las habas! — ambos voltean.—
—¿Qué? — dice Rosalba.
No era la mejor manera de decírselos pero Ximena y yo estámos esperándo un bebé — comenta Tristán finalmente.
La escena es en verdad cómica. Todos viéndome con una cara entre sorpresa y asco al saber que el jarrón ahora ya no podrá usarse más.
—¿Embarazada? — dice mi papá feliz y camina hacia a mí para abrazarme lleno de emoción, luego estira el brazo para abrazar a Tristán — ¡No puedo creerlo! voy a ser abuelo — dice entre lágrimas.
El abrazo continúa un poco más y mi padre no deja de llorar de emoción — Mi chiquita está embarazada — dice y luego me mira.
—Lo siento, no quería volver el estómago en tu jarrón chino — comento apenada.
—No importa, nunca me gustó, ya hay pretexto para tirarlo — me murmura mi papá y yo sonrío — este es un día feliz, muy feliz y debemos festejarlo — me vuelve a abrazar — si tu madre estuviera aquí, sería feliz — comenta melancólico — soy feliz de que vivo para escuchar esto — y sin más remedio rompe en llanto.