[Tristán] 

—¡Ay no! ¡Ay no! — murmuro mientras Ximena camina por el baño y respira tranquila. 

«¿Estábamos preparados? ¡No! ¡Claro que no! Y ahora entró en pánico… ¡Voy a ser papá! ¡Voy a ser papá! » 

—¡Vamos a tener un bebé! — digo emocionado. 

—¡No! Yo voy a tener un bebé — me dice Ximena asustada — Creo que se me rompió la fuente — y veo como el liquido sale por su entre pierna. Ximena voltea a verme — Tal vez sólo es una falsa alarma — me dice tratando de tranquilizarse — sólo es estimulación por emoción, no sé.—

—¿Estimulación por emoción? ¿Eso existe? — le digo y ella respira. 

—Llama a alguien que ya haya sido mamá, llama al ambulancia — me dice Ximena — Llama a… ¡a Lucha! ¡Dile que venga! — me pide. 

Salgo de la habitación de inmediato y subo escaleras arriba para llegar a la fiesta que aún sigue sin que nadie se percate de nada. Voy hacia Lucha que se encuentra sentada viendo la televisión con otra persona y le pongo la mano sobre el hombro —¿Qué pasó? — me pregunta. 

—¿Puedes venir abajo? — le pregunto tratando de no provocar pánico. 

Ella se levanta y caminamos ambos de nuevo hacia el piso y cuando estamos en la sala le digo —¡Luz está por llegar! —

—¡¿Qué?! — me dice de inmediato. 

—Sí, bueno, no sé, Ximena está en el baño, sintió una punzada mientras veíamos el grito y luego… ¡no sé! —

—A ver… relájate ‘mijo’ tal vez no sea verdad.—

“¡Tristán! “ escuchamos la voz de Ximena en el baño y ambos caminamos hacia allá. 

Lucha entra al baño y ve a Ximena recargada en sobre el lavamanos y viéndose en el espejo mientras respira profundo. 

—¿Ya se te rompió la fuente? — le pregunta. 

—Sí hace unos minutos…— dice ella asustada —  bajé al baño hace unas horas y luego empezaron las punzadas, pensé que era por la comida pero ahora la fuente se me rompió…  y este no es un dolor estomacal ¿o si? — le pregunta. 

Lucha se voltea y me da un zape — Hubieras empezado por ahí ‘mijo’ — me regaña — Claro que está en trabajo de parto. —Ven, vamos a la cama… vamos a recostarte y veremos como evoluciona todo ¿si? Tú tranquila — le dice Lucha y ella camina hacia la cama y se recuesta con cuidado. Yo le acomodo las almohadas y ella respira tranquila. 

Lucha sale de la habitación y yo voy con ella — Tu hija ya viene pero siento decirte que se acaban de meter en un problemón — me dice. 

—¿Qué? ¿Por qué? — pregunto. 

—El centro está cerrado por el grito, las ambulancias no van a poder acercarse y tu mucho menos salir con el carro hacia el hospital.—

—¡Qué! — grita Ximena del otro lado de la habitación. Parece ser que la ronca voz de Lucha viaja más allá de los murmuros —¡No! ¡No! — dice ella y se pone de pie y toma la pequeña maleta que hicimos para llevarla al hospital — mi hija no puede nacer aquí… no, no… no puede — y sé que Ximena acaba de entrar en pánico. 

Sale de la habitación con la maleta al lado y me ignora por completo — si camino… si camino hacia la avenida pasará un taxi y nos llevará y podremos llegar al hospital y ella llegará ahí — me dice segura. 

Después se toma el vientre y hace un rostro tan incómodo que me da idea de que esto va avanzando y yo sin saber qué hacer. 

—Xime — murmuro, pero a ver a mi mujer en dolor simplemente hace que guarde silencio. 

El rumor se ha pasado por la fiesta y cuando menos nos damos cuenta todos los invitados están abajo con nosotros opinando como si todo hubieran dado a luz antes. 

—Debes caminar mucho para provocar un parto más rápido— escuchamos a alguien. 

—Siéntate Ximena — nos dice otra persona. 

—Párate Ximena — escuchamos otra voz. 

—Ximena respira así — dice Rosalva. 

—No, mejor así… — dice otra persona. 

—¡Ya! — grita Ximena enojada y en una contracción para justificar ese grito que ha dado — ¡Váyanse! ¡Váyanse! — les pide. 

En otra ocasión esto sonaría un poco grosero, pero hoy todo está justificado. Mi suegro se acerca y me ve — todo está cerrado ‘mijo’, no podrán llegar al hospital a tiempo, excepto que quieras que Mena tenga el bebé en el taxi.—

—¡No! — responde Ximena — No, Luz no va a nacer en un taxi, ella va a nacer en el hospital. 

Y abre la puerta del piso para comenzar a caminar escaleras abajo. No sé si había comentado que Ximena es necia, pues si no, mi hermosa mexicana es necia y si algo se le mete en la cabeza nadie se lo saca. 

Camino escaleras abajo con ella — mi amor — le digo. 

—¡No! — me dice entre lágrimas — esto, esto no es como lo ponen en las películas o como nos dijo el doctor— y vuelve a tomarse el vientre sintiendo otra contracción — se supone que llegaría el 25 en adelante… no ahora el 15 de septiembre.—

Llegamos a la puerta del edificio y comienza a caminar por la avenida yo siguiéndola en esta locura que está a punto de hacer. Momentos después, se para de repente y vuelve a tomarse el vientre, esta vez el grito que hace ahora es más fuerte, provocando que ella me tome de la mano y me apriete. 

—No, no… abortemos la misión, se aborta la misión… — me dice con un rostro de dolor — regresemos a la casa, regresemos a la casa  — y se da la vuelta.

La sigo, no sé quiere hacer, pero la sigo. Es la primera vez que soy padre, ninguno de mis amigos tiene bebés, creo que yo seré el primero en serlo y no sé como manejar esto. Llegamos al edificio y ella ve las escaleras — no, no, sabes que, regresemos, vamos por el carro, llévame al hospital.—

—Ximena — le digo. 

—Mi hija no puede nacer así, no puede nacer así… — y se pone a llorar — Luz no puede nacer hoy, esto no estaba previsto.— 

La abrazo tiernamente y siento como su cuerpo está temblando — Mi corazón, nada en está relación lo está ¿pensaste que el nacimiento de nuestra hija sí? — y ambos empezamos a reírnos supongo que como una opción de sacar los nervios. 

—¿Entonces? ¿Nacerá en el departamento? ¿Nacerá así como así? — me pregunta preocupada. 

—Nacerá… es todo lo que te puedo decir — le comento y ambos reímos. 

Ximena se encorva un poco más y luego me toma del hombro y lo aprieta un poco fuerte, cierro los ojos y aguanto, sé que lo hará así mientras dura la contracción, cuando se recupera me ve — ¿Sabes algo de partos? — me pregunta angustiada. 

No, no sé nada de partos, pero si sé que los mexicanos son muy buenos improvisando y tienen unas ideas que a veces me pone a pensar por qué no las patentan y las enseñan a los otros países. Así que hoy, en lugar de sacar mi lado español, sacaré el mexicano, el que no sabe donde va pero sí de donde viene y que ante estos momentos de adversidad sólo contesta “pues ahí vemos como le hacemos, pero de que sale, sale”. 

—Vamos al piso mi amor, vamos a cambiarte de ropa, ven — le explico y comenzamos a subir las escaleras de nuevo hacia el piso, que hoy me arrepiento de habernos cambiado hasta arriba. 

Subimos paso a paso y de pronto ella se para tener otra contracción un poco más fuerte — Si vuelves a decir que el sexo estimula el parto…. — me murmura entre dientes y un ¡Ahhhh! Concluye la oración — ¡Duele! ¡Duele! — y se toma del pasamanos para no caerse. 

—¿Puedes caminar? — le pregunto. 

—Sí, sí, sí puedo… — dice respirando. 

Llegamos sólo para ver a Jaime, Lucha y Stéphane esperándonos en la sala. El padre de Ximena y Rosalva habían bajado junto con Paco para ver si podían ver una ruta libre que los lleve al hospital. 

—¿Alguien conoce algo de partos? — les pregunto y ellos niegan. 

—¡Raúl! — dice Ximena. 

—¿Qué? — pregunto. 

—Raúl, él es doctor ¿no? Es más fácil que él venga para acá que nosotros vayamos para allá… ¿Puedes llamar a Raúl? — me indica y me da su móvil con el número. 

En otra situación diría ¡no! Porque a pesar de todo Raúl me sigue cayendo mal, pero hoy parece ser un salvador que podría ayudarme a que mi hija nazca sana y salva en esta casa. Le marco de inmediato mientras Lucha ayuda a Ximena a cambiarse el vestido y a quitarse las flores del cabello. 

Raúl se encuentra en una fiesta en otra parte de la ciudad, pero promete que sale de inmediato para acá y me da algunas indicaciones que comienzo a decir en voz alta para que Jaime y Stéphane me ayuden. 

—Voy saliento para allá— me dice y cuelga. 

Me siento más tranquilo ahora de saber que al menos no tendré que llevar el parto de mi hija y que en caso de que suceda algo alguien profesional se encontrará con nosotros. Voy hacia la habitación de nuevo y veo que Lucha y Ximena se encuentra en el baño y metida en la bañera. 

—¿Qué pasa? — pregunto. 

—Mejor aquí, mejor aquí me quedo — dice asustada — necesito que se vayan todos, necesito que nos dejen solos.— 

Me levanto de la bañera y ella me toma de la mano — No, no te vayas, no te vayas — me dice mientras respira. 

—Ximena, sólo iré a decirles que.. ¡Ahhhhh! — y siento como su mano aprieta mi hombro con más fuerza que la vez anterior. No sabía que ella tuviera tal fuerza. 

—Perdón, perdón, perdón — dice entre lágrimas. 

—No, no me dolió — respondo y me levanto para salir del baño y pedirles a los demás que se vayan. 

Todo salen, menos lucha que se ha quedado con nosotros ya que Ximena le rogó que no se fuera. Después de que el piso se quedó vacío Ximena salió de la bañera y comenzó a caminar por la habitación y la sala. Las horas comenzaron a pasar, a mi parecer lento pero el parto iba bastante rápido. Cuando podía, Ximena, se tomaba de los muebles y lanzaba un grito cuando sentía la contracción y yo detrás de ella la tomaba por debajo de los hombros para cargarla. Lucha, comenzó a calentar una olla con agua y a sacar toallas, muchas toallas. 

—¿Dónde está Raúl? — pregunta Mena respirando como según los libros le habían dicho y las clases que tomamos juntos. 

—No sé, no sé… — respondo. 

—¡Cómo que no sabes! — me dice Ximena enojada, para después sentir la contracción y doblarse de nuevo recargándose contra el sillón. 

Todo esto parecía normal, pero de pronto una tormenta comienza, una tan fuerte que apenas se puede ver para afuera de la ventana — ¿Ese es granizo? ¿Está granizando? — pregunta preocupada — ¡Tristán! La televisión — me dice — ve y mete la televisión.—

Me alejo para comenzar a subir y de pronto escucho su grito — ¡Tristán! No te vayas… regresa.— 

Bajo corriendo de nuevo para volver a ayudarla y cuando pasa la contracción me ve —¿metiste la televisión? —

—Me estás volviendo loco Ximena, me pides que haga algo y cuando voy me llamas, regreso y me regañas porque no hice lo otro ¡Decídete por favor! — le digo desesperado y ahora entiendo porque muchas personas prefieren que sus hijos nazcan en un hospital, para evitar este tipo de cosas. 

—No me regañes — me contesta ella llorando. 

—No te estoy regañando Ximena, simplemente que… ¡Ahhhhhhhhh! — y ella me toma de la mano con la que golpee a Rodolfo y me la aprieta con toda la fuerza que puede. 

—¡Qué dolor! ¡Qué dolor! ¡Qué dolor! — grita y se inclina de nuevo para recargase contra el sillón. 

Lucha se acerca y con una toalla le quita el sudor de la frente — Ve y cámbiate, ponte algo más cómodo porque cada vez se acerca más el momento, las contracciones cada vez son más seguidas y eso es señal de que esto está por concluir.—

—¡No! ¡No! — dice ella — no puede llegar… no puede llegar…—

—Ximena — le llama y luego la ve a los ojos — Tu bebé va a nacer, llevas desde las 11:00 pm en trabajo de parto y son casi las 6:00 am, no sé si Raúl va a llegar y no sé si tu hija nacerá en una hora o en cinco, pero debes estar preparada ¿si? Para todo. Tristán está aquí, yo estoy aquí y llegue o no llegue el doctor, vas a tener a esa nena.—

Ella asiente con la cabeza y Lucha le acaricia la espalda y la consuela. Al salir del cuarto me pide que me acerque y siga haciendo lo mismo. Ximena tiene otra contracción — ¡Qué dolooooor! ¡Qué doloooooor! — grita y se pone en cuclillas y yo la ayudo. 

—Vamos al cuarto— le digo 

—No, no… quiero caminar, quiero caminar — me pide y comienza a moverse alejándose de mí. 

¿Cuál es el mejor lugar en la casa para que una bebé nazca? ¿En la cama? ¿En la bañera? ¿En la cocina? Lo pienso mientras ella camina y se toma el vientre — creo que ya viene — me dice y yo me pongo detrás de ella para tomarla entre mis brazos, ella vuelve a ponerse en cuclillas. 

Ximena puja lo hace fuerte, puedo sentir como su cuerpo se cimbra con todo el esfuerzo que está haciendo. Yo la tomo de los brazos y la sostengo mientras sigue pujando y gritando con todas sus fuerzas, después para. 

Lucha se acerca con unas toallas y las pone sobre el piso y después el agua tibia — ¡Vamos mija! ¡Hazlo! ¡Puja! — le grita y Ximena lo hace. 

La veo al rostro y veo toda el dolor, la fuerza y valentía en su rostro… todo menos miedo. Cuando respira le doy un beso sobre la frente — vamos amor, estoy aquí, yo te sostengo, yo estoy con ustedes — le murmuro y ella asiente con la cabeza. 

Se escucha que alguien toca la puerta del piso y Lucha se para de inmediato a abrir. Raúl llega, se quita la chaqueta que viene empapada y sin decir nada entra al baño de inmediato. Ximena vuelve a tomar aire, lo hace de una forma desesperada y se vuelve a acomodar, para pujar. Raúl se acerca con las manos lavadas y se pone en cuclillas como ella. 

—Wow, tu hija tiene mucho cabello — le menciona y ella esboza una sonrisa leve — una más, y llega — le asegura — próxima contracción pujas con todas tus fuerzas ¿va? — 

Ximena se recarga más en mi y me dice — No me dejes, no me dejes.—

—Jamás — le contesto y de nuevo siento como su cuerpo se tensa para después lanzar un grito que hace eco por toda la habitación. 

—¡Puja! ¡Puja! — le grita Raúl. 

Entonces, lo demás ya no lo recuerdo. El tiempo se detiene por completo, el grito de Ximena se hace mudo, su cuerpo ya no me pesa tanto como antes, los rayos del sol comienzan a entrar por la ventana y alumbran la habitación, y así, ese 16 de septiembre, a las 7:00 am, Luz llegó al mundo. Puedo ver como Raúl la toma entre sus manos por debajo de sus piernas, como Lucha le acerca una toalla para envolverla mientras las lágrimas se escapan por sus mejillas y yo no puedo creerlo… soy papá. 

—¡Ay Dios! ¡Ay Dios! — la voz de Ximena me regresa al momento —¿Está bien? ¿Está sana?— 

—Está bien — contesta Raúl — 

Él pone a Luz en el regazo de Ximena y ella la abraza — Eres preciosa— le dice emocionada hasta las lágrimas — Hola mi amor, eres preciosa, eres bellísima — le dice mientras Luz llora a todo pulmón. 

Me encuentro sumamente conmovido por la escena, de pronto tengo a las dos mujeres de mi vida conmigo y no puedo evitar llorar — Mira Tristán— me dice ella enseñándome a Luz —¡Mira! — repite — tiene el cabello negro como decías.—

Sigo sin palabras, sólo observando a Luz como si todo fuera un sueño y sin poderlo creer. Esa bebé hermosa que está ahí yo la procree, la cuidaré mientras estaba en el vientre de su madre y ahora está aquí. Le doy un beso a Ximena en los labios y sonrío viéndola, Luz, es nuestra hija alguien  que solamente nos pertenece a Ximena y a mi y a nadie más. De pronto quiero darle el mundo entero y protegerla de todo y de todos… quiero que sea feliz y que nunca sienta lo que es la soledad, o el dolor, o la tristeza, o el rechazo… sólo quiero que sea feliz. 

—Eres y siempre serás el más grande amor de mi vida — le murmuro a mi hija mientras le acaricio el cabello negro — todo lo que es mío es tuyo, todo lo que haga será por ti y mi vida te pertenece desde este momento hasta el último día de mi existencia.—

La niña se va calmando poco a poco, supongo que al escuchar nuestras voces se siente familiarizada con el ambiente. Beso a Ximena en la frente y siento el calor de los rayos de sol sobre mi cuerpo y sonrío mientras éstos alumbran a mi hermosa bebé, que llegó inesperadamente, en un día lluvioso, el más mexicano que existe convirtiéndonos a Ximena y a mí en padres. 

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