[Tristán]

Por primera vez en la vida deseé tener alas para poder volar y llegar en seguida al lado de Ximena y mi hija para poder consolarlas y cuidarlas, pero no las tengo y no pude hacerlo, el tráfico de la ciudad y la lejanía de mi trabajo hizo que dos horas después llegara al edificio para entrar inmediatamente donde Lucha se encontraba tocándole a Ximena en el baño. 

― Ximena… mija, abre la puerta ¿estás bien? ― escuché. 

―¡Lucha! ― grité mientras me acercaba para abrazarla y darle un beso sobre la frente ―¿Estás bien?―

―Sí, todo bien ― me comenta ―Pero Ximena se encerró  con a niña en el baño desde hace horas y no me quiere abrir, y los del ministerio la están esperando para que vaya a dar su declaración.―

Me acerco a la puerta y pongo la oreja para escuchar algo, pero todo está en silencio, ni siquiera mi hija hace ruído ― ¿Mi amor? ― le hablo ― ¿me dejas entrar? Lo siento si llegué tarde pero el tráfico no me lo permitió ― y con esas palabras llega de nuevo toda la culpabilidad que me invade. Nunca pensé que Rodolfo se vendría a desquitar con Ximena. 

―Así he estado yo, me preocupa la niña porque no ha comido ― me dice Lucha ― pero es que también… ― y se queda en silencio. 

―¿Qué? ¿Es que también qué?― le digo en un tono de preocupación que empieza a alertarme. 

Voy hacia la habitación tomo del cajón las llaves de las puertas y busco las del baño. Meto la llave y abro, sólo para ver la lastimosa imagen de Ximena metida en la ducha sin encender con Luz dormida entre sus brazos. 

El vestido de Ximena se encuentra manchado de sangre, tiene un labio inflamado y parte del rostro. La mirada, completamente perdida y el único movimiento que hace es acariciar el cabello de Luz. 

Cierro la puerta con cuidado y me meto a la ducha con ella ― ¿mi amor? ― le hablo ― Ya llegué ¿me das a Luz para llevársela a Lucha? ― y meto las manos pode debajo de la espalda de mi hija para poder cargarla, pero ella la trae hacia su cuerpo. 

―No, yo le quiero dar de comer, quería darle pecho pero… pero ― dice ella angustiada y de pronto comienza a llorar. 

Ximena sólo me dijo por teléfono que Rodolfo había venido al edificio pero nunca me dijo en verdad qué pasó. Ella voltea su mirada hacia mi y me asusta saber que está completamente perdida y sin brillo. 

―Él, él entró por la puerta, estaba abierta porque Lucha vendría por Luz para cuidarla y … entró por la puerta y… ― trataba de explicarme ― la niña tiene un moretón en el brazo porque entre los dos la jalamos muy fuerte… me la quería quitar yo no lo dejé… ― apenas puede hablar y veo a Luz con el bracito lastimado ―lululu…luego la puso sobre el sofá y…. Y, y yo gritaba ¡no, en frente de mi hija no! ― me relata entre lágrimas. 

―Mi amor… ¿Te tocó? ¡Te hizo algo! ― digo enojado mientras trato de contener mi rabia y no salir a partirle la cara en ese momento. 

―Me quiero bañar pero no me dejan, si quiero denunciar tengo que ir así al ministerio y dicen que… te hacen pruebas y…. ― y entonces se suelta a llorar desconsolada, de una manera que jamás había escuchado en mi vida.

Lo hace con fuerza, tratando de sacar todo y yo me siento completamente impotente al no poder decirle nada, no poder consolarla o decirle que todo va a estar bien, porque en realidad no lo sé. A la vez quiero ponerme de pie ir a donde está Rodolfo y molerlo a golpes por lastimar a mi hija por todo lo que le hizo a Ximena.  

―Ximena, dime la verdad ¿Te tocó? ¿Logró hacerte algo? ― insisto. 

―Qui…quizo abusar de mi de nuevo ― dice tratando de recobrar aire ― quizo hacerlo pero no me dejé, luché Tristán, luché mucho… ― me confiesa ― y Luz, lloraba desconsolada y yo grité tu nombre para que… ―

Entonces me pongo de pie inmediatamente y sin poder evitarlo le pego a la sintiendo un fuerte dolor en la mano que sé que es mínimo con el que ella siente en este momento. 

―¡Dónde está! ― grito y Lucha abre la puerta. 

―¿Qué pasa? ― pregunta. 

―¡Dónde está Rodolfo! ― vuelvo a gritar. 

―Abajo, en el taller de Ximena. Lo tienen esposado.― 

Me salgo del baño sin preguntar nada más, y después de dejar el piso, bajo hacia el taller de Ximena dónde veo a los agentes del ministerio en la puerta y a él esposado sentado en el sillón. 

―Señor, no puede pasar ― me dice una persona. 

―¡Claro qué puedo! ― grito desesperado ― ¡Ese hijo de puta trató de abusar de mi mujer por segunda vez! ¡Lastimó a mi hija! ¡Claro que puedo pasar! ― grito. 

―Señor, escúcheme ― dice el hombre pero lo empujo y entro directamente para ir con Rodolfo que se encuentra lleno de sangre en la ropa y con moretes en la cara, señal de que Ximena le dio buena pelea. 

Lo tomo de la barbilla y lo levanto ― ¡Me alegro que hayas cometido este error! ― le digo enojado ― y él sonríe como idiota ―¿Sabes por qué? Porque ahora Ximena y yo te acusaremos por abuso y te refundirán en la cárcel con eso ¿y sabes lo que les pasa a los que entran por eso? ― y Rodolfo me ignora y volteo de nuevo la barbilla para que me vea ― ¡El infierno! Porque eso te mereces, vas a rogar haber entrado mejor a ese lugar por corrupción que por esto, porque te juro Rodolfo, te juro por mi vida que de esta no sales y que te refundiré en la cárcel años para que pagues por todo lo que haz hecho. ―

Rodolfo comienza a reírse, no sé si lo hace para desafiarme o por nervios, pero lo hace de tal manera que me hiela la sangre ― ¡Ay español! Tú no sabes como son las cosas aquí… una buena lana y estaré libre para mañana por la noche…. y serás tú quién no podrá dormir tranquilo pensando en lo que podré hacer.―

Entonces sin aguantarme le pego un golpe a puño cerrado sobre la cara. Los policías se acercan a mi y me toman del brazo. 

―¡Ya señor! ¡Ya déjenlo! Le pedimos que se aleje ― me piden.

―¡Cómo lo voy a dejar! ¡Cómo lo voy a dejar! Si ese mal nacido quiso abusar de mi esposa! ― grito mientras me jalan fuera de piso.

―¡Señor cálmese! ― me dice un policía ― Le pido por favor que se aleje y mejor vaya y dígale a su esposa que tiene que ir a declarar al ministerio para que podamos procesarlo ¿si? ― me habla duro. 

―¿Mejor vaya y dígale? ― pregunto enojado ―¡Trataron de abusar de ella! ― grito enojado. 

―Sí, ya sabemos… ya lo sabemos… pero sin denuncia no se hace nada… ― me dice con un aire de ironía y luego se voltea para seguir platicando con sus pares. 

Subo de nuevo las escaleras y al entrar a mi piso Lucha está con Luz sobre los brazos ―¿Y Ximena? ― pregunto. 

―Sigue en el baño ― me comenta. 

Entro de nuevo y ella está sentada sobre la ducha todavía y esta vez puedo ver completamente la imagen de mi mujer, que me impacta mucho más que cuando tenía a mi hija entre los brazos ― Ximena, tenemos que ir al ministerio― digo en voz baja. 

―No, no… ― me ruega. 

―Amor, tenemos que ir a denunciarlo.―

―No, mi padre se va a enterar y puede que le pase algo… no, Tristán― me dice con miedo. 

―Yo estaré contigo.. ¿si? Yo estaré contigo y Lucha también, llamaré a tu hermano que se ha enterado esta mañana de lo que Rodolfo te hizo y…―

―¡Qué! ¿Paco lo sabe? ― pregunta angustiada. 

―Sí, se lo tuve que decir, alguien de tu familia tenía que saber y él prometió no decirle nada a tu padre y, mi amor, no podemos estar escondiéndolo, menos como estás ahora, te pido Ximena, vamos… denunciémoslo, acabemos con esto que te ha estado atormentando durante años y… ― 

― Me da miedo ― confiesa ― me da mucho miedo de lo que pueda pasar.―

―Yo lo sé, pero yo estoy contigo mi amor, yo, yo sé que hoy…― y sólo de recordar que ella gritó mi nombre pidiendo por ayuda se me encoge el corazón. 

Ximena voltea a verme con la cara llena de golpes que se ve sumamente impactante y con esos ojos negros tan hermosos que tiene me dice ― vamos ― y trata de ponerse de pie y yo la ayudo. 

―La niña se quedará con Lucha, yo le diré que se la lleve a su piso y pasaremos por ella más al rato ¿si? ― y ella asiente. 

Con cuidado salimos del baño y un agente del ministerio ya no esperan en la puerta ― Vamos señora, para que esto pase pronto ― le dice con un tono bastante cuidadoso. 

Ella voltea a ver a Lucha y la abraza ― ¡Gracias!― le dice a Lucha entre lágrimas ―muchas gracias por llegar, muchas gracias…. ― y Lucha la consuela ―gracias, gracias, gracias… ― y rompe en llanto como una hija en brazos de su madre. 

Lucha no dice nada, simplemente la consuela. Ella sabe que el haber llegado a tiempo fue cosa del destino o de la suerte y no algo planeado ― Cuídame bien a Luz ¿si? ― le dice mientras la niña sigue dormida.

―Ahorita le pongo arnica en el moretón para que se le baje, verás que la niña queda como nueva pronto ¿si? ―

―Sí…― dice ella, y ambos salimos del lugar. 

*** 

Después de la denuncia y de tener un día horrible entre trámites, declaraciones, Ximena aún con las ropas sucias, pasar un examen médico de pesadilla y horas esperando en una oficina más gris que las nubes de este día, ella y yo regresamos al piso al rededor de las 8 de la noche. Los trámites en México son largos, muy largos y tediosos, al grado de que nos dijeron que “tuvimos la suerte” de que todo se resolviera en un día y no en varios meses como suele pasar. 

Fue triste ver a Maquena en el ministerio público alegando que su esposo era inocente mientras Ximena estaba sentada sobre una silla escuchando como ella la culpaba y le decía que seguro le había provocado y yo sin poder decir o hacer nada, porque no te lo permiten, porque te ignoran. 

Me siento terriblemente culpable de todo lo que pasó hoy, si hubiera puesto una denuncia de por medio, si lo hubiera hecho sin acelerarme, Ximena y mi hija estuvieran bien ahora y yo no tendríamos que estar viviendo esta escena. 

―¿Quieres algo de cenar? ― le pregunto bajito y ella niega con la cabeza ―¿te ayudo? ― me acerco y ella se aleja. 

―Tristán, no ― me dice fría ― Lo siento pero no… ― y se aleja de mi. 

Sé que no me rechaza porque ya no me ame, si no porque no está demás después de todo lo que le pasó. 

―Lucha se quedará hoy con Luz y mañana temprano iré por ella a su piso ¿vale? ― le murmuro. 

―Sí, está bien ― responde ―iré a tomarme un baño.―

Ella entra a la habitación y sin decirme nada cierra la puerta dejándome solo en la sala en pleno silencio ya que hasta Solovino se encuentra arriba en el jardín alejado de todo como si supiera lo que está pasando. Me quedó ahí, paralizado, sin saber qué hacer, sin poder actuar ¿cómo consuelo a Ximena? ¿Qué le digo? ¿Cómo le hago para que ella sepa que todo estará bien cuando no tengo idea de que eso pasará? ¿Será esté un obstáculo que no podamos vencer juntos? ¿Marcará nuestra relación por el resto de la vida? ¿Podrá Ximena en algún momento recuperarse de esto? 

―¡Tristán! ― escucho que dice mi nombre y entro a la habitación. Escucho correr el agua en la ducha así entro con cuidado para encontrarla sentada, aún vestida por debajo del chorro. Camino hacia ella y me quitó los zapatos para entrar. Me siento a su lado y puedo sentir el agua fría cayendo. 

Ximena empieza a temblar, así que modero el agua para que salga un poco más caliente y así ambos podamos estar cómodos. El agua corre de color marrón, se mete entre las líneas de los azulejos blancos del piso, puedo ver moretones en los tobillos, en lo que está descubierto de sus brazos y sobre todo ese labio partido que fue recién cocido por la enfermera del ministerio después de declarar. 

Ella poco a poco se va acercando a mi y se recarga sobre mi hombro para después soltarse a llorar como niña pequeña. Trato de ser fuerte pero su llanto me gana y por primera vez, en todo el día, yo también puedo desahogarme de todo lo que vi. A mi mente viene toda la confesión que Ximena dijo ante el juez,  mi hija tan pequeña, desesperada viendo como su madre era arrastrada por todo el suelo, como ella le consolaba mientras luchaba porque no la lastimaran, ese moretón que tiene ahora en el brazo como marca de algo que ella no sabe que está mal y que ninguna mujer debería sufrir, a mi Ximena valiente defendiéndose con uñas y dientes y gritando por ayuda en un edificio que aparentemente prefiere quedarse en silencio que salir a ver qué sucede, pero lo que más me pesa es que gritó mi nombre y yo… feliz en otro lado festejando que mi plan para atrapar a Rodolfo había salido bien. 

―Lo siento mucho Ximena ― le digo entre lágrimas mientras ella sigue llorando ― te prometí que te protegería siempre y te fallé.― 

Ximena no me contesta, no me asegura que le fallé, pero tampoco que fue mi culpa, simplemente hunde su cabeza en mi pecho y llora, llora, llora…. Hasta que sus pulmones no dan más. 

***

[Ximena]

“Mmmmmmm… el avioncito aquí viene con un poco de… plátano” 

Escucho entre sueños mientras mi cuerpo va despertando y sintiendo un dolor horrible. Comienzo a mover cada músculo de mi cuerpo conforme voy aguantando hasta que abro los ojos que me pesan como piedras y puedo ver la habitación alumbrada por el sol de la mañana. 

“Mmmmmmm… ¿Te gusta mi amor? “ 

Reconozco la voz de Tristán a lo lejos y sé que mi hija ha regresado al departamento y que ahora se encuentra sana y salva con su padre. Veo el reloj al lado y éste marca las 9:00 de la mañana. No tengo ganas de levantarme, quiero quedarme acostada todo el día sin saber de nada ni de nadie, simplemente dormir mucho para tratar de olvidar que todo esto pasó. 

Cierro los ojos y vuelvo a recordar la escena tan vívida, el esfuerzo que hice por salvar mi vida, por evitar que pasara y al final el cuerpo pesado de Rodolfo sobre mi inerte gracias al golpe de Lucha, mi salvadora. 

“Te amo mi amor…. ¿Me amas? “  

Escucho a Tristán con una voz alegre y sonrío al escuchar que mi valiente pequeña de seis meses le responde con pequeños ruidos comunicándose con su papá, y así sin pensarlo dos veces me levanto, por ella, por él. El dolor de mi cuerpo es soportable, pero el de mi corazón es algo que aún no sé como voy a poder remediar. 

Me envuelvo en un suéter que le quité a Tristán hace muchos meses atrás y abro la puerta de la habitación para ver a Tristán y a mi hija en la cocina desayunando. La niña parece estar bien, normal, como si nada hubiera pasado. Luz ve su moretón y lo toca, lo ve extraño como algo nuevo que apareció en su piel y que sé le llama la atención. 

―¿Te duele mi amor? ― le pregunta él tierno ―sólo es un morado, que pronto se irá con la pomada mágica de Lucha y besitos ― y comienza a besar el moretón con ternura ― Sana, sana, colita de rana, si no sana hoy sanará mañana ― le canta alegre y la niña le sonríe ― verás que con eso se irá ¿si? ― y Luz asiente mientras lo ve a los ojos. 

Me acerco. Él voltea de inmediato y se pone de pie ― buenos días ¿pudiste dormir bien? ― me pregunta tierno, pero sin besarme como siempre lo hace. 

Yo asiento con la cabeza, después del tranquilizante pude al menos pasar la noche.  Cargo a mi hija que me alza los brazos para que lo haga y le doy una brazo fuerte ―Mi pequeña, discúlpame por el mal rato de ayer ¿si? ― le hablo y ella se acomoda sobre mi hombro para quedarse ahí tranquila por un instante ― aquí está mamá, estás a salvo.― 

Volteo a ver a Tristán y lo abrazo de igual manera, sé que no la está pasando bien, que se siente sumamente culpable de lo que pasó y que ayer sintió junto conmigo toda esa impotencia  ― lo siento mucho ― me repite Tristán llorando de nuevo ― de verdad lo siento mucho. Debí haber estado aquí con ustedes para defenderles y evitar que esto te pasara de nuevo.―

Lo aprieto más a mi, no sé que decirle, él no es responsable de los actos de Rodolfo, qué iba a saber que él vendría directo para acá y trataría de abusar de nuevo de mi. Levanto la cabeza y lo veo a esos hermosos ojos café claro ― no fue tu culpa, ni la mía y mucho menos la de Luz. Fueron los actos de un hombre fuera de si, cruel y despiadado y espero que le den muchos años encerrado para que no se vuelve a repetir.―

Tristán me besa en la frente con cautela y yo sonrío para que sepa que no me molesta que lo haga― No puedo prometerte de nuevo que estaré contigo en el momento, porque ayer me di cuenta que es algo circunstancial mi Mena y que si el destino no quiere que esté presente, no llegaré, pero te prometo que te daré, les daré, las garantías para que estén lo más seguras posible a partir de hoy y para siempre, para que tú y mi hija sepan que dentro de su hogar están a salvo y que nada ni nadie podrá hacerles daño dentro de estas cuatro paredes y si puedo también fuera de ellas.― 

Lo abrazo con más ganas y mi hija también lo hace. Sé que ya no estoy sola como antes y que ahora tengo un aliado que me ayudará a pasar este rato amargo que afortunadamente esta vez se quedó así… pero que duele al revivir de nuevo lo que pasé años atrás.  

―Te amamos ― le murmuro porque sé que es algo que Tristán desea escuchar en estos momentos ― Y sabemos que nos defenderás siempre. Ahora nos toca recuperarnos como familia, juntos…― 

―Siempre juntos… te lo aseguro― murmura Tristán y vuelve a abrazarnos para quedarnos así por un rato más. 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *