[Ximena]
¿Cuándo sabe un bebé que debe mostrarse? No lo sé, pero después del viaje a Taxco el mío apareció una noche como arte de magia o tal vez como un regalo para ambos. Les juro que por la mañana estaba completamente bien y por la tarde nuestro bebé estaba presente, algo que alegró mucho a Tristán cuando llegó del gimnasio. Pero lo más increíble fue que cuando escuchó su voz al entrar al departamento se movió.
—¿Y así? ¿De la nada? — dice feliz mientras toca mi vientre y lo acaricia.
—Sí, supongo que sabe que mañana iremos al ginecólogo y bueno… aquí está.—
Él me sonríe feliz y me da un beso sobre la frente — te amo, te amo tanto — me dice emocionado.
Desde que regresamos de ese viaje a Taxco, Tristán y yo estamos mejor que nunca, hemos hablado todo lo que necesitábamos hablar dejando atrás lo que pasó y sólo enfocándonos en el futuro, uno que en 4 meses más llegará a nuestras vidas.
Tristán se mudó tan sólo llegamos a la ciudad de nuevo a mi departamento, aunque todos los días baja con Lucha “a cenar” que en verdad sé que baja a ver la telenovela esa que le gusta. Después sube, se da una ducha y pasa su tiempo conmigo platicándome de lo que hizo en el trabajo o hacemos planes para lo que haremos el fin de semana, aunque ahora Tristán debe trabajar medio sábado, así que nuestro fin de semana empezará cuando él salga del trabajo.
—No puedo esperar para mañana — me dice mientras entra a la habitación secándose el cabello —ya quiero saber qué es, muero por ponerle nombre — se recuesta en la cama y luego pone la mano sobre el vientre.
—¡Hola! ¡Hola! — le dice a mi panza — ¿Hay alguien ahí? — y yo me río.
—Sé que se mueve, sé que lo hace ¿sabes? Sólo que creo que sólo lo hace esporádicamente.—
—Ya quiero sentirlo, tal vez si le hablo más seguido lo haga ¿no crees? —
—Podemos tratar, a ver, dile más.—
Tristán se acomoda y besa mi vientre — Hola, soy tu padre. Estas dentro de tu madre que te ama y que te cuida — y yo me río — tu madre es en verdad hermosa por fuera ¿es igual de hermosa por dentro? — y yo le doy un ligero golpe sobre el hombro —Hablo de tu cuerpo.—
—Sólo queremos decirte que te tomes tu tiempo, no es presión que te estés moviendo a cada rato, pero a tu padre le gustaría sentir tus patadas ¿sí? —
—¿El bebé sabrá que tenemos acento diferente? — me pregunta Tristán —¿Te haz puesto a pensar como hablará nuestro bebé? ¿Cómo tú? ¿Cómo yo? —
—No lo sé — digo entre risas — tú ya piensas en eso y yo apenas me hago a la idea de que dentro de unos meses estará entre mis brazos. Ya quiero que nazca, pero a la vez quiero que se quede aquí a salvo y calientito bajos mis cuidados.—
Acaricio mi vientre y Tristán se acerca a mi y me da un beso sobre la frente — Y cuando este afuera yo los cuidaré a ambos.. — y yo asiento.
—¿Estás listo? — le pregunto.
—Listo, creo que hoy no dormiré de emoción. Espero que se deje ver.—
—Y yo espero que se vuelva a mover para que lo sientas, no sabes que bonito se siente.—
Él apaga la luz y luego de besarme se recuesta — aún no puedo creer que seamos padres — me murmura —no sé como llegué hasta aquí — y yo sonrío.
—Sólo piensa, que si mañana todo sale bien, sabremos quién vendrá a complementar nuestras vidas — y después nos quedamos en silencio para quedarnos dormidos.
***
Hoy es un día especial, un día emblemático, porque ya soy mamá pero le pondré nombre al bebé que aún no conozco pero ya lo amo con el alma. Por eso, decidí hacer un desayuno rico para cumplirle a Tristán ese antojo que tiene de chilaquiles verdes. Así que mientras saco el tomate verde hervido, la cebolla, el diente de ajo y los pongo en la licuadora todo para molerlo con un poco de sal y cilantro para hacer la salsa, mi bebé se mueve paralizando todo y a la vez haciendo que yo sienta una gran emoción.
—¡Tristán! — grito feliz y él sale corriendo de la habitación apenas poniéndose la camisa.
—¿Qué? ¿Qué pasa? — me pregunta asustado.
Yo tomo su mano y la pongo sobre mi vientre — se movió — le digo feliz.
—¿Otra vez? Siempre lo hace cuando yo no estoy cerca.—
—Se movió cuando hacia la salsa — le bromeo y él deja la mano ahí para ver si vuelve a hacerlo.
Ambos nos quedamos en silencio, sin movernos, como si pensáramos que al hacer eso el bebé no volvería a hacerlo. De pronto se vuelve a mover haciendo que Tristán me vea feliz — ¡Eso es! — me dice.
—Sí, ahí está de nuevo— y pongo mi mano sobre la suya.
El bebé vuelve a moverse causando una que otra lágrima en los dos. Yo no sé si las demás mamás hayan llorado cuando su bebé se mueve, pero yo, quería hacerlo a mares.
Abrazo a Tristán y él me besa sobre el cabello — Este es un día feliz, muy feliz… y huele deliciosamente a chilaquiles — y se acerca para probar la salsa que hieve en la olla.
No sé si se pueda dar el caso, pero Tristán tiene todos los antojos que yo debería de tener en el embarazo y cuando digo todos, es absolutamente todo lo que a mi se me antoja, y sobre todo lo que tenga picante. La última vez que fuimos al súper juntos se compró una caja de pulparindos, un dulce de chamoy que antes odiaba y ahora se lo come como si no tuviera otra cosa que comer, después pasó al Miguelito, a las picafresas… y finalmente al chilito tajín con jicama o zanahoria; lo que dio por resultado la gastritis de su vida.
Vierto la tortilla dorada, cortada en triangulitos a la salsa y cuando estos se remojan en ella se sirven con crema, queso rayado, cebolla al gusto y se puede acompañar con frijoles, huevo frito, revuelvo o si se tiene mucha hambre con cecina. En este caso yo le puse a Tristán huevo frito encima haciendo que él disfrutara del platillo como si fuera un manjar hecho por los dioses.
Después del desayuno, bajamos a decirle a Lucha que hoy el bebé se había movido y que hoy conoceríamos el sexo. Tristán, ha insistido en que la hagamos parte del embarazo y de todo con respecto a él. Él le ha tomado mucho cariño, y parece que Lucha también, lo veo en la forma como lo abraza, le habla y sobre todo le platica de su día con una alegría que Tristán le responde con una sonrisa y ayudándole a bajar ciertas cosas de lugares altos o acompañándola al mercado para cargarle la bolsa.
—Eres un buen hombre mi amor — le comento mientras esperamos en el consultorio del ginecólogo — me alegra que hayas encontrado en Lucha un apoyo.—
—Prácticamente Lucha es como la madre que nunca tuve, me quiere y me respeta… me da zapes de ves en cuando pero siempre con cariño. Quiero que sea parte de esto porque además de compartirlo contigo, quiero hacerlo con una persona que estuvo ahí cuando no tenía a nadie, quién me abrió la puerta a las altas horas de la noche y me dio la habitación de su hijo para resguardarme ¿comprendes? Es un tipo de carió que nunca había sentido.—
—Lo sé, y lo harémos.—
Él se inclina para darme un beso sobre los labios y el doctor entra por la puerta cortando el momento — señorita Caballero ¿cómo se encuentra? ¿Cómo van las nauseas? — me pregunta.
—Mejor, casi no tengo, ya como más y he comenzado a subir de peso — le platico.
—Y veo que el bebé ha hecho acto de presencia. Eres afortunada, yo tuve una paciente que pasaron seis meses y el bebé no se veía, de repente a los siete meses ¡boom! Salió — y se ríe.
—Hoy por la mañana también se ha movido — comenta Tristán.
—¡Ah! Entonces esperemos que se haya movido de una manera que podamos saber si es niño o niña ¿ya hicieron sus apuestas? — nos pregunta.
—Tenemos una — contesto — una divertida.—
—Entonces manos a la obra, veremos si el bebé se ha puesto en una posición que podamos saber esta incógnita.—
El doctor levanta mi blusa mientras Tristán me toma de la mano y la besa tiernamente — ¿lista mi amor? — me dice ilusionado.
—Lista — murmuro.
Siento el gel frío sobre mi vientre y después el doctor comienza a buscar al bebé. El latido de su corazón nos alegra de inmediato con sólo escucharlo, sabemos que está vivo, que está bien, algo que por unos momentos nos preocupa. Tristán sonríete voltea a verme y me da un beso sobre la frente.
Para él, este momento es muy especial, no quiere decir que para mi no porque lo es, sino que para Tristán el ver el bebé significa el inicio de esa familia que tanto desea, la razón por la que renunció a todo, lo que todos los días lo hace ser un mejor hombre.
El doctor nos muestra al bebé, nos dice que está sano, que todo se ve en orden y que tiene el tamaño correcto, después, mueve su mano en círculos, toma fotos que después nos dará y se para de pronto y voltea a vernos.
—Se dejó ver, ¿listos? — nos comenta y ambos asentamos la cabeza — Es una niña — y al pronunciar esas palabras Tristán se acerca al monitor.
—¿Es en serio?— pregunta sin poderlo creer.
—Sí, es una niña, hermosa y sana que en unos meses estará con ustedes — comenta el doctor.
Las lágrimas recorren mis mejillas al enterarme de que ese ser vivo ahora tiene un nombre. Mi bebé ya no es bebé si no es Luz. Tristán regresa conmigo y me da un beso en los labios — Luz Ruíz de Con Caballero… suena a mujer importante — me dice y yo sonrío sin poder dejar de llorar.
—Luz, me gusta ese nombre — dice el doctor.
—A nosotros también — contesto emocionada y sin que las palabras salgan en orden de mi boca.
—Ahora ya sabemos que es niña, como debemos decorar la habitación, que ropa le compraremos — dice él emocionado y me da mucha ternura —No pondremos la habitación rosa, será blanca, para que después la pongamos de su color favorito ¿te parece? — y yo asiento.
—Si mi amor — le digo.
—Dios, Ximena, estoy tan emocionado, tan feliz, no puedo creer que yo haya hecho una cosa tan hermosa. Yo que prácticamente soy un don nadie — me dice y yo acaricio su rostro al escuchar ese comentario que sé tiene que ver con lo que le decían antes.
Entonces, ahora lo entiendo. Para Tristán esto es más que dejar una vida que no quería, es probar que puede ser mejor que sus padres, mejor de las etiquetas que le pusieron, un gran padre y esposo.
—No eres un don nadie — le digo con lágrimas en los ojos — eres el padre de Luz, la persona más capaz, más genial del mundo. Eres un hombre bueno, divertido y amoroso y ella te ama desde el momento en que la procreaste conmigo. Ya desde este momento eres lo mejor para ella y así será el resto de su vida ¿me entiendes? Eres y siempre serás su mundo… —
Tristán asiente con la cabeza y se quita las lágrimas del rostro — te amo Ximena, me has dado todo, y por eso estaré agradecido contigo eternamente. Hace un año atrás no tenía ni idea de qué hacer con mi vida, no le veía mucho sentido, y hoy en este momento, tengo la razón más grande del mundo para ser feliz, y por fin tengo un sentido… amarte a tí y amar a Luz. Espero tenga tus ojos — me confiesa y yo me río.
—Tendrá lo mejor de los dos, y será hermosa, muy hermosa… y la amaremos con locura.—
Entonces ambos nos vemos a los ojos y sonreímos. Luz, es el resultado de nuestro amor, es la prueba de que éste existe y que vale la pena luchar por él cada instante. Ella llega a completar nuestra familia una que tanto Tristán como yo, deseábamos desde el momento que nos hicimos uno aquella noche en San Carlos.