[Tristán]
Después de comer un delicioso mole con pollo. Ximena y yo tomamos un tour por Taxco en bocho. Sí, Taxco, al tener las calles tan angostas los taxis son bichos, estos pequeños carritos que se pueden meter entre los callejones y llevarte a todas partes. Está vez, por unos $70 pesos, pudimos movernos por la ciudad sin problema, y llegar a puntos de ésta que caminando está más que imposible.
Fuimos al teleférico y pudimos ver Taxco desde las alturas, para después irnos al Cristo Redentor, un Cristo que mide más de 5 metros y que básicamente corona la Ciudad desde lejos. Aquí, junto con ella, vi uno de los atardeceres más bonitos de mi vida, y mientras Ximena me abraza feliz, siento que poco a poco la voy recuperando, pero aún no la doy por sentada, un corazón roto no se repara de la noche a la mañana, aunque ese te amo que me dijo hace momentos atrás me hace pensar que estoy haciendo un buen trabajo.
Para las siete de la noche nos encontramos de regreso a Cuernavaca, acalorados, cansados, pero felices y mientras veo a Ximena jugar con el corazón mexicano que le acabo de regalar, sonrío.
—¿Qué piensas? — me dice ella mientras voltea a verme.
—Pienso que deberíamos traer a nuestro bebé a Taxco cuando nazca — le digo.
Ella se pone la mano en el vientre y sonríe — será lindo, le podremos decir que la primera vez que vino estaba aquí — y lo acaricia.
—¿Sientes algo? — pregunto — algún movimiento.—
Ximena niega con la cabeza — he leído un poco y dicen que por los 5 meses el bebé se mueve y lo sentiré, pero bueno, ni siquiera parezco embarazada, aunque creo que mis pantalones ya no me quedan igual.—
—Te compraré ropa para embarazada — le digo — lo que tu quieras.—
—No, no hará falta… con vestidos y unos mallones la hago, el bebé nacerá en época de calor así que comprar ropa extra no es necesario.—
—Yo ya quiero que nazca, ya quiero saber qué es — digo emocionado.
—Bueno, con lo del nacimiento no puedo prometerte nada, pero en la próxima ida al ginecólogo podremos ver qué es… yo digo que es niño, siento que será niño — dice acariciando el vientre.
—Yo digo que es niña, que será hermosa con su cabello negro y lo ojos de tu mismo color. Una mini tú.—
—¿Escucho una apuesta? — me dice Ximena.
—O.K ¿y qué quieres apostar? — pregunto.
Ximena se queda en silencio y luego voltea — si yo gano, me dejas ver lo que haremos en la próxima cita que escoja, como una primicia.—
—¡Oh vamos! Le quitarás toda la emoción — le digo.
—Vamos, tú puedes escoger tu premio si ganas — me dice emocionada.
—Vale… vale, acepto lo que pides, pero si yo gano, no veas ninguna tarjeta.—
—¡Va! — dice emocionada y nos damos la mano para cerrar el trato.
—No puedo esperar a ver qué cita me llevarás — me dice y voltea de nuevo a ver por la ventanilla.
Unas horas después, llegamos de nuevo a la Hacienda de Cortés y entramos a nuestra habitación rendidos. Ximena llega directo a la cama y se recuesta cerrando los ojos.
—Me alegra haber escogido esta carta ahora y no a los siete meses de embarazo — me comenta.
— Si la hubieras escogido a los siete meses el viaje hubiera sido diferente, te lo prometo — y le aseguro y comienzo a quitarme la camisa y los pantalones — me daré una ducha, muero de calor y estoy adolorido.—
Entro al hermoso baño lleno de azulejos blancos con flores y abro la ducha esperando que el agua tibia salga para entrar a relajarme bajo el chorro. Me desnudo por completo y cuando siento que el agua está a la temperatura perfecta, comienzo a ducharme sintiendo el rico masaje que el agua me da sobre el pecho. Después de unos momentos cierro la llave y salgo con la toalla envuelta sobre la cintura sólo para ver que Ximena se ha quedado profundamente dormida. Sin más por hacer, le doy un beso sobre la frente, me pongo el bóxer y me recuesto en la otra cama para en unos minutos caer rendido.
***
No sé que hora es, ni tengo idea de lo que está pasando, pero de pronto siento las manos de Ximena acariciando mi pecho desnudo provocando que abra los ojos de inmediato. Ella al ver que abrí los ojos me sonríe, para después ponerse de pie.
—¿Qué pasa? — pregunto un poco nervioso.
Puedo ver que ella acaba de salir de la ducha porque el increíble de su jabón de lavanda me llega a la nariz. Lo extrañaba y sólo de olerlo me hace sonreír.
Ella se quita la ligera bata de baño que trae encima y su hermoso cuerpo desnudo queda frente a mi. Verla de nuevo así me enciende en maneras que sólo puedo sentir en su presencia. Parece que pasaron meses cuando la vi de esta manera, aunque en verdad, fueron semanas, pero cuando se ama a alguien el tiempo pasa de diferente forma.
Ximena vuelve a la cama pero esta vez se sube a horcajadas sobre mi rozando su piel contra la mía provocando que se erice y mi cuerpo grite el deseo que siento por ella.
— Tristán — murmura —yo sé que quieres esperar o algo parecido, pero yo ya no… yo te deseo como nunca he deseado a nadie, y al tenerte de nuevo cerca… — me acaricia el rostro — quiero que me hagas el amor — dice directo — quiero que me hagas el amor de nuevo, quiero volver a sentirte, porque por mucho tiempo pensé que ya no volvería a besarte o a tocarte y ya no quiero perder más tiempo… si esto va bien ¿por qué esperar? — y me besa ligeramente sobre los labios haciendo que su hermoso cabello negro caiga sobre sus pechos cubriéndolos ligeramente.
—¿No es una prueba verdad? — y mi comentario la hace sonreír.
—No, no es una prueba, sólo soy una mujer que desea a un hombre muy guapo, que le gusta comer muchos tacos — y me besa.
—Ya te dije que el lunes iré al gym — murmuro sobre sus labios, siento su sonrisa y después la beso dejándome llevar por el movimiento de los suyos.
El beso se va intensificando poco a poco, puedo sentir sus dedos recorriendo mi pecho mientras mis manos se acomodan a la altura de su espada baja abrazándola por completo. Los besos de Ximena son adictivos, me gusta sentir esos labios carnosos y suaves jugando con los míos. Nuestras respiraciones se coordinan, nuestras manos comienzan a tocar en los lugares indicados y cuando menos lo espero Ximena se acomoda para que yo entre en ella provocando un gemido que hace eso en la habitación.
Mi piel se eriza y las sensaciones se potencializan. Mi Ximena, la mujer más hermosa y sexy del mundo, la que amo con toda mi alma y mi corazón, de nuevo me deja fundirme con ella para ser uno de nuevo.
—Te amo — me murmura mientras inclina su cuerpo ligeramente para darme un beso. Sus labios se sienten calientes y el olor que desprende ese jabón aromático me provoca en maneras inimaginables.
Cuando ella se yergue, una de mis manos sube a sus labios para pasar mi dedo pulgar por ellos sintiendo el calor, después la bajo para acariciar su cuello, pasar por la línea entre sus pechos y después tocar ese vientre tan sagrado donde protege a nuestro bebé. Finalmente mi mano descansa sobre sus caderas y yo me dejo llevar.
Ximena provoca su propio placer moviéndose poco a poco, aumentando y bajando la velocidad, diciéndome palabras de amor y ternura para después escuchar uno que otro gemido que denota ese goce que ambos estamos creando en este momento.
Ella cierra los ojos, se muerde los labios, pasa sus manos por su cabello alzándolo para después volver a recargarlas sobre mi pecho. Yo mantengo los ojos bien abiertos, sin perderme ni un momento de esta imagen, su placer es el mío y estoy totalmente seguro que todos estas fotografías mentales no se comparan a ninguna de las veces que tuve sexo con otra mujer.
Sus gemidos se intensifican, ella me pide que me sujete de sus caderas y dejándome llevar por todo el ambiente ambos terminamos al mismo tiempo lanzando un último grito anunciando a la vida que de nuevo somo uno y no hay sensación más hermosa que saber que la persona que amas vuelve a tocarte, a besarte, a sentirte.
Ximena cae sobre mi pecho y puedo sentir su corazón agitado, su cuerpo sudoroso y las olas de placer aún recorriendo cara poro de nuestros cuerpos — te extrañaba — me dice ella agitada mientras besa mi pecho.
Me volteo con cuidado y la recargo sobre la cama para verla a esos hermosos ojos que por la agitación en este momento brillan más que antes — te amo mi mexicana hermosa, eres irreal, completamente irreal, como si te hubieran sacado de uno de mis sueños. —
Ella se levanta un poco y me da un beso que me sabe a sal y miel a la vez — soy real, somos reales… — me comenta y pasa su mano por mi cabello provocando que de nuevo mi piel se erice del placer.
—Ese día no iba a ir a Las Vegas — le confieso — ese día me iba a quedar en Ibiza porque me sentía triste, solo y no quería hacer una tontería grande en “la ciudad del pecado” pero Iñaki me convenció y fui. Ahora sé, que en la ciudad del pecado encontré un milagro, y no sé que hice para merecerte, no sé que pasó esa noche, sólo sé que no me arrepiento de nada, ni de dejar mi antigua vida por ti.—
—Ahora tu vida es conmigo Tristán — me murmura y me besa la mano que acaricia su rostro en ese momento — hagamos nuestra vida juntos, lejos de todos los miedos, tragedias o situaciones. Es momento de crear nuestros propios recuerdos buenos o malos, pero nuestros, y vivir… disfrutar cada momento sin perdernos ni uno sólo.—
La beso y ese beso me sabe a amor, libertad, pasión… a todas las palabras que pueden expresar el sentirse enamorado y feliz — Eso quiere decir que ya no tengo que hacer las otras 5 citas — le bromeo.
—¡Oh no señor! Usted prometió siete citas — y ambos nos reímos —vuelve a vivir conmigo — murmura — quiero compartir de nuevo mis días contigo como lo hacíamos meses atrás.—
Ella acaricia mi cabello, que ahora está un poco más crecido y pone un mechón detrás de mi oreja —¿En serio? — pregunto.
—Sí… quiero que encontremos el modo de olvidarnos de todo lo que pasó antes entre los dos, crear nuevos recuerdos, reglas… además, quiero que estés presente en cada etapa de este embarazo y para eso necesito que estés a mi lado ¿qué dices?.—
Asiento con la cabeza y luego la beso — sí, pero con una condición — le digo.
—Dime.—
—¿Crees que pueda ir con Lucha de lunes a viernes a cenar con ella? Es que, es una señora muy sola y ella me espera para cenar … —
Ximena comienza a reírse — qué mentiroso, lo que quieres es ir a ver Amor Real con Lucha ¿cierto? — y comienza a reírse.
—Bueno, también pero principalmente es por la cena… — y ella se levanta un poco y me besa.
—Iremos ambos a cenar con Lucha ¿te parece? Aunque debes pedirle que no fue como una hora antes o abra las ventanas antes de que yo llegue. —
—¡Padrísimo! — le digo.
—Me gustaba más cuando decías ¡Qué guay! — y me imita el acento.
—No, ya no lo digo, es que guay se parece a güey y pues…ya ni se lo que digo — y me río.
Le contagio la risa y de pronto se desprende esa hermosa sinfonía de su garganta — te amo Tristán, aunque seas fan de las telenovelas — y me besa apasionadamente dejándome sin respiración.
—Te amo— alcanzo a decir con el poco aire que me queda — te amo mi mexicana hermosa.
Y entre besos y caricias encendemos de nuevo la noche, para volver a ser uno de nuevo y demostrarle a todo el mundo que estamos hechos uno para el otro y que nada ni nadie nos podrá separar.