[Tristán]
La semana pasó más rápido de lo que yo creí, pareciera que después de todo lo que vivimos el fin de semana pensé que me sería eterno, pero no, en realidad fue más rápido de lo que pensé. Hablé con mi padre que extrañamente aceptó mi oferta de venir y mi madre fue un poco más complicado pero aceptó por igual, y Tita, no se diga, ella prácticamente renunció al trabajo, tomó el dinero que le envíe para que comprara un boleto, sacó su pasaporte en menos de una semana y ahora, llega en el vuelo de Iberia 7374 a la Ciudad de México.
Así que ahora Ximena, Luz y yo la esperamos en la puerta de salida y debo admitir que nada me das más alegría que saber que la única amiga que en verdad tuve vendrá desde muy lejos a visitarme, y me pongo a pensar que tal vez hice mal en romper lazos con ella de esa manera, al final de cuentas ella no tenía la culpa de los problemas entre yo y mis padres.
Estoy nervioso y no sé porqué, no sé si porque quiero que Tita se sienta feliz aquí con nosotros y distinguirme completamente en el tipo de trato que le daban allá, o porque en realidad quiero que a Ximena le agrade como a mi y que ambas convivan mientras ella esté aquí… que en realidad no sé por cuánto tiempo será.
―Tranquilo, el recoger las maletas toma tiempo ― me dice Ximena mientras sea a Luz de la carriola y me la pasa para que la cargue.―
―Lo sé, sólo que ya es mucho tiempo ¿no?―
―Tal vez Tita trae muchas maletas ¿le pediste cosas de tu casa no? ―
―Si, tienes razón, pero no le pedí toda la habitación.―
―Papá, mimi ― me dice Luz mientras me pone a la muñeca cerca de la cara para que le de un beso.
―Beso a mimi ― le digo tierno y ella sonríe.
Las puertas se abren de nuevo y veo a salir a Tita con esa sonrisa alegre que siempre la caracteriza y su tocado de colores sobre la cabeza. Veo que me busca con la mirada y cuando me ve sonríe.
―Di hola mi amor ― le digo a Luz que se encuentra entre mis brazos viendo atenta a la gente.
―¡Oia! ― grita emocionada.
―Con la manita mi amor ― le dice Ximena entre risas mientras Luz la mueve.
―¡Oia! ¡Oia! ― repite mientras Tita se acerca a nosotros.
―Hola ― contesta Tita y la niña inmediatamente se va a sus brazos.
―¡Guau! ¿Qué pasó aquí? ― digo entre risas mientras Luz abraza a Tita ― esto no me lo esperaba.―
―Suelo caerle bien a los niños ― dice ella feliz.
―¡Ven para acá! ― digo contento mientras la abrazo.
―Casi no te reconocí, si no fuera por la altura, juro que no sabría quién eres.―
―No exageres ― comento ― Tita te presento a Ximena Caballero, mi prometida― y tomo de la mano a Ximena y la presento con orgullo.
―Hola, bienvenida a México Tita ― dice ella con una sonrisa enorme.
―Y bueno, ella es Luz, mi hija, pero creo que ya se presentó.―
Luz se encuentra jugando con las piedras de su collar y luego ve su tocado del cabello y sonríe ― Ohhhhh ― hace y Tita se ríe.
―Es preciosa y muy simpática, seguro tiene el carácter de su madre, porque el tuyo…―
―Recién llegada y ya dices esas cosas ¿qué pasó con la lealtad? ― le bromeo.
―Tengo millones de cosas que contarte Ximena ― le dice Tita divertida.
―Soy toda oídos ― contesta ella entre risas ―¿Pero qué te parece si vamos a la casa para que te refresques? No sé si Tristán te dijo, pero te quedarás con Lucha, mi tía, es que el cuarto de Luz es pequeño.―
―Sí claro, perfecto, yo feliz de estar aquí.
―¡Perfecto! Ahora si dime… ¿Qué tanto hizo este hombre antes de conocerlo? ―
―Uff, ¿es largo el camino?― contesta ella mientras las tres se van platicando y yo riendo detrás de ellas.
***
En el recorrido de regreso a la casa, fue ligero. Tita y Ximena fueron platicando de muchas cosas sobre mi vida en Ibiza que ni siquiera yo me acordaba y Luz al final terminó por quitarle el collar a Tita e ir jugándolo sentada en su sillita.
―Entonces Tristán me habló por el móvil y me pidió que fuera a abrir la ventana de su habitación para que pudiera entrar por ella. Luego se metió corriendo al baño y su madre entró por la puerta y yo tuve que fingir que hacia la cama para que pensara que había dormido ahí ―
Ximena se ríe alegre y me voltea a ver ― eras un pillo ¿eh? No te imaginaba así.―
Yo le beso la mano y sonrío ― la gente cambia― murmuro.
―Y sí que cambiste, de verdad estás irreconocible Tristán. Es como si hubieras dejado al otro en esa pedida de mano tan escandalosa que hubo.―
―¿Pedida de mano? ― pregunta Ximena extrañada y Tita guarda silencio.
―No pasa nada Tita, Ximena no es como mi madre o como Bego, es diferente ― llega justo una luz roja y volteo a ver a Ximena ― el día que viajé hasta acá por última vez, básicamente me escapé―le platico ― era mi pedida de mano para casarme con Bego y… ―
―Se escapó Ximena ― contesta Tita divertida ― como las películas de amor salió por la puerta dejando todo atrás…luego fue a la casa y me pidió su maleta y se vino para acá .―
Me sonrojo, no me acordaba que Tita era admiradora de las películas de amor.
―¿Qué más me puedes contar de Tristán? ― pregunta Ximena.
―Que no es él, es completamente diferente. Desde la ropa hasta el rostro. Solía tener una mirada muy triste y a veces hasta lastimosa, y hoy que lo vi de lejos, supe que no era el mismo y al verte a ti y esta hermosa nena… sé que encontró lo que buscaba.―
―Basta Tita ― digo mientras manejo.
―Yo se lo pedí ― dice Ximena feliz ― ¿Quieres decir que yo lo cambié? ―
―Por completo, además de que ahora se ve más relajado, esa ropa que usaba diario se veía bastante incómoda, además siempre súper arreglado, y cuando la Bego le tocaba el cabello decía “No Bego, no me despeines” ― me imita.
―¡Sí! Lo recuerdo, super presumido cuando lo conocí ― le sigue el juego Ximena.
―¡Basta las dos! Me alegra que Luz aún no hable tanto ― les bromeo.
Veo a Luz por el retrovisor y viene jugando con el collar feliz. El hermoso gesto que tuvo al irse a los brazos de Tita me hace pensar dos cosas, la primera que mi hija es un amor y que Ximena y yo lo estamos haciendo bien y dos, Tita es de confiar y ella lo sabe.
Llegamos a la casa y después de que le presentamos a Lucha y que le mostramos su habitación, Tita subió al piso para conocerlo y comer todos juntos en el jardín. Ella no lo podía creer cuando entró y vio todas las fotos, los colores, las plantas y a Solovino, que después de ladrar un rato, fue a saludarla más confiado. Ella recorrió el piso y comenzó a ver todas las fotos que tenemos.
―Cuando estaba allá me imaginaba que hacías acá y ahora al ver esto me doy cuenta que mi imaginación quedó corta― me dice feliz.
Abrazo a Tita pasando mi mano sobre su hombro algo que en Ibiza tenía que hacer cuándo estábamos solos porque mi madre no me dejaba tener amistad con la ayuda de la casa ― esta es mi vida Tita, la que yo siempre quise, y eres bienvenida como amiga, sólo espero que aquí te la pases bien y conozcas este hermoso país.―
―Es como una vida paralela completamente, llena de color y un perro ― y se ríe ― tienes una hija hermosa y Ximena, ya comprendo el porqué añorabas por regresar, te felicito por haber logrado tanto Tristán, creo que se acabaron los días de juerga ¿cierto? De emborracharte hasta no sentir.―
Al decir Tita esa frase un nudo se me hace en la garganta, cuántas veces le dije eso como mantra de vida y ahora que lo veo ella tiene razón, he cambiado tanto que no me acordaba de esas noches de depresión y de salir a embriagarme hasta perder el conocimiento.
―Ven vamos arriba Tita, que tienes mucho que platicarme, Ximena cocinó para ti una comida muy rica que sé te va a gustar.―
Ambos subimos escaleras arriba y cuando llegamos al jardín no puede evitar sorprenderse ― ¿Qué es esto? ― pregunta.
―Es un jardín precioso ¿no? Lo hizo Tristán para nosotras ― dice Ximena orgullosa.
―¿Tú? ¿Él que no sabía ni hacer la cama? ― comenta.
―Así es… y ahora hasta cocinar sé.―
―¡Oia! ― grita Luz al verla.
―¡Hola Luz! ― dice Tita divertida y la niña sonríe porque se siente a su lado ―¿Quieres mi collar? ― le pregunta y ella asiente.
Tita se lo quita del cuello y se lo pone sobre el cuello ― Ten, te lo regalo.―
―¿Cómo se dice Luz? ― le digo mientras sirvo el arroz rojo con chícharos y zanahoria que hay en la cazuela ― Gracias, dile, Gracias Tita―
―Gashias Tita ― repite.
―Ten Tita ― le digo sonriente mientras le pongo en frente un plato bastante colorido.
―¿Qué es esto? ― pregunta.
―Es Arroz rojo a la mexicana, con cecina, queso de rancho y un poco de guacamole ― describe Ximena.
―No pica, lo juro. Yo lo apruebo ― le digo simpático y ella se ríe.
Tita comienza a comer y sonríe ― ¡buenísimo! ―
―Y hazte un taco ― le digo feliz ― y le paso la canasta con tortillas y ella la ve extrañada ― sólo es poner la tortilla así ― le muestro ― luego pones un poco de todo adentro, puedes ponerle crema encima o si quieres salsa, pero yo me alejaría de la salsa ― bromeo.
Ella se ríe ― todo un experto en esto… ¡Qué cambio! Construyes jardines, experto en comida, vistes vaqueros, cocinas… ¿algo más? ― dice en broma.
―Canta en serenatas ― dice Ximena.
―¿Es verdad? Cuando tu madre se entere no lo va a creer― comenta.
Un silencio se hace en la mesa de pronto. Supongo que es momento de que platiquemos sobre ese tema, porque hay muchas cosas que confesar y decir.
―¿Entonces? ¿Cómo están las cosas allá? ― pregunto.
―¡Ay Tristán! Un verdadero lio se armó después de que te fuiste. Debo confesar que tus padres juraron que regresarías a los dos días, pero de pronto pasaron las semanas, los meses y pues nada. Después vino la caída.―
―¿La caída? ― pregunto.
―Así lo llamo yo porque tu madre se desmayó literal ― y trata de no reírse― en fin, tus padres se divorciaron.―
―¡Qué! ― digo sorprendido.
―Sí, divorciados, pero es un lío porque tu madre se negó a salirse de la casa y tu padre se volvió a casar.―
―¡Qué! ― vuelvo a decir.
―Oh, oh ― dice Luz mientras come un pedazo de tortilla y yo sonrío.
―¿Se volvió a casar? ― pregunto.
―Sí, y ahora los tres viven en tu casa ¿puedes creerlo? Tu cuarto ahora es el de tu madre, y el de tus padres es el de tu padre y su esposa. En fin, si tus padres vienen, seguro viene con su nueva mujer.―
―Bueno, pues que tenga lo que tenga que ser.―
De pronto me alegro haberme salido de ahí, no me podría imaginar en medio de la situación. Aunque bueno prácticamente hubiera sido invisible.
―Lo que no entiendo es como los convenciste para venir acá. Prácticamente odian todo, todo ― dice Tita.
Volteo a ver a Ximena, bajo la mirada a mi plato y mientras corto la carne murmuro ― es que no le dije a que venían.―
―¿Qué? ― pregunta Ximena de pronto.
―No, no les dije a que venían. Les dije que tenía que platicar con ellos y no saben que vienen a pedir tu mano.
―¡Ay Tristán! ― me reclama Ximena ―¿Por qué? ―
―Amor, porque no iban a venir si les decía que era para eso. Es un pequeño mal para un bien mayor.―
―No repitas las frases de Lucha ¿si? ― me reclama ― prácticamente vienen engañados ¿Así como crees que funciones las cosa?―
―Amor, no hay otra forma. Mis padres son… no hay otra forma, ellos no harían nada por mi, podría estarme ahogando y ellos no me harían caso.―
―Es que desgraciadamente es así, y si no me equivoco hasta tendrás que negociar cuando estén aquí― le dice Tita y Ximena suspira.
Tomo de la mano a Ximena ― así es amor, no hay otra con ellos, estoy confiando en que todo salga bien y que ellos acepten al menos estar sentados en la pedida de mano, después pueden irse y hacer lo que sea.―
―Te creo ― murmura un poco más tranquila.
―¿Algo más que debas contarme? ― pregunto a Tita.
―Tu madre se puso botox y apenas puede hablar ― y ambos nos reímos ― lo demás lo irás descubriendo tú, cuando lleguen. Lo único que me sorprendería de verdad es que caigan rendidos ante esta hermosura ― dice viendo a Luz ― si eso no los cambia, entonces la señora Soledad y el Señor Ian en verdad son de piedra.―
Todos nos quedamos en silencio, uno de esos que se hacen cuando sabes que viene la tormenta después de una intensa calma. Tita llegó días antes como nuestra aliada, para darnos la información y un amplio panorama de la situación, aunque la verdad, si soy sincero, desconozco a mis padres completamente y no puedo creer que hayan cambiado tanto en todos estos meses.
―¡Papá! ― me dice Luz mientras me da un poco de tortilla para que coma y rompe el silencio con ese gesto tan inocente con el que todos reímos.
―Sólo sé que no dejaré que se metan con mi familia Tita ― respondo finalmente ― ni contigo. Ahora a comer y disfrutar antes de que todo comience.―
Así, como una gran familia continuamos, y fue increíble ver como Tita fue aceptada por Luz inmediatamente, al grado que sólo quería jugar con ella o le compartía sus cosas con una sonrisa enorme que enternece a todos. A los dos días ya decía su nombre a la perfección, y por las tardes, cuando subía a la casa a vernos, la recibía con todo la alegría del mundo.
De nuevo las semanas pasaron rápido, y entre visitas a los lugares importantes de la Ciudad, mucho trabajo de mi parte y Ximena, Tita, Lucha y Rosalva, se encargaban de ver los preparativos para la famosa pedida de mano donde mis padres tenían que participar activamente pero que no sabían que sucedería, por lo que una noche antes de que llegaran no pude dormir en absoluto y me alegró que Paco me hubiera dado el día desde el jueves para poder recibirles y estar al menos este fin de semana pendiente de ellos.
Ximena y yo hicimos un plan. Yo iría solo a recibir a mis padres en el hotel donde habían hecho reservación, les diría que tendríamos una cena por la noche juntos, y la llevaría a ella y a Luz, ya que no tienen idea de su existencia y haríamos la petición de que participaran en este evento, que no es que sea negativo, pero lo veo muy improbable, sobre todo cuando vean que los traje con engaños.
De modo que el día llegó, y antes del salir de mi piso y caminar hasta el hotel Ciudad de México, en el que me hospedé yo la primera vez que vine este país, le doy un beso a Ximena que no quería que terminara y rogaba a Dios que algo pasara para que mi suegro cambiara de opinión y al final dijera que no importaba nada, que sólo seríamos nosotros y ya, pero al pasar de las horas no sucedió nada. Bajé a ver a Tita a casa de Lucha y le dije que estuviera al pendiente de todo y que ambas subieran con Ximena para contarles lo que sucediera.
Al llegar al hotel y antes de entrar por la puerta que daba al lobby me quedé un rato solo, pensando, qué cara me pondría mi padre, qué gesto pondría mi madre y sobre todo si habría una tercera invitada en esta ocasión tan especial para mi.
―Vale, Tristán.Ya no retrases más el momento ― murmuré.
Entré al lobby y después de preguntar por la habitación de mi padre subí con los nervios recorriendo todo el cuerpo y el corazón palpitando a mil por hora. Llegué ante su puerta y la observé durante un tiempo, para después tomar valor y tocar lo más seguro posible.
―¡Voy! ― escuché una voz al fondo.
De pronto la puerta se abrió y unos brazos me envolvieron para darme un beso sobre la mejilla sin que pudiera reaccionar.
―¡Hijastro! ― escuché que me llamó emocionada y cuando reaccioné, no lo pude creer.
―¿¡Bego?!