[Tristán]
Después de arreglar unos días en el trabajo, de resolver todos los pendientes que tenía, de dejar a cargo a Jaime por el viernes y el lunes que no iba a estar y decirle que tuviera especial cuidado en ver ese archivero donde ahora tenemos todos los próximos tratos con los socios y mantenerlo lejos de Rodolfo. Ximena y yo por fin salimos de la ciudad de México hacia Puerto Vallarta, Jalisco.
Hay dos maneras de llegar a este hermoso lugar de descanso y placer. El primero, el más fácil y el que escogí por la condición de Ximena, por avión. Del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hacia el Aeropuerto Internacional de Puerto Vallarta son sólo dos horas de vuelo y al llegar allá sólo 20 minutos de recorrido lo separa de la zona hotelera.
La segunda, una de las más largas es por carrera o en camión. Si uno va manejando debe hacerlo hasta Guadalajara Ciudad, otra de las ciudades principales de México, que son más o menos de 6 a 7 horas de camino, para después manejar 4 horas más a Puerto Vallarta, lo que hace un total de 10 horas y casi un día perdido. La otra, por camión, es un poco más tardado, ya que se atraviesa Guadalajara, se sube a Tepic y finalmente se baja por toda la costera hasta Puerto Vallarta. El paisaje, según averigüé es pura selva y sólo se ven los destellos del Mar hasta que uno entra a la ciudad.
Entrar a Puerto Vallarta, ubicado en la Rivera Nayarit, es hermoso, se hace por una avenida grande, como un camellón ancho y en seguida te llega el olor a mar. Mientras más avanzando, mejor ves los edificios, las plazas comerciales, los hoteles, bares etc… y al fondo de todo, el mar ese que se forma con el Oceano Pacífico.
Las calles son empedradas y según lo que investigué en wikipedia, en este lugar se encuentra el segundo malecón más grande de México, el primero se encuentra en Mazatlán, Sinaloa, un estado más al norte, incluso muy cerquita de Sonora, también se encuentra la iglesia con una de las cúpulas más comerciales que hay, ya que sale en todos los comerciales que anuncian la ciudad y finalmente es uno de los lugares de México mas gay friendly que hay.
Al hacer tomado Ximena y yo el primer avión que salía de la Ciudad de México a Puerto Vallarta pudimos llegar a una excelente hora para instalarlos en el hotel, San Marino, y dejar nuestras “ropas de ciudad” y ponernos algo más de “playa” para estar más cómodos y poder empezar a disfrutar de todas las actividades que tanto la pequeña cuidad como el hotel ofrecen.
—Si te soy honesta, la única actividad que yo quiero hacer es acostarme sobre un camastro en la playa, tomar un libro y descansar — me dice Ximena mientras entramos al hotel y mientras esperamos en el lobby veo un folleto con todas las actividades que éste ofrece —básicamente no puedo hacer nada, bucear ni nada por el estilo.—
—Yo había pensando que fuéramos a las Islas Maristas, esa playa escondida que está cerca de aquí.—
Ximena me observa y ve el folleto con atención. Nuestro nuevo lema en esta familia es “si Luz puede ir, yo voy”, ya que hay lugares a los que Ximena ya no la acepta por que está embarazada.
—Vale, si averiguo si puedes ir… ¿vamos mañana? — le pregunto.
—Tiene usted una cita señor Ruíz de Con— me dice coqueta.
Así, después esperar unos momentos en el lobby, subimos a la amplia habitación del Hotel San Marino, que por suerte nos toca con la hermosa vista al mar y al famoso muelle playa de los muertos, donde sé que le tomaré miles de fotos a Ximena recordando el último viaje que haremos nosotros dos.
Abro los amplios ventanales de la terraza y salgo con mi cámara para comenzar a tomar fotos. Veo toda la zona de playa de los muertos, la arena suave y el mar azul — los amaneceres y atardeceres se veran geniales desde aquí — le digo.
Ximena, sentada en el sillón de la habitación, se quita los zapatos y al sentir los pies descalzos sobre las plantas de los pies, suspira — amo esta sensación — me comenta.
Volteo y vuelvo a entrar a la habitación y me siento con ella al lado en el sillón — acomódate mi amor — le pido y ella se acomoda de una forma en que puede poner sus pies sobre mi regazo y yo comienzo a masajearlos provocándole cosquillas que después se pasan para abrir paso al descanso.
—Luz cada día está más pesada, creo que he engordado como 10 kilos — me bromea.
—No, no tanto… pero te ves hermosa — le consuelo.
—Me hubiera gustado que me vieras en bikini antes de concebir a a Luz, me veía increíble — y me guiñé un ojo.
—Ya habrá tiempo para eso mi amor. Aún así, hoy, quiero que nos pongamos el traje de baño y bajemos a aprovechar el All Inclusive que da el hotel, relajarnos, no pensar en nada que nos genere estrés y que te parece si más tarde salimos a recorrer la ciudad — le propongo.
—Me encanta la idea — me dice sonríete —¡Ay! Luz también piensa que es una idea increíble — y me pone la mano sobre el vientre y siento como se mueve.
Desde que mi bebé da más señales de que está viva, mi estrés e incertidumbre han bajado bastante, aunque admito que sigo preocupándome un poco los días que no se mueve tanto. Los movimientos de Luz en el vientre de Ximena por ahora son la primera y la conexión más cercana que tengo con mi hija, por eso amo cuando se mueve, es la forma en que ella me saluda y me indica que pronto llegará y que debo estar listo para recibirla.
—¿Haz soñado a nuestra hija? — le pregunto.
—Aún no, no sé si lo haré, pero si la imagino. Siento que va a tener tu cabello, rizado, y posiblemente mis ojos, no sé… pero muero por verla, por sentir sus manos y sus piecitos chiquitos— y ambos reímos.
—Pronto llegará, cuando menos nos demos cuenta Luz estará con nosotros y será hermoso. Pero por ahora ¿vamos a la playa? — le propongo.
—¡Vamos! — dice ella y le ayudo a ponerse de pie.
Ximena se pone un bikini rosa mexicano muy bonito que deja ver su hermoso vientre y que me recordó a la vez que la vi desnuda por primera vez y yo después de un año en México, me pongo un traje de baño que afortunadamente metí a la maleta en mi último viaje a Ibiza. Ambos bajamos al área de la “alberca” como le dicen aquí y luego a la playa. El sentir la arena sobre nuestros pies nos hace sonreír, ya que hace mucho que ambos habíamos planeado ir al mar y ahora se nos ha cumplido ese deseo.
Nos recostamos en unas tumbonas que hay ahí y después de pedir las bebidas, yo una cerveza y Ximena un agua de limón, nos dedicamos a cerrar los ojos y descansar. Por un rato no nos hablamos, sólo sentimos el fresco viento del mar y disfrutamos del sonido de las olas que rompen sigilosamente en la orilla.
—Tristán — me murmura Ximena. Abro los ojos y la observo, ella me sonríe — ¿Algún día pensaste que llegaríamos a esto? — me pregunta.
—¿A estar en la playa? —
—No, a esto, un bebé en camino, una vida echa, el compartir conmigo todos los días una casa y todos estos viajes ¿alguna vez lo hiciste? En ese momento en que me viste afuera de mi local ¿te pasó por la mente?— y se ríe.
Me siento sobre la tumbona y pongo la mano sobre su vientre — ni en mil años, yo me quería divorciar y después regresarme a Ibiza, seguir con mi vida… incluso tenía planes de salir a una fiesta semanas después y ¿tú? —
—Pensaba en todo menos en esto. Incluso planeaba irme a otro lado a vivir, si hubieras llegado unos días después tal vez ni me encontrabas.—
—¿Eso es verdad? — pregunto —¿Dónde planeabas irte?
Ximena comineza a reírse y me contagia la risa, siempre lo hace —¿de qué nos reímos? — pregunto y ella deja de hacerlo.
—Cuándo te pregunté sobre ¿cómo era Madrid? Lo hice porque me iba a ir unos meses para allá, quería probar un poco en una escuela de diseño allá y bueno, ya tenía todo arreglado, pasaje de avión, estancia… incluso algunas escuelas que pensé podría entrar y de pronto… —
—España vino a ti.—
—Así es, llegó forrado de un traje Prada o no re cuerdo, con una actitud insufrible, preguntando todo y luego volvió el estómago en mi departamento.—
Ambos volvemos a reírnos y lo hacemos como si todo eso hubiera pasado hace muchos años atrás pero sólo nos separan meses, ni siquiera un año, sólo meses — lo siento, ese día estaba entre nervioso y estaba en un país nuevo… ahora, puedo decir que me muevo en metro en la Ciudad de México cuando en Madrid o en otros lugares ni siquiera sabía qué era eso.—
—De nada — dice coqueta y sonríe para después tomarse el vientre.
La veo y sonrío — ¿Eres feliz Xime? ¿Eres feliz conmigo? —
Ella se levanta con cuidado y se sienta — claro que soy feliz contigo, de eso no hay duda.
—¿No te arrepientes de no haberte ido a Madrid? —
—No, si me hubiera ido seguiríamos casados sin saberlo, Luz no vendría en camino y tú no me hubieras traído una hermosa serenata hace semanas atrás… tal vez ahora estuviera no sé, con un francés, comiendo crepas en Paris, diciéndome al oído… tu es Belle! — y se rie.
—Yo también hablo francés — digo en tono de celos.
—Pero no eres francés… — y se ríe — siempre dije que me casaría con un francés.. y mira.—
Me levanto de inmediato y me siento a su lado para comenzar a llenarla de besos en el rostro provocando que ella se ría — no digas eso en frente de mi hija ¿quieres? — bromeo y ella toma mi rostro y me besa en los labios.
—¿Cuándo me pedirás matrimonio Tristán Ruíz de Con? ¿Cuándo dejaremos de preguntarnos si sí o si no? — me comenta.
—Te lo pediré, pero como ves no soy una persona que lo pida así de simple… no sé ni como te pedí matrimonio en Las Vegas. Sigo sin comprender como llegamos aquí, pero llegamos y eso es lo que importa.—
—Así es, eso es lo importante…— me murmura — y cuando estés listo yo te diré que si, te juro que te diré que sí.—
—Entonces espera a ese momento ¿vale? Que no es ahora porque te soy honesto muero de sueño y quiero dormirme un rato — y ella sonríe, la vuelvo a besar y luego regreso a mi lugar.
Nos quedamos en silencio, después supongo que nos relajamos hasta quedar dormidos. Tiempo después Ximena se despierta y me pide que volvamos a la habitación. No sé cuánto tiempo pasamos en la playa, pero al regresar al hotel y darnos un baño para compensar el calor que hace en el lugar el sol ya bajaba para esconderse en el mar. Decidimos salir a caminar e ir al famoso malecón de playa de los muertos para después recorrer las hermosas calles y cenar en algún lugar.
Al entrar al restaurante Café des Artistes Del Mar nos quedamos sorprendidos con la hermosa vista hacia la playa, el exquisito piso de madera y lo fresco y hermoso que es el lugar. El restaurante tenía temática como si fuera una enorme palapa y el techo de madera cubierto de paja hace que nunca dejes esa temática de la playa.
—Votre siège madame — le digo a Ximena mientras abro la silla para que ella se siente.
—Merci— contesta feliz.
—Je ne savais pas que vous parliez français? — le digo
—Merci— contesta Ximena de nuevo y se ríe —Sólo sé decir eso y si y no…—me advierte.
—¿Y querías casarte con francés? ¿Cómo le ibas a entender? — pregunto bromeando.
—Pues no planeaba hablar mucho…— me responde coqueta — además, ahora tengo un español que habla francés, ya no necesito más…—
Ximena y yo comenzamos a pasar la velada en este increíble lugar, mientras escuchamos la música ambiental que hay en el fondo y vemos como el sol da paso a las estrellas. La noche es increíblemente romántica, o es que siempre son así desde que estoy con ella, siento que de pronto mi vida ha entrado en este típica telenovela y que estamos en la etapa de la felicidad total… espero que nunca pasemos a la etapa del drama y los problemas.
—¿Crees que podamos irnos ya? — me dice Ximena.
—Sí, claro… ¿te sientes bien? — pregunto.
—Sí, sólo que ya quiero llegar al hotel — me comenta — hay algo que quiero mostrarte. —
—¿A mí? —
—Sí o al señor francés que me enseñará algunas palabras indispensables ¿Qué no? — y me guiñe el ojo — venga Tristán… Vamos.. no te vas a arrepentir — me insiste y se pone de pie tomando mi mano.