[Tristán]

—¡Felicidades cuñado! — me dice Paco feliz mientras brindamos con un poco de agua jamaica en la oficina. 

Esta no es una fiesta en honor a mi hija, si no la fiesta de cumpleaños de Lydia la chica de la recepción que nos invitó al pequeño convivio que hizo en la sala de descanso. 

—Ya me imagino todos los hermosos vestidos que Ximena le hará… que bonito — me dice ella mientras me abraza — saldrá bien bonita porque tiene un papá bien guapo — me murmura. 

—Gracias, pero seguro se parece a Ximena — comento. 

—También.—

Paco se acerca y me abraza — La nena viene en buen momento, ahora con tu nuevo puesto y con todo lo que estás haciendo. Me dan ganas de gritar a los cuatro vientos de que te promoví a jefe de proyecto y que pronto armarás tu equipo ¿Cómo va lo de los contactos? — pregunta. 

—Ya hay seis interesados, sólo que necesito ver las finanzas de la empresa — le digo serio — debemos ver qué podemos ofrecer y cuánto podemos soportar.—

—Pídeselas a Jaime, él es de contaduría, él te las puede dar.—

—Vale— contesto— se las pediré enseguida— y Paco me da una palmada sobre la espalda. 

Hernández, uno de los empleados de la empresa se acerca desde lejos. Nunca he sabido como se llama, sólo que le dicen Hernández y que así hace caso. Me abraza. 

—¡Ese güero! ¿Eh? Que vas a ser papá. Yo tengo tres hijas, todas hermosas, se llaman Lucia, Joselin y Wendy, las amo.. pero amo más que ya estén grandes y que ya se valgan por si mismas.—

—¿Cómo? — digo. 

—Si, los bebés son tremendos. Yo te recomiendo que compres todos los pañales de una vez, que te vayas preparando para las despedidas y la ropa ¡nombre! Les compras una cosa y la dejan como a los 15 minutos, mejor ve comprando ropa y ropa porque lo vas a necesitar.—

—¿En serio? — pregunto un poco sorprendido. 

—Sí y toallitas humedad, vas a necesitar como 100 mil — y se ríe — pero todo vale la pena por la felicidad de un hijo, dímelo a mi que tengo tres — y después de darme una palmada se aleja. 

Entonces el pánico se apodera de mi y todo lo que sentía de felicidad se transforma en millones de dudas que no sé ¿cómo voy a cuida a Luz si ni siquiera sé como? 

Dejo el vaso de agua de jamaica y después de despedirme de Lydia subo a mi escritorio para comenzar la búsqueda de todo lo relacionado con el bebé. Lo hago desesperado, como si estuviéramos a punto de entrar a un estado de emergencia y necesitara toda la información para sobrevivir. 

—Libros, los libros lo dicen todo — murmuro mientras comienzo a buscar libros sobre bebés. Apunto los títulos sobre un pedazo de papel y de pronto salto asustado. Volteo y veo a Jaime en mi escritorio. 

—Lo siento Tristán, no quería asustarte — y yo cierro la laptop para que no vea que hago. 

—No pasa nada, dime — contesto. 

—Me dijo Paco que viniera a hablar contigo de algo de las finanzas de la empresa, pero no quisiera hacerlo aquí — me dice murmurando. 

Él ve directo al escritorio de Rodolfo donde está volteado viendo hacia la ventana sin prestar atención. 

—¡Ah! Vale.. — respondo. 

—Si quieres — dice tímido — te puedo llevar a una librería ahorita para que busques los libros que buscabas… Hay una librería Ghandi aquí por la avenida Masaryk, si gustas.—

—Sí, un momento— contesto y camino hacia la oficina de Paco y abro la puerta — ¡Ey! Voy a salir con quien me recomendaste a ver lo que me pediste — digo en clave para que Rodolfo no me entienda. 

—¡Ah! Sale, sale… no te apures — me responde. 

Regreso, guardo mi laptop y lo veo — venga vamos — le comento — que mi ahorita es ahorita… — y él sonríe. 

Caminamos por la avenida Masaryk platicando sobre el clima de México y sobre todo del tráfico, un tema muy común que se discute día a día aquí hasta que llegamos a las librerías Ghandi, una de las tantas que hay en la ciudad. Entramos y vamos directo al café. 

—Le das al chico tu lista o lo que buscas y ellos te lo traen — me dice Jaime y yo le entrego mi lista y el chico sonríe. 

—En un momento se lo traigo — me dice y se aleja para perderse entre la vasta librería. 

Nos sentamos en el café y empiezo a leer las distintas bebidas y me río al ver que tiene nombres de escritores. 

—Pide el Edgar Allan Poe, sabe bueno — me dice Javier. 

—Vale, quiero uno de esos — le digo al mesero y él se aleja. 

Jaime y yo nos quedamos callados, la verdad es que en la oficina no platicamos tanto y ahora estamos frente a frente en un café. Él empieza. 

—Felicidades por tu bebé. Yo y mi pareja tenemos una también — me dice sonriente. 

—¿De verdad? ¿Cómo se llama? — pregunto. 

—Ana María. Yo quería Ana, él quería María y se confinaron y ya está… ¿ya tienes nombre para la tuya? — pregunta. 

—Sí, Luz — y sólo de decir su nombre sonrío. 

Quedamos de nuevo en silencio hasta que el chico nos trae la bebida y luego de prepararla lo veo — vale, te escucho — le comento. 

—Me dijo Paco que quieres ver las finanzas de la empresa, y mañana mismo te las enviaré por correo, pero debo advertirte de Rodolfo — me dice con un aire de misterio. 

—¿Rodolfo? ¿Él qué tiene que ver? — pregunto. 

—Bueno, es que antes de mi estaba otro contador, uno que era amiguísimo de Rodolfo que renunció de la nada y dejó incompletos varios libros que aún no sé que pasa. Mira, yo sospecho que Rodolfo hizo algo por ahí, pero no le decía a Paco ni a su papá porque le tenían un buen de confianza al Rodo, pero… pues… ahora tú llegaste y parece que te hacen más caso a ti.—

Suspiro y olor a libros me recuerda a las veces que entré a las librerías de la universidad. 

—Me estás diciendo que posiblemente Rodolfo hizo algo con las finanzas de la empresa — le aseguro. 

—Pues mira, no sé que hizo, tal vez si se perdieron y así… es que todo fue muy circunstancial. Hubo una vez un temblor bien fuerte y pues se cayeron los libros de la oficina, por eso ya digitalizamos todo, pero en esa época pues…— y ya no termina la frase. 

«Parece que Rodolfo es más peligroso de lo que creí» pienso y luego tomo otro sorbo de café. 

—¿Me lo dices para que le diga a Paco?— pregunto. 

—No, te digo para que sepas en lo que te vas a meter si es que se hacen los proyectos.—

—¿Puedo confiar en ti? — pregunto y él asiente —¿seguro?—

—Te lo juro— me dice. 

—Vale, te meteré en mi equipo de los proyectos, serás el jefe de finanzas… todo, escúchame, todo lo que tengas sobre proyectos pasados o cosas que Rodolfo haya hecho me lo pasarás ¿vale? Y le daremos una revisada juntos.—

—Sí, sí — contesta — sin problema Tristán. 

— Está bien.. le diré a Paco que serás parte del equipo pero sin decirle nada a Rodolfo de lo que hablemos o vayamos a hablar ¿ok? — 

Jaime asiente y me sonríe — Gracias Tristán.—

—De nada.. ahora… ¿Sabes donde hay un lugar donde puede comprar al mayoreo?— le pregunto y él me ve extrañado. 

—Sí, si, claro que sé, hay un Costco por aquí cerca.—

—No sé que sea, pero ¿me puedes llevar?— pregunto — digo primero nos acabamos el café.—

—Sí, sí claro…— responde Jaime. 

***

Después del café y de pagar todos los libros que hablan sobre nacimiento de bebés y de crecimiento en el vientre, post parto, pre parto, en los primeros años etc.., Jaime y yo fuimos a Costco para después irme a mi piso y comenzar a leer. Ximena aún no llegaba de trabajar por lo que me dio tiempo de adelantar varias páginas y hacer anotaciones de todos los cuidados que ella debería tener para mantener a Luz sana y feliz. 

Ella entra al piso y bajo el libro de inmediato para ver su rostro de sorpresa al ver todo — ¿qué chingados? — dice al ver las cajas de pañales y toallitas húmedas que compré en Costco. 

—Sorpresa — le digo y ella ve por todo el piso. 

—¿Cuántas cajas? ¿Son pañales? — pregunta y yo me acerco a ella y le muestro. 

—Son cajas de pañales, recien nacido, etapa 1 y 2, toallitas húmedas para que no rocen la piel de Luz y también… — camino hacia la habitación y la abro. Ximena ve la ropa de la bebé sobre la cama —Ropita de recién nacido… ¿hermosa no? Esta la escogió Jaime… — le digo y Ximena se pone las manos sobre el vientre con un rostro de sorpresa que no puede creer —¿no te gusta? — le pregunto. 

Ximena comienza a reírse y toma uno de los conjuntos de ropa que compre y lo ve — Mi amor… ¿qué pasa? — pregunta.

—Pues Hernández me dijo que los bebés necesitan pañales que deberíamos ir comprado y compré… había promoción en COSTCO — le digo. 

—¿Tienes membresía de COSTCO? — pregunta. 

—Sí, hoy la saqué… y también compré toallitas…luego, Jaime me llevó a Liverpool, que es como El Corte Inglés en España pero se llama Liverpool y fui al área de bebés y compré ropa para recién nacida… había tanta… y también vi una cuna que te mueres y una porta bebé todo terreno.. como de esos que se ensamblan con la carriola. 

—Tristán — dice Ximena tomando mi mano — Es un gesto muy hermoso de tu parte — y me sonríe — pero faltan meses para que Luz nazca y para prepararnos. Todavía no sabemos si la repita de recién nacida le va a quedar, algunos bebés nacen más grandes y largos — y yo me río — los pañales están bien y los necesitaremos pero debes darle tiempo al tiempo ¿Ok? —y me besa sobre los labios. 

—Lo siento, es que entré en pánico. Hasta fui a la librería y compré libros sobre el bebé y todo eso.—

Ximena se pone de pie y abre el cajón de su mesita de noche y sacar tres libros completamente nuevos, dos iguales a los que yo había comprado — Al menos haremos lectura en conjunto — me dice riendo. 

Me pongo de pie y la abrazo — sólo quiero ser el mejor padre y compañero de travesía — le confieso y ella me besa suavemente sobre los labios. 

—Lo eres, eres el mejor de todos… pero esto lo hacemos juntos ¿si? Luz será feliz, y mucho… sólo debemos darle tiempo al tiempo.—

—Tiempo al tiempo— repito y juego con una de las puntas del mechón de su cabello.

—¿Qué te parece si mejor no me das a escoger otra carta? — me dice sonriente — quiero hacer eso de las citas antes de que ya no pueda hacer nada.—

Le doy un beso sobre la frente — vale, ahora vengo — le digo. 

Salgo del piso y voy hacia el de Lucha donde tengo guardadas las cartas de todas las citas. Lucha yace completamente dormida, así que no la despierto y voy de nuevo con Ximena que revisa los conjuntos de ropa que compré —Vale, escoge una.—

Ella las barájela de la misma forma que antes y luego saca una y me la da — Espero que se algo que todavía pueda hacer — me dice bromeando. 

—Estoy seguro que si — y le sonrío. 

Guardo el resto de las cartas y ella me abraza de nuevo — Te amo Tristán, gracias por las cajas de pañales que ahora no sé donde guardaremos — comenta. 

—No te preocupes, yo sé donde lo haremos, ya lo tengo resuelto — 

—¿En el cuarto que tienes en casa de Lucha? — me pregunta. 

—Así es, soy increíblemente predecible ¿cierto? — y escucho la risa de Ximena. 

—Sólo un poquito — murmura — no puedo esperar por nuestra tercera cita… ¿será pronto? — pregunta. 

—Más pronto de lo que crees — le contesto mientras veo la carta que traigo entre las manos. 

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