[Ximena]
Veo a mi hija dormida entre mis brazos y no puedo creer lo afortunada que soy de que haya llegado bien a pesar de las circunstancias. Hace unas horas todo era un tremendo caos en mi cabeza, tenía pavor de que algo le pasara a Luz por no haber nacido en un hospital, que yo no tuviera la fuerza suficiente para darla a luz y sobre todo que en el proceso me pudiera pasar algo a mi y no supieran como resolverlo.
Así que mientras me encuentro aquí en mi casa, a las 3 de la tarde con ella en mi regazo, sonrío feliz y no puedo dejar de admirarla. Como algo tan hermoso pudo salir de mi, Luz es tan frágil y tan fuerte a la vez, aun recuerdo el llanto que dio cuando salió por completo de mi y como se tranquilizó cuando la pusieron entre mis brazos.
Tristán entra a la habitación con cuidado y su rostro de cansancio lo dice todo, está exhausto y lo comprendo, pero no se queja. Él me dijo que después de lo que acababa de vivir jamás se volvería a quejar del cansancio o cualquier otro dolor que tuviera.
Cierra la puerta con cuidado y me sonríe — Ya recogí todo, sigue lloviendo fuerte, pero dice Lucha que es de buena suerte — y se sienta a mi lago para ver a Luz — es tan hermosa — y la ve con estos ojos de amor que nunca le había visto.
—Tendrá tus rizos — le comento.
—Y tiene tus pestañas. Es como si hubiera sacado lo mejor de los dos — y nos reímos bajito.
Ambos la admiramos con una sonrisa en el rostro ya que no cabemos de felicidad. Quien iba a pensar que un viaje a Las Vegas terminaría con una hermosa niña como ella, esto formará siempre parte de una incógnita que no podremos resolver. Tristán me observa y me da un beso sobre la frente.
— Te confieso algo — me dice y yo asiento — nunca pensé que tendría una hija, una tan bella y perfecta — y toma su manita y la besa — nunca pensé que tendría una vida diferente a la que tengo ahora y… nunca pensé que extrañaría tanto a mis padres.—
—¿A tus padres? — pregunto.
—Sí, pero los extraño de una manera tan… rara. Quisiera mostrarles orgulloso a Luz y decirles: miren, es mía y es perfecta — y sonrío — pero a la vez no quiero que la conozcan, no quiero que sepan que existe, porque quiero salvarla de todas esos complejos y situaciones a las que yo estuve expuesto de chico… es raro, pero es verdad.—
Le acaricio el rostro — es tuya y es perfecta, y vivirá feliz, pero para avanzar en el presente debes olvidar el pasado Tristán y dejarlo ir, no le puedes pasar resentimientos a tu hija de personas que ni siquiera saben que existe o que no conoce ¿entiendes? Debes aceptar que tienes una familia que si, no es la mejor, pero es tuya y si la extrañas o quieres que sepan, puedes decírselos, no tiene nada de malo.—
—¿Me estás diciendo que les informe que nació Luz? — pregunta.
—Si lo deseas, si no… entonces déjalos ir, que en verdad no te importe lo que ellos opinen o piensen de ti. Tú ya tienes una vida establecida acá conmigo, una hija más mexicana — y ambos nos reímos— eres un buen hombre Tristán, y quiero que te convenzas de eso porque ahora tienes una hija que lo cree y que sabe que su padre daría hasta la vida por ella.—
—Toda — confirma — mi vida es suya.—
—¿Me ayudas? Quiero acomodarme — le digo. La pongo entre sus brazos con cuidado y la imagen de él cargando a Luz con tanto cariño y cuidado me estremece — tengo mucho miedo de que se me caiga — me confiesa.
—Yo igual, cuando Raúl me la puso entre los brazos casi pensé que se me resbalaría, supongo que es cuestión de que nos acostumbremos.—
Luz se mueve, un poco pero al sentirse en los brazos de su padre se acomoda y vuelve a dormir tranquila. Tristán la observa y sonríe — mira como mueve sus labios — dice feliz — ¿Ella sabrá que soy su padre? — me pregunta.
—Claro que sí, ella escuchó tu voz durante todo el embarazo, es más Luz sabe que Solovino existe sólo por escucharlo ladrar todo el tiempo — y sonrío — ella identificará a su madre y a su padre por el olor del cuerpo, la voz y cuando te vea distinguirá todo en ti, y sabrá lo guapo que es.—
Luz se mueve y parece que empieza a despertarse, así que Tristán se pone de pie y la mece con cuidado — ya, ya, ya… — le murmura mientras la mueve y la niña se tranquiliza de nuevo — parece que esos libros del bebé si dan resultados— me dice.
—Parece que si — contesto.
—Es tan tranquila, no sé porqué las personas dicen que es difícil — menciona Tristán.
—¿Haz estado cerca de un bebé antes? — pregunto y él niega con la cabeza.
—Jamás, soy hijo único y mis amigos no tienen hijos aún, así que no.—
Comienzo a reírme lo más despacio que puedo y él me mira — No quiero asustarte pero creo que estás a punto de llevarte la sorpresa de tu vida — le comento.
—¿La sorpresa? ¿Qué sorpresa? — dice.
Siempre pensé que ls inocencia de Tristán iba simplemente porque tuvo una vida diferente a la mía y porque era de otra nacionalidad, pero ahora sé que va mas allá de eso y esta a punto de enfrentarse con otra situación que aún le es desconocida y que no sabe controlar…. la paternidad.
Recuerdo que cuando empezó a vivir conmigo los primeros días tuve que enseñarle desde como se prendía el calentador hasta como limpiar un baño en la casa, ahora, parece que esta vez ambos tendremos que ayudarnos en esto del aprendizaje del ser padres porque la única ventaja que tengo es que yo al menos estuve cerca de uno que otro bebé.
—¿Recuerdas el curso para ser mexicano? — le digo y él asiente — pues ahora tú y yo tomaremos un curso intensivo de como ser padres— y éste empezó no en días, en horas.
Tan sólo cayó la noche toda la tranquilidad que respiraba Luz por la mañana se convirtió en un caos de llanto. Afortunadamente, gracias al parto natural yo pude ponerme de pie y caminar, si no, creo que Tristán se hubiera vuelto loco. Así que aquí estamos con casi veinticuatro horas sin dormir meciendo a Luz por toda la sala mientras llora sin parar.
—Ya, ya, ya, ya…. — consuelo a mi nena — ¿Qué tiene mi Luz? ¿Tienes frío? ¿Tienes hambre? — le pregunto y ella sigue llorando.
Tristán sale de la habitación después con todo el cabello despeinado y los pantalones de la pijama puestos — dame, yo la cargo — me dice.
—Te dije que durmieras un poco — le comento.
—Sí, pero tú estuviste en trabajo de parto hace unas horas atrás y necesitas descansar, venga dame a la niña.—
Le pongo a Luz entre los brazos y él la carga y con mucho cuidado la mece, comienza a caminar por toda la sala con ella llorando a todo pulmón — ¿qué le pasa a Luz que no quiere dormir? — le dice y ella sigue llorando — A dormir mi niña, a dormir mi amor, a dormir mi niña que te canto yo — comienza a recitar Tristán despacio mientras la mueve — si esta niña linda que tengo yo aquí, si esta linda niña quisiera dormir, para que se duerma canto poquitín, para que se duerma como un serafín — termina y poco a poco Luz va dejando de llorar.
Él se acerca hacía mi y me sonríe mientras vemos como Luz se va quedando dormida — esta linda niña se ha dormido ya, y un dulce angelito un beso le da — finaliza y Luz se queda domida entre sus brazos — creo que ya se durmió— me murmura.
—Sí — digo enternecida — No sabía que sabías canciones de cuna— le digo y acaricio el cabello de Luz tan rizado como el de su padre.
—María, mi nana, ella cantaba muchas canciones de cuna cuando yo era pequeño, las cantaba tanto que me las aprendí… también me recitaba romanceros de García Lorca y poemas de Rubén Darío, me sé algunos — dice emocionado.
—¿Nos vamos a la habitación? — le pregunto y ambos caminamos hacia nuestro cuarto —¿La ponemos en su cuna? — pregunta.
—No, me quiero quedar un poquito con ella— me contesta Tristán y se recuesta sobre la cama con Luz recargada sobre su pecho — venga mi nena, duerme rico — y le da un beso sobre la cabecita — tú también duerme mi amor, yo la cuido ¿si? —
—Sí, está bien — digo rendida — pero tan sólo se despierte me avisas.—
—Yo te aviso — me asegura y apago la luz de mi lado y me acomodo e inmediatamente me quedo dormida.
[Tristán]
La sensación del pequeño cuerpo de Luz contra mi pecho es una sensación inigualable. La veo y no me la creo, supongo que por muchos meses pensaré que todo es un sueño y que pronto despertaré. Pero ahora al escuchar su llanto sé que es tan real como todo lo que está sucediendo a mi alrededor.
Ximena duerma cansada, yo también me siento exhausto, pero confieso que me da miedo que le pase algo a la niña y que no pueda escuchar por caer dormido, así que me acomodo un poco y pongo mi mano sobre su nunca y juego con su hermoso cabello rizado. Ella en muchas cosas se parece tanto a mi y no puedo ver la hora de que ella empiece a caminar y a hablar para poder jugar con ella y llevarla a pasear por muchos lugares.
—Sabes Luz, tu papá viene de una tierra diferente a ésta. Allá hay reyes y reinas que viven en palacios y van a banquetes — le murmuro a la niña — también hay grandes ciudades, mares, edificios muy famosos y también pinturas y esculturas que acá sólo verás en libros, pero que te prometo te llevaré a verlas algún día.—
Luz se acomoda y pongo mi dedo entre sus deditos y ella lo toma derritiendo mi corazón — nunca me sueltes hija ¿quieres? Te prometo que te cuidaré mucho y que nadie te hará nada… también te prometo muchas risas y muchos cuentos por las noches y viajes, muchos viajes…. Y… ¿qué te parece si te presento a alguien especial? — le murmuro y con mucho cuidado me pongo de pie para no despertar a Ximena y voy hacia la computadora que está en la sala. Sin soltar a Luz de mi regazo abro la video llamada y marco al único móvil que no he bloqueado de allá, sonrío al ver su rostro.
—¿Tristán? — escucho la voz de Tita y me emociono —Tiene meses que no sé de ti y…. ¿De quién es la bebé? — pregunta.
—Es mía Tita, es mi hija, Luz… — y con mucho cuidado la muevo para que la vea.
—¡Es hermosa! No lo puedo creer… es bellísima.—
—Sí, nació ayer… a las 7 de la mañana — digo con orgullo.
—No lo puedo creer, ¿Tú? ¿Papá? Hace meses ni siquiera sabías hacer tu cama y ahora eres papá.—
—Lo sé — digo feliz — yo tampoco me la creo, pero aquí está, y es maravilloso.—
A lo lejos escucho la voz de mi madre y Tita se mueve rápido escaleras arriba y se encierra en mi habitación. Admito que me da nostalgia ver que mis cosas básicamente están en cajas.
—No debí meterme aquí… — se disculpa.
—No te preocupes Tita.—
—Su madre nos pidió que no lo mencionáramos y guardó todas su cosas en cajas — dice apenada.
Entonces me viene a la mente la conversación con Ximena y entiendo todo lo que me dijo, ya no debería de importarme nada de allá, parece que ellos ya me olvidaron así que es mi turno de olvidarme de ellos.
—Espero que estés bien Tita, te tengo en mente todo el tiempo y quiero agradecerte por todas las cosas que hiciste por mi mientras estuve allá, nunca fui lo suficiente… amable para agradecerte.—
—No tienes porqué, era divertido… a veces.— y ambos nos reímos. Ella me ve por la cámara y su expresión cambia—no hablas sólo para enseñarme a tu bebé ¿verdad? — me dice nostálgica.
Niego con la cabeza mientras acomodo a Luz sobre mi regazo y ella se acomoda, el olor a bebé me llega a la nariz cuando la beso sobre la cabeza — Aprovecho para despedirme de ti, porque eres la única persona que me importa de allá y a la que le debo algo… quiero decirte, que posiblemente esta sea la última vez que me veas, que a partir de hoy no existo y, por lo que veo, ya no lo hacía allá. Quiero que sepas que soy muy feliz Tita, y que no me arrepiento de nada — y veo a Luz dormida — absolutamente de nada y que no debes preocuparte mi por mi. Así que he decidido cortar lazos porque si no lo hago, no podré ser completamente feliz y creo que me lo merezco.—
Tita se quita las lágrimas de los ojos al igual que yo — eres el lazo que más me duele porque por años fuiste mi única amiga, mi confidente y mi aliada pero…. — y volteo a ver a Luz.
—Te entiendo, y está bien, al menos esta vez te despediste — y se ríe — te deseo lo mejor Tristán, y espero algún día verte de nuevo, aunque sea de lejos.—
—Y yo te saludaré feliz y me acercaré y te presentaré a mi Ximena y a mi Luz… — y ella sonríe.
“¡Tita!” escucho la voz de mi madre.
—Me tengo que ir… gracias por presentarme a tu bebé, está hermosa, mi mamá estaría feliz.—
—Lo sé… lleva su primer nombre ¿por qué no lo estaría? — y sonrío — te pido no le digas nada de esto a mi madre ¿si? No quiero que se entere nunca.—
—Mis labios están callados.—
“¡Tita! ¿dónde te haz metido?” escucho de nuevo a lo lejos y confieso que me duele escuchar como la trata así. Ella voltea a la puerta y luego vuelve a la cámara.
—Nos vemos Tristán, que seas muy feliz y que tengas más hijos.—
—Por ahora sólo una — y nos reímos — que tengas una bonita vida amiga.—
—Que tengas una bonita vida Tristán…adiós Luz, gusto en conocerte.— me dice y luego apaga la llamada y de nuevo estoy solo en la sala, pero de pronto veo todo a mi alrededor y me siento lleno, con una hija en brazos, Solovino en su sillón, un piso colorido lleno de fotos de los viajes que hemos hecho, un hermoso roof Garden y sonrío.
Ver por la cámara, mi cuarto completamente vació, mis cosas en cajas y las ventanas cerradas me dio lo que necesitaba para cerrar que el pasado y enfocarme en el presente, tal como Ximena lo dijo. Me pongo de pie y camino lento hacia la habitación donde ella duerme y sé que tomé la decisión correcta, y mientras me recuesto a su lado para tratar de dormir un poco mi hija sigue tomándome fuertemente del dedo asegurándome que ella no me soltará nunca y que un nuevo Tristán nació junto a ella, aquella mañana lluviosa de septiembre.